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Heaven is down... your feet por H2NJ Dess Hayashi Nao

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Notas del capitulo:

Lo editare hasta que quede descente... u.u...

No quedó tan descente como quiciera, pero le di una limpiadita.

Creo que al fin lo dejé a mi gusto... Gracias por Leer!

 

Hayashi Nao~!

–Así no  vas a sentirte mejor –aún sin abrir los ojos Ciel captó el susurro en la oscuridad que se disipó conforme despertaba; confundió la voz ¿Sebastian? Pero al enfocar bien descubrió a Naoji. El japonés sostenía el libro que Ciel había estado leyendo. A diferencia del medio día, ahora el castaño vestía de forma occidental, con un traje café y camisa blanca, su cabello y su mirada seguían iguales.


–Que falta de educación –fue lo único que se le ocurrió a Ciel –debiste haberme despertado antes de acercarte tanto –ya despierto se detuvo a observar, junto a los libros había una tetera humeante y una taza.


–Lo intenté, pero no reaccionaste, dormirás mejor en tu habitación.


–Gracias, prefiero seguir leyendo… ¿Pueden llamar a mi servicio? –Era marcado el acento de indiferencia que usaba el inglés, tanto en su voz como en su actitud. La diferencia entre Ciel y Naoji radicaba en que el primero actuaba en forma déspota y el otro en forma distraída.


–Si te refieres a la joven mucama, se ha ido.


–¿Qué? –el joven inglés hubiese querido disimular mejor su expresión, al parecer la somnolencia lo tenía desubicado aún así trataba de disimular su temor. Aunque Naoji le prestaba atención le restaba importancia a su rabieta. Para el japonés le estaba pareciendo un joven demasiado mimado, lamentando haber supuesto que era alguien más interesante.


–Por regla de la academia sólo los alumnos tenemos acceso a los dormitorios, y parecía innecesario que se quedara aquí si tu malestar era mínimo.


–¡A mí no me importan sus reglamentos, sólo yo podía disponer de Maylene!


–Tu arrogancia sobrepasa a tu apariencia. Lo correcto es que ella tome sus propias decisiones respetando las normas de cada lugar. –Naoji no le regañaba, sólo parecía exponer los hechos de una forma lógica –Es una empleada a tu servicio, pero una persona libre… y si tienes tanta energía bien podrías arreglarte tú sólo con lo que necesites –no fue ni un poco grosero, hablaba con su tono calmado pero con expresión firme.


Aquel castaño de ojos tristes y distantes, parecía impasible y siempre correcto, dejando al inglés desubicado. Ciel tenía por costumbre exigir y no medir sus palabras, seguir esa conducta sólo sería darle la razón a Naoji.


Una vez recompuesto el noble inglés se animó a hablar con un notorio tono de indignación.


–Sabes bien que no puedo hacerlo… –hubo algo de tristeza en su mirada mientras hablaba –incluso ahora sólo estoy perdido y cansado, así que no digas tonterías tan fácilmente y menos a un invitado.


El instante de melancolía fue captado por Naoji, recordándole la primera vez que lo vio… tal vez se necesitaba más de una impresión para entender bien al conde. Se acercó al pequeño poniéndose en cuclillas frente a él para buscar su mirada –tú… en verdad te sientes así ¿No es cierto? –No estaba seguro de cómo acercarse a una persona así.


–Qué… ¿Qué haces?…  –Las mejillas del más pequeño se ruborizaron al encontrarse de nuevo con los ojos castaños.


Naoji guardó sobre sus labios lo que pensaba de Ciel, esperando un mejor momento Tú, que aún tienes lo más importante, ¿Te sientes solo? Tú que aún te tienes a ti mismo, alguien que es capaz de aferrarse a sí mismo y sobrevivir así…–Disculpa… ¿Quieres que te lleve a tu dormitorio? –La turbación de Ciel desapareció cuando Naoji se alejó.


–No, en realidad prefiero retomar mi lectura… –hizo una leve pausa, recordando que el hambre y el cansancio lo atormentaban relajando su actitud arrogante –aunque… podría tomar un poco de té, sólo hace falta una taza.


–Confundes el verdadero honor con el orgullo, por ahora puede estar bien, pero llegará el resultado y no te podrás quejar Conde Phantomhive.


El menor chasqueó la lengua, si el castaño lo conociera como pretendía hacerlo sabría que a alguien como él lo único que le quedaba en este mundo era su orgullo. Lo más interesante era que lo llamase por su nombre sin haberse presentado con todas las formalidades que debían tener, lo recuerdos de su llegada eran vagos aún así estaba seguro de no haber sido presentados. Sonrió de lado con un sonido de despreció.


–¿Qué les enseñan aquí? Por lo visto la clase de modales es un fracaso. Para hablarme de esa forma primero deberías preséntate.


Naoji suspiró algo hastiado, e inició su improvisada presentación con una reverencia al estilo japonés –Sea bienvenido a la Academia Rosenstolz, mi nombre es Ishitsuki Naoji y al igual que usted soy un extranjero que ha sido bienvenido en este reino.


Por un momento Ciel no supo cómo responder a la repentina formalidad, fue como si estuviesen separados por kilómetros de distancia, una sensación contraria a la que Naoji le había trasmitido, pese a que hasta ese momento se estaban conociendo.


El inglés recordó la primer impresión que el japonés le había causado cuando le vio entrenando con su arco, aún así mantuvo su distancia, escudándose en la “diplomacia” –A la Reina le alegrara saber que la labor diplomática será aún más extensa… –hizo una pequeña pausa y el otro chico se limitó a asentir con formalidad –Naoji… ¿Puedo llamarle así?– el japonés aceptó con una delicada reverencia.


La tensión parecía volverse algo físico, como si la densidad del ambiente se congelara entre ellos. Para Naoji la academia era un segundo hogar y tanta hostilidad le parecía ajena y muy lastimosa, sólo por eso esbozo un gesto amable y volvió a hablar –¿Vamos por la taza?


Caminaron por los oscuros pasillos, sólo iluminados por un candelabro hasta la cocina. Naoji sabía que el inglés no había probado bocado en casi todo el día, así que rápidamente alistó una charola con un segundo servicio de té y un platón con galletas. Para repetir el camino de regreso.


–*–


Ciel no esperaba probar un exótico y exquisito té, como Sebastian lo tenía acostumbrado, estaba preparado para conformarse con té y galletas simples. Lo curioso fue descubrir un aroma exquisito y una textura deliciosa en el té, lo cual supo reconocer era producto de quien lo hizo, algo parecido sucedió con las galletas.


Por cortesía le hizo el comentario a Naoji, dirigiendo la alabanza al cocinero.


–Me alegra que te gustara. El té suelo hacerlo a diario y las galletas las ha hecho Maylene…


Al menos en cuestión de alimentarlo Naoji podría haber competido contra Sebastian, pero que Kuchen fuera un lugar tan maravilloso que le quitase lo torpe a Maylene era ya extraordinario; eso hasta que Naoji le explicara con disimulo que había sido él quien guió a la joven en dicha labor, algo digno de verse: un humano, que sin saberlo, se estaba midiendo con un demonio.


Tras beber el té, y comer casi todas las galletas, Ciel intentó proseguir con su lectura al igual que Naoji. El silencio en la pequeña biblioteca se volvió paz, y el inglés se sintió tranquilo, olvidándose de todo lo demás. Por su parte Naoji había intuido que para adentrarse en el misterio que le presentaba el pequeño inglés debía darle su espacio y ganarse su confianza, así que se limitaba a verle de reojo de vez en cuando.


En poco tiempo Naoji se había concentrado en su lectura, hasta que el sueño le asaltó y recordó a Ciel. El pequeño se había quedado dormido, Naoji se dio el tiempo de acomodar las cosas y después intentar despertarlo, evitando altercados inútiles. El de ojos azules apenas si se despabiló para ser guiado a su habitación por el castaño, avanzando en estado somnoliento de tal forma que Naoji se tuvo que encargar de meterlo a la cama y arroparlo. Apenas Ciel se sintió en la cama  se acurrucó, cerca de caer en sus sueños más profundos reaccionó al sentir que Naoji salía de la habitación.


–Tú… ¿No te aprovecharas? –musitó el menor intentando enfocar al asiático, mas terminó cediendo por completo al sueño.


–*–


Al día siguiente Ciel despertó hasta cerca del medio día, sin recordar cómo había regresado a su dormitorio y antes de preocuparse de eso repasó los sucesos desde el inicio de su viaje y supo que no podría mantener la farsa, y menos frente a Naoji.


Maylene se había empeñado en irlo a ver esa mañana, no sólo porque Sebastian le hubiese encargado el cuidado de su amo, sino por una sincera preocupación de parte de la mucama y Ciel ya no tuvo ganas de seguirla engañando, pero no regresaría derrotado por un demonio tonto. Tranquilizó a su mucama y a sí mismo, con la determinación de  “corresponder” el abandono de Sebastian. Usaría a la mucama tanto como pudiese hasta adaptarse a su estancia en Kuchen, aunque aún no tenía claro cómo lo haría. Por el momento le dio algunas instrucciones a la joven, quien se retiró a cumplirlas.


Para distraerse Ciel retomó el libro que leyera la noche anterior. Un par de golpecitos sobre la puerta lo interrumpieron momentos más tarde, suponiendo que era la mucama no atendió a la puerta, en cambio se limitó a dar permiso de entrar.


–Buen día Ciel –El menor alzó la vista y se encontró con Naoji, quien llevaba la charola con el desayuno. Al inglés le parecía ver al mayordomo sobre la figura del castaño, mas la tranquilidad en la voz de Naoji no se podía confundir con la voz de Sebastian Tan diferentes… Entre sus pensamientos escuchó la explicación de que la mucama se había lastimado –ah… y ¿Está bien? Quiero decir ¿Se ha hecho daño?


–Sólo unos raspones… también tú te ves mejor –La charola esperaba sobre una pequeña mesa, porque Naoji no era Sebastian ni tiene nada que ver conmigo, el encontrarnos ha sido una coincidencia, así que no hay porque compararlos: Naoji no es Sebastian.


Tal vez por eso no sabía cómo actuar con él. De forma torpe le agradeció por ocuparse de él y de Maylene, aún así tenía una sensación peculiar, le producía una ligera desconfianza. ¿Por qué alguien que no sabe nada de mí se preocupa?


Para relajar el momento Ciel guió la conversación al recorrido que tenían planeado por la academia, por coincidencia la respuesta del castaño le dio la oportunidad de satisfacer su duda.


–Había venido antes para que te alistaras, pero Maylene dijo que aún dormías y preferimos dejarte descansar.


–¿Por qué te has interesado tanto en mi salud? –de un momento a otro la voz de Ciel se había vuelto seria, así como su actitud.


–Lo dijiste anoche, eres un enviado diplomático y aunque mis ideales están comprometidos con mi país natal, durante el tiempo que esté aquí y cuando me requieran, también me comprometeré con éste reino, tú que vienes con las mismas intenciones lo deberías comprender.


Así que era eso


–Sí, lo entiendo, entonces estuvo bien que llegase antes –Era como si Ciel se sintiese decepcionado de no ser más que un interés político para el joven japonés.


–Eso parece, sólo tenemos dos días antes de que empiecen las clases, entonces será complicado mostrarte lo importante, así que en cuanto estés listo te espero en la biblioteca ¿Está bien?


–Sí, supongo que Maylene tendrá que irse hoy, y tendré que acostumbrarme a estar solo.


–Está bien sentirse triste porque estás lejos de tu país… pero dudo que en este lugar llegues a sentirte solo, aunque insistas en lo contrario, si pensarás un poco más en aquellos que te rodean estoy seguro que cambiarias de parecer –Ciel no podía encontrar un auténtico regaño en su voz ni en su mirada tan… ¿cálida? De no ser por algo como eso hubiese montado en cólera, jamás permitiría a nadie hablarle de soledad.


Pero los ojos de Naoji no veían a Ciel, estaban perdidos en sus propios pensamientos… Acaso ¿Se está dirigiendo a sí mismo?


–Lo dices por ti… –Ciel no podía quitar ese tono altivo de su voz… tan acostumbrado a defenderte por ti mismo que lo haces sin pensar ¿no es así Ciel?… pero sabía cuando era imprudente –disculpa, no es mi asunto –corrigió de inmediato el inglés.


–Supongo que tienes razón, lo dije más por mí mismo que para ti, debo disculparme… –y sin dejar que le respondiera se dirigió la puerta, misma con la que recibió un golpe, su mano se dobló y su frente chocó con la orilla. Al otro lado estaba Maylene.


Pese a la angustia incontrolada de la mucama y la preocupación de Ciel, el japonés insistió en que era un daño menor y él se encargaría, para que ellos pudiesen terminar de hacer sus actividades.


La angustia de la joven pelirroja se debía a que necesitaba la ayuda de Naoji. En primer lugar porque había un desfase tecnológico entre Inglaterra y Kuchen* que la ponía en aprietos para cosas tan triviales como preparar la bañera y después porque nadie la había querido ayudar porque sólo los estudiantes tenían “dominio” de los dormitorios.


Cuando al fin había logrado vencer sus tartamudeos fue interrumpida por Ciel quién le indicó que se retirara de la Academia. Acordando con Naoji que podía quedarse en casa de su tutor para regresar a diario y ayudar con algunas de las cosas que Ciel necesitara.


Resignada la chica se retiró junto con Naoji.


Por su parte Ciel volteó a ver su equipaje que seguía sin ser ordenado. Era vergonzoso que siendo cerca del medio día no había tomado aún un baño, y ya debía de estar listo para cumplir con las formalidades de su viaje. Se entretuvo un momento con una maleta, pero como no tenía ni la más remota idea de qué ropa elegir terminó arrastrando con la maleta hasta el baño.


–*–


Mientras Maylene traba con torpeza de pedirle un favor al joven japonés escucharon un golpeteo de cosas cayendo y algunos quejidos. La mucama asustada no supo qué hacer, Naoji entró corriendo hasta la habitación del inglés mas no lo encontró. Escuchó quejidos que procedían del baño, y ahí encontró a Ciel tirado en un charco de agua aún humeante por su alta temperatura, a un lado una maleta abierta y algunas cosas desperdigadas por el piso.


Ciel se sentía un tanto humillado al ser descubierto por Naoji, así que en silencio el japonés procuró atender la parte enrojecida de un brazo, con agua fría y jabón.


–¿Por qué lo hiciste?


–Tonto… no fue apropósito –masculló el menor con molestia.


–Lo sé, me refería a por qué fuiste tan necio de esforzarte en hacer todo tú solo. Hokori… –la voz del japonés era apenas un susurro, saliendo con un ligero tono de enojo, mas Ciel vio que sus ojos seguían sin verlo.


–Sigues hablando por ti mismo, si yo soy orgulloso, tú no puedes dejar atrás tus dudas ¿Quién te crees para dar apoyo a quien no lo pide, cuando ni siquiera puedes ayudarte a ti mismo?


–Disculpa, tienes razón… soy un humano lleno de defectos, pero intento superarlos y mejorar.


Esa es la diferencia entre nosotros, yo no tengo tiempo de cambiar ni la necesidad de hacerlo… –gracias, Maylene terminara la curación –Ciel salió del baño, dejando pensativo al japonés, quien tras un momento se retiró.

Notas finales:

*Este "desfase tecnológico" se debe a que Meine Liebe se dasarrolla más o menos medio siglo después de la época en la que está planteado Kuroshitsuji, aún así he trato de sintetizar ambas épocas lo mejor posible con la idea de que sólo en el país de Kuchet es dónde se ha dado un auge tecnológico, mientras la mayoría de los paises siguen resagados en ese aspecto. Por sí les interesa ML tiene de base al país de Alemania (Kuchen, Strahl y otras palabras del anime están en alemán) y la época previa a la Primera Guerra Mundial, mientras que Kuroshitsuji se desarrolla justo antes de la Revolución Industrial, es decir la época victoriana estaba por culminar. No hay mucha diferencia, pues son unos cincuenta años, pero en la realidad fueron épocas de grandes avances tecnológicos.

**Hokori es la palabra japonesa para decir "orgullo".


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