Capítulo 1
Estaba desesperado, no entendía nada. Lo único que pasaba por mi mente era que mi hermano ya no me quería y este pensamiento me atormentaba día y noche. No sabía qué hacer. No podía preguntarle porque Shiro me evitaba y si no podía solo no respondía. Lo que me asustaba. Sus amigos tampoco sabían nada porque parecían igual de preocupados que yo. Esto hacia que me sintiera más perdido. ¿Que podía ser suficientemente grave como para que le afectara así y no lo pudiera decir a nadie… ni siquiera a mí, su gemelo? Era una de las preguntas que pasaban por mi mente.
Estaba sentado un poco lejos de Shiro, por su voluntad de evitarme, mientras le observaba des de mi silla de la clase. Estaba comiendo su almuerzo sentado en su silla con esa mirada entre triste y pensativa. Cuando de repente un chico de la clase de al lado de pelos crema se acercó a él.
—“¿Qué querrá de Shiro, este maldito?” —pensé al verlo demasiado cerca de mi hermano.
Vi que hablan un poco y después de un asentimiento por parte de Shiro salieron ambos de la clase, hacia un lugar desconocido. Lo que me malhumoró. Seguí mirando a la puerta por la que habían salido mientras llamas salían de mis ojos. Shiro era mío y no iba a permitir que nadie se lo llevara de esta manera así que los seguí. Pero a medio camino me sentí mal. Yo no era nadie para controlar de esta manera a mi hermano, era libre de hablar con quien quisiera aunque me doliera en el alma, que prefiriese hablar con el peli-crema, había entendido que él no quería hablar conmigo.
Así que cabizbajo me volví a mi clase y me senté para esperar su regreso. La espera se hizo eterna. Parecía que los minutos no quisieran pasar. O era así, hasta que cierto rubio llegó a mi aula. Suspiré.
—Atsu-chan —dijo el rubio abrazándome— te echaba de menos.
Justo en este momento entró Shiro. Al mirar hacia mí su cara cambió de seria a rabiosa y la giró de inmediato para sentarse en su silla. Esto me dolió. Ahora ya me miraba con esa casa… seguro que me odiaba o no entendía el porqué. No recordaba haber hecho nada. Pero saliendo de mis pensamientos recordé que tenía a ese rubio abrazándome.
—Terumi, suéltame de una maldita vez —grité enojado— Y yo no te he echado de menos así que lárgate.
—¿Porque eres tan cruel conmigo? —dijo haciendo un puchero que me pareció horrendo.
—Porque eres un pesado y un maldito acosador. ¿Te parece poco?
—Yo no te acoso, yo te demuestro mi amor.
—Pero yo no quiero que me lo demuestres, porque yo no te quiero a ti.
—¿A mí? ¿Eso significa que si te gusta alguien?
—¿Cómo? —Dije un poco sonrojado, a la vez que pasaba por mi mente mi hermano— claro que no.
Miré un segundo a mi hermano, parecía un poco tenso pero no sabía por qué. Pero el afeminado ese no quería dejarme en paz así que continuo con su charla-monólogo mientras yo seguía mirando a Shiro, el cual parecía un poco decaído, me refiero a más decaído, porque ya antes lo estaba.
—“Shiro… ¿Qué te pasa? Me preocupas pero… parece que yo no te importo…” —pensé entristeciéndome.
—Atsuya, ¿me escuchas? ¿Por qué lloras? No he dicho nada malo ¿verdad? —preguntó el rubio a mi lado, sacándome de mis pensamientos.
Le dirigí mi mirada y entonces subí una de mis manos hasta mis ojos y me di cuenta que sí estaba llorando. Esto me enfureció, yo nunca lloraba y menos delante de la gente. Pero pensar que yo no soy nada para Shiro me había entristecido más de lo que imaginaba. No entendía el porqué sentía esto. A veces me parecía que mi corazón se iba a romper en mil pedazos y no entendía del todo que pasaba, solo sabía que era por causa de Shiro y que él ni se daba cuenta de esto. Y a ser sinceros ni siquiera le importaba.
—Chicos cada uno a su clase —dijo el profesor que en ese momento entraba.
—Lo siento Atsu-chan, pero me tengo que ir, hablamos luego —dijo Afuro acariciando la mejilla del peli-rosado.
—No te preocupes lo superaré, pero vete ya.
El rubio se fue de una vez a su clase, cosa de la que me alegré. El profesor empezó a hablar pero yo solo pensaba en Shiro mientras le observaba. Sabía que él sentía mi mirada y que por eso intentaba no girarse bajo ningún concepto. Parecía tener miedo de cruzar su mirada con la mía, pero no sabía si era miedo otro sentimiento, que esperaba que no fuera más negativo.
—Haremos una excursión a la nieve. Marcharemos una semana a un albergue para que aprendáis a esquiar —dijo el profesor haciendo que por fin les prestara atención.
—“¿Cómo? ¿A esquiar? No, no… no puede ser” —miré a Shiro. Solo lo veía un poco de perfil, por estar algunas filas más atrás, pero no té que había bajado la cabeza— “Este profe está mal de la cabeza o algo. Como se le ocurre. Él sabe que nuestros padres murieron por una alud… no puede… él vio como Shiro estuvo deprimido por meses, más de un año… y ahora quiere llevarlo de nuevo a la nieve que tan malos recuerdos le traen.”
—Será en un mes. Ya tenemos hotel y las pistas reservadas. Es obligatoria así que tenéis que venir todos los de vuestro curso.
—¿Eso significa que también viene el peli-plata ese? —murmuré un poco molesto.
Una vez acordados el día, la hora y el lugar donde quedábamos para poder marchar a la famosa excursión el profe empezó con el apasionante temario, por lo que yo me puse a pensar en Shiro, en lo que dijo el profe y en el peli-crema, que de seguro estaría allí molestando. Suspiré. No me gustaba Goenji, estaba seguro de que quería algo con mi hermano y yo no iba a permitir que eso pasara porque mi hermano era solo mío y no podía ser de nadie más.
Las clases al fin acabaron. Y pude irme a casa. Aunque Shiro estaba distante de lo normal íbamos y volvíamos juntos de la escuela. Aunque solía ser en silencio, porque Shiro no quería hablar de los temas importantes. Durante el trayecto a casa de nuevo me puse a pensar en todo lo ocurrido en el día. Y nuevas lágrimas empezaron a caer de mis ojos, junto con pequeños sollozos.
Mi hermano lo notó y me miró preocupado. Me cogió de la mano y me arrastró hasta la casa que ya estaba cerca. Una vez dentro dejamos las cosas y me sentó en el sofá. Allí se arrodilló frente a mí, mirándome por primera vez en tanto tiempo. Sus ojos reflejaban preocupación y un pequeño destello de culpabilidad.
—Atsuya, lo siento. Perdóname. No quería hacerte llorar.
No sabía que decir. Estaba destrozado, por su indiferencia respeto a mí de estos días pasados, pero no estaba enfadado ni molesto así que no sabía que debía de perdonar… pero no se puede decir que los sentimientos sean mi fuerte así que a lo mejor sí había algo y no me había dado cuenta aun…
—Shiro… ¿porque me evitas? ¿He hecho algo? ¿Algo malo? ¿Algo que te haya molestado? No me gusta que me evites, yo te quiero mucho, y me duele que tú no me quieras a mí.
—Atsuya… perdóname… Yo si te quiero. Eres mi hermano gemelo. ¿Cómo no te voy a querer? Solo un tonto no te querría. Solamente que estos días he tenido muchas cosas en las que pensar que no te puedo contar.
—Está bien. No hace falta que me cuentes que pasa si no quieres, esperaré a que lo hagas por ti mismo. No te presionaré. Pero por favor no te alejes de mí de esta manera. Por favor.
—De acuerdo. Y de verás siento haberte hecho sufrir tanto. No era mi intención.
—No pasa nada —dije con una pequeña sonrisa y me abalancé hacía mi hermano para abrazarlo y darle un beso en la mejilla—te quiero hermano.