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Toxic's Lights por Pepper

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Notas del capitulo:

Un poco más tarde de lo que me gustaría, pero aquí está el quinto capítulo de Toxic's Lights.

 

Enjoy ~

 

Christian salió de comisaría pasado el mediodía. Estaba agotado, después de que Mike se hubiera largado su padre todavía lo había hecho quedarse casi una hora allí sentado, a su merced. Lo había sermoneado hasta lo indecible, machacándolo con las consecuencias que acciones así podrían tener sobre su futuro, y le había hecho jurar que no volvería a acercarse a Heister ni a ‘su panda de pulgosos’. En ese momento había tenido serias dificultades para no echarse a reír, y es que no encontraba mejor forma de describir a los Dirty Dogs.

 

Sin embargo, cuando se enteró de cómo había logrado el Jefe Phoenix librarlo de la expulsión y demás daños colaterales, no pudo menos que sentirse terriblemente molesto. No se podía creer que su padre, al que siempre había tenido por un hombre de honor, hubiera empleado esos trucos. Y en cuanto a Heister… bueno, no se le ocurría qué podía hacer una mente como la suya con tanto dinero a su disposición. Que hubiera aceptado el trato, aun a costa de tener que hacer servicios a la comunidad, no le sorprendía en absoluto.

 

Tampoco le sorprendió demasiado encontrarlo un par de calles más abajo. Su archienemigo lo esperaba recostado perezosamente contra uno de los árboles de la amplia avenida que conducía a su barrio, la cabeza ligeramente echada hacia atrás para contemplar mejor el azul del cielo mientras un cigarro se consumía lentamente entre sus labios. 

 

Nunca había visto a Heister tan tranquilo. Parecía en paz consigo mismo y con el Mundo, y por alguna razón aquel hecho apagó los deseos de Christian de emprenderla a golpes con él. Respiró hondo y, armándose de valor, echó a andar cuesta abajo con la esperanza de que Mike no reparara en él.

 

Sus oraciones no fueron escuchadas.

 

— Eh, Phoenix.

 

Christian hizo amago de seguir adelante, pero en el último momento se detuvo frente al chico. Lo miró sin inmutarse, invitándole con su silencio a que siguiera hablando. Mike alzó las cejas con escepticismo, sonriendo un poco.

 

— ¿No vas a darme las gracias?

 

Chris sacudió la cabeza, incapaz de creer que el muy idiota fuera tan cabrón. ¿Por qué no lo dejaba en paz?

 

— Sí, Mike, muchas gracias por drogarme, robarme y conseguir que casi me expulsen, no sé qué habría hecho sin ti.

 

— Venga, no te enfades tanto, que al final has salido de rositas. El que se va a comer el marrón de los servicios a la comunidad soy yo.

 

— No te jode, yo también haría servicios a la comunidad durante dos semanas si a cambio me dieran tres mil pavos.

 

Heister parecía confundido. Lo miró con extrañeza durante un segundo, pero pronto su expresión de desconcierto mutó a una de fastidio. Esbozó una sonrisa sarcástica que desembocó en una carcajada cruel.

 

— ¿Te ha dicho eso tu padre? Qué cabrón. — Le dio una calada al cigarro, muy divertido en apariencia; ahora sonreía ampliamente— Qué cabrón.

 

Christian empezaba a perder los nervios.

 

— ¿Qué te hace tanta gracia, imbécil? Aquí el único cabrón eres tú. Al menos yo tengo un padre que se preocupa por mí e intenta ayudarme; tú solo tienes a un viejo drogata y borracho que te pega pali...

 

El puño de Mike impactando contra su boca le impidió terminar la frase. Antes de que fuera capaz de reaccionar, el chico se acercó a él para sujetarlo con fuerza del cuello de la chaqueta.

 

— ¿Cómo sabes tú eso, eh? ¿QUÉ MIERDA SABES TÚ DE MI FAMILIA?

 

Christian había jugado sucio y lo sabía, pero estaba demasiado enfadado con ese capullo que quería joderle la vida como para intentar ser empático.

 

— ¿Cómo crees que lo sé? ¿Te suena el nombre de Maya Greystone? Pequeña, rubita… le jodiste la vida. No sé si te acuerdas.

 

Mike lo soltó como si su contacto le quemara, regalándole una de las miradas más oscuras que Chris había visto jamás. Pensó que iba a volver a pegarle, que no saldría vivo de allí, pero Heister se limitó a separarse de él con el desagrado contrayendo sus facciones.

 

— No he aceptado el dinero —escupió.

 

— ¿Qué?

 

— No sabes nada, Phoenix. Quita de en medio.

 

Sin darle tiempo a obedecer, Mike pasó a su lado golpeándolo con el hombro. Para cuando Christian fue capaz de reaccionar, el chico ya había desaparecido de su vista.

 

***

 

En el viejo cobertizo de los Dirty Dogs, las malas vibraciones se mezclaban con el humo que había acabado por inundar toda la estancia. Hacía un calor asfixiante allí dentro, aunque ninguno de los cuatro chicos reunidos parecía notarlo. Llevaban bebiendo toda la tarde, fumando, y habían llegado a un punto en el que todo les daba igual.

 

Justin, en un rincón, trasteaba las cuerdas de su vieja guitarra sin demasiado entusiasmo, dándole de vez en cuando un trago a su cerveza. Tessa y Fred lo escuchaban en silencio, los dos sentados muy juntos en el sofá.

 

Mike los había pillado un par de veces haciendo manitas en lo que iba de tarde, y no se sorprendió demasiado cuando Fred abrazó a la chica por la cintura, por debajo de la ropa, y comenzó a acariciarla sin molestarse en disimular. Sí le llamaba la atención que Tessa se dejara e incluso pareciera disfrutar con las atenciones del guitarra, porque ella misma le había asegurado  un par de semanas atrás que no tenía nada con Fred.

 

Su mejor amiga iba tan colocada como él, como los demás. Mike soltó una risilla por lo bajo, hundiéndose un poco más en su sillón del trono. Ah, qué mierda de vida…

 

—  ¿Qué vamos a hacer si no encontramos cantante?

 

Mike desvió apenas la vista para clavarla en Justin, haciendo un gran esfuerzo por centrarse en lo que el chico decía. Esa… esa era una buena pregunta. Una pregunta para la que no tenía respuesta. Miró a Tessa de reojo, esperando que a la chica se le ocurriera alguna idea fantástica.

 

— Mike puede cantar… — aportó no muy convencida.

 

— Mike puede cantar dos o tres canciones, se queda sin voz enseguida — intervino Fred — No sé, ya encontraremos a alguien.

 

— No vamos a encontrar a nadie. Tendremos que disolver el grupo…

 

Justin era el pesimismo hecho persona. Mike soltó un bufido para demostrar su disconformidad y, al instante, tres pares de ojos lo miraban fijamente. Se sintió acorralado, porque aunque ninguno decía nada tenía la impresión de que sus amigos lo culpaban a él del negro porvenir del grupo.

 

Y con razón.

 

— ¿Qué? — ladró, irritado.

 

— Nada… — Tessa suspiró — No quiero que esto se acabe.

 

Su voz se fue apagando hasta morir, y lo mismo sucedió con la conversación. Nadie sabía qué hacer, no había nada que discutir. Volvieron a sumirse en un mutismo cargado de depresión, cada uno hundido en sus propios pensamientos.

 

Los de Mike estaban nublados por el tabaco, pero incluso a través de la bruma era capaz de distinguir el rostro de Christian Phoenix. Hacía tiempo que nadie lograba joderlo tanto haciendo tan poco. Había sido incapaz de borrar de su mente las palabras que el chico le había dedicado esa mañana, y por si el hecho de que un gilipollas como Phoenix conociera algunos de los datos más importantes de su vida no era poco, también estaba lo de Maya.

 

Joder… joder.

 

— Mike, tío ¿estás bien?  Estás blanco.

 

Mike alzó ligeramente las cejas al reconocer el preocupado rostro de Nick.

 

— ¿Cuándo has llegado tú?

 

Su colega puso los ojos en blanco, dándole una colleja poco amistosa.

 

— Llevo aquí casi diez minutos. Me has saludado y todo. ¿Qué mierda has tomado, tronco?

 

Mike se encogió de hombros.

 

— Va, tíos, iros a la mierda. Habíamos quedado en que hoy decidiríamos el futuro del grupo, y vengo y estáis todos emporrados.

 

— El único que va mal es Mike, los demás estamos en condiciones de discutir — protestó Justin, que odiaba que pusieran en duda sus capacidades.

 

— Eh, yo controlo.

 

— Claro, Mike.

 

— Que sí…

 

— Lo que tú digas, colega — sonrió Nick— Anda, pasadme algo, a ver si me inspiro y puedo sacaros de la miseria.

 

Tessa fue a pasarle un porro que se acababa de liar, pero justo cuando Nick iba a cogerlo el sonido del timbre los sobresaltó. Mike dio tal bote que a punto estuvo de caerse del sillón, lo que suscitó las risas del resto de sus amigos.

 

— Me la vais a comer todos — advirtió, poniéndose en pie para ir a abrir.

 

Se mareó al levantarse, pero trató de aparentar serenidad cuando cruzó la pequeña sala para ir  hacia la puerta. Nick, todavía riéndose, fue tras él para ‘vigilar que no mataba a nadie’. Fue una suerte que lo acompañara, porque el que esperaba fuera no era otro que un cariacontecido Christian.

 

Mike reprimió a duras penas una mueca de sorpresa, incapaz de creer que el muy idiota se hubiera atrevido a ir allí, a sus dominios, después de lo que había sucedido esa mañana.

— ¡Christian, tío! ¿Qué haces aquí? No me digas que has cambiado de idea. ¿Has cambiado de idea? Anda, pasa, que ahí fuera hace un frío de cojones.

 

Mike miró a Nick con toda la intensidad de sus ojos verdes, deseando fervientemente poder abrasarlo con la mirada. Claro, el muy idiota había llegado tarde, no tenía ni idea de nada.

 

— En realidad venía a hablar con Mike…

 

Christian había recuperado parte del aplomo que lo caracterizaba. No todo, no llevaba la actitud de ‘conmigo no vas a poder’ que había mostrado hasta entonces, pero al menos se atrevía a establecer contacto visual. Y había ido hasta allí. Uf, qué complicado le resultaba pensar cuando iba tan fumado. Qué complicado.

 

— ¿Mike?

 

Nick le dio un toquecito en el hombro para llamar su atención.

 

— Está bien, Nick, ahora entro.

 

Su amigo se encogió de hombros.

 

— Como quieras. Cierro para que no entre el frío, llama al timbre cuando hayáis acabado.

 

¿Frío…? Él, a pesar de ir vestido únicamente con una camiseta de algodón sin mangas, ni sentía ni padecía. Esperó con inusitada paciencia a que Nick se marchara y, una vez solos, centró toda su atención en Christian. El chico estaba serio, mucho, y aunque todo en él gritaba barrera blanca había algo en sus ojos que a Mike no terminaba de gustarle.

 

— Habla.

 

Christian tomó aire en un pobre intento por ganar tiempo.

 

—  No sabía lo del dinero — soltó, directo al grano —  No tenía ni idea, mi padre me había asegurado que lo habías cogido. Ya he hablado con él.

 

— ¿Esas son tus disculpas?

 

— No te estoy pidiendo perdón. Has sido un capullo, y te mereces todo lo que te pase. No me arrepiento de nada de lo que te he dicho, porque todo era verdad.

 

Mike se despeinó despreocupadamente el llamativo cabello color caoba, esforzándose por entender qué estaba diciéndole Christian exactamente. El aire frío lo había despejado un poco, pero seguía sintiéndose demasiado aturdido para mantener esa conversación.

 

— ¿Has venido hasta aquí para decirme eso? — suspiró— ¿Eres masoca, chaval?

— No. He venido… he venido a preguntarte por qué has dado la cara por mí.

 

Ah… así que era eso. Él tampoco lo tenía muy claro. Sabía por qué no había aceptado el dinero, pero no estaba del todo seguro de los motivos que lo habían llevado a salvarle el culo a Christian. Sonrió a medias, encantador.

 

— ¿Por qué crees que lo he hecho?

 

— ¿Y cómo quieres que lo sepa? No hay quien te entienda, Heister.

 

— ¿No…? Yo creo que es muy sencillo — improvisó; acababa de ocurrírsele una idea genial — Hay algo que quiero de ti, ¿sabes qué es?

 

Chris frunció el ceño con desconcierto, todo ingenuidad. Al poco pareció comprender, porque lo miró con algo parecido al miedo iluminando sus ojos azules.

 

— Quieres que entre al grupo.

 

No era una pregunta.

 

— Premio. Estás en deuda conmigo, por mucho que quieras negarlo. ¿Sabes?  Tessa dice que estamos cortados por el mismo patrón, que puedes llegar a ser tan retorcido como yo. Pero no estoy de acuerdo. Tú eres mejor, tienes esa cosa tan inútil llamada honor. Es el honor lo que te ha traído aquí esta tarde, y por tu honor entrarás a formar parte de los Dirty Dogs.

 

Christian había enmudecido. Estaba pálido, parecía incluso algo horrorizado. Mike aguardó con cierta ansiedad su respuesta, tratando de leer sus facciones para intentar adivinar qué le pasaba por la cabeza.

 

— No puedo entrar en el grupo, Mike. No he podido nunca, ¿vale? Mierda… vine a hacer la prueba por aburrimiento, no me habría quedado ni aunque tú no me hubieras tocado los cojones.

 

Mike estaba desconcertado. ¿A qué venía todo eso?

 

— No te sigo.

 

— Maya. Es mi mejor amiga, no puedo entrara a tocar con el tío al que más odia de todo el mundo.

 

Phoenix sonaba frustrado.

 

— No tiene por qué enterarse.

 

— ¿Qué? Venga ya, si damos conciertos se enterará sí o sí.

 

 Mike chasqueó la lengua, molesto.

— Pues dile que te he obligado, que te he amenazado con seguir puteándote si te niegas —no pudo evitar imaginarse la cara que pondría Maya si el chico le dijera eso — Seguro que estará encantada de tener una razón más para culparme de todos sus males.

 

— No hables así de ella — protestó Chris, ceño fruncido — Y no voy a hacer eso, quedaría como un cobarde.

 

— Es que eres un cobarde, te da miedo lo que una niñata pueda pensar de ti.

 

Por un segundo Mike tuvo la impresión de que Phoenix iba a saltar de nuevo en defensa de Maya, pero el chico contuvo una mueca de desagrado y dejó pasar su comentario; realmente parecía haber ido allí en son de paz.

 

— No se trata de eso. Sería como traicionarla, ¿no te das cuenta? Es… yo que sé, es como si por mi culpa hubieras acabado en un reformatorio y a los dos días Tessa se hubiera enrollado conmigo. No sé si lo pillas.

 

— Ni en tus mejores sueños podrías tener algo con Tess.

 

— No seas capullo, sabes lo que quiero decir — farfulló.

 

— Lo que sé es que eres un mierdas. No le des tantas vueltas, no es como si te fueras a meter al grupo por joderla a ella. Te metes porque te apetece y punto.

 

— Claro, ahora va a resultar que me muero de ganas por entrar y vosotros me estáis haciendo un favor. Venga ya.

 

Mike se encogió de hombros, empezando a cansarse de la conversación.

 

— Tú sabrás, Phoenix, pero sería un desperdicio que no aprovecharas esa voz que tienes.

 

Ahora fue Chris el que sonrió, burlón, alzando ligeramente la cabeza.

 

— Ah, sí… olvidaba que mi voz de macarra que no me pega nada te pone a cien.

 

Mike cazó al vuelo la indirecta. El cabrón de Christian le estaba repitiendo algunas de las cosas que él mismo le dijo la noche de Halloween, le dejaba claro que no estaba tan ausente como le había dado a entender.

 

 — A mil — corrigió, alzando las cejas de forma insinuante — Venga, deja de hacerte de rogar y pasa de una puta vez, prometo chillarte como si fuera una adolescente en celo cuando empieces a cantar.

 

Lo empujó hacia la puerta sin demasiada delicadeza, poco dispuesto a dejarlo escapar ahora que lo tenía casi convencido.

 

— No puedo hacerlo.

 

— Claro que puedes.

 

 

****

 

Christian estaba viviendo la tarde más surrealista de su vida. No entendía cómo demonios se había dejado convencer para acabar en aquel cobertizo, con aquella gente, más borracho que una cuba y de súper colegueo con su archienemigo Mike Heister.

 

No sabía si era porque había acabado aceptando entrar al grupo, o porque ambos iban puestos hasta las cejas, pero el capullo que llevaba semanas amargándole la vida de repente no le parecía tan malo. Bromeaba como el que más y era el primero en reír los chistes malos de Nick, su mejor amigo, que era el que mejor le caía a Christian de los Dirty Dogs.

 

Tessa también era maja, pero hacía ya rato que ella y el tal Fred se habían ido ‘a por algo de picar’. O a ‘enrollarse de una puta vez’, como había dicho Mike.

 

— Pues yo creía que a Tessa le gustaba Mike — comentó Chris, pensativo, mirando de reojo al susodicho.

 

— Mike les gusta a todas — respondió Justin — Es un cabrón, si quieres pillar no te recomiendo que salgas de fiesta con él.

 

— ¿Qué dices, Just? ¡Si es lo mejor! Se le acercan todas las nenas, pero como el muy capullo siempre acaba ladrándoles al final se quedan conmigo. ¿Verdad, colega?

 

Por toda respuesta, Mike soltó un ladrido. Nick se echó a reír como un poseso, contagiando al propio Mike, y al poco estaban los dos revolcándose por el suelo.

 

— Idiotas… ¿tú tienes novia, Chris?

 

— Qué cojones va a tener este — Mike había logrado reducir a Nick, que pataleaba bajo él tratando de librarse de un agarre que parecía especialmente doloroso — ¿Le has visto la cara?

 

— Pues yo creo que Chris es muy mono — una sonriente Tessa hizo su aparición en la sala — Cualquier chica estaría encantada de salir con él.

 

— ¿Es tan mono como Freddie? — se burló Nick, poniendo morritos.

 

Tessa le lanzó al chico un cojín que acabó golpeando a Mike en la cabeza.

 

— ¡Eh!

 

— ¡Cierra esa bocaza, Nicholas! Y tú, Chris, no les hagas caso, son unos cabrones.

 

— Me importa más tu opinión que la suya, Jefa — sonrió Christian.

 

— ¡Qué majo es este chico! A ver si aprendéis de él, panda de capullos.

 

— Phoenix, vas mal. A quien le tienes que lamer el culo si quieres un ascenso es a Mike — aportó Justin. — Él es el verdadero jefe.

 

— Va, lo pillo, intentaré pelotearlo tan bien como lo haces tú.

 

El comentario, dicho sin pensar, pretendía ser inocente, pero la cara de Justin le dejó claro que había ido demasiado lejos. Toda jovialidad había desaparecido de su rostro, contraído ahora en una mueca de profundo desagrado, y era evidente que no le habían hecho ninguna gracia sus palabras. Tessa y Nick también se habían quedado algo descolocados, y Mike… Mike lo miraba como si lo viera por primera vez, un brillo de interés iluminando sus ojos verdes.

 

No podía haberla cagado tanto si Heister, ‘el verdadero jefe’, le daba su aprobación. 

 

— Empiezo a entender los quebraderos de cabeza que le has dado a Mike, pareces un buenazo pero tienes una vena borde importante, ¿eh? — el tono de Nick era desenfadado, amigable; no lo juzgaba — Y tú, quita de encima de una puta vez, que me estás rompiendo la espal...

 

— ¡Chsst! Oigo un teléfono.

 

Todos se callaron al instante y el anticuado politono del móvil de Chris rasgó el silencio. En la pantalla aparecía el nombre de su padre.

 

— Mierda. Mierda, ¿qué hora es?

 

— Hm… hostia, las once y media.

 

— No me jodas — Christian descolgó el teléfono — ¿Papá?

 

— ¿Dónde demonios te has metido? ¿Ya se te ha olvidado que hasta nuevo aviso a las siete en casa?

 

— No me he dado cuenta… lo siento.

 

— Y más que lo vas a sentir. Ven aquí inmediatamente, que te voy a enseñar lo que significa ser obediente y responsable.

 

— Tardo diez minutos.

 

— Que sean cinco.

 

Chris respiró con fuerza, agobiado. Se había olvidado por completo del castigo, y como sus padres se enteraran de lo que había estado haciendo aquella tarde podía darse por muerto. Toda su ropa apestaba a tabaco, y estaba seguro de que cualquiera que lo mirara fijamente a los ojos se daría cuenta de que había bebido. La madre que lo parió, ¿cómo había podido ser tan descuidado?

 

— ¿Estás bien?

 

El causante de todos sus males tenía una expresión extraña en el rostro. Chris tardó un poco en caer en la cuenta de que intentaba parecer amable.

 

— No, estoy jodido, y es por tu puta culpa — resopló, poniéndose en pie — Tengo que irme. Ya… ya nos veremos.

 

Antes de que pudiera alcanzar la puerta, la voz de Mike llegó nuevamente a sus oídos.

 

— ¿Estás con nosotros?

 

Christian dudó solo un momento.

 

— Sí.

Notas finales:

¿Reviews :3?


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