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Resignación por Yukikaze

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Notas del capitulo:

Hola, no pensaba subir una sguenda parte, pero como veo que en el primer capitulo he dejado varias preguntas sin responer...he aquí la repsuesta a petición de algunos lectores


¡Que lo disfruten!

Aquella noche fría de luna llena, el rubio abandono sus aposentos para encaminarse hacia la terraza del mismo, necesitaba pensar…

Abrió las puertas de cristal siendo recibido por una gélida ráfaga de viento que lo hizo estremecerse, pero aquello no le importo, simplemente se sentó a un lado de la barandilla enterrando su cabeza entre sus piernas mientras recordaba una vez más…

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Recordaba haber sido un niño feliz, con una gran vida, siempre estaba solo sí, y no sabía porque, pero nadie jamás se había atrevido a tocarle un solo cabello, simplemente lo veían pasar dedicándole miradas de odio, pero el rubio ya estaba acostumbrado a estas, así que no les daba mayor importancia, les había preguntado variadas veces el motivo de su odio hacía él, pero nunca había sido respondido.

Hasta el día de hoy aquel misterio seguía inconcluso dentro de su cabeza y el rubio tenía el presentimiento de que seguiría así eternamente.

Aquel fatídico día, con la edad de 10 años caminaba por las calles abarrotadas de su ciudad natal, la gente se retiraba a su paso aterrorizada, apartando niños y jóvenes de su camino como si fuera la peor de las pestes.

El rubio siguió su camino indiferente, sin darse por aludido, pensando en sus cosas, iba tan concentrado que cuando alguien tiro de su brazo ni siquiera se dio cuenta, no hasta que ese mismo alguien le dio una sonora cachetada en su infantil rostro.

El infante alzó la cabeza enfadado y confundido ¿Quien lo había golpeado? Se preguntó mentalmente, pero antes de observar el rostro de su agresor, este ya le había cubierto la cabeza con una tela negra, intento resistirse, pero no le sirvió de nada, golpes fue lo que recibió a cambio, uno más fuerte que el otro le golpeo la nuca introduciéndolo en la inconsciencia.

Se despertó en un lugar oscuro, la tela negra ya no cubría su rostro, se vio sobre una manta blanca, la pared de ladrillos dejaba gotear agua desde el techo indicando así la lluvia incesante que caía desde el cielo.

Quiso preguntar dónde estaba y porque, pero nadie vino a verle, solo sabía que cada dos días alguien le dejaba un trozo de pan viejo y una pequeña vasija de agua, el rubio no supo cuanto tiempo estuvo allí, encerrado, pero debía de haber sido mucho para que su cuerpo se desarrollara y su cabello rubio creciera hasta sus hombros.

Todo ese tiempo había estado completamente solo, sin hacer absolutamente nada, observando el techo de aquella habitación vieja y defendiéndose de las agresivas ratas que allí había.

No estaba tan solo a decir verdad, de vez en cuando un chico de su misma edad, de cabellos negros como el cielo nocturno y de ojos del mismo color venía a visitarlo, le preguntaba cosas, pero él no respondía simplemente se quedaba observándolo.

-¿Por qué estás aquí?-le había preguntado aquella fría noche

-No lo sé-le había respondido el rubio por primera vez, el azabache lo observo durante largos minutos mientras asentía-…siempre he sido odiado, quizá eso tenga algo que ver, a lo mejor merezco esto, quizá sea un monstruo que escapo del infierno, pero ¿Sabes qué?...si fuera así desearía volver a el, prefiero arder entre las llamas del infierno que vivir encerrado en estas cuatro paredes…-Después de aquello el azabache se había ido corriendo, pensando lo que el rubio con apariencia angelical le había dicho, algo tan irracional, tan incoherente ¿Cómo podía ser un monstruo teniendo aquella apariencia? Definitivamente no podía serlo y él iba a averiguar las razones de su encierro.

El azabache no volvió después de aquello y el rubio se sintió extrañamente solo, aquel chico lo había acompañado durante su cautiverio y su sola presencia lo aliviaba, pero él ya no estaba y ahora si estaba solo.

Aquel día la puerta de su jaula chirrió suavemente dándole paso a una figura humana, el rubio ni siquiera lo observo, ni siquiera izo amago de moverse para escapar por la puerta que ahora mismo se encontraba completamente abierta, ya no tenía fuerzas, hacía dos largas semanas que no probaba bocado.

Sus sonrosados labios anteriormente carnosos se encontraban completamente secos, su cabello rubio caía por su rostro tapando sus hermosos ojos azules y su piel demostraba ya un color pálido.

El hombre no dijo nada, aquella noche se acerco, lo miró a los ojos directamente y sin razón alguna comenzó a patear sus costillas, provocando que el rubio se quedara sin aire y escupiera sangre por su boca manchando su piel pálida con el color carmesí de la sangre.

Después de patearlo durante largos minutos se arrodillo sobre el colocando una rodilla a ambos lados de las caderas del rubio que respiraba intentando calmar el dolor que ese solo hecho le provocaba.

Las manos pálidas de aquel hombre rozaron lentamente su mejilla para después ser abofeteada sin compasión alguna, sus manos recorrieron su cuerpo agresivamente golpeando cada rincón de este, su ropa fue arrancada siendo destruida en mil pedazos, el rubio sabía lo que aquel hombre iba a hacer, quiso resistirse con todas las fuerzas que le quedaban, pero estas eran inexistentes, no le quedó más remedio que cerrar los ojos fuertemente y aferrarse a la sabana raída debajo de él para no gritar de dolor al sentir aquella cosa introducirse en su interior agresivamente desgarrando cada parte que tocaba.

No supo cuanto tiempo estuvo aquel hombre en su interior, entrando y saliendo sin compasión, el ojiazul podía sentir un liquido cálido entre sus piernas, la sangre había hecho acto de presencia, pero esto no hizo que el hombre se detuviera, al contrario aumento el ritmo de sus estocadas entrando y saliendo más agresivamente, el rubio ya no pudo contener el grito que escapó de entre sus labios.

El hombre sonrío maliciosamente ante el hecho y continúo penetrándolo cada vez más fuerte y rápido provocando más dolor y más gritos de horror que inundaron la mansión por completo.

Aquella vez había sido la primera vez que el rubio se había resignado por completo porque ahora solo era eso, la puta de ese cobarde que se había atrevido a mancillar su cuerpo sin compasión alguna, provocando dolorosas heridas que no dejaron de sangrar en ningún momento.

Aquello se repetía cada noche, cada doloroso recuerdo era revivido una y otra vez, pero el rubio no podía hacer nada y lo sabía…por eso estaba resignado.

Aunque aquel día sería diferente porque el hijo menor del dueño de la mansión había vuelto después de haberla abandonado dos años atrás, había vuelto después de haber descubierto la verdad detrás del odio de las personas, era tan estúpido su motivo ¿Cómo podían culpar a un inocente niño de algo así?.

El azabache estaba decidido a liberar al rubio aquella misma noche, pero no estuvo preparado para ver el estado de este, sus puños se cerraron clavando sus propias uñas en su piel pálida ¿Quien había sido el maldito que se había atrevido a tocar al rubio? Ahora mismo no le importaba, solo quería saber si aquel que había robado tres largos años de su vida aún respiraba porque no parecía hacerlo.

Se acerco lentamente arrodillándose a la altura de este para comprobar sus heridas, su cuerpo estaba magullado completamente, una espesa capa de sangre lo cubría por completo, aquello hizo que su rabia se acrecentara, no le importaba que fuera su familia, él quería venganza, aquel rubio había sido el primero en llamar su atención, el primero en hacer que su pútrido corazón latiera y le haría mucho daño a aquel que se había atrevido a tocarlo.

Acerco su mano al cuello de este comprobando su pulso que aunque débil seguía estando allí, suspiro aliviado y cargo al rubio entre sus brazos abandonando aquella habitación para siempre.

El rubio no se dio cuenta de lo que pasaba a su alrededor, sentía que alguien lo cargaba, podía sentir los leves repiqueteos que daba su cuerpo con cada paso que daba el extraño, de alguna manera aquel aroma que emanaba el extraño le parecía conocido, pero ¿Quién era?

El azabache llevó al rubio a su habitación posándolo sobre su cama, allí limpio cada centímetro de su piel, frunciendo el ceño ante cada nueva herida que descubría, después de que este estuviera completamente limpio lo cubrió con las sabanas de seda de su camastro y se sentó a su lado contemplándolo atentamente, no sabía que había pasado después de su ida de la mansión, pero le había preguntado a los sirvientes y estos le habían dicho que su tío Madara se dirigía cada noche al sótano y que desde allí solían oírse horrorosos gritos de dolor, luego este subía con manchas de sangre en su ropa y con una sonrisa de satisfacción.

Con solo oír aquellas palabras el azabache había deducido lo que ocurría, ¿Cómo no hacerlo? Pero la próxima noche, su querido tío se llevaría una sorpresita, nadie se metía con lo que era suyo y el rubio-desde que lo había visto por primera vez en aquella celda-había sido suyo.

El ojiazul abrió sus ojos azules sintiéndose extrañamente cómodo, se removió unos segundos entre las sabanas y almohadas de la cama para abrir sus ojos esperando ver las habituales paredes de su celda, pero esta vez fue diferente porque a su alrededor ya no habían barrotes sino que habían hermosas paredes celestes llenas de nubes blancas y esponjosas, giro el rostro confundido encontrándose con un azabache de ojos negros, con solo verlo supo quien era ¿Cómo no hacerlo? Estaba más grande sí, pero él nunca podría olvidar a la primera persona que le habló en toda su vida.

-…Sa…Sasuke-susurro casi sin voz, el azabache asintió feliz de que el rubio lo recordara aunque no estuvo preparado para que este se lanzara a sus brazos provocando que ambos cayeran al suelo.

-…Naruto…-susurro antes de estallar en carcajadas, era la primera vez que alguien lo tomaba desprevenido y conseguía tirarlo al suelo, el rubio lo observo confundido, pero sonrío ante la reacción del azabache, intento ponerse de pie, pero un dolor inmenso en todo su cuerpo provoco que gimiera lastimeramente y se quedara completamente inmóvil.

El azabache detuvo sus carcajadas al oír el gemido y se levantó lentamente para después tomar al rubio entre sus brazos y posarlo sobre la cama delicadamente

-No te muevas…-le ordeno acariciando su mejilla-…tienes muchas heridas y moretones por todos lados-explico poniéndose rígido al recordarlo, el rubio asintió cerrando sus ojos azules disfrutando por primera vez de una caricia sin malicia alguna.

Estuvo dos semanas completas en la habitación del azabache, su captor no se había enterado de nada ya que Sasuke le había informado que este había salido de viaje y que volvería hoy mismo, sus heridas ya casi estaban completamente curadas, sus moretones anteriormente negros ya estaban verdes y desapareciendo, con los medicamentos que le había dado el moreno se había curado aún más rápido y ya no sentía tanto dolor.

Sasuke había despedido a todos los sirvientes de la mansión enviándolos a sus casas mientras preparaba una sorpresa para su tío, Madara Uchiha pagaría en grande lo que le había hecho al rubio.

-¿Estás listo?-le preguntó al rubio con una sonrisa, Naruto asintió caminando hacía el azabache, ambos se subieron a un coche completamente negro y abandonaron la mansión cruzándose con el tío de Sasuke de camino, cuando ya estaban bastante lejos una gran explosión se oyó y pequeños pedazos de hormigón llenaron el asfalto, desde entonces Madara Uchiha no existía.

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Naruto suspiro alzando su rostro de entre sus piernas, que su agresor no existiera no significaba que sus horribles recuerdos tampoco lo hicieran, después de aquello él y Sasuke se habían mudado a Francia aislándose por completo de la familia Uchiha.

Poco a poco el rubio había terminado por enamorarse del azabache y este de él así que ahora vivían allí completamente solos y felices, pero los recuerdos eran recuerdos y estos volvían de vez en cuando recordándole aquel horrible dolor que desearía olvidar para siempre.

-…Naruto-el rubio giro el rostro observando al azabache que se encontraba recostado sobre el marco del gran ventanal, las lágrimas que había derramado durante su recuerdo aún estaban presentes en sus mejillas, el azabache suspiro acercándose al rubio para así envolverlo en un abrazo, como desearía haber vuelto antes de su estúpida investigación, si lo hubiera hecho Naruto no estaría sufriendo.

El rubio escondió su cabeza en su pecho mientras sollozaba y se aferraba a él.

-Lo siento…-dijo el rubio mientras apretujaba el pijama del azabache-…pero, no puedo evitarlo

-Shh…está bien, algún día…todo ese dolor desaparecerá…estoy seguro-le susurro apoyando su espalda contra la baranda del balcón, el azabache sabía que no sería fácil y que muchas de estas noches se repetirían, pero estaba resignado, resignado a pasar cada minuto de su existencia con el rubio, porque él lo amaba y haría cualquier cosa por él…incluso morir.

El sol comenzó a salir desde el horizonte, pero ninguno de los dos le prestó atención, aquella larga noche al fin había terminado, pero los recuerdos dolorosos jamás se irían, solo había una forma de olvidarlos y esa era sustituyéndolos por otros recuerdos nuevos y el azabache estaba dispuesto a crear miles de ellos solo para ver una cálida, brillante y sincera sonrisa en el rostro de Naruto porque lo amaba y estaba dispuesto a todo por él.

Notas finales:

¿Que les pareció?


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