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Nada que perder por Ankin

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Notas del capitulo:

Aclaraciones al final del todo.

NADA QUE PERDER

Capítulo 1: Sábados y Domingos

No supo por qué razón se extrañó cuando Sendoh llegó tarde, mochila en el hombro mientras bebía de un cartón de leche y se comía un bollo. Apenas el mayor lo vio que se acercó hasta quedarse a su lado, se deshizo de su seguramente apresurado desayuno y se quitó los pantalones largos de chándal.

-Llegas tarde- le reprendió.

-He perdido el tren que supuestamente iba a coger. Apenas he puesto un pie en la estación que ha cerrado las puertas y me ha dejado en tierra. Lo siento- se disculpó con una sonrisa.

-Y has aprovechado para desayunar.

-Yep- admitió volviendo a sonreír-, pero venga, no pongas esa cara de angustia, que solo llego veinte minutos tarde, eso para mí es un récord, y más a estas horas.

-Supongo que será en el buen sentido.

Sendoh le robó la pelota de un manotazo.

-Supones bien.

Dribló un par de veces, pasándose la pelota entre las piernas y lanzó a canasta con un fade away. Cuando llegó al suelo después del salto, tenía una sonrisa en el rostro.

-Tu turno, All Star.

No supo que lo enfureció más, si que él precisamente le llamara así, o que lo hubiera usado como amenaza velada. En cualquier caso arremetió contra él con fuerza, recuperando el punto.

-¿Viste el vídeo?- le preguntó cuando el marcador se inclinaba quince a dieciséis a su favor-. Para esto entonces.

Para cuando encestó el tiro imposible de detener de Sawakita, Sendoh recuperó la pelota con gesto ausente, observándola como si en realidad no la viera. No avisó cuando salió de ese estado, ni cuando dribló con rapidez la pelota entre sus piernas, o cuando hizo el amago y el salto con el tiro imposible.

Encestó, igual que él había hecho en medio del partido.

-Eres terrible- le dijo con tono infantil-. Mira que intentar darme envidia…

Le robó la pelota y pasó por encima de su defensa, o eso creyó hasta que se vio debajo del aro pero con Sendoh delante, mirándolo fijamente.

-No te distraigas- le advirtió quitándole el balón de las manos y corriendo hasta la otra canasta para marcar-. Contrataque rápido, marca indiscutible de Shohoku- murmuró haciendo botar la pelota-, ¿No crees, All Star?

-No me llames así- protestó observándolo fijamente, viendo como sus dedos impulsaban la pelota contra el suelo una y otra vez, lenta pero rítmicamente.

-¿Prefieres el apodo de Novato estrella?- le replicó aumentando el ritmo de bote.

-Me llamo Rukawa. Y punto. Yo no voy poniendo apodos estúpidos por ahí.

Sendoh le sonrió antes de pasarle misteriosamente el balón.

-¡Alley oop!- le gritó corriendo hacia la canasta.

Le concedió el pase sin pararse a pensar siquiera. Sólo cuando Sendoh encestó, quedándose agarrado al aro, cayó en la cuenta.

-Ese punto no cuenta- dijo acercándose hasta quedar a su lado.

Sendoh cayó al suelo con ambas piernas.

-Claro que no, Rukawa.

Si estuviera en su naturaleza ser expresivo, estaba seguro que habría sonreído, pero como no lo estaba, simplemente recogió el balón y enfrentó a Sendoh de nuevo, que ya lo esperaba agazapado debajo del aro.

-Me duele todo- admitió Sendoh cuatro horas más tarde, sentado en el frío suelo de la cancha-. ¿A ti no?

-Estoy cansado- concedió sentándose a su lado-, pero podría continuar.

-Pues practica tu solo, yo ya tengo suficiente por hoy.

Mirándolo mientras bebía agua y se tumbaba para descansar, el despiste de Sendoh le vino a la mente.

-Te equivocaste en el nombre.

-¿Qué?- le preguntó poniéndose la sudadera en la cabeza para taparse del sol.

-Que te equivocaste en el nombre. Al jugador que no pudiste ganar era Sawakita, no Kitasawa.

-Eso supuse cuando oí los gritos de Sawakita en la grada, pero no le di mayor importancia. No pensaba que lo fueras a recordar.

Rukawa apartó la mirada y la fijó en el aro de la canasta.

-Me acordé de nuestro uno contra uno en el partido.

-¿Por eso empezaste a pasar la pelota?- rio incorporándose para mirarlo.

-¿Te diste cuenta?

-Claro. El Rukawa pre-Nacionales jamás hubiese hecho eso. ¿Quién sabe? A lo mejor en el campeonato de invierno me ganas.

Se puso en pie, sacudiéndose la tierrecilla de los pantalones.

-No tendría gracia si lo hiciera. ¿Entonces que haría?

Sendoh le tendió la mano para que lo ayudara a levantarse.

-Tienes razón. Me seguiré esforzando entonces, no pienso ponerte las cosas tan fáciles.

Cuando estuvo de pie y recogiendo sus cosas, lo llamó.

-Sendoh.

-¿Qué?

-¿Hubieses podido contra Sawakita de haber sido tu el que jugara contra él?

Se tomó apenas unos segundos para responder.

-No lo sé. No lo creo, ese tío es jodidamente bueno.

-¿No?

-No en un uno contra uno, eso seguro- confesó colgándose la mochila al hombro-. En lo demás también es bueno pero… bueno, ya te diste cuenta tu mismo, ¿No?

Asintió.

-¿Nos vemos el domingo que viene?

-En realidad puede ser el sábado por la tarde- le dijo-. Le comenté al entrenador Taoka sobre entrenar los sábados por la mañana en vez de por la tarde y le pareció bien.

-¿Misma cancha, tres de la tarde?

-¿Por qué no quedamos un poco antes y vamos a comer? Hay un puesto de Ramen por aquí cerca…

-¿Una?

Sendoh le tendió la mano con una sonrisa.

-Nos vemos.

-Adiós.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

-¿Y Sakuragi como está?-le preguntó el sábado mientras estaban sentados en una mesa, esperando a que trajeran sus platos.

-Por lo que nos dice Haruko se encuentra bien. Y por lo visto la lesión no es tan grave como parecía, en un mes más ya está dando botes de nuevo.

Sendoh rio escandalosamente.

-Deben ser divertidos vuestros entrenamientos. Sakuragi tiene pinta de ser divertido, fantasmón, pero gracioso.

-¿Tu no eres gracioso en los entrenamientos?

-¿Yo?- preguntó incrédulo-. ¿Por qué iba a serlo? Los entrenamientos son cosa seria.

Se encogió de hombros.

-Siempre te imaginé como alguien que hacía bromas.

-En absoluto- respondió-. Soy alegre, pero no me divierto constantemente. Los entrenamientos de resistencia son un coñazo, ¿Quién puede ser feliz mientras saca el hígado por la boca?

-Sakuragi.

Sendoh rio de nuevo.

-Eso tampoco está mal. Tener a alguien que te alegre es algo positivo. En serio, nosotros a veces parece que vayamos a caer en depresión, hasta que salta Hikoichi con sus estadísticas y nos dan ganas de saltar por la ventana, o acabar antes con tal de no escucharlo.

-Sois malas personas- contestó con un amago de sonrisa-. Me apiado de él.

-¿Kaede Rukawa apiadándose de alguien?

-No soy tan frío como parezco.

Sendoh dio las gracias mientras les servían los platos.

-Ya lo veo. Puedes decir más de dos palabras seguida sin que una de ellas sea idiota o capullo. Si al final resulta que todos tenemos nuestro corazoncito…

-Idiota.

-Capullo.

Y sin saber por qué, sonrió de nuevo. Sendoh le devolvió la sonrisa mientras separaba los palillos.

-Buen provecho.

.-.-.-.-.-.-.

Rukawa observó taciturno como Sendoh, literalmente, metía la cabeza bajo el chorro de agua de la fuente a la que se había acercado para beber. Cuando acabó, se pasó la mano por el cabello, tratando de acomodarlo.

-¿Está fría?- le preguntó mientras se secaba la cara con la camiseta.

-Helada- respondió el otro-. Sienta bien.

No necesitó más confirmación que esa antes de hacer él lo mismo. Tal y como le había advertido, el agua estaba helada, pero se sentía extremadamente reconfortante después de haberse pasado casi cuatro horas jugando. 

Una vez hubo decidido que tenía suficiente con helarse la cabeza, se apartó de la fuente y se acercó a Sendoh, que se había tumbado en el suelo frío de la cancha, igual que había hecho la semana pasada.

-Estoy muerto- afirmó cuando se acercó a él-. Y no miento.

-Los muertos no hablan.

Sendoh se incorporó.

-Tienes razón, pero una cosa no quita la otra.

-Si tú lo dices…

Se sentó a su lado, dejándose caer de espaldas hasta que pudo ver el cielo con árboles que taparan su vista. Por el rabillo del ojo, pudo ver como Sendoh volvía a recostarse, apoyando la cabeza sobre uno de sus brazos.

-¿Quieres que mañana quedemos también?

-Claro.

-Entonces me voy ya. Necesito reponer fuerzas- dijo poniéndose en pie. Rukawa se levantó sobre sus codos-. ¿Nueve?- Asintió distraídamente-. Hasta mañana entonces, que vaya bien.

-Adiós.

No obstante, aunque Sendoh ya se hubiera ido, él se quedó un rato más tumbado en la cancha, viendo como el cielo oscurecía por momentos. Cuando adquirió un tono púrpura rosado en el horizonte, decidió entonces ponerse en pie, recoger sus cosas y marcharse a casa.

El día siguiente  pasó igual que el anterior domingo. Jugaron juntos un rato, charlaron un poco y cada uno volvió a su vida por la tarde. Sin embargo, en las siguientes semanas, cambiaron el horario, decidiendo alargar las jugadas del domingo hasta que cayera la tarde.

-Me estoy helando- se quejó Sendoh un mes más tarde, apresurándose a ponerse la sudadera de nuevo-. ¿Cómo puede ser que de repente haga tanto frío? La semana pasada aún se estaba bien en la playa.

-A mi no me preguntes.

Sendoh se volteó a mirarlo con el ceño fruncido.

-Que poco expresivo eres, por dios- musitó poniéndose los pantalones largos-. Casi estoy por no invitarte.

-¿A qué?

-Mi padre se ha abonado a un canal de pago en el que entran partidos de la NBA. El sábado que viene Los Angeles Lakers contra Chicago Bulls, ¿Te apuntas?

-¿Pero no vas a invitar a tus compañeros de equipo? Sería lo lógico.

-También van a venir- respondió-. No todos, por eso, pero a la mayoría los conoces. ¿Qué me dices?

-No lo sé. Nunca he hablado con ellos.

-Vente, puede estar bien- le insistió-. Son buena gente.

-Te digo algo durante la semana.

-Bien. Por cierto, es el sábado por la noche, aunque nosotros habíamos pensado juntarnos un poco antes, pedir unas pizzas y ver el partido. Si no puedes venir por culpa del horario del tren no te preocupes, puedes quedarte a dormir en mi casa.

-Te digo algo.

-Está bien- contestó mientras él se acercaba a recoger la bicicleta, pero justo cuando acababa de quitarle seguro, lo llamó de nuevo-. ¡Rukawa!

-¿Qué?

-Me gustaría que vinieras, en serio.

-Eres pesado, ¿Sabías?

Sendoh simplemente le sonrió antes de verlo partir.

.-.-.-.-.-.-.-.

Finalmente aquél sábado no fue a ver el partido. Cuando quedaron el domingo por la tarde, porque según Sendoh se había acostado muy tarde y no estaba para jugar en condiciones, lo recibió con un escueto saludo antes de casi apalearlo.

-¿Pasa algo?- le preguntó cuando Sendoh evitó por cuarta vez consecutiva el contacto directo entre ellos, practicando una y otra vez tiros de largas distancia alternados con algún fade away.

-Estoy practicando. ¿No es eso lo que hacemos siempre?

-No si pasas de mí. Estoy aquí para algo, ¿Sabes?

Sendoh dejó de botar la pelota antes de abrazarla con ambos brazos.

-Y mi invitación también estaba ahí y has pasado olímpicamente de ella- contestó encogiéndose de hombros-. Y no me enfado por eso.

-¿Qué no te enfadas?- casi sintió ganas de gritarle-. ¿Y qué es lo que te pasa entonces?

Le lanzó la pelota con tanta fuerza que la mano le escoció al cogerla.

-Mantuve la esperanza de que vinieras hasta el último minuto. Aunque luego me di cuenta de que era imposible de que vinieras, porque ni tan siquiera tienes idea de donde vivo.

-¿Por qué era tan importante entonces que fuera?

Volvió a encogerse de hombros.

-Me hacía ilusión, yo que sé. No nos vemos más allá de la cancha pero…

Se lo quedó mirando con los ojos brillantes. La última vez que alguien lo había mirado así, recordó, fue cuando estaba en el instituto Tomigaoka y un grupo de chicos amables se acercó a él, preguntándole si quería unirse a ellos.

-Este sábado es Memphis contra Bulls, ¿No? Si tantas ganas tienes de aguantarme invítame entonces.

Sendoh le sonrió antes de robarle el balón.

-¡El ganador de un veintiuno paga la merienda!- exclamó corriendo ya hacia al aro.

-¡Hey!

.-.-.-.-.-.-.

Vivo en un edificio que hace esquina y ocupa toda esta manzana”  intentaba explicarle Sendoh por teléfono tres días más tarde. “Delante hay edificio muy pijo con piscina, sigue las indicaciones para llegar allí después de salir del tren y no tendrás problemas” Continuó. “Eso si, hay tres edificios pijos, el mío es el de más a la izquierda según entras a la calle. Pero has de entrar por la Calle General, no desde la secundaria, porque entonces es el del lado contrario, ¿Entiendes?

-No.

Sendoh suspiró al otro lado de la línea.

“¿Quieres que te recoja en la estación?”

-No.

Vale…” musitó. “A ver, estate atento, no vaya a ser que te pierdas de nuevo a la mitad de la explicación” le advirtió. “Al salir del tren, ¿Te acuerdas de qué parada es, no?” ante su respuesta afirmativa, continuó. “Verás que hay señales que te dicen hacia dónde dirigirte, pues bien, pasa de las que dicen centro ciudad y tira en dirección contraria a la de la playa. Tres metros más adelante te encontrarás un autobús, si quieres cogerlo allá tu, pero yo no te lo recomiendo, aún te vas a pasar la estación, así que continúa calle abajo hasta que veas unos letreros grandes que te vuelven a indicar centro ciudad. Tira en esa dirección un  par de calles, hasta que veas un anuncio gigante sobre televisiones de pago y, abajo, un cartelito muy pijo con una flecha. Sigue la flecha hasta el desvío, y te metes por la calle de en medio, nada de las laterales, que vas a acabar en el lado contrario al que quieres ir. Mi edificio es, entonces, el que te queda enfrente a la izquierda según llegues, ¿Entiendes ahora?

-Creo que si.

A ver”.

-Dirección contraria playa, no centro ciudad, calle abajo, centro ciudad, anuncio pijo, calle de en medio, edificio de enfrente a la izquierda.

Bien, has estado atento ahora” lo felicitó, haciendo que, momentáneamente, se sintiera orgulloso. “Si te pierdas hay cabinas por ahí. Dime que es lo que ves a tu alrededor y te iré a buscar. ¿Tienes bien apuntado mi número?

-Si.

Entonces nos vemos el sábado” se despidió. “¡Ah! ¡Y acuérdate de traerte el pijama!” añadió con felicidad.

Colgó sin apenas contestar, pero sabía que Sendoh no se enfadaría por ello. No obstante, cuando lo hizo, fue él el que se sintió mal.

Notas finales:

Cortito de nuevo, pero prefiero dejar así el capítulo que no alargarlo tontamente para cumplir la auto-mínima longitud de páginas. Estas cosas pasan, a veces hay poco, otros mucho y otro normal.

Bien, como no he recibido excesivos reviews no sé si esta historia gusta, apesta o es pasable, así que os pido que me hagáis llegar algún comentarillo. Eso si, a los recibidos, gracias de todo corazón. (Técnicamente, cuando envíe el capítulo, ya os habré contestado, si no tranquilas, que lo haré xD).

Como dije en el anterior capítulo los Spoilers no son muchos, pero si son bastante orientativos sobre lo que pasa durante el campeonato nacional. Aquí, por ejemplo, tenemos la alusión a Sawakita (o Kitasawa, según Sendoh), la lesión de Sakuragi (sniff, estuve al borde del llanto cuando lo leí por primera vez), y el cambio de juego de Rukawa en medio del partido. Por cierto, ¿Soy la única que se emocionó como una tonta al estar leyendo el partido Sannoh-Shohoku y que, de repente, a Rukawa le viniera el recuerdo con Sendoh? Aunque también debo decir que el “Sígueme a muerte” me tocó más de lo debido la fibra sensible, así que, supongo, que en algún momento haré alusión a ello (No, tranquilas, no voy a cambiar de pareja, ni a ser una chaquetera, eso simplemente no va conmigo. Soy fiel a SenRu hasta la médula).

El título del capítulo creo que es bastante fácil de entender. Sábados y Domingos viene a englobar, básicamente, los días en los que Sendoh y Rukawa se ven para jugar. Ah, y respecto al título del fic “Nada que perder”, tiene ese nombre porque fue la primera cosa que se me ocurrió después de mucho pensar. Para los frikis, frikis diré que está sacado de un capítulo homónimo de Slam Dunk (Y que no es la primera vez que uso como título (si, lo sé, no tengo imaginación para eso)).

Pues nada, que si habéis leído hasta aquí os felicito y espero que os haya gustado.

¡Nos leemos!

Ankin


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