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Academia Shield por ThePervertOne

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Notas del capitulo:

Capitulo dos :D Disfrutenlo.

Capitulo 2.

Sus padres salían de la oficina del director Fury acompañados por éste, discutiendo sobre lo que había ocurrido el día anterior, el primer día de clases.

Bruce aún se encontraba sentado en la incómoda silla frente al escritorio del director, con la cabeza gacha y mirando las agujetas de sus zapatos como si fueran la cosa más interesante del mundo. La verdad le daba vergüenza alzar la cara.

En otra silla del lado izquierdo de la habitación estaba sentado un profesor, su profesor de física con un ojo morado y una gasa cubriéndole la mejilla derecha, en donde seguramente tendría un par de puntos.

Más cerca de Bruce estaba el subdirector Coulson, de pie medio recargado en la orilla del escritorio y mirando al joven estudiante de nuevo ingreso con expresión calmada.

Estaban en silencio, uno que perduro hasta que las pisadas de sus padres y el director desaparecieron en alguna parte del pasillo.

El subdirector le puso una mano en el hombro, haciendo que Banner alzará la cara por primera vez desde que había entrado a esa habitación.

—No te preocupes, hijo —le dijo el hombre con una afable sonrisa en la cara— Los accidentes pasan.

Bruce trató de sonreírle de vuelta, pero su intentó se desvaneció en una mueca apesadumbrada.

—De verdad…lo siento mucho —dijo, dirigiéndose al profesor de física aunque mirando al subdirector— Yo…yo no quería, es que…se me fue de las manos yo…

—Está bien —esta vez fue el maestro quien habló, acercándose también al joven y sonriéndole sinceramente con su maltrecho rostro—No pasa nada, yo sé que no querías hacerlo, está bien.

Bruce asintió con la cabeza y se mordió el labio mirando al profesor Selvig.

Sus ojos se humedecieron. Se talló los ojos de inmediato y bajo otra vez la cabeza.

—Perdón —susurro con un hilo de voz, para luego sorber la nariz y limpiarse las lagrimas con las mangas de su camisa color caqui.

El subdirector le pasó un pañuelo que el joven agradeció con un movimiento de cabeza, y tanto él como el profesor se quedaron a su lado ofreciéndole consuelo en silencio.

Ambos hombres sabían que no debía ser nada fácil para el muchacho. Bruce Banner tenía un diagnosticado trastorno de identidad disociativo, y si bien hacía un par de años que estaba en tratamiento, era un trabajo arduo, difícil y doloroso. El joven solía sentirse realmente mal después de que su otra personalidad saliera a flote, y siempre terminaba llorando cuando veía los destrozos que había hecho: en este caso, medio matar al profesor de física.

De pronto el director entró a su oficina y pasó rápidamente a sentarse en su escritorio, Coulson y el profesor Selvig se hicieron a un lado y Bruce se secó las lagrimas lo mejor que pudo y alzó la cara.

El director Fury lo miró con seriedad con su único ojo sano —usaba un parche y se contaban ominosas, y siempre distintas, historias por los pasillos acerca de cómo había perdido el ojo—, y se mantuvo en silencio mientras Bruce apenas y podía devolverle la mirada, esperando por lo peor: Su expulsión de la escuela en la que sólo llevaba un día.

—He hablado con tus padres —comenzó a decir el director y Bruce sintió que se encogía aun más en el asiento, aplastado por el tono serio y la voz grave del hombre frente a él— Y considerando a las circunstancias, se ha decidido que permanecerás en la escuela. Confiamos en que esta haya sido una ocasión extraordinaria, a demás de que según tu historial médico llevas terapia tres veces por semana, creemos que tienes el problema bajo control. Y como adicional, la academia no quiere perder a un estudiante con un historial académico tan impecable como el tuyo.

Bruce sonrió torpemente, sin saber cómo expresar su agradecimiento por la oportunidad y el voto de confianza que la institución le estaba dando.

—Ahora vete a tu clase.

—Sí…sí, señor —dijo Bruce mientras tomaba su mochila del suelo— Muchas gracias —agregó antes de salir de la habitación. Fury sólo asintió y le indicó que se marchara.

 

 

Tony estaba acostumbrado a llamar la atención. Toda su vida había sido blanco de las miradas indiscretas de la gente o los medio de comunicación, después de todo era el hijo único de Howard Stark, era el futuro heredero de Industrias Stark, el apellido le pesaba y como no, todos esperaban de él sólo lo mejor, y desde que comenzó a mostrar aptitudes para la ingeniera, a la corta edad de cinco años, todo el mundo lo comparaba con su padre “Se parece tanto a él” decían algunos, ocultado que a pesar de lo brillante que era lo creían poco capaz de superar a su progenitor.

Pero a Tony no le importaba ¿verdad?

El día anterior después de llegar a casa de su primer día de clases, había tenido la inevitable charla con su padre acerca de la escuela, qué le había parecido, cómo le había ido, si se había unido a algún club…Tony no pudo evitar soltarle que la escuela estaba bien, a excepción por la parte en la que él debería estar en la universidad y no rodeado de esos pubertos que no podían ni sumar dos más dos sin usar los dedos. Tuvieron una discusión de lo más acalorada, en la que su padre remató diciendo que dejara de hacerse estúpidas ilusiones sobre esa beca, que no estaba listo para ir a la universidad y que dejara de molestarlo con sus caprichos.

Tony no lo aguantó y se encerró en su habitación donde se puso a desarmar sus trabajos de ciencias para luego volver a armarlos a manera de terapia.

Y ahora que estaba llegando a la escuela volvía a ser el centro de atención, aunque esta vez era merito completamente propio.

—Pero señor…—Jarvis venía casi corriendo detrás de él, lo había seguido incluso hasta los jardines de la institución donde no pasaron desapercibidos para nadie.

—Por favor, Jarvis, ya dije que no —Stark se decidió a detenerse y encarar a su mayordomo, ahí en medio de los jardines y hablando con un volumen considerable.

—Su padre estará muy decepcionado si no lo ve ahí hoy.

—No iré a su estúpida conferencia —la verdad es que Tony dudaba que siquiera notara su ausencia— se lo dije a él, se lo dije a mi madre y te lo digo a ti: NO voy a ir.

—Pero señor, su padre…

— ¡Mi padre puede irse a la mierda! —gritó, ya con la atención de varios alumnos sobre su conversación— No iré… y no necesito que vengas por mí en la tarde.

 Jarvis suspiró mientras veía como su joven amo se alejaba entre los estudiantes.

Tony por su lado, sintió todas las miradas sobre si y pensó en lo tonto que había sido por gritarle a Jarvis, él no tenía la culpa de nada y muchas veces había sido más padre para él que el mismo Howard. Se disculparía en la tarde, pensó.

Se dirigió a paso veloz hacia su clase, decidido a dejar de pensar en lo que había pasado.

 

 

Ambos se estaban perdiendo la primera clase, pero en algún punto entre la puerta de los sanitarios para hombres y la puerta del cubículo en que ahora estaban encerrados eso había perdido cualquier relevancia.

Todo fuera de esa puerta, sus discusiones, sus diferencias, todo se había perdido cuando alguno de los dos decidió eliminar la distancia entre sus cuerpos, como muchas otras veces en otros tantos escenarios.

Un “No deberíamos hacer esto” se perdió entre sus labios mientras se besaban, manteniéndose lo más silenciosos que podían y esperando que a nadie le dieran ganas de ir baño a tales horas de la mañana, o que nadie decidiera preguntarse por qué había dos mochilas abandonas sobre los lavabos.

—Loki… —susurró el de cabello rubio que tenía acarralado a su hermano menor contra la pared del baño.

Thor deslizó una mano dentro del pantalón de Loki y apretó su trasero con firmeza. El de cabello negro gimió ante la acción pero empujó con las manos al otro.

—Espera…no voy a costarme contigo en un baño público —le dijo mientras intentaba apartarlo y el mayor le besaba ligeramente la comisura de los labios.

— ¿Por qué no? —cuestionó el rubio casi con reproche.

—Porque alguien podría escucharnos…y porque hoy nuestros padres no estarán en casa —le recordó casual.

Thor se separo de él, lo suficiente como para poder admirar su rostro enrojecido por los besos y caricias. Sonrió.

— ¿Planeas algo especial, hermano?

Loki sonrió de medio lado.

—Puede ser —contestó, mientras llevaba una mano hasta la entrepierna del otro y acariciaba  su miembro por encima de la ropa—Hace mucho que no estamos solos en casa.

Thor sonrió más ampliamente ante la perspectiva que su hermano le ofrecía.

—Está bien —aceptó— será como tú dices…vámonos, tal vez aún te dejen entrar a tu clase.

Antes de abrir la puerta del baño, Thor volvió a posar sus labios sobre los de Loki en un beso suave y tierno.

Cuando salieron del baño, asegurándose de que no había nadie cerca, se dirigieron cada quien a sus respectivas clases por los pasillos vacios, ya que la mayoría de los estudiantes si había entrado al primer periodo.

La mayor parte del tiempo eran sólo hermanos, pero a veces, como en esa ocasión, se colaba entre ellos esa otra parte de su relación.

Había ocurrido cuando tenían apenas trece y doce años, en un encuentro un tanto fortuito en el que se ayudaron mutuamente a descargar la tensión sexual y hormonal que habitaba en sus jóvenes cuerpos. Se había sentido mal justo después de terminar porque ¡Eran hermanos! Pero con el paso del tiempo aprendieron a sobrellevar esa parte y al final habían terminado manteniendo una pseudo relación que sucedía y se quedaba dentro de sus habitaciones —o en los baños públicos, según fuera el caso.

Pero la verdad era que comenzaba a hacerse muy difícil esconderla, más aun sobrellevarla. El extraño y delicado balance que mantenían entre ser hermanos y ser pareja, la delgada línea que separaba una cosa de la otra se estaba yendo a la mierda muy lentamente, sobre todo cuando empezaron a notar que había celos por las relaciones del otro.

Unas semanas antes de entrar a clases habían decidido que eso tenía que acabar y que debían intentar volver a ser hermanos a secas, sin más placenteros encuentros por las noches. Pero sólo un día después del inicio de curso ya habían roto su juramento y estaban comiéndose a besos en el baño de hombres.

Pero hoy se habían propuesto mentalmente que esta vez sí sería la última…claro que eso pasaría al día siguiente, después de que aprovecharan la ausencia de sus padres.

 

 

La primera clase del martes pasó sin pena ni gloria para Steve Rogers y supuso que las cosas irían así hasta al final de día, en caso claro de no se encontrara con algo como lo que ahora venía ocurriendo en el pasillo.

Muchos alumnos también estaban saliendo de sus clases y se movían por los pasillos rumbo a la siguiente, sin embargo cerca de las escaleras que él debía tomar para dirigirse al piso de abajo, un grupo más o menos considerable de alumnos formaba un círculo en torno a dos jóvenes que parecían mantener una discusión, bloqueando el pasillo.

Steve se abrió camino entre los estudiantes, decidido a ignorar las riñas tontas de los alumnos de preparatoria que siempre parecían estar dispuestos a comenzar, pero se detuvo y formó parte de la audiencia cuando vio quien era uno de los protagonistas del degradante espectáculo.

Anthony Stark tenía cara de estar a punto de arrojársele al cuello al chico frente a él, que parecía ser de un curso superior. Sus fosas nasales se expandían de más gracias a la respiración agitada que estaba teniendo, y miraba con el ceño fruncido al contrario. Era evidente que se estaba conteniendo para no hacer algo estúpido, pero también era claro que la paciencia se le acabaría pronto.

Steve quiso saber cómo se había llegado a tal desenlace, así que le preguntó a uno de los chicos que formaban el entusiasta grupo que esperaba por una pelea.

—Ese chico —contestó el joven refiriéndose al estudiante de grado superior— estaba molestando a Stark, creo que dijo algo sobre su padre, no estoy seguro, llegué tarde.

Rogers asintió en silencio y aunque su primer impulso fue irse de ahí, la curiosidad le ganó: Con todo, Tony no le parecía del tipo de persona que se involucraba en una pelea sólo porque si.  

—…¿entonces no vas a decir nada? —el chico más grande le preguntó a Tony mientras se movía alrededor de él— ¿No piensas decir nada sobre lo hijo de puta que es tu padre?

Tony no dijo nada, sólo se mantuvo atento mirando los movimientos del otro.

— ¿Sabes cuantas empresas se han ido a la mierda por culpa de Industrias Stark? La empresa de mi padre, por ejemplo, tu…

—No es culpa mía que tu padre no pueda manejar sus negocios —interrumpió Stark, petulante y altanero.

El otro chico lo miró con odio, se acerco hacia él hasta quedar a una mínima distancia y se mantuvo quieto sosteniéndole la mirada a Tony.

— ¡Esto es por mi padre! —dijo el chico y le dio un puñetazo a Tony en la cara.

La pequeña multitud soltó una exclamación, emocionada por al fin ver algo de sangre.

El golpe había sido bastante fuerte y Tony comenzó a sangrar por la nariz. Stark se dispuso a responder el golpe, pero el otro chico fue más rápido y volvió a golpearlo en la cara.

Tony cayó al suelo y Steve decidió intervenir. Fue un acto completamente involuntario e impulsivo, justo antes de que ese chico comenzara a patear a Tony, Rogers salió de entre los estudiantes y le dio un puñetazo en la cara.

Otra exclamación se hizo presente, y los gritos de aprobación o reproche no se hicieron esperar.

Mientras Tony se ponía de pie para poder ver quién había intervenido por él, el otro chico ya le estaba devolviendo el golpe a Steve.

Los alumnos gritaron cual multitud del coliseo, apoyando a uno o a otro, echando ánimos, chiflando y demás. Tony yacía olvidado a un lado de la pelea, donde era Steve quien tenía la ventaja hasta que su contrincante jugo sucio y le dio una patada en los bajos.

“¡Owwww!” emitió el publico al ver como Steve caí de rodillas presa del dolor. Tony se dispuso atacar al chico cuando, al fin identificando a su camarada, lo vio caer, pero otro muchacho, seguramente amigo del otro, se metió en la pelea y arremetió contra él antes de que siquiera pudiera acercarse al chico que había levantado a Steve por el cuello de la camiseta para golpearlo.

Más gritos y vitoreas de parte de su improvisado auditorio pronto comenzaron a atraer a más público y sucedió lo inevitable: El subdirector hizo acto de presencia junto con un maestro.

— ¡A ver! ¿Qué está pasando aquí? —exclamo el subdirector Coulson mientras él y el profesor se abrían paso entre los estudiantes.

Tony, Steve y los otros dos chicos se separaron al instante. Con todo el jaleo que se había armado, sólo Stark estaba sangrando tan profusamente, su camisa color azul ya estaba manchada de sangre que no parecía tener intenciones de parar. Steve sólo tenía el labio partido y el chico contra el que él había peleado estaba sangrando de una ceja. El que había arremetido contra Tony después no tenía ni un rasguño. 

—Los cuatro, a mi oficina —dijo el subdirector y les indicó con una mano que los siguieran.

Mientras Coulson los llevaba a su oficina, el maestro se dedicó a dispersar al grupo de alumnos.

Una vez que llegaron hasta la oficina el subdirector, los cuatro jóvenes se sentaron frente al escritorio de éste. Coulson les echó una ojeada antes de decir algo, y cuando vio que Tony había dejado de sangrar supuso que podía hablarles con toda calma.

— ¿Quieren explicarme qué estaba pasando?

Los cuatro permanecieron en silencio y le mantuvieron la mirada.

— ¿Nadie va a decir nada?

Otra vez el silencio fue lo único que respondió.

El subdirector suspiró.

—Quisiera recordarles que ésta institución es muy clara en su reglamento sobre las peleas —dijo el subdirector.

Tony y los otros dos chicos no se habían leído el reglamento —Stark ni siquiera sabía que había reglamento—, pero Steve sí que lo había leído y recordaba perfectamente la sanción: Suspensión por una semana.

—Según dicho reglamento, ustedes cuatro deberían ser expulsado por siete días avilés —Tony y los otros muchachos se asustaron un poco ante la perspectiva— Sin embargo, sólo ha pasado un día desde que las clases dieron comienzo y… —miró a los cuatro chicos y volvió a suspirar— Váyanse ya a su clase —les indicó y la cara de los cuatro jóvenes se iluminó— Pero antes a la enfermería, y si vuelven a pelearse a mitad del pasillo, o en cualquier otra parte, no seré tan condescendiente.

Los cuatro dieron las gracias y salieron de la oficina. Los chicos que se habían peleado con ellos apresuraron el paso y subieron las escaleras en lugar de bajarlas para ir a la enfermería.

Tony y Steve caminaron en silencio todo el rato, no se miraron siquiera de camino a la enfermería y una vez que llegaron ahí siguieron en silencio.

Le enfermera los revisó a ambos, a Steve le dio unas pastillas para que la hinchazón de su labio bajara y a Tony unas para el dolor. La mujer fue muy amable con ellos, les preguntó que les había pasado y cuando le dijeron que el subdirector los había enviado ahí, ella les dijo lo afortunados que eran por haberse topado con él y no con el director Fury.

Los dejó solos un momento en lo que iba a atender a alguien más.

Tony ya se había limpiado la sangre de la cara, pero su camisa era otra historia, tenía una mancha enorme en el pecho y unas cuantas gotas más abajo. Miró de reojo a Steve que parecía no haber sufrido nada grave por su breve pelea.

—No tenías que hacer nada —dijo de pronto Stark, mirando hacía la reluciente cortina blanca, que dividía la cama en la que estaba sentado de otra— De verdad, lo tenía contralado —lo que quería decir es gracias, pero a Tony no se le daba eso de ser agradecido.

Steve lo observó un momento. Tony no terminaba de caerle bien, era creído, no escuchaba e iba por ahí creyendo que no necesitaba a nadie a demás de sí mismo, de todos modos se había arrojado a impedir que recibiera la golpiza de su vida, pues por los pobres movimientos que había hecho, Steve pudo discernir que nunca se había peleado con nadie, al menos no a golpes.  

—De nada —fue lo que respondió el rubio.

Stark miró hacia otro lado incomodo y asintió con la cabeza.

—Y…¿qué clase te toca ahora? —preguntó, para desviar el tema.

Steve miró el reloj en la pared y suspiro, se había perdido su segunda clase, sólo faltaba quince minutos para que iniciara la tercera.

—Arte ¿y a ti?

—A mi también —respondió Tony— ¿en dónde te toca?

Cuando Steve le confirmó que estaba en su mismo grupo de arte, decidieron que era hora de irse.

Una vez más caminando por los pasillos rumbo al salón correspondiente, Tony no pudo seguir mordiéndose la lengua y preguntó:

— ¿Por qué me ayudaste? —Quiso saber— ¿Por qué no sólo te quedaste mirando como todos los demás? No era tu problema… —Tony se mostraba realmente escéptico al respecto.

—Pues porque era lo correcto —le respondió Steve sin titubeos.

—Claro, claro —dijo Stark con un leve tono de sarcasmo— Debí suponerlo.

Steve sonrió.

 

 

Era la hora del almuerzo, o al menos la hora en que a él le tocaba el almuerzo. Ya que aun no conocía a muchas personas Clint se pasó en solitario la hora del descanso. Se dedicó a pasear por la escuela para conocerla mejor, se acercó a los miembros el club de tiro con arco y se informó sobre lo que tenía que hacer para entrar, y cuando les dijo que ya había practicado el deporte desde pequeño, le dieron la oportunidad de disparar un par de veces y al contrario de lo que los miembros del club pudieron suponer, no falló ninguna.

A demás de eso la hora del descanso resultó bastante aburrida, no tenía nada que hacer —y no se pondría a con los deberes como los nerds de por ahí.

Estaba dando una vuelta por la parte de atrás de los edificios, donde supuso que tal vez habría algunos estudiantes dándose muestras de afecto, y no es como si fuera a ahí para mirar, pero sería inevitable verlos y de lo más común que se reunieran en un lugar solitario y apartado de la mirada indiscreta del alumnado y personal docente.

Sin embargo, o ese día estaba flojo el negocio o no era habitual que los estudiantes se reunieran ahí.

Solitario y silencioso como todo estaba, muy al contrario del frente de los jardines donde siempre había alboroto, el lugar daba un aspecto un tanto tétrico, sobre todo porque podían apreciarse las gradas del campo de americano no muy lejos y ese día hacia viento. Se sentía como en una de esas películas de terror baratas donde alguien siempre muere en el campo de futbol.

Aun con sus pensamientos sobre psicópatas homicidas que había visto en el cine, no dudo en algún momento de detener su andar. La parte de atrás de los edificios tenía hierba creciendo a tamaños desiguales en todos lados, hierbas que se le atoraban en los pantalones y lo retrasaban. La tierra también se sentía suave y poco compacta, como si fuera removida constantemente, a demás de que podía ver  sillas y mesas inservibles abandonadas ahí atrás.

Sin darle mucha importancia a ninguno de estos detalles, Clint siguió caminando de lo más tranquilo. No era como si de verdad creyera que un asesino con una cierra saltaría de entre la hierba alta cual pokémon salvaje.

Comenzaba a creer que el pequeño había resultado un desperdició total, no había nada interesante que ver ahí además del tétrico ambiente. Pensó en salir de nuevo a los jardines de enfrente rodeando el edifico, así que siguió su andar hasta que algo llamó su atención.

Se traba de una trampilla, estaba pegada al edificio que según sabía tenía los laboratorios grandes en donde los estudiantes de último año hacían sus prácticas. La trampilla era de metal, se veía oxidada y vieja y tenía un candado que impedía que se abriera, pero el candadnos también parecía llevar demasiado tiempo ahí y no lucia del todo fuerte.

La hierba crecía alrededor de la trampilla indiscriminadamente, pero no se había atrevido a abrazarla y cubrirla, así que quedaba bastante visible para quien pasara por ahí. De todos modos, el lugar no mostraba las señales comunes de ser visitado con frecuencia. Ahora que lo pensaba, en caso de ser el lugar para los arrumacos de los estudiantes, la hierba podría estar aplastada en algunas partes mostrando que alguien se había acostado o sentado ahí, pero ésta permanecía casi inmaculado. Y quizás también debería considerar el que sólo era el segundo día de clases y lo estudiantes aún no se habían dado tiempo de venir.

De todos modos el sitio lucía de lo más tétrico y solitario, como si nunca nadie hubiera puesto un pie ahí.   

Curioso se puso en cuclillas para ver si podía mover la trampilla o el candado estaba tan desgastado como se veía. El resultado fue sólo llenarse de oxido y la trampilla no se movió ni un poco.

Se levantó y miró en rededor buscando algo que pudiera ayudarlo a abrirla, pero no halló nada. Se quedó pensando un momento en cómo podría abrirla, pero cuando escuchó a lo lejos el sonido de la campana indicando el final del periodo, se apresuró a rodear el edificio y dejó la trampilla tan sola como siempre debió haber estado.

 

  

La campana sonó indicando el final de la clase y también el de ese día de clases. Natasha había tenido un día tranquilo y ya estaba por llegar a la puerta principal del edificio cuando se dio cuenta de que no llevaba su celular. Maldijo por la bajo.

Salió disparada dos pisos arriba por los ahora desiertos pasillos del colegio camino a su salón. Una vez que llegó ahí confirmo que todos se habían ido incluyendo el profesor, así que entró y se dirigió a su asiento en busca de su teléfono móvil.

Cuando lo encontró lo metió en su mochila y se dispuso a salir del salón, pero ya junto a la puerta las voces que oyó en el pasillo la obligaron a detenerse con la mano sobre la manija

—…es algo que tenemos perfectamente controlado.

—De todos modos, señor, a mi me sigue pareciendo…inadecuado mantenerlo aquí. Algún estudiante podría encontrarlo

—Es una posibilidad sí, pero le recuerdo subdirector, que la manutención de esta escuela depende en gran medida de nuestra colaboración para mantenerlo oculto. Nadie buscaría en una preparatoria.

—Supongo que no, señor.

La conversación continuó, pero las voces se perdieron en el pasillo y Natasha abrió la puerta ligeramente para asomar la cabeza, ya no había rastro de los hombres que habían mantenido la conversación.

Salió por completo y se dirigió a casa, preguntándose de qué habrían estado hablando.

 

 

Cuando Tony salió de clases, se encontró de nuevo con Steve y salieron juntos de la escuela, incluso antes de salir vieron a cierto chico rubio y su hermano menor, pero al ver que los dos parecían tener mucha prisa no hicieron amago por hablarles.

—Naturalmente Jarvis viene por mi —respondió Tony a la pregunta de Steve de cómo regresaba a su hogar— Pero le dije que no viniera hoy, así que regresaré en metro, supongo.

— ¿Supones?

Tony hizo una mueca.

—O a pie, no sé, aun no decidió si estoy de humor para caminar.

Steve asintió escéptico, le sonaba más bien a que Tony no tenía idea de cómo volver a casa en transporte público, algo normal para un chico rico como él, supuso, que no salía de casa sin guardaespaldas, mayordomo, niñera o lo que fuera.

Ya habían salido de la escuela cuando Steve pensó en decirle que él podía llevarlo o decirle como llegar, pero el tren de sus pensamiento fue interrumpido cuando el gritó preocupado de un hombre cruzo el aire.

— ¡Señor Stark!

La voz provenía del mayordomo de Tony, que se alejaba de un auto negro para acercarse a ellos.

—Señor ¿qué le pasó? —quiso saber con un tono que de verdad reflejaba preocupación, aludiendo a la camisa llena de sangre de Tony.

—Jarvis, te dije que no vinieras por mi —dijo Stark en lugar de responder, pero a ojos de Steve Tony parecía bastante aliviado.

— ¿Qué le sucedió? —volvió a preguntar el mayordomo.

— ¿Esto? —dijo Tony señalando su camisa— No es nada, sólo tuve una pequeña pelea.

Antes de que Jarvis comenzara a hacer más preguntas, Tony decidió saltarse el teatrito y uso a Steve como medio de escape, y se lo presentó a su mayordomo con unos modales que evidentemente no usaba fuera de casa.

Luego de la breve presentación, Steve se despidió pues le estaba resultando incomodo escuchar la conversación de esos dos, sobre todo porque Jarvis no dejaba de preguntar y Tony de cambiarle el tema.

Al final, el rubio se alejó en otra dirección y Tony subió al auto con Jarvis

Notas finales:

¿Recuerdan cuando dije que el Thorki sería ligiero? Mentí xD

En fin, ese ha sido el capitulo de hoy :3 Algo flojo también xD Ojola lo hayan disfrutado.

Todos sus comentarios son bien recibidos.


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