Sanji decide morir.
Parte XIV
Shanks Pov’s.
¿Qué era lo que hacia Mihawk aquí?
-Necesito hablar contigo –dijo serio. Salí del carro, le puse seguro, puse la cara mas seria que pude, y solo asentí, cuando vi que se dio la vuelta, eche a correr de nuevo al internado, y busque un lugar donde pudiese esconderme sin correr el riesgo de que Mihawk me encontrase. La verdad que fue algo infantil hacerlo, pero no quería hablar ni encontrarme con Mihawk. Nosotros no teníamos nada que hablar, solo había sido una noche de sexo y ya, yo lo había entendido desde el principio, sabia que algo así no era por que el sintiera algo por mi, además, apenas llevábamos minutos de conocernos.
Sentí cuando jalo mi mano antes de que pudiese pasar la puerta y me estampo contra la pared, una ola eléctrica hizo que me entrara un poco el miedo y más nerviosismo mientras los vellos de mi nuca, mis brazos y piernas se ponían chinitos. Lo mire a los ojos mientras trate de hacerle frente, pero esos ojos me hipnotizaban, mas que darme miedo seguían hipnotizándome, algo que no quería que pasara, por que sabia que quedaría mas prendado a él.
-Lo siento, tengo cosas que hacer Mihawk, pero ¿Podría ser otro día? Si tienes que hablar conmigo, podría ser otro día ¿no? –pregunte, y esperando a que aceptara algo así, no quería hablar con el, aun no.
-No, espera, lo entendiste mal Shanks, “Tengo” que hablar contigo –dijo serio. Acerco su rostro al mio, y no sé que fue que lo que me paso, que yo hice lo mismo, hasta sentir mis labios en los suyos y empezar poco a poco un fogoso beso que nos robaba la respiración a los dos. Sentí sus manos en mi rostro, y las mías sobre las suyas, mientras que ponía su rodilla por entre mie piernas, rozando una zona delicada de mi anatomía.
-E-espera… Miha… Mi… –intentaba que reaccionase y me dejase hablar, no podía empezar ese tipo de cosas aquí ¡Y menos en la entrada donde cualquier persona podría vernos! Sentí sus manos recorriendo mi espalda, hasta llegar a mis nalgas, donde delineo el contorno de estas y yo solo respondía a sus caricias con besos y unos pequeños gemidos que lograban salir de mi boca.
Sentí como presionaba mi entrada con uno de sus dedos y me abrace a él, con las piernas mientras me relamía los labios, para empezar esta vez un beso yo.
-A-aquí no… -gemí en su oído, el suspiro y me abrazo, a lo que pude sentir su respiración en mi cuello. ¿Por qué tuvo que pasar esto? ¿Por qué…
¿Tuve que enamorarme de el?
Sanji Pov’s.
Desperté, a mi tercer día en el internado, aunque aun era de muy noche –quizás las cinco de la madrugada–, no pudiendo dormir a causa del miedo, la curiosidad y nervios que tenia. Tenia miedo, por que… bueno, ya solo faltaban 14 días aproximadamente para que muriera, quizás 10 si tenia suerte.
Una cosa era que las pastillas hicieran acción rápida en mi cuerpo y me mataran durmiéndome, aunque lo supiera, otra muy diferente era quedarme esperando tantos días a esperar el día de mi muerte, una semana y tres días aproximadamente, quizás las dos semanas que me quedan, no lo se.
Todos nos pasamos la vida esperando algo, incluyéndome sobre todo. Ya sea el padre que llegase a trabajar, la llamada de algún familiar, la espera de pasar al siguiente grado, o esperar a que pase algo en algún día especial, la carta de amor de alguien, el avión, el tren, en la espera del autobús, el comienzo de las vacaciones, el día en que estos acaben. Ahora, también espero mi muerte y por lo menos esta tenia fecha marcada.
Esto solo podía estarme ocurriendo a mi ¿no es así? … La gente por lo general muere el día exacto que creyeron que no iban a morir. Siempre es así, o por lo menos en una película. Pero esto no es una película, es una vida, y si es que fuera una película, seria una de terror… para mi al menos, que soy el protagonista de mi propia historia.
Todos nosotros, somos protagonistas de nuestra propia historia, nuestro destino, y un futuro lejano que nos espera, a algunos la vida se les acaba mas rápido, quizás estaba planeado, o quizás no, quien sabe, pero… el entusiasmo y las ganas con las que hacemos las cosas, y sobre todo el tipo de ambiente en las que las hacemos… eso no se puede predecir. Nuestros pensamientos cambian día a día, y con ello, las personas y las cosas que nos rodean. Lo que ayer fue, hoy quizás, pero mañana no sabemos.
Mire el lugar, todo el lugar estaría sumido en las tinieblas, si no fuera por la luz del baño que estaba prendida. Law no estaba en su cama, quizás estaba en el sanitario. Esperaría a que saliese.
Eventualmente, salió de ahí, y al verme despierto, se acercó hasta mi cama.
-¿Tienes frio? –pregunto. Quizás él quería que me volviese a dormir, pero yo no tenía ganas, no tenia sueno, o bueno, estaba cansado, pero tenía demasiadas incomodidades en mi mente, que no me dejarían descansar en paz… en un corto momento.
Negué con la cabeza y suspiro, para irse a su cama, donde se acostó y se acurruco entre las sabanas, y vaya que se hizo chiquito, quizás el si tenia frio.
Tenia ganas de ir al baño, y por lo que había visto, Law estaba cansado, era mejor no despertarlo. Me quite la ligera sabana que tenia en las piernas, a Smocker ya no lo había visto, lo que la verdad me entristeció, pues él siempre lograba sacarme risas con sus anécdotas y su carácter.
Cuando me puse al borde de la cama, baje poco a poco, hasta que sentí como al hacer contacto mi piel con el frio piso, me recorrió un escalofrió agradable. Cuando mis dos pies estuvieron por completo en el suelo, aun estaba en gran parte en la cama. Las camas del lugar eran altas, o al menos lo eran más de lo normales, y me preguntaba a quien se le ocurrió tal idea. En fin, cuando sentí que no me caería, me solté y me tense, mientras cerraba los ojos. Al no sentir el suelo en mi cara, abrí los ojos sorprendido, ¡Podía pararme por fin! Pero ahora iba lo más difícil, tenia que ir hacia el baño sin caerme.
Extendí mis brazos hacia los lados, para equilibrarme, y empecé con pasitos pequeños, en el cual sentía que mis pies andaban flojos, pero estaba seguro que no me caería.
Así fue como llegue al sanitario, y como volví a mi cama, la verdad, es que estaba feliz de poder volver a usar mis piernas como no tienen idea. ¡Por fin iba a dejar de usar esa maldita silla de ruedas! ¡Por fin podría sentir muchas cosas ser pisadas por mi! ¡Oh que alegría!
La mañana llego, y vino un enfermero, a despertarnos a Law y a mi. Law se paro con desgano y se dirigió hacia el pequeño closet donde guardaban uniformes del internado y mi silla de ruedas, pero antes de que fuera, le avente la libreta a la cara, pues se veía encerrado en su mundo.
-¡B-bueno y a ti que te pasa! –dijo enojado, yo solo negué con la cabeza, me puse al borde de la cama y de un salto sin temor, me puse de pie.
-¿Puedes caminar? –pregunto confundido, cuando asentí, ya no me hacia caso, se había dirigido a su cama y se aventó, para segundos después escuchar sus ronquidos. ¿Por qué dormía tanto? Quizás esta muy cansado.
Le reste importancia y camine con cuidado hacia la puerta, la abrí y Salí, la verdad es que como siempre y todos los demás ahí, iba en calcetines, solo se los quitaban cuando salías, aunque no era necesario, el director había dado permiso de ensuciarlos de esa forma, ¿De donde sacara tanto dinero para la lavandería? Todos los días me daban un cambio de ropa completa, y solo un día a la semana se lavaba lo que se junto en la semana, por lo que ha de ser muy pesado.
Me recargué en la pared, y vi a los lados, tenia hambre, por lo que a pasos lentos me dirigí hacia allá.
Cuando llegue a las puertas, abrí y me metí, no había nadie aun, pero sabía que pronto lo habría. Llegue donde me podía servir, y mire lo que de nuevo nos darían, como todos los días.
-¿Quieres que ya te sirva? –pregunto una mujer rubia, y llenita pero con una gran sonrisa. Además de que olía a alcohol.
Lo pensé, y negué con la cabeza, fui hacia el otro lado, y vi los ingredientes y me puse a pensar lo que se podría hacer con ellos, e inmediatamente se me vinieron algunas ideas, una más buena que la anterior hasta que me decidí por una.
-Oye, si quieres cocinar no uses eso –dijo la alegre mujer, mientras me quitaba un pequeño cuchillo, y me entregaba uno especial para carnes. La verdad pensé que me quitaría y me correría, pero al verle, me sonreía y saco una botella de vino, la cual se tomo directamente y abrí los ojos sorprendido ¡De verdad estaba borracha! Ya entendía por que la otra vez mis panes tostados estaban remojados en algo.
Suspire y negué con la cabeza, para después lanzar unas risillas y ponerme a trabajar, las personas iban llegando y empezaban a servirse, pero la mujer rubia no les dejaba, y decía que esperasen pacientemente, y que pronto estaría la comida. Me veían y se sorprendían a lo que solo asentía y sonreía.
Cuando acabe, las puse para que todos pudieran agarrar y se formaron, y la mujer, Kokoro, la cual supe su nombre por el gafete que poco después vi, sirvió a los demás. Me puse en una mesa que aun no era usada por nadie, y miraba la cara de todos, quienes se sorprendían al probar mi comida. La verdad, es que yo tenia pensado ser un chef profesional, para eso había estado estudiando tanto, quería ser uno de esos famosos chefs que salían en la televisión, desde chico fue mi afición aprender, y además de que mi padre era dueño de un restaurant muy famoso de nuestra ciudad.
Lo que había hecho no era ni mas ni menos que rollos de jamón, pan con un condimento especial, el huevo encima de este, y lechuga por un lado, a mi me gustaba mucho ese desayuno. No era pesado, pero te duraba hasta por cinco horas en la barriga.
-¡COMIDA! –grito alguien estampando la puerta y pegue un salto del susto que me lleve. Vi curioso al chico que acababa de entrar, justo con el chico pelinegro de la otra vez llamado Ace. Al otro que salió corriendo agarrando de todo y sorprendiéndose por la comida diferente de hoy, no le pude apreciar bien, pero por detrás le notaba que era delgado y alto, aunque no tanto como Ace o yo, parecía de unos 18 de edad, era pelinegro y llevaba un sombrero de paja.
Me concentre en mi comida de nuevo.
-¡Eh, mira ahí esta Sanji, Zoro!, vamos con el, Luffy tu también, te lo presento –casi escupo la comida al escuchar eso. ¿¡Zo-zoro!?
Tenia ganas de morir ahí… de verdad que pedía que me muriera en ese mismo instante, pero no todo es como queremos.