-Esa pregunta tendríamos que hacerla nosotros, Potter- respondió Blaise, colocándose frente a su amigo, ocultándolo de la visión de Harry.
-Vengo a almorzar con mi esposo- a pesar del nudo que oprimía su garganta, el moreno trató de que su voz saliera lo más fría posible. No quería que descubrieran lo nervioso que se sentía.
-Creo que hace tiempo olvidaste que tenías un esposo- Theo imitó a su amigo, resguardando tras su espalda al rubio.
-De qué diablos están hablando?-
Sin embargo, antes de que ninguno pudiera decir una palabra, la voz de Draco sonó suave y clara en la habitación.
-Creo, si mi memoria acerca de lo que el matrimonio significa no es errada, que al ser infiel ya no tienes derecho a llamar esposo a tu pareja, cierto?- Draco se abrió camino a través de la barrera que habían creado sus amigos y enfrentó al moreno.
Harry sintió como su corazón se detenía abruptamente. El nudo en la garganta estaba dificultándole la respiración. Infiel. Esa palabra había logrado que su mundo se viniera abajo.
-Como siempre, el valor que presumen los Gryffindors es apabullante- la burla en la voz de Zabini fue lo que trajo a Harry de vuelta a la realidad.
-No entiendo de qué me hablas, Draco- a pesar de que ya era estúpido negarlo, quiso creer que había malinterpretado las palabras de su esposo.
-Siempre te lo he dicho Harry. No sabes mentir- Draco hablaba despacio, tranquilo. Por un momento, Harry deseó que el Slytherin estuviera gritándole, exigiéndole una explicación. Al menos, sabía cómo actuar frente a un Draco enojado. Nunca había estado frente a un rubio así de indiferente.
-Con recordar lo que hiciste el viernes, será suficiente para que sepas lo que ocurre, Potter- Nott lo miraba con desprecio, tal como se mira a la mancha que arruina un perfecto paisaje.
Eso había sido la confirmación que necesitaba. Draco se había enterado de que le era infiel.
-Iré a recoger mis cosas. Tú puedes quedarte con la casa, no quiero nada que me recuerde a ti. En cuanto mis abogados redacten los papeles del divorcio, te los enviaré con una lechuza. Desearía que no volviera a acercarte a mi, Potter- sin una palabra más, el rubio desapareció junto a sus amigos.
Sin darse cuenta, lágrimas rodaban por sus mejillas. Draco lo había dejado.
Harry se desplomó sobre el frío suelo, cayendo sobre sus rodillas. La dolorosa realidad golpeándolo.
Siempre creyó que el rubio nunca se enteraría de sus infidelidades. Que cuando se cansara de aquellas personas desconocidas, podría volver a su antigua vida tranquila junto a su rubio. Nunca cruzó por su mente el pensamiento de que Draco se enterara. Nunca fue su intención terminar con su matrimonio.
Draco era el amor de su vida, alguien con el que quería envejecer, tener hijos, disfrutar de su tiempo uno junto al otro. Pero dentro suyo había algo que le faltaba. Y un día, cuando un joven trató de conquistarlo cuando iba rumbo al ministerio, se dio cuenta de qué era aquella “cosa” que le faltaba.
Draco había sido su primer novio, la primera persona de la que se había enamorado verdaderamente. Con el rubio había descubierto lo que era una caricia, un beso, el placer de hacer el amor. Pero…nunca supo lo que era el seducir y ser seducido por alguien, una persona que no necesariamente despierte amor en su corazón, sino una simple atracción física.
Realmente jamás le importaron aquellos hombres, luego de follarlos se olvidaba de ellos y volvía junto al rubio.
Pero en este momento, cuando Draco le había dicho que ya no quería verlo, y por si fuera poco, que quería el divorcio; Harry supo que nada de aquello que creía necesitar había valido realmente la pena. Porque perdió a la única persona que amó en toda su vida. Pero no estaba dispuesto a aceptarlo. Draco era su esposo y si dependía de él, lo sería toda la vida. Estaba dispuesto a ir al mismo infierno con tal de impedir que su rubio se separara de él. No sabía cómo, pero arreglaría toda esa mierda en la que se había metido.
Draco Malfoy lo perdonaría y volverían a ser la pareja feliz que fueron hace tiempo, antes de que se le ocurriera la estúpida idea de que necesitaba que otros hombres lo deseen para ser feliz. La única persona que necesitaba en su vida era aquel rubio con mirada herida que no quería saber nada más con él.
Harry Potter haría hasta lo imposible por arreglar el error que había cometido y recuperar a su esposo.