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Heaven is down... your feet por H2NJ Dess Hayashi Nao

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Notas del capitulo:

Continúa de forma directa al anterior, pero explica más cosas(?)  -.- algún día lo mejoraré... espero.

No sé si mejoró o no, pero bueno le di su revisadita n.n!! Muchas gracias por seguir leyendo!!

Hayashi Nao~!

Se había hecho tan tarde que la hora de la comida llegó antes de darse cuenta. Cuando Ciel salió de su dormitorio se encontró con Maylene, la mucama notó que los botones, el cuello y hasta los puños del traje estaba bastante desaliñados y la duda de que el menor no pudiera valerse por sí mismo le asaltó, aún así la decisión había sido tomada y ese misma tarde se iría de la academia. Con disimulo buscó acomodar de forma decente la apariencia de su joven amo.


Naoji ya estaba en la planta baja y se disponía a ir al comedor común, mismo que no usaba durante el periodo escolar, pero hoy estaría a entera disposición suya y de Ciel, a quien vio bajar las escaleras interrumpiendo sus pensamientos.


El castaño se acercó al pie de la escalera con su mirada fija en el inquieto conde, una vez lo tuvo cerca quiso hablarle pero no sabía cómo obviar el incidente del medio día. Por su parte el inglés lo que quería era mantenerse “alejado” de ese hombre, así que se había puesto en una actitud digna pero apenas vio al japonés y su fortaleza se derrumbó, le enojaba la mirada triste y casi distraída del asiático, era como acusarle de algo que no había hecho.


Ambos extranjeros se sentaron a la mesa hasta que el silencio se les hizo incomodo. Ciel había intentado mantener su actitud, pero cada vez le pesaba más la mirada retraída que pintaba el castaño, así que se resigno a hablar.


–¿Crees que aún podamos hacer el recorrido?


Tras un murmullo de sorpresa el castaño respondió con su habitual pasividad –claro, lo haremos después de comer, según lo que me dijo el director faltaba poco de mostrarte y anoche ya recorriste esta parte de los dormitorios ¿No es así?


–Sí, aunque por la oscuridad terminé sintiéndome perdido.


–Aunque hoy no termináramos el recorrido nos quedan un par de días… ¿quieres que te explique o muestre algo en específico?


–Ah… no estoy seguro… sólo platícame cómo es estar aquí.


–Kuchen es un lugar tranquilo, y la Academia Rosenstolz es la base para ello, aquí se educan a los futuros líderes de este reino… supongo que esa es la principal razón de que hayas venido.


–Sí, en Inglaterra la Reina se preocupa por su pueblo, el mundo parece estar a punto de entrar en guerra, y es gracias a la intervención de este reino que algunos conflictos se han solucionado, por eso queremos entablar relaciones más estrechas con ustedes… es decir… que los reinos se fortalezcan.


La conversación continuó conforme comían, entablando una plática simple sobre los deseos de los reinos y sus objetivos, la forma  más sencilla de mantener las apariencias y convivir tranquilamente, era hablando de política.


–*–


Después de comer Ciel y Naoji salieron de los dormitorios, repasando parte del recorrido por los jardines, llegando a donde se había interrumpido el día anterior.


–Como vez el espacio que ocupan los jardines es amplio, suelen ser muy tranquilos, incluso aquí que es un punto alejado y que es limitado por la vertiente de un río.


–Ahí… ¿también es tranquilo? –El noble inglés se había quedado mirando hacía el claro donde Naoji entrenaba el día anterior.


–Sí, he tomado este lugar de forma egoísta, aquí es donde trato de aclarar mis ideas.


–¿Para eso es el arco? –Naoji se limitó a asentir mientras se dirigían al claro.


Al entrar, Ciel notó un cambio en el ambiente, de forma natural el claro se aislaba del ruido del resto del jardín y eso propiciaba una gran tranquilidad, en su recorrido advirtió una pequeña cabaña y una banca de piedra.


–¿Lo has construido tú?


Al castaño se le escapó una leve sonrisa y negó amablemente con la cabeza.


–No, creo que lo hicieron para los primeros estudiantes japoneses que vinieron, pues cuando llegué estaba algo abandonado*.


Al seguir revisando  Ciel encontró un pequeño estanque alimentado por el río cercano,y al repasar la arquitectura de la cabaña le recordó las casas tradicionales de Japón.


–De verdad lo extrañas… –pensaba en voz alta– ¿Por qué no regresas? –Sentía que algo iba cambiando conforme se adentraba en los secretos del asiático.


–Aún no puedo… No, aún no debo. Fui enviado con la misma misión que tú: aprender de las cosas buenas de este lugar y de sus ideales para que al regresar a mi nación le pueda ser útil, quiero ayudar a hacer un Japón mejor.


A Ciel se le antojo que alguien le dedicase la misma pasión que el japonés dedicaba  a sus ideales, tanto su voz como su mirada cambiaban al hablar de ello, por un instante se imaginó entre los brazos del castaño, con sus miradas entrelazadas como el día anterior; y así poder sentir ese cambió en el japonés y que ese cambio lo produjera él. La arrogancia de poder provocar aquello hizo presa de él.


–Te he aburrido con mi plática ¿Cierto? –ese rostro que no sonreía, pero lo parecía, su amabilidad directa y franca lo regresaron a la realidad.


–¡Ah!… No, no, al contrario… me gusta escucharte hablar así.


–Aquí podemos regresar después, aún nos falta el invernadero y parte de los edificios de la academia.


–Está bien, vamos.


-*-


El día se les terminaba con una ligera briza que difuminaba los colores anaranjados del atardecer por entre los árboles de aquellos jardines y que enmarcaba a la construcción principal de la academia. Un hermoso escenario que ambos extranjeros se habían detenido a contemplar desde los cristales del invernadero.


Para cuando el asiático supuso que la tarde no tardaría en sucumbir a la noche acordó con el menor que debían retirarse a los dormitorios. Ciel aprovechó para pedirle un rato de conversación, aunque no sabía de lo que podrían hablar, lo hizo más por el capricho que le producía al sentirse el centro de atención del castaño.


–*–


En la mansión Phantomhive se sentía la tranquilidad casi apática de la rutina… y de la ausencia del joven amo; de todas formas Sebastian se encargaba de que todos tuviesen algo qué hacer, en especial él mismo.


Ahora, frente al escritorio vacio de su joven amo el mayordomo trataba de discernir de dónde obtener más información, las pistas que Undertaker le dio las ocultó de Ciel pero tampoco había obtenido más datos acerca de Kuchen.


Su complicada mañana fue interrumpida por la llegada de cierto visitante. Un hombre de piel morena, bajo unos anteojos redondos se veían sus ojos de un azul pálido profundo que llegaban a confundirse con grises e iba vestido con un formal traje militar. Fainne lo había anunciado para que Sebastian lo recibiera en la estancia principal.


 


–Para la Reina usted es una garantía de la seguridad del Conde Phantomhive, por eso le ha extrañado que viajara solo y me ha solicitado entrar a Kuchen como un agente especial que cuidará del Conde.


A Sebastian se le dibujó una sonrisa de ironía tras escuchar las explicaciones del militar.


–En otras palabras han enviado al conde Phantomhive aunque sabían que corría peligro, eso no me sorprende –cambió su actitud por un expresión seria, con la intensión de amenazar al agente –lo que me extraña es que me notifiquen su proceder, que al parecer tiene como finalidad eliminar a mi amo.


El militar frunció el ceño por la acusación, aún así ya tenía previsto que algo así pasaría. –Para ser honesto, no soy más que un oportunista que ha tenido la suerte de caer en este asunto, en varias ocasiones he sido enviado a Kuchen y por eso me han comisionado en el asunto… aún así, siendo un simple militar y con ordenes directas, no puedo cumplirlas sin tratar de mirar bien lo que hay tras de ellas –una vez que se había conseguido la atención del mayordomo sin esa densa atmosfera propia de la intriga prosiguió más tranquilo y con la intención de obtener su ayuda –entenderá que entre mis órdenes no estaba avisarle, pero creo que me alegraré de haberlo hecho, también entenderé si desconfía en mí.


–*–


Naoji había accedido de buena gana, tanto que le invitó una tradicional taza de té para la conversación. Ciel subió directamente a su dormitorio mientras Naoji preparaba el té.


Al entrar con la tetera humeante y los servicios de té sobre una pequeña charola el castaño notó que al menor libraba una pequeña batalla personal para despojarse de sus propios zapatos.


Para evitar un altercado intentó omitirlo, pero la concentración del conde era tal que no escuchó entrar al castaño. Ciel estaba empeñado en resolver esas trivialidades que le complicaban la vida.


–¿Puedo ayudar? –un ligero carraspeo y la atenuada voz del castaño hicieron que el menor brincara del piso al borde de su cama, vaya susto que se había llevado ya que de verdad no había notado que Naoji estaba ahí. Sin decirle más el japonés se agacho, apoyando una rodilla en el piso para sujetar el pie de Ciel –sólo debes buscar el punto medio de todo el nudo e irlo aflojando para al final deshacerlo… –los ojos del castaño no se alzaron ni un momento, no quería incomodar al menor, así que sólo demostró con cierta paciencia la maniobra y dejo el resto a Ciel.


Al inicio el inglés no supo qué hacer con la actitud inesperada del castaño, sus delicados movimientos y su voz tranquila lo sosegaron hasta casi apenarlo mientras ponía atención a las “instrucciones”. Acabando por entender el “secreto” de deshacer un nudo.


En un par de ocasiones quiso expresar su gratitud, pero se le hacía un nudo en la garganta mezcla de orgullo y vergüenza así que sólo volvía a sorber un poco del té que Naoji preparaba tan bien.


Por su parte el japonés notaba la tensión en el delgado cuerpo de Ciel, por alguna razón lo había estado “analizando” con la mirada de pies a cabeza pero con bastante disimulo.


–¿Y si intentamos relajarnos un poco?… –el inglés miro intrigado a su interlocutor –ven, vamos a la bañera, aún estamos a buena hora de ponernos a descansar –Para cuando el menor se dio cuenta bien de lo que sucedía ya estaba en el cuarto de baño, junto con Naoji.


Con bastante soltura el castaño se puso a acomodar unas toallas, jabones y demás cosas mientras la tina se llenaba con agua caliente. Ciel sólo le veía ir y venir de un lado a otro sin entender lo que Naoji pretendía; vió como de repente, dándole la espalda, comenzó a desabotonar su chaleco y se lo quitó, arremangó los puños de su camisa blanca y mientras se desataba los zapatos le habló –también tú, quítate los zapatos y ponte cómodo para entrar al agua.


El conde se escandalizó con ideas incorrectas de las intenciones del japonés, pero su expectativa, su ambición de saber hasta dónde se atrevería a llegar Naoji, lo hicieron seguir el juego.


El castaño se había terminado de preparar justo a tiempo para detener el llenado de la tina y acomodó un par de toallas como si fueran cojines para sentarse a la orilla de la misma.


Naoji metió un pie en el agua caliente de la que emanaba un suave vapor, cerrando sus ojos mientras se acostumbraba a la alta temperatura e iba haciendo descender el pie dentro del agua para aminorar la sensación.


–Tal vez debas esperar un poco, tu piel es muy delicada y creo que dejé el agua muy caliente, pero puedes irte acercando para masajearte los pies.


El inglés no encontraba como catalogar lo que Naoji le decía, parecía muy directo, pero ni una sola vez lo había volteado a ver y su voz carecía de algún tono distintivo: orden, petición, perversidad… Pero en sí la idea le gustaba.


–No, pídelo bien –su orgullo era la forma para obtener lo que deseara… Algo que había fomentado en su carácter por tener siempre a Sebastian.


Naoji le miró con el cejo apenas fruncido y la mirada algo confundida, ese chiquillo era arrogante y orgulloso a su conveniencia, usando esas “cualidades” de su personalidad para obtener lo que quería… pero a veces parecía no saber exactamente lo que pedía, aunque Ciel estuviese convencido de haber sido claro en su petición.


Con voz amable le respondió –pasemos un rato juntos, de esta forma, te sentirás mejor.


Ciel sonrió con malicia para sí mismo y esta vez accedió. Aprovechando que era su habitación la que usaban no sólo se quitó los zapatos, también se puso su ropa para dormir. Se sentía motivado a hacerse cargo de sí mismo, y le molestaba no poder quitarse el parche.


Mientras esperaba a que Naoji le dejara meter los pies al agua Ciel se sentó a su lado y recargó su espalda sobre el costado del castaño, con los dedos de la mano acariciaba la superficie del agua. El poner la mente en blanco por unos momentos le estaba ayudando a descansar, tanto que comenzaba a sentirse adormilado. Su columna vertebral se amoldaba al costado del castaño y se siente bien su brazo sobre mi pecho


Ciel se sobresaltó al notar que el japonés lo había abrazado con el pretexto de evitar algún accidente. Intentó levantarse y lo que consiguió fue meter de golpe ambos pies al agua y salpicar a Naoji, pero el agua ya estaba bastante tibia, sólo terminaron sujetándose uno al otro por el susto de una caída.


En cierta forma la fantasía de ser abrazado por el castaño ya se le había cumplido, pero esa delicada y fuerte sujeción que le hizo sentirse protegido le agradó al menor.


–Perdón.


–Disculpa, ¿Estás bien?


Primero habló Ciel, y casi al mismo tiempo Naoji. El inglés sólo asintió y volvió a sentarse en su cojín improvisado y poco a poco se acercó al japonés recargando su mejilla sobre su brazo.


Naoji quería enseñar a Ciel como masajearse los pies, pero el conde se quedó dormido mucho antes. Sólo lo despertó para llevarlo a su cama, aunque el menor intentó usar sus “cualidades” para hacer que Naoji lo llevara en brazos, cosa que no funcionó.


Al final llegaron a un trato. Uno secaría los pies del otro, Naoji aprovechó para hacer un ligero énfasis con sus pulgares a lo largo de la planta de los pequeños pies de Ciel, quien trataba de controlar el reposo y el ligero placer que le provocaban esas atenciones. Justo cuando comenzaba a ceder dejando escapar suspiros y sin poder sostener su respiración  sintió que era alzado entre los brazos de Naoji y éste lo llevo a su cama.


Ciel fingió estar casi dormido para que el japonés lo terminara de arropar, y aunque quiso detenerlo y pedirle que pasaran la noche abrazados, al ver que la mirada de Naoji aún era distraída y algo triste se contuvo, dejándolo ir.

Notas finales:

*Para aquellos que hayan visto Meine Liebe recordarán cierta cabaña que aparece en el capítulo 5 de la primer temporada (si la memoria no me falla), la cual poco tiene que ver con la que yo describo, pero es mi "fuente de inspiración" para presentar esta.

Aquí dejo el link: https://fbcdn–sphotos–f–a.akamaihd.net/hphotos–ak–frc3/s720x720/208840_465832900095984_406864290_n.jpg 

Y ya que estamos en eso, muchos datos del fic tiene su referentes en las imagenes del anime de ML, eso inluye el ángel que sale en el ending de la primer temporada, el cual al parecer es un mero adorno ahí, aquí no será así n.n!!

 

Gracias por leer.

 

 


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