Sanji decide morir.
Parte XIII
Law Pov’s.
Hace poco que acabo de llegar a este hospital psiquiátrico, Shichibukai Yard. No seria un mal lugar para vivir si no fuera por cierta persona que me jode la existencia aquí…
-¡Ey! ¡Maldito enfermero! ¡Sácame de aquí que tengo hambre! ¡Ya son pasadas de las nueve de la mañana! ¿Cuánto tiempo mas te piensas quedar echado en la cama “durmiendo”? ¿Eh? –gritaron. Si, esa persona que me gritaba era la que hacia mas difícil mi estancia en este lugar. Mis molestias responden al nombre de Eustass Kidd. Un maldito estúpido que cree que soy su maldito mayordomo para estarle abriendo a las horas que él me diga.
Mi nombre es Trafalgar Law. Tengo 18 años de edad, y vine a vivir a Shichibukai Yard por mi cuenta. Pues lo que pasa es que con mi enfermedad –la cual apenas han diagnosticado– apenas si me puedo cuidar.
Yo, a tan temprana edad y un caso poco común, pero tampoco extraño, tengo el Síndrome de Riley-Day (Riley Day), disautonomia familiar o neuropatía sensorial, como gusten llamarle.
Esta… mmm… enfermedad, pues, es mas que cualquier otra cosa… que no siento nada de dolor.
-Si quiero puedo quedarme aquí todo el tiempo que quiera idiota –le bufe.
-¡Oi! ¡Como no me saques de aquí ya veras! Maldito… –susurro lo ultimo, pero lo escuche perfectamente.
-Kidd déjame dormir un poco mas, ya te sacare mas tarde, lo prometo –le dije mientras bostezaba. El empezó a golpear y destrozar todo dentro y yo solo me pare de la cama y me quede observando. Vi que no parecía querer estarse tranquilito, mejor lo dormia.
Es un trastorno que se da gracias a la herencia. Ósea, que gracias a mis padres o algún familiar que padeció esto, yo también por ser de su linaje. Desde que naces se supone que te lo diagnostican, pero al parecer hubo algunas cosas que no salieron bien. Mis documentos sobre esto se perdieron. En teoría… nunca supimos que tenía –y que lo sigo padeciendo– Riley Day, y nunca en mis 18 años de vida… he sentido dolor. Jamás lo he experimentado, no se lo que es.
Cuando era pequeño, siempre en la semana tenia que estar con fracturas en alguna parte del cuerpo y m mama me decía siempre que descansara, pero yo no las sentía como rompeduras o lesiones graves, solo no podía mover una parte del cuerpo determinada, en donde estuviera algo roto. Si acaso llegaba a experimentar un ligero cosquilleo o una pequeña molestia, pero no dolor. No se lo que es… me gustaría poder sentirlo como un chico normal.
Pasaron unos años, y yo seguía igual de descuidado, lo menos que pasaba en una semana, es que llevara más de tres raspaduras y golpes que cualquier chico de mi edad. Mi madre siempre preguntaba si sentía dolor, pero solo respondía con otra pregunta: “Que es ‘dolor’? No sabía nada de que mi padre fuera un hombre con este trastorno. Un día por accidente, corrí con unas tijeras en las manos, y caí. Ese día, fui al hospital a causa de habérmelas encajado en el pecho por accidente. Pero yo seguía consciente cuando los doctores me revisaron y preguntaron si dolían. De seguro yo era diferente. “Soy raro” había pensado. Así que respondí “Si, me duele mucho” e intente hacer unas expresiones como las de la tele. Simplemente quería ser alguien como todos los demás.
Como había dicho ese día que si, jamás volvieron a checar sobre si sentía algún dolor o no. Un gran error. Desde ese día, tome mas precauciones sobre mi cuerpo e investigue sobre mi enfermedad. Tenía algunos de los síntomas y de los problemas. Me auto medicaba y mi gran sueno fue ser el mejor doctor. Quería ayudar a las personas como yo, a encontrar la cura o al menos una mejoría de vida. Pues quienes padecemos el Riley Day, tendemos a morir mas jóvenes, pero yo he tomado precauciones y creo que fue lo mejor haberle dicho a mi madre la verdad y que me dejase acudir y estudiar aquí.
Si, no estoy loco. Simplemente tengo una enfermedad para ser tratada igual o mejor que la demencia, por que no quiero morir sin haber cumplido mi sueño de ser uno de los mejores doctores del mundo.
El día anterior, bueno, cuando llegue a este lugar, fue en la noche, pues viaje desde muy lejos. Pero nadie me abrió, lo que me pareció extraño, así que había entrado y decidí quedarme en una oficina de enfermeros. Al despertar, estaba en otro lugar. El cual parecía ser la oficina de director, quien me dio la bienvenida, y a decir verdad, era algo espeluznante.
Al parecer, iba a compartir habitación con otras personas especialmente elegidas para mi, y yo para ellos, aunque eso fue o que me dijo e director, no entendí a lo que se refería exactamente.
…
La otra vez, cuando regrese a abrirle a Kidd por que lo había olvidado, él estaba furioso, rompiendo y desgarrando todas las cosas dentro de la celda, parecía león enjaulado, literalmente. Pues caminaba de un lado a otro, sin poder estarse quieto y tranquilo, su mirada se poso en mi al dar el primer paso en el interior de la habitación.
-Sácame de aquí –dijo con el ceño fruncido, y una mirada que me dio escalofríos.
-No –le dije tajante. Pues si lo sacaba, destruiría mas cosas, se pondría mas violento y causaría más problemas de los que ya hizo.
-¡Sácame de aquí! ¡Ahora! –grito mientras se ponía a golpear la pared y todo lo que se encontrase dentro de la jaula. Solo me acerque a su celda y suspire, pero su mirada me seguía de cerca, por lo que cauteloso, me quede enfrente de la celda, pero sin abrirla.
-¡Abrela! –grito mientras me miraba furioso y ojos literalmente asesinos y psicópatas.
-Si no te calmas yo no… –me interrumpió empezando a golpear todo de nuevo con sus puños, los cuales se veían ya muy dañados y con sangre escurriendo, al igual que unas cuantas heridas en su espalda.
De repente un portazo me hizo voltear hacia la puerta.
-¿Se puso violento? –pregunto un enfermero acercándose rápidamente. Yo solo me quede callado. El enfermero era seguido por otros mas, unos cuatro o cinco mas aparte de ese, uno me saco, mientras pude ver, como lo sacaban de la celda, y uno de los enfermeros llevaba una jeringa con un liquido que conocía muy bien: sedantes y tranquilizantes. El pelirrojo salió corriendo de la celda, para aventarse a uno de los enfermeros, pero todos los demás se le echaron encima y como pudieron, lo pusieron contra el pido, un enfermero a cada extremo de cada miembro.
Uno por cada muñeca de su mano, otros dos por los pies, otro mas que le empujaba hacia abajo desde el pecho para que no pudiera levantarse, mientras el último, era el que llevaba la jeringa en sus manos.
-¡Malditos déjenme en paz! ¡Déjenme! ¡Suéltenme! ¡Cuando me los quite de encima os pateare el culo! ¡Ya verán! ¡Aléjense! –gritaba desenfrenado el pelirrojo. Solo vi como la puerta se cerro solo, no sin antes ver aquella mirada asesina llena de desesperación y frustración.
No supe ni cuando fue que volví a respirar, solo volví a mi. Negué con la cabeza, todavía se escuchaban los forcejeos de Kidd y de los enfermeros, sus gritos y golpes. Las maldiciones que soltaba. Mi corazón se encogió y sentí un horripilante escalofrió de terror recorrer mi espalda. Jadee, aunque no estaba cansado, si no más bien asustado. ¿Todos los días seria aso? La verdad… tenía miedo. Me mire las manos. Estaba temblando, mis manos estaban temblando horrorosamente, y mis pies flaqueaban, mientras intentaba caminar con tropezones hacia donde había dejado a Sanji, junto con aquellos chicos.
Tenia que llegar hacia allá, sabia que el terror se pasaría, pero aun así.
Sabia que aunque yo no sintiera nada físicamente, cuanto a emocionalmente se trataba, yo era delicado, era lo opuesto a ese ser que acababa de ver, todo lo opuesto.
Inhale y exhale varias veces, tratando de tranquilizar mi acelerado corazón. No quería llegar así.
Una vez que lo logre, camine normalmente y me dirigí hacia donde estaba Sanji y los chicos con los que lo había dejado.
…
Hoy era el segundo día. Ayer Sanji llego alterado, y despertó muy adormilado y se notaba cansado, obviamente no había dormido, traía los ojos increíblemente rojos y unas ojeras mas notables que las mías. ¿Tanto así le había afectado un día sin sueño?
-Buenos días Sanji –le dije mientras sacaba la silla de ruedas y la acomodaba cerca de su cama. El me saludo con una muy pálida y escuálida mano. Suspiro y con cuidado le ayude esta vez, a sentarse en la silla.
-¿Quieres desayunar, o te llevo a alguna otra parte? –le pregunte.
“Afuera, por favor, quiero dormir un rato ahí” me escribió. Admito que no es que no me de curiosidad por que escribe en una libretita, pero creo que seria de muy mala educación preguntarle sin mas, además de que es obvio que es mudo. Creo que no hay mucha necesidad de preguntarle.
Solo asentí con la cabeza, y me dirigí con el hacia la puerta, la abrí, lo saque y antes de cerrar, me fije en el pelirrojo, aun dormido, o quizás sedado, no lo sabia, no sabia que tanto sedante pudieron llegar a darle, así que no se cuanto tiempo este dormido, pero mientras este así, puedo por lo menos estar un poco mas tranquilo sabiendo que no hará destrozos, edemas, debo recuperarme de aquel susto. O quizás mas bien… prepararme para otros días iguales a estos.
Lo lleve al patio del internado, donde, cerca de la fuente de la otra vez, lo deje estacionado.
-¿Necesitas que te ayude? ¿Quieres que traiga comida? –pregunte por amabilidad, aunque sinceramente esperaba que dijera que no, por lo menos a la segunda pregunta. No quería tener que estar de un lado para otro.
El negó con la cabeza, con las manos se impulso y se tiro al suelo, a lo que inmediatamente fui a socorrerlo, pero el levanto una mano en señal de que estaba bien. Se acomodó en el pasto, y suspiro. Ya estaba manchado de lodo, pero que más daba, igual todos los santos días se cambiaban aunque no estuvieran sucios, así que estaba bien que se ensuciara.
-Bien, ahí están los enfermeros por si necesitas algo, yo ir a por Kidd –le informe, el sonrió y asintió, me aleje de ahí con pasos lentos y pensativos.
No sabía por que, pero había algo que en el embrollo de aquel pelirrojo, que no me gustaba para nada.
Antes de poder entrar a aquella habitación de nuevo, decidí sentarme un rato, bajo uno de los arboles, dentro del lugar. Cerré los ojos y bostece.
-¡Eh! ¡Tu! –llamo alguien, a lo que abrí los ojos y me encontré con una cara justo en frente de la mía. Solo abrí desmesuradamente los ojos y al querer hacerme hacia atrás me pegue en la cabeza. No me dolió, pero si sentí el pequeño “crack” que hizo mi cráneo. Me toque la zona donde creí que me había golpeado, pero era difícil saberlo, contando con que no sentía ni el más mínimo dolor físico.
-Ay, lo siento mucho, ¿Estas bien? –pregunto mientras tomaba mi cabeza y miraba mi nuca. Aleje sus manos con amabilidad.
-Si, no te preocupes, pero será mejor que vaya a la enfermería –le comente mientras me paraba. Ella me siguió de cercas.
-Soy Ayume, mucho gusto –dijo mientras aun me seguía.
-Law, igualmente –le conteste nada más por cortesía.
-Eres el paciente y enfermero, el que tiene el Riley Day ¿No es así? –pregunto amablemente. No note arrogancia ni una pizca de burla en el comentario, siquiera un pequeño desprecio dirigido hacia mí, como lo haría un enfermero normal, solo en su voz se notaba una gran curiosidad por saber. Solo asentí con la cabeza.
-¿Sabes lo que tiene el paciente ese, ya sabes, el de la celda? –pregunte tratando de disimular mi interés, pero parecía que no lo hacia muy bien por que lanzo unas risillas.
-Asesino compulsivo –dijo ella sonriente. La mire aun sin comprender del todo… ¿De verdad asesinaba por que tenia ganas de repente? ¿Tan peligroso era ese pelirrojo? Si era así, tenia que cuidarme más de él, no fuera la de malas que me diera un golpe, me rompa algo y yo ni por enterado.
-Tiende a ponerse violento, pero es algo parecido a instinto y reacción combinados ¿Entiendes? –pregunto. Yo solo asentí y ella sonrió.
-¿Entonces va golpeando gente por ahí? –pregunte mientras veía hacia el techo del lugar.
-Si, bueno me tengo que ir, a veces olvido que tengo cosas por ahí pendientes –dijo sonriente. Solo ladee la cabeza y la vi alejarse. Suspire y me dirigí hacia la habitación. Al estar frente a la puerta, mi corazón se aceleró, y poco a poco podía sentir como el miedo quería regresar por momentos. Me di una cachetada mental, ya era tarde, bueno, al menos faltaba una hora antes de que todo se cerrara para nosotros. Suspire y gire la perilla de la puerta, entre sin hacer ruido alguno y volví a cerrar la puerta aliviado de que Kidd no estaba si no mas que dormido. El rubio por alguna razón no estaba, quizás estén dándole alguna dosis de medicamento o decidió no regresar hasta mas de rato.
Me acerque a mi cama y suspire para retirarme una bata que me habían dado, justo como la de la mayoría de los enfermeros del lugar. Deje la bata botada en el suelo, la verdad no me importaba mucho que se ensuciara, de todos modos, todos los días nos daban una limpia si la pedíamos.
Shanks Pov’s.
Suspire pesadamente mientras me dirigía hacia la salida del lugar.
-Shanks, oye, mañana tenemos que conseguir mas analgésicos para Luffy y para Kidd ya no queda el tipo de sedante especial para el –dijo una chica que se me acercaba. Ella era una buena chica, que estudiaba el comportamiento dependiendo de su enfermedad, aunque siento que trama algo más que solo sacar buenos aprendizajes de este lugar.
-¿Shanks? –pregunto mientras me jalaba la bata y voltee a verla, aun ausente entre mis propios pensamientos.
-Ah, Ayume, lo siento ¿Me decías? –pregunte mientras trataba de enfocarme en lo que comentaba, pero sus palabras me entraban por un oído y me salían por el otro. No podía concentrarme en nada que no fuera Mihawk…
-Hoy no estas muy en este mundo ¿Estas bien? –pregunto zarandeándome. Yo solo sacudí la cabeza y le sonreí, Salí de ahí sin responderle y fui hacia mi auto. Abrí la puerta, y metí la cabeza, y después mi cuerpo, antes de cerrarla, alguien la agarro y la abrió, mire enojado a aquella persona, pero todo se fue por la borda.
-Mi-mihawk… –tartamudee.