Capitulo 10: Ausencia, realidad... Gracias.
La luz del sol se filtraba por las ventanas de la habitación mientras la suave brisa mecía las cortinas y refrescaba su jovial cuerpo, ya era hora de despertar, con su brazo buscó a su amado y se sorprendió al no encontrarlo a su lado, se reincorporó con toda la calma del mundo, vio a su alrededor frotando sus ojos con cuidado, su ropa estaba en la mesita al lado de la cama, no había nota, mensaje, absolutamente nada.
Intentó no pensar lo peor, aún así en su mente estaba la duda ¿Dónde esta Reborn?, bien, no podía irse sin antes darse una ducha y por suerte había metido un cambio de ropa extra nada espectacular, se baño lo mas rápido que pudo y se vistió, diez de la mañana y su amado aún no aparecía, lo mejor era irse.
Recogió los apuntes, cuadernos, notas y demás objetos de la clase anterior , dio una ultima mirada al apartamento y salió por la puerta sin más. Cuando dejo el edificio no tenia la menor idea de donde estaba pero eso no lo iba a detener, caminó sin rumbo intentando no pensar, su mente estaba quebrada pero su corazón insistía en que había un motivo muy fuerte por el cual Reborn se había ido.
Horas después y aun no lograba ubicarse, se sentía frustrado, confundido, triste pero feliz y entonces lo vio, ese enorme afro negro definitivamente era de Lambo.
−¡LAMBO!− gritó ansioso.
−¿Tsuna-san?− volteó.
−Lambo que bueno encontrarte− lo abrazo como un naufrago abraza a su salvavidas.
−Es raro verte tan lejos de casa− le correspondió el abrazo intentado calmarlo.
−¿Dónde estamos?− preguntó curioso.
−Musashino.
Tomando en cuenta que Tsuna vivía en Shinagawa, sí estaba un poco lejos de casa, Lambo se ofreció amablemente a llevarlo a casa aunque claro antes de eso le dio un paseo por cada rincón que conocía. Comieron helado, jugaron unos cuantos videojuegos, en fin, se divirtieron muchísimo, y a eso de las 2 de la tarde un muy responsable Lambo dejó a Tsuna en la puerta de su casa.
−Gracias Lambo− le dio un fuerte abrazo a su amigo que le había salvado el día.
−Para eso están los amigos− sonrió con un tierno rubor en sus mejillas y se despidió.
Entró a casa, fue directo hacia su madre, quien estaba en la cocina, la abrazo con fuerza refugiándose en sus brazos cálidos, no quería pensar, la noche anterior fue un sueño hecho realidad, no quería que aquella linda ilusión se esfumara pero algo en su interior se lo decía, algo no andaba bien.
El sonido de su celular lo alertó, un mensaje ¿Sera él? Revisó desesperado pero no, era Kyoko le preguntaba la razón de su ausencia, cierto, habían quedado que él iría hoy a su casa, pero por obvias razones no había podido ir, se excusó con un malestar estomacal y que la recompensaría en cuanto pudiera. Luego de eso nada, su celular no volvió a sonar desde entonces, las horas eran eternidades infinitas, y lo único que lograba hacer bien era estudiar ¿Irónico no? Después de esa clase había agarrado un gusto por las matemáticas increíble, repasó cada nota, cada tabla, cada consejo dado y logro resolver todos los ejercicios que se propuso, maravilloso, y todo gracias a su querido Reborn del que no sabia absolutamente nada desde anoche, mandar un mensaje sería sonar desesperado así que no lo hizo solo espero a que llegara el tan ansiado lunes, solo esperar era lo que podía hacer.
¡Y por fin! ¡Llego! Se levantó mas temprano de lo usual, hizo todo muy rápido y como alma que lleva el diablo salió de casa desesperado a su encuentro como todas las mañanas desde hace ya 3 meses aunque este viernes cumplirían su cuarto mes, estaba muy emocionado, después de este largo fin de semana sin noticias suyas, lo iba a ver, llegó a la entrada y espero, siguió esperando y no llegó, ni lo vio, otra vez nada, se encontró con sus amigos, charlaron alegremente, por suerte Lambo omitió la pequeña casualidad que habían tenido el sábado, no tenia ganas de explicarle a nadie el porqué de aquella “rara” situación y se dirigió a su primera clase Matemáticas I.
¿Qué es peor que un lunes? Tener examen un lunes, si, eso es peor, lo bueno es que estaba preparado, paso todo el fin de semana estudiando, esa hoja de parcial era la cosa mas sencilla que había tenido hasta ahora, en menos de 30 minutos lo resolvió y entregó dichoso. El profesor anuncio que las notas las daría el viernes, sería el regalo de “aniversario” perfecto para Reborn.
El resto del día paso como cualquier lunes, aburrido como caracol, y al finalizar las clases lo espero como siempre, pero no llego, ni el día siguiente, ni el otro, así de rápido y doloroso paso la semana y llego el viernes, sus tripas le decían que sería un día horrible, su corazón le dolía pues algo estaba esperando, algo que no era bueno y que al finalizar la tarde sabría qué era ese algo.
−Sawada− una voz áspera y dominante llamó su atención.
−Digame profesor− se levantó de su asiento nervioso.
−Aquí tiene su examen.
Y casi le arranca la mano al profesor para retirar el examen, lo que causo risa entre todos los alumnos, 100/100 la nota perfecta, iba a morir de alegría en ese mismo instante, pidió permiso para irse ya que solo iban a repartir las notas y debido a eso el profesor lo dejo salir, organizó sus cosas y salió con el parcial en la mano directo a buscar a Reborn hasta en el huequito mas pequeño de la Universidad.
¿Es mucho pedir ser feliz? ¿Estaría siendo egoísta? ¿Sus ojos le mostraban la realidad? Ahí estaba, después de tanto tiempo de ausencia, estaba él, besando a una chica sumamente hermosa, rubia, tez blanca, fina cintura, manos delicadas que tenían preso el cuello de su amado y una espalda pequeña que estaba siendo acariciada con el mayor deseo y pasión ¿Debía huir? ¿Encararlo? ¿Qué debía hacer? ¿Por qué estaba allí en primer lugar?.
−Disculpa− llamó su atención la chica, quien se encontraba incomoda con aquella mirada fija −¿Se te ofrece algo?
−No yo− sentía un mar de emociones ¿Iba a llorar? No, no podía −solo quisiera hablar un momento con Reborn.
−¿Qué quieres?− preguntó el nombrado mientras se apoderaba de las caderas de la chica y se recostaba en su hombro mirándolo con frialdad.
−Este yo... solo quiero...− con sus manos temblorosas le mostró el papel −Saque la mayor nota− y con su mejor sonrisa le dijo −Gracias.
Y sin esperar respuesta se fue ¿Hizo lo correcto? Quizás no, tampoco había llorado, ahora solo corría, sin rumbo, con un dolor incesante en su pecho, algo se quebró, recordó esa noche, la noche que habían hecho el amor, entregó su cuerpo, su alma y su corazón ¿A quién? Todo era una mentira, dulce y cruel mentira, un juego nada más ¿el amor era así? ¿ese sería el final de la historia?.
Sus pies lo habían llevado a una puerta y esa puerta quizá sería un alivio a tanto dolor...