Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

WHO IS THE STALKER? por Mahozahamy Arisugawa

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 


Hola, muchas gracias a quienes me han leído esta vez no he tardado mucho. La verdad quiero agradecer a Kurogane-san y a America-san por sus lindísimos comentarios, gracias, sin ustedes este capítulo tal vez nunca hubiera sido completado. Creí que la historia era demasiado rara.


ADVERTENCIAS: Infidelidad. Mención muy leve de comportamiento indecente (?). 


Espero lo disfruten: Dedicado a Kurogane-san y America-san. 

 

 

Alfred se soltó de un golpe. ¿Suyo? ¿De qué estaba hablando este tipo?

 

---Un momento, ni siquiera te conozco ¿De que hablas?—se exasperó de inmediato.

 

---Pero si, ya me conoces. Soy yo, Iván.

 

---No, no estás entendiendo—dijo agitando las manos y estremeciéndose un poco en seguida, quería discutir pero aunque no sabía por qué pero este tipo, Iván, le hacía sentirse incómodo—Me largo ahora mismo.

 

---Alfred… ¿Sabes donde estás?—le preguntó Iván con una sonrisa siniestra en los labios.

 

El rubio se prometió no mirar en todas direcciones como le gritaba su instinto. Tampoco quería que se diera cuenta que estaba aterrado. Habían caminado al menos diez minutos desde la estación… pero ¿En que dirección? No podía estar muy lejos de su casa… ¿O si?

 

---No me importa, y claro que sé—dijo con toda la valentía de la que se sentía capaz—Me largo—dijo echando a andar con la frente en alto, dándole la espalda al tipo, fingiendo que sabía perfectamente donde estaba.

 

Iván no intentó detenerlo, solo se quedó ahí, por un momento pareció sorprendido, pero después su expresión quedó horriblemente vacía. Levantó una mano en un gesto extraño… y luego luciendo absolutamente abatido, pero sobre todo decepcionado, se dirigió a casa.

 

Alfred había echado a correr mientras tanto en un ataque de pánico, no sabía donde estaba, estaba oscuro y los recuerdos de la horrible película que había visto, el tipo raro que lo había arrastrado fuera del subterráneo quién sabe hasta donde, parecía ser demasiado para él.

 

Entonces, tras correr por varias calles mal iluminadas a toda velocidad y atravesar un parque que no recordaba haber visto y que ciertamente era siniestro y parecía ocultar un muerto viviente detrás de cada sombra, se encontró en una gran avenida, brillantemente iluminada, con muchísima gente caminando, casi todos parecía trabajadores de oficinas, con maletines y trajes. Mujeres mayores caminaban solas o en parejas, pensó hablar con alguien, pero se sentía estúpido ahora por haber tenido tanto miedo, respiró hondo tranquilizándose.

 

Miró disimuladamente, tratando de encontrar el nombre de la calle. Sin darse cuenta, caminó entre la marea de gente que se dirigía a los clubs nocturnos o a los restaurantes, hasta que alguien chocó con él…

 

---Eh, fíjate por donde caminas—le dijo un hombre, grosero con la punta de la nariz roja, llevaba un vaso desechable en una mano y desprendía un fuerte olor a alcohol.

 

---Perdónalo es un pequeñito—dijo la mujer que le acompañaba, era mucho más alta que el tipo, llevaba un vestido rojo satinado y unos tacones enormes. Sus pendientes brillaban con las luces de la calle.

 

---Pequeñito o no, es un imbécil—dijo mirándolo de arriba abajo.

 

---Disculpe—dijo Alfred con los dientes apretados y cerrando los puños. Había chocado con él pero no era para que se pusiera así.

 

---No le hagas caso, cielo—dijo alegremente la mujer—deberías ir a casa, no es un buen lugar para estar tan tarde y menos para un chico como tú.

 

--- ¿Estás diciendo que no te traje a un buen sitio?—se quejó el tipo encarándola.

 

---Pues sí, pero vamos, yo te llevaré a un sitio bueno de verdad—dijo la mujer sonriéndole con mucho encanto y el tipo pareció olvidar su mal humor.

 

---Adiós tesoro—le dijo la mujer a Alfred—Asegúrate de portarte bien—le guiñó un ojo y arrastró a su ebrio acompañante hasta un pub cercano.

 

El tipo empezó a protestar pero ella lo empujaba. Sacó de su pequeño bolso un celular color verde menta, con un adorno de listones de colores e hizo una llamada con sus largas uñas carmesí sujetando delicadamente el aparato, todo esto sin dejar de empujar al tipo que protestaba. Como si fuera una señal, Alfred recordó que tenía su celular consigo.

 

Se rio, totalmente aliviado ahora. Sacó el aparato y miró la hora, las once de la noche ¿Cómo podía ser? Era tardísimo.

 

Tenía siete llamadas perdidas de Matt otras cinco de sus compañeros, un mensaje de su mamá, varios emails, incluso tres mensajes de voz… Sonrió dándose cuenta que estaba de nuevo en el mundo real, en el mundo de la luz y no en ese mundo extraño de sombras, acosadores y cosas así.

 

Se dirigió a una banca cercana, tratando de no destacar en absoluto, conocía los peligros de la gran ciudad, pero parecía que nadie se fijaba en él. Mandó un mensaje a Matt, y a su mamá, los mensajes de voz eran de su compañero de equipo en el curso de desarrollo de herramientas para el trabajo en equipo… Eduard Von… El tipo de lentes, bastante inteligente pero un poco serio y muy asustadizo… Respondió enviándole un mail, también le mandó un mail a Kiku, con muchas cosas ridículas como caritas y corazones, quería que cuando despertara se acordara un poco de él.

 

¿A quien podría llamar? Lo primero era averiguar donde estaba, levantó la vista al cielo por un momento y se dio cuenta que se había sentado exactamente debajo de una señalización. Eso era suerte, sonrió. Pero ¿quién podría recogerlo en semejante lugar? 

 

La respuesta vino de inmediato a su mente. Toris. El chico había sido su compañero de cuarto el primer semestre que había vivido en la universidad, desde entonces habían quedado como buenos amigos, pero era muy tarde… De todas maneras era la única persona que conocía que tenía coche. Decidió marcar.

 

---O sea como que es muy tarde ¿Te fijas? ¿Quién habla?—respondió una voz empalagosa que para nada era la voz de Toris, ¿Se había equivocado? No, era el número de Toris, decidió insistir.

 

---Hola, estoy buscando a Toris ¿Se encuentra él ahí?

 

---O sea como que ¿Quién habla?

 

---Soy Alfred, ex compañero de cuarto de Toris.

 

---Ay, ¿En serio eres Alfred? Mucho gusto, soy Feliks, Toris, habla así como que un montón sobre ti.

 

---Mucho gusto, Feliks—dijo siguiéndole la corriente, trató de no preguntarle nada, tenía la impresión de que podía dedicarse horas a contarle una larguísima historia si le preguntaba algo.

 

---Ay, perdón, como que querías hablar con Toris ¿Verdad? Te cuento que se esta bañando ahora, pero estoy yo… ¿Pasó algo?

 

---Umm pues no quisiera molestar pero ¿Podrías decirle que necesito que venga por mí? Tuve un contratiempo y estoy algo lejos de casa.

 

--- ¡Pero claro! Deja que salga de bañarse y yo le digo, pero o sea como que tu ni te preocupes, ¿eh? Tranquilo que en un momentito estamos ahí. Porque o sea ¿Cómo crees que te diría que no? No te vamos a dejar ahí ¿Verdad? Claro que no, Toris es una dulzura... Y bueno ¿Qué pasó por cierto? ¿Cómo acabaste ahí? Ah, pero antes dime en donde estás, llegaremos pronto, espera tengo que encontrar algo con que apuntar.

 

Alfred suspiró pero también sonrió, estaba claro que Feliks era adicto a hablar por teléfono. Pero en cierta manera era tranquilizador que este chico hubiera contestado, le estaba devolviendo la seguridad que necesitaba. Aún si no lo conocía.

 

---Ya, a ver, dime, dirección y que hay cerca—Alfred le dio la dirección y como referencia el parque—Bueno, ok, se dónde estás no es así como que muuuy lejos. Quédate en el lugar más cerca de un policía o en un sitio bien iluminado—También Feliks conocía los peligros de una ciudad tan grande como aquella—Ah, ya sale, ¡Toris! Alfred necesita que vayamos por él—le dijo o más bien gritó, Alfred le pareció escuchar la respuesta de Toris venir de muy lejos pero no entendió que le dijo—Bueno tengo que cortar, eh, pero tranquilo que ya vamos en camino.

 

Alfred colgó, riéndose todavía internamente, ese chico, Feliks, era genial. Definitivamente tenía que invitarlos a comer para darles las gracias.

 

En menos de veinte minutos, Toris y Feliks arribaron, ya casi no había tráfico en la avenida pero, todavía quedaban muchos locales abiertos, las luces de neón no morirían hasta que el último de los parroquianos se fuera… o saliera el sol, opacándolas, lo que sucediera primero.

 

---Alfred, que bueno que estés bien—le dijo conciliadoramente Toris, más bajo que Alfred, delgado y de cabello castaño un poco largo.

 

En seguida se bajó también del coche lo que Alfred pensó era una chica, pero de inmediato se dio cuenta que era Feliks, Llevaba el cabello rubio largo, podría jurar que llevaba puesto un discreto maquillaje en los ojos verdes, jeans ajustados y un suéter rosa.

 

--- ¡Alfred!—gritó en cambio Feliks— Hola, hablamos por teléfono hace un rato—dijo muy innecesariamente, para gusto de Alfred pero parecía que le daba gusto sincero verlo bien. Sin que el rubio de las gafas se lo esperara, Feliks lo abrazó como lo abrazaría cualquier chica. Se tensó por un momento, pero después notó la sonrisa nerviosa de Toris y comprendió que esta era la forma de ser de Feliks, le devolvió el abrazo un poco flojo la verdad Feliks actuaba e incluso parecía una chica—Pobre, ¿Ya te sientes mejor?

 

---Mejor, gracias por haber venido por mí—dijo Alfred dirigiéndose a los dos—En serio muchas gracias Toris y Feliks.

 

---Ay, Alfred como que no es nada—dijo Feliks sonriendo. Toris no hablaba mucho pero al parecer Feliks hablaba por los dos.

 

Alfred, Toris y Feliks subieron al auto, sin darse cuenta en absoluto que unos pequeños ojos les observaban… Alfred insistió en ir atrás, pero Feliks le dijo que quería ir “en medio”, se rio un poco subiéndose al asiento trasero pero casi de inmediato se acomodó de algún modo en el espacio que había entre los dos asientos de adelante apoyando una mano en cada asiento. El rubio de lentes se dio cuenta lo que pretendía de esta manera, podía charlar asegurándose que los dos le oían.

 

---Oye, Alfred—dijo Feliks de pronto cuando Toris se quedó atascado en un semáforo pues en esta zona el tráfico era terrible— ¿Es cierto que terminaste con Arthur? En el campus todo el mundo está hablando de eso.

 

---Feliks, creo que estás preguntándole algo muy personal—dijo Toris de pronto con voz baja.

 

---Pero no es como si estuviera intentando saber un chisme ¿Sabes? O sea solo quiero saber si está todo bien.

 

---Descuida, Toris, está bien. El terminó conmigo, Feliks—dijo con un nudo en la garganta. Recordar todo lo que había pasado, sus miedos, estaba siendo demasiado.

 

---Ay, pero ¿En serio? ¿Cómo puede ser? ¿Qué le pasa? Es un descerebrado o qué. O sea como que Alfred es el chico más guapo de todo el campus, ¿Sabes que muchas chicas le reclamaron a Arthur cuando empezó a salir contigo?—Alfred negó incrédulo—Pues es cierto, pero bueno tu tranquilo Alfred, ese imbécil no te merece, tú eres muy guapo, si Toris no fuera mi novio, seguro que te pedía que saliéramos…

 

Toris pisó el freno a fondo haciendo que todos en auto se movieran violentamente… Los autos de atrás tocaron la bocina escandalosamente, reclamando que se detuviera. Alfred se rio, sin poder evitarlo… ya se le hacía extraño…

 

--- ¡Feliks!—le gritó Toris.

 

---Ay, ya, no es para tanto, o sea no es como si nadie en el campus lo supiera, además Alfred es tu amigo ¿No? Bueno nuestro amigo. O quieres decir que te avergüenza… O sea como que no te importo ¿verdad?

 

La sonrisa de Alfred se desvaneció no quería ser testigo de una pelea de pareja justo ahora, Feliks parecía ser muy emocional, decidió intervenir.

 

---Muchas felicidades, Toris, es una gran noticia—dijo dándole unas animosas palmadas en la espalda.

 

---Gracias Alfred—dijo Toris.

 

---Felicidades, Feliks, tienes buen gusto—dijo riéndose un poco falsamente y ofreciéndole la mano.

 

---Gracias, Alf—dijo saludándolo—eres un sol, pero es que en cierta manera Toris tiene razón es que o sea, él no quiere que nadie se entere por que, como que le da que a lo mejor nos podía pasar lo mismo que a ti y a Arthur, o sea como que la gente se mete mucho en la vida de los demás ¿No?

 

---En verdad—dijo Alfred un poco sorprendido por los rápidos cambios de humor de Feliks.

 

---Pero eres de nuestra entera confianza Alfred—dijo Toris—Es solo que no quiero que nadie se meta con Feliks…

 

---Pues, muchísimas gracias—dijo Alfred un poco incómodo, le parecía que estaba en compañía de un matrimonio de muchos años—En serio—“son mi matrimonio favorito” terminó en su mente bromeando claro.

 

---Aw, llegamos—dijo Feliks cuando Toris se estacionó fuera del edificio de apartamentos donde estaba el que rentaban Matt y él—Ya estás a salvo, Alf, cuídate, cualquier cosa nos llamas.

 

---Hasta mañana, Feliks, Toris… quiero agradecerles de algún modo por esto ¿Los invito s desayunar?—preguntó— ¿O prefieren que vayamos a comer?

 

---Pero como crees Alfred—dijo Feliks de inmediato.

 

---Está bien no tienes que preocuparte por eso, Alfred—dijo Toris.

 

---De todas maneras, vamos a comer mañana ¿Si? Yo invito….

 

Se miraron, luego Toris decidió aceptar la oferta, estaba consiente que Alfred podía ser tan insistente como Feliks.

 

---Nos vemos a la salida del campus a media tarde—dijo Alfred—de ahí vemos a donde ir.

 

---Está bien, gracias Alfred—dijo Toris.

 

---O sea como que gracias mil, Alf—dijo Feliks—Nos vemos mañana.

 

Alfred se bajó del pequeño auto y saludó con la mano. Con toda la calma del mundo, subió las escaleras silbando, eran solo cinco pisos y ni siquiera se le ocurría usar el elevador, primero por que quería hacer ejercicio, segundo por que la brisa nocturna le aclaraba la mente, además la vista era genial. No podía creer todo lo que le había pasado.

 

Se divertía pensando en Toris como un esposo resignado, silencioso pero secretamente muy satisfecho y a Feliks como una esposa muy tierna, como esas chicas clásicas que prefieren el rosa y las cosas dulces, una chica burbujeante de felicidad, un poquito habladora, pero muy simpática, se le hacía incluso difícil darse cuenta que era un chico, un chico que era novio de su excompañero de cuarto. No, eso no cuadraba. Eran en su mente como un matrimonio de muchos años.

 

Terminó de subir el último tramo de escaleras y pasó por las puertas hasta llegar al apartamento número 50, el suyo y de Matt.

 

--- ¡Alfred Jones!—gritó su hermano en cuanto logró entrar— ¿Qué horas crees que son estas? ¿Dónde demonios estabas? ¡Estaba a punto de llamar a la policía! ¡Tonto!

 

El rubio suspiró había olvidado los sermones interminables de Matt, tendría que atenerse a las consecuencias…

 

 

 

******************

 

El hospital estaba en total silencio, solo las luces rojizas nocturnas iluminaban débilmente los pasillos, era media noche.

 

Las enfermeras de guardia habían terminado su ronda nocturna, la mayoría dormía sobre las sillas en la sala de enfermería. Algunas otras charlaban tomando café o comiendo un bocadillo. Una de ellas miraba las noticias en una pequeña televisión portátil.

 

Sin embargo en ese mismo momento sin que nadie se diera cuenta, la puerta de servicio del hospital estaba siendo abierta fuera de horas. Una figura pequeña rubia y delgada entró por la puerta a penas abierta lo suficiente para poder pasar. De inmediato, Arthur cerró con llave la puerta del hospital. Esta vez por dentro.

 

Se deslizó por el pasillo, caminando tranquilamente por los oscuros corredores. Habitación 45 o eso le habían dicho. La habitación del pequeño Kiku…

 

Entró en la habitación, sin hacer un solo ruido, las luces estaban apagadas por supuesto. Pero eso no era ningún problema la luz de la calle iluminaba lo suficiente el rostro pálido y dolorido del pequeño japonés.

 

Se acercó mirándolo con franco desprecio. ¿Cómo había podido traicionarlo? En fin, tendría que devolver el favor… por lo que le había hecho en el parque. Aunque no estaba seguro si había sido él, pero ¿Quién más? Nadie lo sabía, solo Kiku, ¿Motivos? Muchos, tal vez ya estaba harto de sus traiciones, quizá tenía ya en mente a Alfred. Bien, si ese había sido el caso le mostraría su sitio amablemente.

 

Arthur tomó el delgado tubo trasparente que introducía el suero al sedado cuerpo de Kiku, ¿Qué tanto aire tendría que introducir, para lograrlo?

 

---No deberías estar haciendo eso—le dijo una voz desde la puerta.

 

---Haré lo que me de la gana—dijo sin siquiera voltear a verlo, ya sabía quien era.

 

---Mientras yo esté presente, tendrás que comportarte—le dijo la alta figura.

 

---No pensaba hacerle nada—dijo Arthur dejando el catéter en su lugar—solo me pregunto que tan fácil sería hacerlo.

 

---Si fuera policía estarías bajo arresto—dijo el rubio alto emergiendo de las sobras, su cabello totalmente peinado hacia atrás.

 

Su uniforme de medico interno en color azul estaba perfectamente planchado. Arthur lo encontraba irritante. Encontraría la manera de arruinar aquel cabello, aquel uniforme.    

 

---Si fueras policía tendrías que arrestarte a ti mismo para empezar—le dijo Arthur, riéndose bajo—Estás cometiendo abuso de confianza en contra de este lugar, además de adulterio… Doctor.  

 

---No estoy casado con Feliciano—dijo Ludwig mirándolo con una sádica sonrisa de arriba abajo—y en cuanto a la llave… puedo decir que la robaste, terminarías preso de cualquier modo—Arthur se le acercaba peligrosamente con esa mirada—No puede oírte ni verte, tampoco despertará, el efecto es de ocho horas completas—dijo tomando la historia clínica de Kiku.

 

---Eso solo lo  hace más interesante—dijo Arthur esta vez dirigiéndose hacia donde estaba el doctor.

 

---Creo que fue excesivo, tiene al menos tres costillas rotas—dijo mirándolo como si nada.

 

---Se lo merecía—dijo Arthur indiferente—Alfred es mí propiedad.

 

---De acuerdo y ¿Qué soy yo? ¿Tu juguete? Deberías darte cuenta que para mí eres solo un niño—dijo abrazando su cintura.

 

---Claro que no, doctor, soy todo un adulto—dijo Arthur sonriendo al ser abrazado y poniéndose de puntillas.

 

---Feliciano siempre será lo primero—le advirtió como siempre, Feliciano de verdad estaba por encima de cualquiera en su mente y en su corazón, pero sus gustos eran un poco extremos y sus fantasías tal vez iban un poco más lejos que las de cualquiera y por cierto no se atrevería a hacer con él la mitad de lo que iba a hacer esta noche, no lo lastimaría de ese modo, en absoluto, pero este chico era igual a él, la asociación resultaba beneficiosa eso era todo—Esto es una aventura, nada más.

 

---Lo sé. No me voy a enamorar de ti. Alfred es lo único que importa para mí. Ya ves como sí actúas como si estuvieras casado.

 

---Olvídate de eso por ahora, Arthur…vamos a divertirnos.

 

 

 

**************

 

 

 

Alfred se fue a la cama cuando dieron casi las tres de la madrugada, salió del baño enjuagándose la boca. Asqueroso. Sabía que lo que acababa de hacer no era bueno. Pero tenía que ser valiente, pasara lo que pasara no era una persona que se arrepintiera de sus decisiones, por el contrario, el llevaría esta decisión hasta el final, hasta alcanzar su objetivo, sin importar lo que tuviera que sacrificar en el proceso.

 

Se recostó, pero había perdido el sueño, Matt le había gritado hasta quedarse ronco, luego cuando se enteró de lo que había pasado con Kiku lo abrazó y felicitó primero, después para celebrar había sacado de la nevera un delicioso pastel de manzana y dos humeantes tazas de café le sacó toda la información posible.

 

El rubio le contó todo lo que había pasado entre ambos ahorrándose para sí los detalles más macabros, no quería de ninguna manera que su hermanito pensara que estaba saliendo con alguien que potencialmente podía ser un acosador.

 

No, Kiku no era así de ninguna manera. Era un chico dulce, amable, cariñoso. Kiku era todo lo que Alfred necesitaba. Se puso los brazos detrás de la cabeza recostado en la cama ¿Tenía caso que durmiera? Le quedaban solo tres horas, si fueran cinco… Decidió seguir pensando, si el sueño lo vencía el despertador estaba ahí, si no era mucho mas agradable en definitiva pensar en su nueva pareja mientras tanto.

 

No así en Iván… Ese tipo era un gigante. Un gigante muy siniestro para su gusto ¿Qué le había dicho? ¿Qué a partir de ahora sería suyo? Si, claro como no. ¿Desde cuándo era una muñeca en un aparador para que el mejor cliente la llevara? Resopló, fastidiado, aquel tipo era un fenómeno, todo un caso. Así de la nada le decía eso.

 

Recordó lo monstruosamente alto que era. Estaba cubierto por su abrigo. Parecía musculoso sin embargo, demasiado. Cuando lo vio por primera vez no había podido evitar quedarse impresionado por aquella persona, pero lo que más le había impresionado de él habían sido aquellos ojos violetas. No podían ser naturales ¿cierto? Sus ojos se cerraron lentamente, recordando a Iván, a esa mirada, tan profunda, casi depredadora…

 

 

 

************

 

Era de noche, parecía que estaba nublado… el cielo era de color gris. Se dio cuenta que estaba andando por un camino de barro, quizá algún parque… o un camino rural… sintió frio, estaba descalzo… ¿Qué estaba haciendo ahí? De pronto, algo cayó del cielo, mojando su mejilla… sorprendido limpió con sus dedos aquello, lo miró con mucha atención dándose cuenta de que era sangre… Buscó por todas partes una explicación pero estaba solo… Entre los arbustos le pareció ver un brillo como los ojos pequeños de un animal… Un segundo después, otra enorme gota de sangre manchó su otra mejilla…

 

Se despertó gritando, totalmente aterrado, buscando por todas partes las manchas de sangre, sin darse cuenta que había sido un sueño, unos segundos después el sonido del despertador, le hizo darse cuenta que estaba en casa en su cama dormido. El radiante sol iluminaba su rostro pálido y sudoroso.

 

Bajó media hora después, Matt había hecho cientos de panqueques para desayunar.

 

--- ¿Te vas a comer todo eso?—le preguntó incrédulo.

 

---No, solo me voy a comer la mitad—bromeó—El resto es para ti—dijo—Buenos días hermanito—dijo abrazándolo y besándole la mejilla izquierda.

 

---Agh, no hagas eso—dijo haciendo como que se limpiaba, pero le besó la frente de igual modo.

 

--- ¿Qué ahora que tienes a Kiku ya no necesitas a Matt?—bromeó de nuevo—Seguro que se pondría celoso—dijo.

 

---Agh—se quejó Alfred—No quiero esa clase de imagen mental—dijo al tiempo que se preparaba un café sin azúcar, ya en serio ¿Quién viene esta vez?

 

---Francis—dijo Matt, dándole la espalda para que no viera que estaba sonrojándose.

 

---Ese tipo es raro, no me gusta como te mira, pero da igual… ¿En verdad entre ustedes dos se van a comer todo esto?

 

---Tendremos una especie de… reunión, hoy no tengo clases en la mañana, solo una en la tarde, pasaremos el día juntos…--dijo y Alfred alzó las cejas incrédulo—Pero no solos vendrán también Gilbert y Antonio.

 

---Wow ¿Debo llamar a la agencia de seguros?—le preguntó Alfred bebiendo su café y haciendo un gesto.

 

--- ¿De que hablas, Al no es como si fueramos a destruir el edificio?

 

---Tal vez, pero Gilbert y Antonio… ¿No sabes que solían llamarlos el “Bad Trio” O algo así?

 

---Ha, ha, ha, supongo que algunas personas no pueden tolerar que otros tengan una amistad como esa…

 

---En fin, me voy Mattie, por que es tardísimo—le dijo mirando su reloj y asustándose se le había hecho tarde—Le revolvió el pelo al pasar—Trata de pasarlo bien… pero tómalo con calma ¿Eh? No quiero encontrar esto en ruinas cuando vuelva.

 

 

 

***************

 

 

 

--- ¿Por favor? En verdad, solo cinco minutos, me tengo que ir a clase de cualquier manera.

 

--- Quince minutos, jovencito—le dijo la enfermera firmemente—Si tardas un solo minuto más no volveré a ser amable contigo.

 

--- ¡Gracias! De veras que va a ser rápido, mire—dijo poniéndose el cronómetro para quince minutos y echando a correr.

 

---Es un buen chico—dijo otra de las enfermeras, más jóvenes.

 

---Solo está enamorado—dijo la que había parecido ruda, con una sonrisa comprensiva adornando su rostro—Ah, estos amores de jóvenes, andando a trabajar señoritas.

 

 

 

***********

 

 

 

--- ¿Kiku?—preguntó Alfred llamando a la puerta— ¿Ya despertaste?

 

---Ohayo gozaimasu, Alfred-kun—dijo la suave voz de Kiku desde el interior. Se había despertado hacía solo un momento. Con el brazo que no tenía el suero buscó el botón que inclinaba la cama y lo presiónó hasta quedar casi sentado, era doloroso, pero le habían dicho que tenía que hacerlo, además no quería recibir a Alfred de aquella manera tan indecente, tirado en la cama.

 

---Voy a pasar—le avisó Alfred.

 

---Claro—dijo Kiku avergonzándose un poco por su imagen trato de arreglarse el pelo pero renunció, al parecer se estaba despeinando.

 

--- ¡Buenos, cielo!—dijo alegremente entrando y avergonzándose luego por lo que había dicho.

 

Alfred a los ojos de Kiku lucía radiante, estaba vestido con jeans como siempre, llevaba una camiseta con una impresión de la bandera de Estados Unidos, su cadena con placas del ejército norteamericano, llevaba ligeramente ladeadas sus gafas cuadradas pero aun así lucía radiante, como si alguna fuerza interior iluminara todo lo que Alfred era. Sus ojos claros, azules irradiaban alegría y un amor tan grande que hizo que el corazón de Kiku diera un vuelco. Tenía en la mano un enorme ramo de rosas rojas.

 

Kiku lucía para Alfred, adorable, pequeño con el cabello revuelto y nervioso por su presencia. Sonrió al tiempo que Kiku se sonrojaba mirando las rosas que llevaba.

 

---Son para ti, Kiku—dijo Alfred sentándose en la silla que había al lado de la cama y entregándoselas.

 

El delgado chico parecía no saber que hacer con aquel ramo entre sus brazos. De pronto se incorporó un poco más entre aquellas blancas sábanas que lo hacían parecer más enfermo.

 

---Alfred…--lo llamó ocultándose un poco con su flequillo.

 

--- ¿Eh? ¿Pasa algo? No te escucho—dijo acercándose a él bastante para intentar oír que decía.

 

---Alfred—dijo sosteniendo su rostro con ambas manos sin importarle que el ramo cayera sobre su regazo, lo importante había sido atrapar a Alfred con su pequeña broma, sonrió un poco mirándolo a los ojos con una mirada muy profunda antes de besar sus labios con mucha suavidad—Gracias… mi amor.

 

---Um… Kiku…--dijo dejándose llevar por aquella caricia, sin percatarse en absoluto de que era tan parecido a los besos de Arthur que por un segundo le pareció que era Arthur y no Kiku quien le besaba, le enredó las manos en el cuello, Kiku se aferraba a la camisa de Alfred, al tiempo que sus labios demandaban de Alfred un beso más profundo, totalmente cautivado por aquel inesperado beso le permitió besarlo con mucha más intensidad—Wow, eso… fue totalmente increíble—dijo Alfred cuando Kiku se separó para respirar.

 

---Tú eres increíble, Alfred—La alarma del reloj de Alfred empezó a sonar, Kiku lo miró sorprendido.

 

---Aww, no es justo, tengo que irme Kiku o la enfermera me cortará la cabeza, tengo un minuto para salir del hospital. Además tengo que ir a clase, vendré cuando salga, me quedaré hasta el último minuto de la hora de visita ¿Qué te parece?

 

---Hasta entonces, Alfred—dijo Kiku recuperando su ramo de rosas.

 

---Te amo, Kiku—dijo Alfred—no te olvides de mí

 

---No podría—dijo Kiku escondiendo un poco la cara en el ramo pero fue inútil, Alfred miró su sonrojo, adorable, pensó y le plantó un rápido beso en los labios y otro en la frente, luego echó a correr a toda velocidad.

 

---Ai shiteru, Alfred, no pienso permitir que nada ni nadie me aparte de ti—dijo escondiéndose otra vez entre las rosas.

 

 

 

*************

 

 

 

El día de clases había estado bastante normal, el único momento difícil había sido cuando Alfred y Arthur se cruzaron en la puerta del aula de la única clase que compartían. La última hora antes de salir. Pero al parecer, el chico más bajito había decidido hacer uso de sus clásicos desplantes e ignoró a Alfred por completo, entró en el aula delante del de gafas, con la frente en alto y se sentó en su lugar.

 

Incómodo y a la vez incrédulo por el comportamiento tan cambiante del chico, decidió que si a él no le importaba ¿por qué tendría que importarle? Se sentó en su sitio.

 

--- ¿Alfred? Ay, no puede ser o sea como que ¿De veras eres tu?—dijo una voz a su lado que le parecía absolutamente conocida, sin podérselo creer se volteó para verlo.

 

--- ¿Feliks?

 

---Ay o sea, es in-cre-i-ble como que hemos estado en esta clase todo el semestre y no nos hablábamos—dijo Feliks, levantándose de su silla para saludarlo, ni siquiera esperó a que Alfred le tendiera la mano, se tiró a su cuello abrazándolo, de inmediato empezó al fondo de la clase el murmullo de los estudiantes, pero la cara de Arthur que Alfred miró de reojo, valía la pena por aquel momento de vergüenza, le devolvió el abrazo a Feliks—No te preocupes Alf, nada más le daremos un poquito de celos a ese sinvergüenza—La sonrisa del rubio de los ojos azules era radiante pero también un poco malvada.

 

Nadie se dio cuenta pero Arthur no era el único que tenía una mirada de intenso odio en aquella clase. Unos ojos violetas seguían cada movimiento de aquellos dos como si se tratase de enemigos.

 

El resto de la hora, Alfred y Feliks la pasaron coqueteándose descaradamente el uno al otro, estaban jugando solamente y los dos lo sabían, no era nada más pero ambos encontraban inmensamente divertido molestar a Arthur.

 

Cuando el irritado profesor les había mandado atender por segunda vez, indicándoles ácidamente que dejaran su romance para el final de la clase Alfred y Feliks decidieron que habían ido muy lejos con el coqueteo directo, así que cambiaron la táctica, empezaron a intercambiar notas.

 

Hablaron muchísimo en aquellas notitas, Alfred le contó a Feliks toda la historia de como había conocido a Arthur, por medio de su hermano y Gilbert, pero cuando Feliks notó que Alfred se sentía aún triste recordando, le preguntó acerca de su hermano y de Gilbert,  los rumores decían que salían pero nadie lo sabía de cierto especularon acerca de un posible romance entre su hermanito y ese Gilbert.

 

 

 

Feliks le contó que el hermano de Gilbert, Ludwig a quien Alfred ya conocía había iniciado hacía dos semanas su residencia justamente en el hospital en que Kiku convalecía. Alfred se preguntaba si quizá pudiera ayudarle a conseguir un pase para quedarse con Kiku al menos una noche. Decidió llamarlo después.

 

El rubio de los ojos verdes y el cabello largo le contó como había conocido a Toris, por una situación totalmente inesperada habían tenido que compartir habitación cuando las familias de ambos se conocieron y tuvieron una cena juntos en casa de Feliks, al principio las cosas fueron un poco incómodas, después todo surgió de manera natural.

 

---Bien—dijo el profesor todavía mirando muy enojado las sonrisas fugaces que ahora eran de real amistad pero que todo el mundo mal interpretaba—Es todo por el día de hoy, espero que estos proyectos resulten de alguna utilidad tanto para ustedes como para la escuela, Feliks y Alfred—dijo congelándolos en su sitio—voy a revisarles a ustedes primero el proyecto. Hagan un buen trabajo si no quieren un reporte y que los cambie de lugar. ¿Me oyeron?

 

---Si, señor—dijeron los dos.

 

---Muy bien—dijo tomando su maletín de piel y saliendo de la clase.

 

El resto de los estudiantes salió tras el como una manada de gatos salvajes. Arthur pasó al lado de Feliks y lo empujó “por accidente” haciendo que cayera al suelo. Salió sin siquiera mirar atrás. Alfred de inmediato se agachó para levantarlo.

 

---Ay, osea como que ese tipo ya me está hartando… ¿Quién se cree que es? Ay, no puede ser—dijo sacando un espejo—Se me arruinó tooodo el maquillaje estoy hecho un desastre—exageró—Ay o sea ¿Cómo crees que voy a ver a Toris así?

 

---No es para tanto—dijo Alfred riéndose del escándalo que había hecho y ayudándolo a levantarse—A ver—dijo sacando un pañuelo y acercándose a Feliks para reparar cualquier daño, pero si había alguno él no podía notarlo.

 

---Fredka—dijo una voz al fondo de la clase que lo hizo sobresaltarse Iván estaba todavía en el aula al parecer— ¿Quién este?—dijo mirándolo de arriba abajo.

 

--- ¿Alfred? ¿Conoces a Iván?—le preguntó Feliks inconscientemente escondiéndose un poco detrás del rubio de las gafas… Iván había vivido desde siempre muy cerca de su casa y la verdad le aterraba.

 

---No sé—dijo Alfred estúpida pero sinceramente—Creo que nos conocimos ayer…

 

--- ¿Alfred?—le preguntó Feliks no entendiendo nada, los dos se miraban fijamente de frente, parecían estar hablando sin palabras, no entendía nada.

 

--- ¿Se te ofrece algo?—le preguntó Alfred desafiante.

 

--- ¿Acaso no sabes que este niño sale con Lorianiatis?—le preguntó venenosamente Iván.

 

---No creo que sea algo de lo que tengas que opinar—le contestó siendo grosero esta vez.

 

---Alfred, vámonos—dijo Feliks nervioso—Toris nos estará esperando.

 

---Ve con él, iré enseguida—dijo Alfred.

 

--- ¿En serio? Pero

 

---Quiero tener unas palabras con Iván, ¿Por favor?—dijo Alfred.

 

Feliks abandonó el aula echando a correr, pretendía llegar hasta el aula de Toris y traer a todo el mundo si era necesario, aquí parecía que iba a haber pelea. Tenía que detenerlos.

 

---Y bien, Fredka—dijo preparándose para pelear—estoy esperando.

 

---No pienso decir nada grosero, solo quiero que me dejes en paz. Iván. No te metas conmigo y no me voy a meter contigo. Ya sé que Feliks sale con Toris, los dos son mis amigos ¿Tienes tú algún problema con eso?

 

Iván no respondió de inmediato. Entonces Alfred le dio la espalda para salir de aula.

 

---Siempre serás solamente mío, Alfred, lo quieras… o no.

 

El rubio hizo como que no escuchó aquello y salió del aula. Afuera encontró a Toris y Feliks que corrían hacia ellos con algunos otros chicos de la clase de Toris.

 

--- ¿Estás bien Alfred?

 

---Si, solo quería tener unas palabras con Iván.

 

--- ¿Qué te dijo?

 

---Nada, solo le dije que me dejara en paz.

 

Fueron juntos a comer, y pasaron un buen rato con los amigos de Toris y Feliks, entre los que a Alfred más le llamaron la atención estaban un par de amigos, uno de ellos bajito y rubio claro casi platino que hablaba mucho de la navidad y otro alto, delgado de gafas cuadradas como las suyas, pero absolutamente callado y hasta de aspecto feroz, Tino como se llamaba su amigo aseguró que Berwald, solamente era tímido a causa de su espeso acento.

 

Vivían juntos por circunstancias decía Tino a Alfred, pero nunca le aclaró que clase de circunstancias, juntos cuidaban de un cachorrito llamado Hanatamago, del cual Tino tenía muchas fotos en su celular. Y ocasionalmente también cuidaban a un chico llamado Peter, pero Tino se cuidó muy bien de explicarle a Alfred lo de aquel chico.

 

Al final de la comida Alfred fue al hospital y entró repentinamente en el cuarto de Kiku emocionado no había tocado la puerta y entró para encontrarse a Kiku de pie, hablando por teléfono de espaldas a la puerta.

 

---No vas a chantajearme con eso—dijo en un tono de voz absolutamente aterrador, frío carente de emociones—Alfred es mío te guste o no—dijo al celular Alfred no sabía que pensar de aquellas palabras decidió retroceder y tocar la puerta abierta, Kiku colgó, luciendo asustado.

 

--- ¡Alfred-kun!—dijo Kiku en un tono totalmente diferente.

 

---Hola, cielo—dijo avergonzado—Las rosas que le había traído en la mañana estaban en un hermoso florero.

 

--- ¿Ya te sientes mejor?—le preguntó.

 

---Puedo estar de pie ahora—dijo Kiku.

 

--- ¿Te interrumpo en algo?—le preguntó Alfred.

 

---No—dijo Kiku—Una llamada equivocada—dijo.

 

Alfred no le creyó ni por un segundo, pero decidió que confiaba en él. Pasó con el toda la tarde, incluso hizo la mayor parte de la tarea junto a Kiku que le explicó algunas cosas que no entendía.

 

Cuando se fue a casa no se dio cuenta que alguien lo seguía muy de cerca… Alfred estaba en serios problemas, pero no podía darse cuenta.

 

Esa noche, se miró en el espejo del baño, tenía unas pequeñas ojeras violetas, se veía pálido. De todas maneras tenía que continuar, todavía nadie, ni Kiku le había preguntado por su aspecto. Probablemente Kiku tenía sus propios secretos que esconder. Se enjuagó la boca.

 

Volvió a soñar con aquellas horribles gotas de sangre bañando su rostro. Era un sueño bastante desagradable. Pero esta vez fueron muchísimas más gotas y cuando empezó a correr, gritando en su sueño tratando de escapar de aquella sangre, una mano lo detuvo, una mano mortalmente pálida. Alguien lo abrazaba, para detenerlo, las gotas de sangre lo cubrían por completo Alfred pudo ver el cuello de aquella persona, pequeñísimas marcas lo cubrían por entero, era difícil verlas de lejos pero tan cerca y con aquella piel tan pálida…

 

Cuando Alfred se despertó gritando de nuevo. Encontró una mancha pequeña de sangre en su almohada… 

Notas finales:

Y llegamos al final de otro capítulo. Espero lo hayan disfrutado, esta historia se volverá más y más extraña a partir de ahora, se trata de un tipo de escritura totalmente experimental por mi parte jamás había escrito algo así, pero quise intentarlo. Espero que el resultado le haga pasar un buen rato al menos. (Reverencia) Gracias a todos y todas por su tiempo. Nos leemos en el próximo capitulo. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).