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Despacio y sin razón. por Cerezza

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Notas del capitulo:

FICHA.

NOMBRE: DESPACIO Y SIN RAZÓN.  

AUTOR: Cerezza.

GENERO: Drama, angustia, fluff, intento de cómico.

CLASIFICACIÓN: Pg-13.

ADVERTENCIAS: Mpreg.

RESUMEN: ¿Un alma en manos de Zeus? ¿Aiorios vuelve a la vida? ¿Aioria debe cuidar un bebé? ¿Shura y Saga quieren ser padrinos? 

 

CAPITULO II: Dubitativo.

 

“Esto debe ser una broma” Aries miraba entrecortadamente a sus compañeros, su maestro y finalmente a su Diosa “Una broma de pésimo gusto si me permite decirlo mi Señora”.

 

Athena suspiró cansada, bajando la vista hacia sus manos que reposaban en su falda.  Ni ella sabía cómo asimilar esta situación, era obvio que sus caballeros tampoco entenderían. Resultaba casi ilógico intentar convencerlos de algo que ella también catalogaba como absurdo. Tales tareas encomendadas por Zeus eran casi una tortura.

 

“No puedo ir en contra de las declaraciones del máximo Dios del Olimpo” miró a cada uno de ellos “Me duele en el alma, tener que pedir tal cosa mi querido Shaka de Virgo” tomó su mano en la propia suavemente, bañando al perplejo guerrero con su agradable y dulce cosmoenergía “Pero Zeus ha colocado las reglas, pues él posee el alma. Debo comunicarle si lo tomo o lo dejo”.

“Pero Athena” Aioria había caminado rápidamente junto a la pelimorada, casi atragantándose con las miles de palabras que querían salir de su garganta. “Athena, estoy seguro que Marín podría llevar satisfactoriamente la misión… No será nec-”

“No, caballero de Leo” la joven fue categórica al callarlo y negar su proposición “He dicho que mi Padre ha puesto las condiciones. Si Shaka no acepta, pues nadie lo suplantará”

 

El rubio guardián se había mantenido en silencio desde que la noticia había estallado frente a él como si fuese una poderosa bomba. Nunca creyó llevar sobre sus hombros tan importante deber, de hecho, nunca pensó que cosas así fuesen requeridas por los altísimos. A su lado, sintió la compañía de Mu, queriendo reconfortarlo aún asombrado.

Las palabras del Santo de Leo le parecieron lógicas. La caballero de Águila podía ser capaz de cumplir lo requerido: era una mujer y gozaba de la confianza del Santuario, sin contar, con que se decía que mantenía una relación amorosa con el Leo.

 

“Athena” Shion pareció notar la incomodidad de la mujer “Lo mejor será descansar” la invitó a levantarse e hizo ademán de acompañarla hacia su cuarto privado.

“No deseo colocarte en una encrucijada” su mirada cargada de buenos sentimientos se posó sobre aquel rubio que se mantenía sentado estoicamente, aún mudo por la impresión “Pero necesito saber si cuento contigo o no”

 

Aioria no había querido acercarse al rubio por obvias razones. No quería presionarlo. No quería, pero con gusto lo habría zamarreado fuertemente para que aceptara sin pensarlo dos veces. Era su hermano de quien hablaban. Aioros: el caballero más fiel de toda la Orden. Su hermano que había perdido a tan temprana edad. Su hermano… con quien tenía tantas cosas pendientes.

 

“Shaka, por favor” susurró el castaño pelicorto sentándose frente a él, al notar que el caballero de Aries le prohibía con la mirada acercarse al hindú. Quizás conocía lo que quería realizarle a aquel que no se manifestaba con una negación ni una aceptación.

“Creo que todos tenemos mucho en que pensar” Dohko se encontraba cerca de la puerta de entrada, serio “Si me lo permites Athena. Shaka debería tener siquiera unas horas para pensar todo este asunto tranquilamente y luego comunicar su decisión”.

 

La pelimorada asintió con la cabeza y se encerró en sus aposentos, despidiendo con una mano a todos los caballeros dorados. Shion se giró hacia ellos, permitiéndoles que abandonaran el salón para dirigirse a sus respectivos  templos. 

Cada uno se encaminó lentamente hacia las escaleras. Ninguno queriendo conversar ni sonreír abiertamente ni a grandes voces, pues el ambiente, si bien no era triste o lúgubre, estaba tenso y se notaba a leguas la incomodidad del rubio Santo.

Algunos, como Afrodita, no entendían muy bien el revuelo del asunto. Si existía la más ínfima posibilidad de traer a la vida a un compañero de batalla, sin duda alguna él tomaría el riesgo de llevarla a cabo. No veía cual era el sacrificio tan aterrador  al que se vería enfrentado Virgo.

 

“¿Qué te parecería que te dijeran de un segundo a otro que una vida depende sólo de ti?” Mu de Aries había susurrado cerca de él, manteniendo la cabeza gacha “¿Sería tan fácil?” se adelantó a lo que replicaría el otro guerrero “Y no hablo de mantener a alguien con vida, sino de dársela”

El peliturquesa lo observó de reojo, frunciendo el ceño ligeramente “Es de mal gusto leer los pensamientos pequeño carnero”

“Eres casi un libro abierto, Dita” Mu le sonrió suavemente.

“Aún así… Si me lo hubiesen pedido, habría aceptado”

“Siempre nos es muy fácil decir qué haríamos en situaciones que afectan a otras personas, pero cuando nos toca vivirlas parecemos cegarnos” el pelilila observó el cielo oscuro y despejado que los acompañaba en su caminata “Shaka no dudaría ni un segundo en dar la vida por nuestra Diosa o por alguno de nosotros, pero ahora que se le ofrece crear una, no tiene ni la más mínima idea de cómo reaccionar”

“No es fácil, Mu” el peliazul de Escorpión se había sumado a la conversación “Sino extremadamente extraño. Ver a alguien como Shaka… ya sabes” hizo un ademán con sus manos sobre su torso “Embarazado~” masculló burlándose de la palabra en sí y lo que representaba.

 

Shura de Capricornio conversaba afanosamente con los gemelos de Géminis, encabezando la docena de caballeros que se dirigían hacia sus respectivos templos. Movía las manos, alzaba la voz, sonreía encantadoramente. Todo, siendo segundado por Saga que sentía un peso menos sobre la espalda, al tener la posibilidad de volver a ver a quien fue uno de sus mejores amigos. Aioros había sido negado de disfrutar de la vida y todo lo que eso representaba, sin embargo, había una leve esperanza de poder devolverle con creces lo perdido.

Según su opinión, Virgo debía aceptar sin chistar. Era simple, ellos vivían para defender el amor y la vida. Ellos vivían para practicar aquellos sentimientos. Shaka debía aceptar. No había otra opción.

 

 

 

 

El corazón se le apretaba repentinamente y luego volvía a distenderse casi dolorosamente. Tenía el pecho apretado cuando bajo uno a uno los escalones y prácticamente no oía, veía ni sentía nada a su alrededor. No se despidió de sus compañeros que se fueron quedando en sus hogares, y casi pasó de largo al llegar a su lugar.

Mu de Aries fue quien lo había tomado inseguro por el antebrazo para frenar su parsimoniosa caminata y enseñarle sin palabras que ya se encontraba en la seguridad de su templo. Aún sentía esa molesta opresión y odiaba que todos lo miraran de reojo como si creyeran que, de un segundo a otro. le saldría otra cabeza o se le hincharía el vientre.

Desde la noticia, Shaka había ignorado a todos sus colegas. No le parecía correcto que hablaran de él como si fuese una cosa, y tampoco que le reclamaran indirectamente que no se sacrificara por un amigo o un tutor, como lo había sido Aioros de Sagitario.

Le sonaba a burla la tarea encomendada. A él, la persona que se dijo era la más cercana a Dios. La persona que por todos lados era un hombre. ¡Un hombre, maldita sea!.

Entró a su habitación privada hecho un huracán de emociones. Ni siquiera agradeció al lemuriano por su atención. Se despojó de su armadura y en simple camisa y pantalón delgado se tiró boca abajo en su ordenada y pulcra cama.

¿Por qué~? ¿Por qué él? ¿Qué tenía él de especial?

Apretó con fuerza las mantas que enroscó entre sus dedos. Sintiendo un calor que comenzaba en la punta de sus pies y se expandía por todo su cuerpo. La impotencia y la incomprensión se estaba apoderando de todo su ser que antaño manejaba de mejor manera las cosas que le tocaba vivir.

Es que simplemente era absurdo. Sentía tanta rabia que apretando los párpados, ya húmedos, no sabía si lloraba por cobardía o ingenuidad. Es que era todo tan injusto. Sin duda habría realizado miles de tareas para ayudar en la causa, pero que los Altísimos quisieran rebajarlo… humillarlo.

Era un hombre. ¡Un hombre, jodidos Dioses!

Se sentó rápidamente, respirando agitado. Quiso arrancarse el cabello, lacerar su cuerpo, de alguna forma menguar la opresión que se hacía presente. Remecerse y despertar de aquella pesadilla.

Dolía que lo juzgaran como un cobarde por no aceptar gustoso. Molestaba que susurraran a sus espaldas, creyéndose dueños de la verdad. ¿Aquellos que se decían sus amigos y compañeros no entendían a que se enfrentaba? A ser el fenómeno de todo el Santuario, a ser un extraño espécimen en el Pueblo de Rodorio. Si no le era permitido a una amazona poder dejar descendencia mientras portara su armadura y la protegiera su constelación… ¿Por qué él, un caballero dorado, cargo más alto de la Orden, debía pasar por aquello?

¿Acaso querían darlo de baja? ¿Debía entregar su armadura, su templo, su lugar? ¿Esta sería la última misión que debía llevar a cabo como el Santo de Virgo?

Esa noche, Shaka de Virgo durmió varias horas, pero descanso sólo minutos. Imágenes raras y difusas se colaron en sus sueños. Pasajes de libros, visiones de personas, de paisajes se arremolinaron en su cabeza. Y en medio de aquel caos, una suavidad lo envolvió.

 

 

 

 

Aioria de Leo salió de la casa de Piscis alrededor de las seis de la mañana. Se había quedado conversando hasta entrada la madrugada tomando té de rosas, sopesando la noticia entregada por la Diosa, junto a Afrodita, que lo había invitado a pasar cuando atravesó el templo cerrando la marcha de dorados.

Aceptó, más porque necesitaba desahogarse que por otra cosa. Estaba anonadado por lo inverosímil de la noticia: primero que un alma pudiese ser guardada y entregada según voluntad de los dioses y, segundo, pero no menor, que debiese ser incubada por un colega.

Afrodita no parecía sorprendido ni asqueado por la situación. Es más, no hizo hincapié en el hecho que Shaka era un hombre y aquella misión sonara más a aberración que a otra cosa. El peliturquesa se centró en lo que, ahora, el pelicorto encontraba más relevante: la posibilidad de volver a estar con su hermano.

Si Leo era preguntado sobre su niñez, lo único que venía a su cabeza era Aioros. Había sido su pilar, y cuando lo perdió, pensó que también moriría. Pero el afán de protección y lealtad, lo habían guiado a cuidar de su Diosa tal como había hecho el mayor. Aquello fue lo único que lo mantuvo a flote: realizar las funciones de un Santo Dorado correctamente, tal y como habría hecho el Sagitario si no hubiese perdido la vida. Así, él estaría orgulloso.

Para él no había nadie ni nada que pudiese superar a su hermano. Si existía alguien que Aioria quisiera y respetara incondicionalmente, ese era Aioros, su hermano asesinado trágicamente hacia años. Ni siquiera Marín del Águila tenía la capacidad de robar el pensamiento, como lo estaba haciendo su hermano ahora. Aquello lo hizo cuestionarse sobre el camino que había tomado su relación.

El guardián de Piscis lo había escuchado pacientemente, mirándolo directo a los ojos no queriendo perderse ningún gesto de su parte. Su único consejo fue claro y preciso: hablar con Shaka.

Después de todo el ajetreo, la discusión que siguió a lo dicho por el guerrero más bello de todos, Aioria  se había dormido pesadamente sobre el sofá estampado y había despertado algo incómodo, pero tapado hasta el cuello por una manta con excesivo olor a rosas. Abandonó el templo enseguida, ya habría tiempo de agradecerle su tiempo a su compañero, ahora lo que quería era hablar con el rubio. Quizás si le relataba lo que significaría para él, Shaka aclararía su mente y aceptaría lo pedido.

Apuró el paso, levantando una mano a modo de saludo cuando vio a Camus sentando en los escalones que conectaban su templo y el de Capricornio. El aguador sólo agitó su cabeza, respondiéndole.

Atravesar el siguiente templo fue rápido y entre uno y otro, se encontró con Milo que subía las escaleras tan ensimismado en las mismas que por poco no advirtió de su presencia.

 

“Ne~ ¿Aioria? ¿Y tú de dónde vienes?” preguntó interesado mientras se detenía frente a él cruzando los brazos delante de su pecho “Es muy temprano para estar levantado ejercitándose”

“¡Já! Y lo dices tú que ya vas cuesta arriba” sonrió el castaño.

“No me cambies el tema” el de Escorpión le golpeó suavemente el hombro “¿Hablaste  con Athena nuevamente? ¿Ha aceptado a Marín?”

“No Milo” se pasó una mano por el cuello, tratando de amancillar los agarrotados músculos. Repentinamente todo lo que refería a la mujer, le parecía banal “Pasé la noche donde Afrodita, me dormí durante la conversación”

“Mmm~” el peliazul lo miraba fijamente alzando una ceja divertido “¿Conversando?” ocultó una burlesca sonrisa tras un brazo que alzó para cubrir su rostro.

“Qué imbécil amigo” Aioria rió suavemente, sabiendo lo que su compañero entre líneas quería decir “Sigo bajando, necesito tomar una ducha y hablar con Shaka”

“¿Ya lo estás celebrando tu también?” Milo repentinamente lo observaba frunciendo el ceño “¡Qué es un hombre, por todos los cielos!” sin querer había alzado un poco el tono de voz, incrédulo aún que su mejor amigo había aceptado tan rápido aquella ridiculez.

“Pues yo no he puesto las reglas del juego” apretó la mandíbula molesto por la negativa tan marcada de su par. “Estamos hablando de mi hermano por si lo has olvidado” señaló cruzándose de brazos,

“Allá tú” el pelilargo hizo un además para restarle importancia al asunto “Me niego a creer que algunos puedan estar feliz con la noticia… Es decir, sería fantástico que Aioros volviese a estar entre nosotros” se apresuró a aclarar el asunto al ver el semblante molesto de su colega “pero no que venga de esa forma… digo, ¿es antinatural, no?”

 

Ante eso, el castaño no tenía nada que decir. Para él también resultaba raro que se le encomendara tal empresa a Shaka, un varón, pero las cosas eran así y había que aceptarlas tal cual. Al final de cuentas, no era él quien viviera tan bizarro proceso, sino el rubio. Eso de alguna forma causo desasosiego dentro de sí. Athena debió haber considerado a Marín, todo sería mucho más simple: para Aioros, para él, para todos.

Se despidió de Milo dándole una fuerte palmada en la espalda, asegurando que lo visitaría quizás en un par de horas más. Dándole una última mirada al de Escorpión que siguió subiendo las escaleras a paso lento, él mismo reanudó la marcha hacia su templo.

Procuro entrar con cuidado al templo de Virgo, sintiéndose incomodo por el sólo hecho de tener que ver a su custodio, mientras aún resonaba en su mente la idea de que aquel tendría dentro de sí un bebé Aioros. Tuvo que ser justo y darle la razón a Milo cuando se molestaba por toda la situación y lo que conllevaba. Analizándolo más a fondo, la idea no tenía matices muy claros y comunes.

Elevó su cosmoenergía para saludar al custodio de la Sexta casa, a la par que la atravesaba para dirigirse después hacia el sector privado del lugar. Le sorprendió de cierta forma que quien le respondiera fuera el caballero de Aries que se encontraba cómodamente sentado en la mesa de la cocina esperando con paciencia que el agua puesta en un jarrón hirviera.

 

“Buen día, Aioria” cortésmente el lemuriano había hecho un ligero movimiento de la cabeza que fue respondido de la misma forma por el pelicorto“¿Qué te trae tan temprano por aquí?” No había ironía en su voz, sino que sonaba muy cortés.

“También podría preguntar eso yo, Mu” observó picadamente. El carnero se sonrojó violentamente, aparentemente dándose cuenta de lo que estaba señalando el Leo.

“No. No…” masculló acalorado, sin poder bajar ni un poco lo rojo que adornaba sus habitualmente pálidas mejillas “Sólo subí temprano a ver qué tal seguía. No ha pasado buena noche” le confió en un susurro como si no quisiese que el rubio se enterara que hablaban de él.

“¿En serio?” se pasó otra vez la mano por la nuca. Su incomodidad cada vez más pesada sobre su espalda “¿Ha pasado algo con Aioros?” preguntó rápidamente, temiendo que el rubio hubiese comunicado su decisión ya a la Diosa.

“No, nada de eso” el pelilila negó nuevamente afirmando sus palabras con un sutil movimiento de cabeza “Sólo no sabe qué hacer” quitó de la cocina el agua caliente, volcándola en tres tazones con té “Toma uno Aioria, no tienes buena cara” le acercó una taza mientras él tomaba otra dándole un pequeño sorbo.

“Debo hablar con él” rechazó el té, su cuerpo tensándose de un momento a otro “Es Aioros…”

“No creo que sea el mejor momento” Mu, en simple ropa de entrenamiento dejó su taza junto a las otras “No eres la mejor persona con quien tratar tan delicado tema… por obvias razones” agregó.

“¿Entonces qué? ¿Debo dejar tan tranquilamente que descarte la idea de volver a ver a mi hermano?”

“Estás confundiendo las cosas” apuntó el pelilargo llevando su mirada hacia el panorama que le ofrecía la ventana abierta “Lo que posee Zeus es un alma, no a Aioros tal cual lo recuerdas” lo miró fijamente clavando sus ojos color esmeralda en los dorados del otro “Puede renacer una niña también, pues el alma no tiene género. Creo que piensas que verás llegar a tu hermano de 28 años como si nada hubiese sucedido con ganas de recuperar el tiempo que se les negó. Pero no es así. Es un bebé, una vida y un destino nuevo”

 

Aioria de Leo tuvo que parpadear un par de veces antes de poder responder a tal golpe. Y aún así no pudo hacerlo. Debía admitir que el de Aries tenía bastante razón, pues no lo había visto desde esa perspectiva. Mucho se había preocupado de la posible respuesta de Shaka, para darse cuenta de cuál era la pregunta y la situación que la generaba. Se cegó por la ansiedad que representaban sus ganas de recuperar a quien fue su padre. Mu tenía razón, si bien sería su esencia, en sí no sería aquel que alguna vez portó la armadura de Sagitario.

No encontró palabras para rebatir lo dicho, es más, no las halló siquiera para conversarlo.

 

“Creo que deberías aclarar tus ideas primero Aioria” el pelilila le sonrió amablemente, comprendiendo que el castaño no le respondiese “Sólo así podrás conversar con Shaka. No queremos que se confunda más de lo que ya está y eso ocurrirá si hablas con él, cuando aún necesitas que alguien hable contigo”.

Notas finales:

Alguna sugerencia? :)


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