El diario
Querido principito Itachi:
Por siempre me pregunte si tendría la dicha de tener un hijo. Durante ese tiempo me preguntaba si seria fantástico filmar un video para mis hijos sobre las cosas que pensaba, cuanto los amaba, mis experiencias en fin.
Yo habría guardado por siempre esos videos si mis padres lo hubieran hecho, pero desafortunadamente habían muerto cuando yo tenía 3 días de nacido.
Así que eh decidido grabar algún video para ti pero aparte de eso también escribiré este diario y prometo escribir a diario.
Hoy es la primera vez que te escribo, tú tienes un mes y medio de edad. Te contare desde el principio.
Itachi este diario es únicamente para ti
Es la historia de Yue, Naruto y Sasuke.
Comenzare la historia en una noche cálida de verano en la ciudad de Boston. En aquel entonces me encontraba trabajando en el hospital general
Había estando ejerciendo la medicina durante 7 largos años y siempre sentí amar mi profesión; al ver a los pacientes que se curaban e incluso cuando había gente que no tenia esperanza alguna. Aunque aceptaba la falta de buenos servicios de salud en nuestro país.
Acababa de terminar una guardia de 24 horas ya te imaginaras cuan cansado me sentía. Había salido a pasear a mi perro Kyubi.
Soy un doncel, el cabello corto rubio algo despeinado pero por más que lo peinara no se acomodaba., unos ojos azules como el cielo, de un metro con sesenta, no me consideraba hermoso pero si muy alegre y simpático, siempre sonriendo, siempre optimista.
Era viernes en la noche, había un ambiente agradable nos encontrábamos en el parque cerca de mi departamento, esa era siempre la rutina, sobre todo si mi novio Sai, se encontraba trabajando como aquella noche.
Kyubi se soltó de la correa para perseguir un gato y yo corrí tras de él. De pronto un horrible dolor me ataco. Fue tan intenso que caí de rodillas y manos. Sentí como unos cuchillos filosos recorrían el brazo, la espalda y la mandíbula. Jadee.
No estaba seguro pero algo me decía que se trataba del corazón.
Quería gritar para pedir ayuda, pero no podía articular ninguna palabra, todo giraba a mí alrededor, la gente preocupada se acerco a mí.
"¿El corazón?", pensé ¡Pero si solo tengo 33 años!
-llamen a una ambulancia- grito alguien-. Se ve muy mal. Creo que se está muriendo
"¡No me estoy muriendo!" quería gritarles "¡No puedo morirme"!
Mi respiración se hiso débil y empecé a ver negro, se me iba la vida. ¡Ay Dios! ¡Respira Naruto, sigue vivo, sigue consiente!
Me debí haber desmayado. Cuando volví en sí, me hallaba en una ambulancia. Estaba empapado en sudor.
- se pondrá bien - me repetía el paramédico- vera que se pondrá bien, señor- sin embargo algo me decía que no era verdad.
Lo mire y susurre
- no me deje morir
Lo último que recuerdo es que colocaron una mascarilla de oxigeno en la cara y luego una debilidad invadió mi cuerpo.
Al día siguiente me operaron del corazón en el hospital en el cual trabajaba. Estuve en reposo por dos meses y durante mi recuperación tuve suficiente tiempo para pensar.
Reflexione sobre la manera en que vivía en Boston, sobre los agitados que eran las guardias, turnos dobles. Pensé en cómo me sentía antes que ocurriera esto. Mi familia tenía un historial de enfermedades cardiacas y ni así me había cuidado como era debido.
Al recuperarme un amigo llamado Rock Lee me conto la historia de las cinco pelotas. Nunca lo olvides son muy importantes.
Imagina que la vida es un juego en el que tienes que hacer malabares con cinco pelotas. Las pelotas son: trabajo, familia, salud, amigos e integridad. Debes mantenerlas en el aire, pero un día descubre que el trabajo es una pelota de goma. Si la dejas caer volverá a ti. Las otras cuatro pelotas: familia, salud, amigos, integridad, son de vidrio. Si dejas caer alguna de esas quedara marcada para siempre, descarada y tal vez se rompa. Una vez que uno entiende bien la lección de las cinco pelotas, comenzara a equilibrar adecuadamente su vida.
Itachi, yo por fin lo comprendí.
Itachi: como te pudiste dar cuenta, esto ocurrió antes de papa.
Ahora dejame que te cuente del doctor Tanaka Sai. Lo conocí en 2008, en la boda de Hyuga Neji y Ten Ten, en Miami, Florida. Ambos habíamos vivido vidas muy interesantes. Mis padres murieron pero tuve la dicha que me criaran mis abuelos Jiraiya y Tsunade. Eso fue en Cumberland Island, Georgia. Asistí a la Academia Akatsuki en, y finalmente a la universidad de Tokio. Mejor educación no pude haber recibido pero nunca me enseñaron la regla de las cinco pelotas.
Sai también era egresado de la misma universidad, aunque nos conocimos en aquella boda. Yo asistí como invitado de Ten Ten, y Sai de Neji. Aquella boda fue hermosa, y mágica. Tal vez esa parte nos unió a Sai y a mí.
Lo que nos mantuvo cuatro años pudo haber sido la atracción física, Sai es alto con un buen cuerpo atlético aunque su piel es algo pálida, pero siempre con una sonrisa en su rostro. Teníamos muchos intereses aunque éramos unos adictos al trabajo.
Tres semanas después de mi ataque cardiaco, desperté una mañana a las 9. El departamento en el que vivíamos era lujoso, se encontraba en las mejores zonas de la ciudad. Pero se encontraba en silencio y me di el lujo de disfrutar de la tranquilidad. Me dirigí a la cocina a prepararme algo para luego ir a mi terapia.
Me asuste al escuchar un ruido. Era Sai. Me sorprendió verlo en casa ya que siempre se marchaba temprano, se encontraba sentado en el comedor.
-casi me provocas un ataque cardiaco- dije en tono de broma.
Pero Sai no se rio. Me invito a sentarme.
Luego con la sonrisa de siempre me explico él porque me dejaba: no podía hablar conmigo de la misma forma que lo hacía con sus amigos, no creía que yo pudiera tener hijos después de mi ataque al corazón y por último era porque se había enamorado de alguien más.
Salí corriendo de ahí, aquel dolor era peor que el que había sufrido por el ataque cardiaco. Ya nada estaba bien n mi vida.
Me gustaba ser doctor, ejercerlo en un hospital de una gran ciudad, lo que tal vez no era adecuado para mí.
Trabajaba duro pero sin un motivo en especial. Ganaba veinticinco mil dólares al año, que gastaba en restaurantes, ropa y cosas que no necesitaba.
Siempre desee tener hijos, pero ahora estoy sola, sin amor y ni una idea de lo que haría.
Así ocurrió todo mi pequeño.
Entonces comencé a vivir de acuerdo con la lección de las 5 pelotas, deje mi trabajo en el hospital general. Me fui de Boston. Abandone mi agitada vida. Me mude al único sitio donde siempre había sido feliz, me fui a sanar mi corazón.
No iba a ser un pequeño cambio. No lo iba a cambiar todo.
Itachi:
Llegue a Martha's Vineyard como una turista mas, llevando equipaje el pasado. Los dos primeros meses surtí la alacena de comida saludable y me fui acostumbrando a mi nuevo trabajo. Desde que era pequeño hasta adolescente pasaba mis veranos en Martha's Vineyard. Me encanta aquel lugar y estar de vuelta estaba mucho mejor. Kyubi y yo íbamos con frecuencia a la playa, por las tardes, para jugar con la pelota hasta que el sol se ocultara.
Planeaba quedarme con los pacientes y el consultorio de un medico que se mudaba a Illinois. De alguna u otra manera era como intercambiáramos vidas. El se iba a la gran ciudad y yo la dejaba atrás. Mi consultorio pertenecía un edificio de 5 oficinas en Vineyard Haven. La casa parecía tener más de cien años y en el porche delantero había mecedoras.
Ser médico rural resonaba en mi mente. El segundo mes en Martha's Vineyard empecé a atender algunos pacientes. Chiyo de 65 años, miembro distinguido de la asociación de Hijas de la Revolución estadounidense. Diagnostico: bronquitis. Pronóstico: bueno.
Nekobaa, de 95 años sobreviviente de dos esposos, once gatos y un huracán. Diagnostico: vejez. Pronóstico: vivirá por siempre.
Sentí que había regresado a mi hogar.
ITACHI:
No sabía que al amor de mi vida se encontraba ahí, esperándome.
Cuando llegue a Martha's Vineyard no estaba seguro de nada, ni siquiera en donde viviría. Conduje en busca de algo que me dijera "soy tu hogar" " no busques más"
La parte norte de la isla siempre me ah gustado ahí había pasado veranos maravillosos.
Finalmente una caseta de botes se robo mi corazón. Se convertiría en mi hogar. Necesitaba algunos arreglos. Toda la planta baja tenía una hermosa vista al mar. A los lados había unas puertas grandes.
¿Puedes imaginártelo Itachi? Vivir casi en la playa.
A veces trabajaba fuera de la casa o hacia visitas a domicilio. Pero el resto del tiempo me iba al hospital de de Martha's Vineyard o al Centro Externo de Vineyard. Y también iba a mis sesiones de rehabilitación en el centro médico.
Vivía solo, el único que me hacia compañía era Kyubi, aunque era feliz. Pero no tenía idea de lo que me perdía en aquel entonces, de tu papa y de ti.
Itachi:
Cuando llegue del hospital una noche, había alguien sentado en el porche. No era el electricista, ni el del teléfono. Los había recibido el día anterior.
No. Se trataba de Sasuke, el pintor, quién era el que iba a ayudarme con todo lo que necesitara repararse en casa.
Caminamos por el lugar mientras le mostraba las ventanas que no cerraban, una fuga en el baño, quitar la vieja pintura y poner otra. Aquél hombre tomo notas hizo preguntas y me indico que podía tenerlo listo para dentro de un mes. Cerramos el trato ahí mismo.
Así fue como mi vida empezó a mejorar. Tenía un trabajo nuevo que me encantaba y un pintor que me ayudaba con los arreglos de la casa.
Cuando me quede solo en casa grite "¡VIVA "!
Querido Itachi:
Te acuerdas del pintor, pues me ayudo a darle a la cabaña un mejor aspecto. Lo sé porque me dejo un ramo de flores silvestre de varios colores, estaba puesto en un frasco de vidrio de boca ancha. También dejo una nota:
Querido Naruto:
Las luces de tu cocina todavía no funcionan, pero espero que estas flores la iluminen por mientras. Tal vez podamos salir alguna vez y hacer lo que tú quieras.
Botticelli mejor conocido como el pintor de tu casa.
Me sentí raro no había querido salir con nadie desde que Tanaka Sai me abandono. Entonces oí que martillaba en alguna parte y salí a verlo,.
- Botticelli- le llame a gritos-. Muchas gracias por las flores están hermosas. Fue muy lindo de tu parte.
-no tienes nada que agradecer, las vi y pensé en ti.
-¿Qué me dices Naruto? Tal vez podamos ir a comer a algún lado.
No puede evitar sonreír
-por ahora tengo poco tiempo, por mis pacientes y todo lo demás. Sin embargo gracias por la invitación.
El acepto la negativa de buen modo y me sonrió. Entonces comento:
- comprendo, por supuesto, que si no sales conmigo una sola vez, no me quedara más remedio que cobrarte más.
- no lo sabía- respondí
- sí. Es algo es una falta de ética pero así es el mundo. Reí y le asegure y le prometí que lo tomaría en cuenta.
- oye por cierto ¿Cuánto te debo por el trabajo extra que hiciste en la cochera?- pregunte-
-¿Eso? no es nada. Es gratis.
Me encogí de hombros y sonreí para luego despedirme. Fue agradable oír algo así.
- pues gracias
- de nada Naruto
Y prosiguió con su trabajo.
QUERIDO ITACHI:
Te miro mientras escribo esto y veo que eres encantador. Te veo y aun no creo que seas mío. Tienes la misma cara que tu padre pero tu sonrisa lo heredaste de mí. Hay un móvil sobre tu cuna y cuando lo tiras toca Kiss the Rain. Eso te hace feliz.
En ocasiones suelo imaginarme que te quedaras así pequeñito, creo que todas las mamas piensan lo mismo, otras veces me imagino que tengo un pedacito de cielo cada vez que te abrazo.
Pienso en lo mucho que te amaba cuando estabas en mi vientre. Te ame desde que supe de ti. Desee que te vi por primera vez.
Por fin tu padre y yo pudimos verte después de nueve meses, de imaginar cómo serias.
Eran tres kilos cien gramos de felicidad. Después de tenerte en brazos. Fue el turno de papa. El no podía creeré que un bebe de apenas unos minutos de nacido pudiera devolver la mirada así.
El hijito de Sasuke
Nuestro hermoso y pequeño Itachi