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Investigando tu corazón por Meyko

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Notas del capitulo:

Después de tanto tiempo al fin pude continuar, la verdad fue muy difícil porque no le tenía fe a este fanfic, sin embargo a ustedes les gustó y eso me hace feliz, pido disculpas por demorarme al rededor de un año.
De todas formas no me convence lo que he escrito, pero espero que les guste más o igual que el capítulo anterior, ah y quería decirles que viene con una bonificación de 343 palabras más (?).

Recuerden que los paréntesis son para pensamientos, ahora sí, no les doy más la lata y los dejo con el fic. 

-Kazu ¿de verdad estás bien?- preguntaba preocupada la madre del más bajo, a través de la puerta

-Sí mamá, sólo estoy cansado- respondió con monotonía mientras yacía sobre su cama, jugando con la PSP, por mera costumbre más que nada.

-Bueno, si necesitas algo sólo dime- le dijo antes de abandonar aquel lugar

-Claro…-respondió el pequeño para sí mismo, dado que se encontraba jugando, sin embargo su concentración estaba tratando de descifrar que le pasaba y producto de eso, perdía-es el peor de mis días…-susurró mientras dejaba sus gafas y el aparato en su velador, para luego sumergir el rostro contra la almohada.

 

En ese mismo momento, en otro lado de la ciudad se encontraba Kinta, vagando por las calles, que desde hace unos minutos se habían tornado mucho más obscuras, la razón, para ver si así lograba aclarar sus pensamientos, o al menos relajarse, dado que el acontecimiento de la escuela le había dejado bastante nervioso. Sin embargo la única idea que tuvo al respecto fue que debía llamar a su amigo si quería entender qué le pasaba. Bastante seguro ya de su decisión caminó hasta el teléfono público más cercano y armándose de valor marcó el número de la casa del castaño, que tenía escrito en una libreta. La espera no fue demasiada, dado que la mamá de Kazuma contestó de inmediato.

 

 -¿Aló?-respondió en seco

­-Eh, hola quería saber si kazuma se encuentra bien- dijo rápidamente, saltándose algunos detalles importantes— digo…soy un compañero de clase y en la tarde él no se sentía bien ¿c-cómo se encuentra ahora? —volvió a formular, sin embargo sentía que lo había hecho mal y que estaba incordiando

 -Hum sí, la verdad es que cuando llegó estaba un poco decaído, desde entonces no ha salido de su cuarto ¿quieres que lo llame?- respondió la mujer, completamente calmada

—Eh! N-no, no hace falta muchas gracias­—se apresuró en decir, pretendiendo colgar, aunque se vio frustrado por la interrupción de la señora

-A propósito… ¿quién le busca?-preguntó empleando un leve tono de desconfianza

-Oh…cierto, disculpe, soy Kinta- rectificó- pero no es necesario que le diga que le llamé, gracias por su tiempo, buenas noches-dijo rápidamente, otra vez, y colgó. Si bien había hablado millones de veces por teléfono, sentía que era la primera en que lo hacía de forma tan estúpida y sin más salió de la caseta con un aire derrotista.

 

Mientras tanto en la casa del menor, este había escuchado toda la conversación de su madre a través del teléfono inalámbrico que yacía sobre su mesita de noche, junto con un millón de otras cosas. De cierta forma estaba feliz y a punto de entrar en un shock fantasioso cuando de pronto sintió que la mujer, que tampoco asimilaba lo de su extraña conversación, se acercaba. Apresurada y sigilosamente se metió en su cama, dejando la luz prendida, dado que la acción contraria sería muy evidente y arruinaría su “plan”. Una vez estando fuera de la habitación, la mujer golpeó con delicadeza la puerta que le separaba de su hijo.

-Voy a entrar- avisó después de no recibir respuesta, llevándose una sorpresa- jum…-gruñó con cierta ternura- si vas a dormirte al menos apaga la luz- regañó al menor, aparentemente dormido, haciendo luego el trabajo que el castaño no se dio y abandonando el cuarto posteriormente.

Cuando al fin se encontró solo, comenzó a divagar- por un momento creeré que me quieres…- pensó mientras que en su mente revivía aquella cercanía con el mayor, fantaseaba su declaración y citas perfectas, hasta que consiguió quedarse plenamente dormido.

 

Mientras tanto en la casa del bicolor, la reciente pareja se había acostado junta, eso sí, después de percatarse que la madre del más bajo dormía.

Repentinamente el peliceleste abrazó por la cintura a Kyu.

— ¡H-Hey!—se quejó éste, con un hilo de voz, dado que no deseaba que su madre, quien dormía en la habitación contigua, despertara.

-Es sólo un abrazo…-le susurró el mayor al oído, dándole a entender que estaba tergiversando las cosas.

-Está bien…-respondió avergonzado, comprendiendo lo que el dragón le había querido decir

-Aunque si quisiera hacer otra cosa estaría bien ¿o no? Después de todo quedé con ganas hace un rato-insinuó el más alto mientras mordía con lasciva una de las orejas ajenas

-NGH!- gimió el chico bicolor, sumamente nervioso y aferrándose de las sábanas. Porque si bien no se opondría a la situación, no quería que las cosas fueran demasiado rápidas y creía que tener relaciones al mes de amorío no era correcto.

-Eres tan tierno…-le dijo el otro mientras colaba su diestra entre las ropas del muchacho

-¡R…!- exaltado, el menor, iba a llamarle la atención, sin embargo el otro le tapó la boca con la mano que tenía libre, evitando cualquier objeción

-Shhh-le hizo callar- no es necesario que te sulfures así, sólo estaba bromeando-aclaró levemente decepcionado de que la reacción no fuese la esperada y apartó sus manos para ponerlas nuevamente sobre la cintura ajena- Buenas noches- dijo por último, besando la cabeza contraria después

­­—B-bu-buenas n-noches— respondió Kyu quien aún era un manojo de nervios.

 

Al día siguiente, de a poco comenzaron a llegar los chicos a clases y aunque la mayoría estaba pendiente de sus asuntos, el mayor del salón notaba algo que le desconcertaba severamente

-(Kazuma no ha llegado…eso es muy raro, él jamás llega tarde o falta)-analizaba, hasta que de pronto una chillona y archiconocida voz le interrumpió

-Me imagino que le debe suceder algo extremadamente grave como para no venir…-Dijo Megu, dándose la libertad de omitir detalles, para que sólo su interlocutor entendiera

-En eso mismo pensaba-respondió el más alto, sin ni siquiera saludar a la muchacha

Entonces ésta, queriendo interiorizar en el tema, se sentó al lado de Kinta y continuó hablando- ¿qué fue, exactamente, lo que pasó?-

El mayor se limitó a gruñir antes de responder- Es algo de él…no me puedo dar el lujo de decirlo sin su consentimiento…-

La pelirosa le miró analíticamente- apostaría a que está enamorado- sonrió

Y entonces algo hizo click en la cabeza de Kinta, de cierta forma, y hasta el momento, lo que le decían tenía completa concordancia. Aunque si fuese así ¿quién era esa persona que hacía sufrir a su amigo? Pensar en esto sólo le enfureció y le produjo celos, si el castaño era como su hermano menor ¿por qué no le había dicho nada al respecto?

En ese instante llegó uno de los profesores y todos volvieron a sus puestos, menos los pensamientos del mayor.

 

Mientras tanto en la casa del menor, su madre intentaba convencerle de que se levantara

-Un día que no asista, no cambiará nada mamá-le decía éste- además…no me siento bien-

-¿Pero qué es lo que tienes?-le preguntó preocupada, sentándose a un costado de la cama ajena para tocarle la frente

-Si tan sólo supiera-sonrió sarcástico- estoy decaído eso es todo- afirmó para que le dejara en paz

-Mm… de acuerdo, pero será sólo por hoy y ni siquiera pienses que te traeré la comida a la cama- negoció la señora

-Está bien, mamá-fue lo último que pronunció el más bajo y luego se echó a dormir.

 

Cuando la jornada al fin se vio acabada, Kinta, que tenía la intención de salir discretamente del establecimiento fue abordado por Megu, quien le sostuvo del brazo para evitar que escapara

-¿Le irás a ver?- preguntó con cierto aire de cotilleo aunque preocupada

-Mm sí-respondió el otro, con pesadez

-¿Te acompaño?-insistió la chica

-Creo que ya es muy invasivo de mi parte ir, pero gracias por el ofrecimiento. Le diré que estás muy preocupada por él-respondió cortante y se fue

La pelirosa se quedó estupefacta, lentamente se giró y cambió el rumbo de su caminata-(Algo muy extraño pasa con estos dos o entre estos dos)-analizaba un poco molesta-(primero Kazuma se comporta de forma sospechosa y ahora Kinta me responde mal, jamás me lo habría esperado de él y a decir verdad jamás imaginé que fuera capaz de usar palabras similares…en fin, si nadie me aclara algo, llegaré yo sola al desenlace)-concluyó, sonriendo con malicia.

 

Pasados unos veinte minutos el mayor logró llegar a la casa del castaño, para variar  salió la madre de éste a recibir a las visitas. Ambos tuvieron una escueta conversación, entonces la mujer se dio cuenta de que ya conocía al visitante, sólo que no le recordaba, en ese momento la llamada del día anterior ya no le parecía extraña.

-Bueno, yo estoy un poco ocupada. Puedes pasar directamente a su habitación-dijo la mujer, marchándose a otro lugar.

El chico sólo asintió y caminó hasta el cuarto su amigo, un poco nervioso y con el ceño fruncido, dado que no entender lo que sucedía le enojaba y más aún sentir que el castaño huía del asunto. Cuando estuvo en frente, llamó suavemente a la puerta.

-Adelante-dijo el menor en un tono plano.

El moreno ante esto entró sin articular palabra, puesto que se encontraba cabreado y cualquier cosa que dijera iba a sonar violenta, de lo cual no tenía intenciones.

 — ¡K-Kinta! —tartamudeó sorprendido al ver de quién se trataba

-¿Podemos hablar?- preguntó el otro, en un tono severo

—S-sí— respondió el pequeño, desviando la mirada—c-cierra la puerta, por favor— murmuró casi con arrepentimiento

Dada la orden y el consentimiento, el mayor cerró la puerta y se acercó al castaño.

Notas finales:

Gracias por leer, espero que les haya gustado. recuerden que cualquier reclamo o idea me la pueden hacer saber sin problemas. Subiré el próximo capítulo el año que viene :D okay no.


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