Anteriormente había dicho que Machete actuaba como una novia celosa cuando se trataba de Adrián. Ahora no sé si esta acción mía, me hace también parecer a una.
Era una noche fría.
Encapuchado para que no me reconocieran, me dirigí a ese par de pandilleros que liaban cigarrillos en una esquina.
— ¿Eres tú un tal Enano? —carraspeé la garganta bajo las sombras para que de esa manera mi voz se escuchara más varonil y demandante.
Enano se giró hacia mí, y me miró, frunciendo el entrecejo.
—Ángel, ¿qué haces aquí y hablando de esa manera tan graciosa? —dijo.
Absortó, me quité la capucha que sombreaba mi rostro y que me hacía parecer a un monje espectral.
— ¿Cómo me has reconocido? —balbuceé.
Enano puso los ojos en blanco:
— ¿Se supone que venías disfrazado? ¿En incógnito?
— ¡Sí! ¡Sí!
Entonces se cubrió la boca evitando reírse de mí.
Calavera, que disfrutaba de su cigarro echado en las escaleras, me miró insidiosamente.
—Escucha pecoso, el Lobo no está aquí, así que ve tomando camino a tu casa con mamá.
—He vendió a verlos a ustedes —erguido, dije con determinación y firmeza.
— ¿Qué buscas de nosotros? —preguntó Enano, emanando por fin una carcajada.
Luego de hurgar dentro de mis bolsillos de mis jeans, saqué un par de caramelos y se los arrojé a ambos, mismos que con sus puños los atraparon en el aire.
Calavera vio dicho caramelo reposando en la palma de su mano. Sus ojos se engrandecieron de la impresión: No era un simple caramelo, ¡sino uno de la mejor marca de dulces que han existido jamás!
— ¿Qué trabajito deseas que te hagamos? —aceptando la paga, se quitó su cubre bocas y sonrió maliciosamente—. ¿A quién quieres que matemos?
— ¡A nadie! —me escandalicé—. Sólo quiero adquirir información sobre Machete. Bien se dice que debes conocer a tu enemigo para saber a lo que te enfrentas. Y me urge saber el historial que él comparte con Adrián. Qué tan íntima es su relación.
—Genial, va a haber lucha de perras —exclamó con tono festivo Calavera.
—Creo que yo sé algunas cosas que podrán ser de tu ayuda, pecoso —Enano se restregó la barbilla, y mirando al cielo comenzó a hablar con cierto tono narrativo y melancólico—: Recuerdo aquella noche. En esos tiempos Adrián era como una chica en temporada de menstruación, ya sabes, tenía un pésimo carácter y por nada, le daban ganas de acuchillar a alguien, y su sentido del humor era oscuro, muy oscuro, así que Calavera y yo, tanto como el resto de la Manada, nos andábamos con cuidado y evitábamos meter la pata. Estábamos sentados en nuestro reino, que era un callejón, junto a un basurero repleto de cajas de cartón, cuando llegó Pez corriendo hasta nosotros.
— ¿Pez? —Inquirí.
—Un miembro de la Manada.
— ¿Y por qué le nombraron Pez?
Esta vez Calavera Respondió:
—Porque de sus vaqueros siempre expedía un olor a...
Enano lo interrumpió: —Vamos, Ángel es un niño —le reprendió.
—Ya tengo dieciocho —rechiné los dientes.
—Como sea —gruñó Calavera—, el chiste es que ese olor nauseabundo se intensificaba en temporada de calores y hasta se llegó a sentir en la punta de la lengua ese sabor amargo en el aire.
— ¿Y Pez qué tiene que ver con todo esto? —asqueado y exasperado protesté por la desviación que inicialmente yo provoqué del tema, por lo que Enano retomó la trama inicial:
—Pez llegó corriendo hacia nosotros y le comunicó al Alfa, que estaba recostado en la cima de una pirámide de cajas...
— ¿No es eso muy trillado? —hice una mueca.
— ¡Cierra la puta boca!
—Lo siento —me encogí de hombros.
— Pez llegó corriendo hacia nosotros y le comunicó a nuestro Alfa, -que estaba recostado en la cima de una pirámide de cajas-, que había un niño invadiendo nuestro territorio, husmeando entre la oscuridad y que Pez al querer sacarlo de su escondite, este lo atacó violentamente con un objeto filoso, y posteriormente, se arremangó la manga de su camisa, y le mostró al Lobo la línea de sangre en su brazo.
«No culpo al pobre niño, yo también hubiera huido de ti». Señaló Adrián, y todos reímos al unísono. El Lobo se reincorporó y bajó de las cajas dando saltos «Sin embargo, me haré cargo del asunto» Dijo e hizo un ejercicio de estiramiento de brazos y nuca para desentumirse.
Pez guió al Lobo hasta donde estaba el chico y Calavera y yo los seguimos.
«Allí, allí» Pez apuntó detrás de un contenedor de basura.
«Aguarden aquí» ordenó el Alfa y con la mano en los bolsillos, comenzó a andar hacia el niño.
«Es peligroso» le advirtió Pez.
« Un niño, ¿peligroso? »Sonrió con ironía Adrián y siguió caminando con pasos despreocupados y sin sacar siquiera su navaja.
Se escuchó un revolvedero de bolsas de plástico y de botellas rodando por el suelo y un "no te acerques más imbécil" cuando Adrián sólo se encontraba a unos centímetros del niño oculto.
Para nuestro desconcierto, en vez de ejecutar una ofensiva contra el niño, Adrián le tendió una mano, a modo de apoyo y le dijo:
«Veo que estás herido, ¿fue la otra pandilla? Vivir en la calle es cruel, y más cuando uno está solo y se es un niño. Pero no se tiene alternativa, ¿cierto? Nosotros somos la Manada, y también somos chicos de la calle, sólo que en vez de perjudicar, ayudamos a quienes se encuentran en nuestras mismas condiciones y formamos una hermandad. ¿Por qué no vienes con nosotros y te conviertes en un joven aullador?».
No hubo respuesta, sólo un expectante silencio, hasta que, como una bala, el niño salió de la oscuridad y se abalanzó violentamente contra Adrián, atacándolo de manera mortal con un machete que sostenía en la mano. Pero la pericia y el instinto lobuno de Adrián, le ayudaron a predecir los movimientos del niño, y tomándolo del brazo con el que sostenía dicho objeto peligroso, se lo torció levemente y lo sometió en el suelo, dejándolo con una mejilla pegada al asfalto y con su cuerpo debajo de las piernas de Adrián. El niño soltó un chillido combinado con un gruñido feroz.
« ¡Regrésame mi machete!» Fue lo único que reclamó el niño cuando Adrián lo desarmó del mismo.
«Te lo devolveré cuando sientas al menos el treinta por ciento de disminución de tus ganas de rebanarme».
«Machete». Insistió y estiraba el brazo intentando alcanzarlo «Machete, machete».
«Deja de pensar en él, y dime cuál es tu nombre» le sonrió agitado Adrián, mientras le sujetaba con fuerza mientras este se removía salvajemente debajo de él.
« ¡Machete! »Gritó con más fuerza.
Con tono burlesco, el alfa se dirigió a nosotros: « ¿Ya escucharon? El niño se llama Machete».
El niño quedó agotado y dejó de forcejar. Todos corrimos y los rodeamos en un círculo.
«Hola Machete» Le saludamos entre carcajadas.
Adrián lo puso boca arriba y le sonrió, condenándole: «Ahora eres parte de la Manada. ¿Por qué no me dices quiénes te hicieron esas heridas? Que haré que se lamenten el haberte tocado».
Noté cómo Machete se ruborizaba, y me atrevo a decir que su rostro tenía el semblante de un enamorado.
Sin mas, Adrián le devolvió su machete y lo dejó levantarse del suelo. Se acercó a él y lo tomó del cuello, susurrándole: «Ahora, sólo falta que recibas la mordida del Alfa».
Machete asintió, repentinamente domado por el Lobo: «Hágalo si eso ha de crear un vínculo que sea íntimo e irrompible entre ambos».
Adrián lo miró serio, actuando fríamente: «Sólo estaba bromeando. Yo no creo ese tipo vínculos con nadie. No después de Charlie. Ahora sígueme, que curaré tus heridas. Estás hecho un desastre». Y comenzó a andar.
Yo me acerqué al Alfa y le pregunté que si realmente iba a fiarse de un niño desconocido que hace unos instantes intentó rebanarlo con un machete. Podía ser una trampa ideada por la otra pandilla y podría contraatacarlo mientras durmiera, a lo que el Lobo negó esa posibilidad y me respondió:
«Me he visto reflejado en él, Enano. A ese yo, de antes. En sus ojos, noté el miedo y la desesperanza, y fueron esas las principales causas por las que fui atacado, pues al fin y al cabo, yo representaba una amenaza para él. Además, no sé, quizá he encontrado a mi sucesor...».
Me sobresalté al escucharle « ¿Pretendes que ese niño sea el Alfa en un futuro?»
«Yo no estaré para siempre con ustedes». Dijo Adrián encogiéndose de hombros «Y ya veremos si Machete es capaz de ganarse el puesto» concluyó.
En ese momento creí que Adrián estaba apresurándose en sus decisiones pues acababa de conocer a Machete. Pero desde ese día hasta hoy, sigue sin cambiar de postura sobre ello.
Y eso es todo lo que recuerdo de esa vez, Ángel —concluyó Enano.
— ¿Dices que Adrián lo nombró Machete porque este intentó matarle con uno? ¿En dónde queda el sentido común en todo esto? —Viré los ojos—. ¿Podrías decirme al menos cuál es el verdadero nombre de Machete?
Enano hizo una mueca y se comportó inflexible:
—Me temo que para conseguir más detalles, necesitarás proporcionarme más caramelos.
— ¡Pero si al final les cedí el paquete completo con 55 piezas! ¡No tengo más!
—Lo lamento, así son los negocios —Enano se puso de pie y Calavera también —Ahí nos vemos luego, pecoso. Búscanos cuando hayas conseguido otro paquete para nosotros.
Refunfuñé mientras los veía alejarse. Ni siquiera había conseguido la información que realmente necesitaba. ¿Había o no algo romántico entre ellos?
Me di la vuelta, resignado. Tal vez, nadie sepa a ciencia cierta de qué consta la extraña unión que hay entre Adrián y Machete. Tampoco, se sabrá a ciencia cierta por qué todo esto es capaz de causarme celos injustificados, ya que, no es que esté locamente enamorado de Adrián. ¡Ni un poquito! ¡Debería estar loco como para quererle! ¡Jum!