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De todo corazón por Tavita

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Notas del capitulo:

bueno, otro capítulo. Al final no sé si lo leen, pero espero comentarios!

 

Rukawa no había puesto mucha atención cuando por primera vez el profesor Ansai hablara acerca de un partido de entrenamiento. Aun así le quedó marcado el nombre de Ryonan, el equipo que mantenía a Sendoh como uno de los jugadores estrellas de la liga estatal, él era su objetivo, a quien debía ganarle como centro dentro de su posición en el partido.

Sobre todo, porque a él no le gustaba perder. Desde el día del entrenamiento, cuando el idiota de Hanamichi se le ocurrió tratar como cualquier cosa al profesor Ansai, se dedicó a entrenar fuertemente para poder llegar a dicho partido bien preparado, para demostrarle que cuando tuvieran que enfrentarse, en un partido de verdad, él sería el vencedor, el novato estrella.

Fue entonces cuando lo encontró en una de las canchas que estaban cerca de la bahía, una de las que le gustaba usar para entrenar puesto que el sonido de las olas dando contra la arena lo relajaba al tiempo que encestaba sus casi mil canastas diarias que usualmente hacía a modo de práctica. Esas sólo después del colegio, porque antes de ir a la escuela, salía a andar en bicicleta y encestaba unas cuantas canastas más para poder mantener una buena condición corporal que no le daba espacios para pensar dentro de su cabeza.

El basketbol, como siempre le decían, era una forma de vivir para él, no solo un deporte que practicar en los talleres extraprogramáticos. Lo había aprendido desde pequeño, era un gusto familiar compartido y cuando fue la terrible separación que mató su mundo infantil, se dedicó a él aferrándose a lo único que le quedaba para poder mantenerse conectado con quienes aun compartía aquel sentimiento… cerró los ojos para negarse a dejarse llevar, nuevamente, por aquellos recuerdos que probablemente, lo llevarían al dolor que quería olvidar.

Al dolor ligado a aquel nombre.

Sin embargo, volvió a sus pensamientos, a la figura relajada de Akira Sendoh moviéndose elegantemente dribleando el balón anaranjado por la pequeña cancha que bordeaba la bahía, como si no importaran los vientos, ahora algo helados, que comenzaban a correr cuando caía la noche. El muchacho de la escuela Ryonan tomó el balón y con los pasos marcados, pero con la fluidez de cuando se practican por tanto tiempo, que aquellos movimientos pasan a ser naturales, se elevó con elegancia para depositar el balón en la canasta con un tiro simple.

Cuando Sendoh cayó luego del salto, sus pies lo mantuvieron en el suelo con la firmeza de las piernas bien trabajadas. El balón, caprichoso, boteó hasta llegar al borde de la reja que separaba la cancha de la pequeña pared que la separaba de la playa. Sin notar que lo observaban, Sendoh se quitó el sudor de la frente mientras caminaba hacia el balón que boteaba tranquilo alrededor, jugueteando en el mismo estado de ánimo con el cual el muchacho se encontraba practicando en aquel lugar.

Rukawa respiró hondo sabiendo que no era el momento para desafiarlo. Aun así, la escena lo había perturbado al nivel de querer inmiscuirse en aquel cuadro de total relajo, pero no lo desafiaría, al menos no aquel día, por lo cual se volteó y se fue, camino a buscar su bicicleta y buscar otra cancha para poder mantener su entrenamiento.

Sendoh, por el contrario, se volteó y lo quedó mirando sabiendo que, además de la notable curiosidad que le daba el no saber nada de aquel muchacho, algo en su caminar que quería demostrar ser despreocupado lo sobrecogía por la mucha fuerza que demostraba. La presencia de Rukawa lo hizo removerse de aquel equilibrio que había mantenido luego de la práctica de tiros.

No fue un encuentro como tal. La verdad, ninguno de los dos hizo más que mirarse a lo lejos para dar a entender que, por el momento, del otro no esperaban más que un mutuo respeto por las habilidades ya reconocidas pero no evaluadas en algún partido entre ambas preparatorias. Pero para Sendoh este era uno de los recuerdos que le gustaba avivar y mantener cuando pensaba en Rukawa, era como si una especie de profecía se le presentara con los primeros vientos del otoño dándole a entender que ese año, algo le deparaba el destino.

El partido contra Shohoku había sido esperado por todos los miembros de ambos equipos. Pero tanto para Rukawa como para Sendoh, había sido esperado sólo para confirmar aquel escaso contacto que habían tenido en el encuentro en la cancha cerca de la playa, la misma que luego de un tiempo, terminarían compartiendo con gran camaradería el cariño por el básketbol.

Luego de aquel partido de práctica, Sendoh volvió a aquella cancha pequeña con el sonido de las olas del mar dándole la bienvenida. Sin embargo, en aquella ocasión era Rukawa el primero que había llegado a practicar, el sonido del balón por la práctica de canastas de tres puntos le dio la bienvenida, escuchó el sonido del balón boteando en el borde de la cancha hizo que Rukawa se volteara para ir a recogerlo, Sendoh no se movió de su posición aun con la curiosidad matándolo sobre todo luego del último partido. Ambos se miraron y ante el silencio, que el jugador de Ryonan tomó como invitación, éste decidió ingresar a la cancha con su equipo de práctica.

-muy buen partido- dijo tanteando el terreno

-para ti- contestó Rukawa tomando el balón e, instintivamente, tirándoselo en un pase directo. Sendoh sonrió con cortesía cuando recibiera el balón entre sus manos y luego encestando una canasta de tres puntos desde el lugar donde se encontraba

-No entiendo lo que quieres decir- contestó mientras ladeaba la cabeza. Rukawa se acercó al balón que seguía boteando alrededor de la baranda que separaba la cancha de la playa y caminó directo a él con el balón boteando a su lado derecho

-no pude ganarte

-mala suerte, supongo- dijo mientras levantaba los hombros. Sin embargo, aquel gesto hizo notar lo terrible que era para Rukawa el no haberle ganado, en aquellos ojos profundamente azules, el muchacho demostraba el deseo profundo de ganarle en una competencia, con tal ardor, con tal necesidad, que al mismo Sendoh le llamó la tensión sentirse en realidad, bastante nervioso por tal reacción.

-debo tenerla- contestó sin un tono simpático. En su voz, por el contrario, se sentía un pequeño rasgueo de resentimiento sin ocultar.

Rukawa volvió a encestar, debía cumplir su meta, como todos los días, de al menos mil canastas encestadas para poder decir que su entrenamiento estaba terminado. Sendoh negó con la cabeza y dejó sus cosas al lado de la bicicleta del menor de los jugadores.

-¿Prefieres que te diga que, en realidad, no eres mejor jugador que yo?- preguntó y el salto que estaba preparando Kaede Rukawa quedó suspendido por un momento, el balón no se despegó de sus manos y cuando sus pies tocaron el suelo nuevamente, la mirada del menor quedó incrustada en el rostro de Sendoh. Era obvio que no le había gustado el comentario, pero, extrañamente, había agradecimiento en su mirada.

-al menos sería más sincero

Sendoh ahora sonrió de buena gana mientras asentía “al menos sería más sincero” se repitió para sí mismo mientras se le acercaba con las manos extendidas como quien muestra que no tiene nada que esconder. Luego, con la mano izquierda, le pidió el balón. Rukawa se lo entregó con un pase directo, ambas manos lo tomaron mientras dribleaba al centro de la cancha, se movió un poco “es para calentar” aclaró mientras se movía inquieto hasta que, finalmente, se parara frente a Rukawa quien no le quitó la mirada en todo el tiempo que había estado moviéndose por la cancha

-veamos si luego de este partido, puedo ser más sincero contigo- le dijo finalmente y luego lo enfrentó con el balón boteando a su lado corriendo con todas sus fuerzas dispuesto a encestar. Cuando Rukawa se le acercó, para poder bloquearlo Sendoh saltó dispuesto a tirar por tres puntos, Rukawa también saltó, pero luego se dio cuenta que era más bien una finta y que al momento en el que diera el paso para poder saltar el jugador de Ryonan estaba cayendo para pasar su defensa por su derecha y hacer dos puntos. Cuando el balón rebotó sobre la cancha, Sendoh se volteó con una sonrisa en el rostro y, levantando los hombros como el gesto que, supo desde entonces, no le gustaba, le habló

-después de todo, tal vez no era sólo suerte.- y ambos se quedaron jugando hasta saber quién haría los 21 puntos con los cuales terminaban los one/one.

Aquel había sido su primer partido de entrenamiento.

Y ahí estaba. Esperando nuevamente mientras el sol se agolpaba en el centro del cielo mostrando el fin del verano y la llegada del nuevo año escolar. Su último año escolar si bien lo recordaba. Sendoh respiró hondo y miró hacia el mar. Tenía en su mente algunas invitaciones a universidades japonesas, también sabía –más o menos- qué le gustaría estudiar. De la misma manera sabía que las becas deportivas podrían ser de gran ayuda, pero aun así, no se decidía.

Menos teniendo en la cabeza a Rukawa y el beso que se habían dado bajo la lluvia. A estas alturas, y con el sol golpeándole la cabeza, era imposible tomar algún tipo de decisión.

La verdad era que habían pasado dos días y Rukawa no lo había llamado como le dijera la última vez que se vieran. Y ahí estaba, esperando nuevamente a encontrarse con el muchacho antes del fin de semana dado que quería aclarar cualquier cosa antes de que comenzaran las clases. Ese fin de semana era el festival de verano, dos semanas antes de comenzar las clases, en el parque Yamashita aquel sábado y domingo y esperaba poder invitarlo a él para poder tener espacio para conversar.

Pero no lo había encontrado el día anterior, y eso que se la había pasado casi todo el día esperando en la misma cancha de siempre y aquel día jueves ya había avanzado lo suficiente como para darse por vencido. En menos de 20 minutos serían las cinco de la tarde, tal vez era mejor rendirse y simplemente, esperar a que el muchacho se dignara a aparecer.

Cuando comenzara a salir de la cancha, notó que un grupo de muchachas aparecían trotando, era la hora en la cual se hacía mucho más fácil hacer deporte y por el casi final del verano, muchos de sus compañeros ya habían llegado a Kanagawa luego de unas bien merecidas vacaciones. No les tomó mucha atención, con su misma sonrisa de cortesía se decidió a contestar cada uno de los saludos mientras asentía con la cabeza. No reconocía a nadie en particular, no los culpaba, después de todo muchos lo conocían y saludaban por ser parte del equipo de Basket, no era necesario que mantuvieran un nivel de cercanía con él. Sin embargo, cuando iba a cruzar la calle, se dio cuenta que en la vereda de en frente, una muchacha de cabello negro azabache y ojos profundamente azules lo miraba con intensidad. La misma muchacha que había llegado a vivir con Rukawa y que iba vestida para trotar se había detenido camino a la calle  que bajaba directamente a la playa.

-eres amigo de Kaede-kun- le dijo con una voz segura. Qué raro era escuchar a alguien nombrar a Rukawa con tal nivel de confianza, pero era su prima quien lo nombraba y aquel sentimiento de celos que sintió apenas escuchó el nombre lo dejó pasar al hacerse entender que había un vínculo de familia que era imposible de diluir- te vi el otro día con él.- dijo cuando notó que no había respuesta por parte de Sendoh

-así es- dijo finalmente, ahora que la veía, era probable que su suerte hubiese cambiado y si no podía encontrarse con Rukawa, finalmente podría dejarle un mensaje con la muchacha- ¿Puedo acompañarte?- dijo señalando el camino hacia la playa- iba a practicar basket hoy pero al final nunca me encontré con tu primo.

Hajime torció la boca con un gesto entre preocupado y sabiendo la distancia que había tomado su primo desde su llegada, seguramente aquel muchacho lo estaba esperando para conversar algo muy importante y no quería ni imaginarse qué significaría para ella que Kaede la considerara un estorbo. Aun así asintió, notando cómo en los ojos de Sendoh se veía reflejada la preocupación sincera por aquel muchacho obstinado que era su primo.

-Kaede es… complicado de tratar- dijo mirándolo con curiosidad. La vez que los vio despedirse, con la mano de Sendoh sobre el hombro de Rukawa había tenido la impresión del cariño real que existía entre ambos, pero si Kaede desaparecía sin decirle donde estaba, era altamente probable que tuviese dudas antes de tener que darle la cara a aquel muchacho que, ahora lo veía de cerca mientras trotaba, era bastante bien parecido.

Sendoh asintió manteniendo un ritmo parejo mientras se hundía en sus pensamientos. Dejando de ver, nuevamente, quien lo saludaba y quien miraba, pero devolviendo los saludos. Aun así no se dio cuenta de las miradas que la muchacha que lo acompañaba recibía sólo por el hecho de ir a su lado, en el mismo ritmo de trote y compartiendo algún tipo de observación que hacía inequívoco pensar que estaban juntos. Hajime tenía un magnetismo exótico, puesto que, cuando llegaron a la playa, nadie supo bien quién era aquella nueva aparición entre los jóvenes de Kanagawa.

-supongo que eres conocido- volvió a hablar Hajime mientras se sentaba en una de las rocas que daba término a la playa y que se alejaba del camino principal que la bordeaba - muchas muchachas nos miraban cuando pasamos trotando… es algo aterrador…

-es por el basket…

-¿También practicas?- preguntó instintivamente. Sendoh sonrió al notar aquella necesidad de mantenerse ligado siempre al básquetbol como si fuera todo lo que se hiciera en la vida, la misma necesidad que tenía Rukawa en sus primeros partidos de práctica.

Rukawa se sentó frente a Sendoh sacando su propia botella de agua cuando viera que el mayor tomaba grandes sorbos de un jugo isotónico. El partido había durado más de lo que se imaginaban, no habían conversado mucho, pero sin duda, habían disfrutado aquel enfrentamiento.

-juegas como si se te fuera la vida- le dijo Sendoh mientras se sentaba frente a él, tasando su ánimo luego de haberle ganado otro partido

-lo dice quien me ganó nuevamente- dijo mientras se sacaba la polera para cambiarla por otra seca

Sendoh sonrió y miró a otro lado, por cortesía, luego se echó para atrás apoyándose en los codos, era obvio que no sabía bien cómo iba a reaccionar aquel muchacho y eso, además de incomodarlo, lo intrigaba

-es porque esto es más un relajo para mí… intento disfrutarlo- contestó meneando su cabeza mirando toda la cancha en rededor

-yo también disfruto el basket- contestó Rukawa, con un tono algo ofendido- para mí, el basquetbol lo es todo…

Sendoh sonrió ante el recuerdo, sobre todo por aquel tono de completa seguridad, una seguridad que, en cierto modo, él le envidió a Rukawa.

-soy del equipo de la preparatoria Ryonan…- contestó mientras se volvía a perder en la inmensidad del mar, en unas pocas horas más se llenaría de un color cobrizo por el atardecer.

-escuché que eres muy buen jugador- dijo mientras se acomodaba ante las miradas incesantes de las muchachas que se paseaban curiosas, necesitaban saber quién era aquella compañía que la estrella de Ryonan mantenía tan cercana- supongo que por eso te persiguen tanto.- dijo, finalmente, mientras miraba con el ceño fruncido a unas dos muchachas que la miraban con un tono casi asesino mientras se perdían en la figura de la estrella de Ryonan

-a mi no me interesan…- dijo observándolas, y aun así, saludándolas con cortesía, con esa sonrisa fría que ya le había visto antes, pero sin el gesto maravilloso con el cual miraba a Rukawa- supongo que es porque no he encontrado a la correcta

-yo creo que ya has encontrado a alguien especial- dijo mirándolo a los ojos directamente, con el gesto resuelto que viera mientras jugaba con Mitsui. A diferencia de Rukawa, su prima era mucho más directa en algunas cosas- sé lo que sientes por él, Sendoh-san- dijo en un tono formal que lo hizo sentir que, en realidad, no era una pregunta ni un cuestionamiento, sino la fría realidad- pero no te has decidido a decírselo a él, ¿no es así?

Las olas pegaron en la roca mostrando cómo lentamente comenzaba a llegar la marea alta, preparando el ambiente para el ocaso con las maravillas de los vientos que movían tenuemente la cabellera de Hajime. Los ojos de Akira Sendoh, de un azul más ligero que los ojos de la muchacha, se nublaron y la miraron intentando ser fuertes, pero no lo lograron.

-él ya lo sabe- contestó nuevamente con esa sonrisa que casi parecía una máscara.

-no es necesario que lo hagas- le dijo mientras fruncía el ceño intentando entender qué era lo que había en la mente de su primo cuando la realidad era que Sendoh ya había jugado sus cartas

-¿Hacer el qué?- preguntó, ahora sí decidido a que la muchacha, en realidad, le agradaba

-sonreír cuando no quieres hacerlo- contestó mucho más segura de sí misma. En realidad, tanto ella como Rukawa tenían distintas personalidades, demasiado diferentes para ser parientes, pero en su apariencia, sin duda alguna, se podía encontrar el lazo que los unía casi como hermanos- así que le has dicho… desde que llegué que ha estado distante. Más de lo normal- dijo mientras miraba hacia el punto difuso del horizonte donde seguramente convergerían el sol y el mar

-no sabría decirte cuánto es la cuota  normal del mutismo de Rukawa

-Kaede-kun siempre fue silencioso- dijo mientras le sonreía. Le agradaba Sendoh, también podía ver porqué le agradaría un hombre así a su primo, aunque no lograba comprender del todo la reacción luego de que el muchacho se le declarara- ¿Hace mucho que se conocen?

-desde el otoño- contestó automáticamente. Podría tener la cuenta con días y horas exactos de cuánto tiempo llevaban siendo “amigables” el uno con el otro-

-no es mucho tiempo, es cierto- dijo Hajime como si siguiera una conversación consigo misma- desde pequeños, nos criamos en conjunto, casi como hermanos. Desde siempre fue muy reservado, pero era más que nada porque la mayoría de las cosas las tenía resueltas desde antes.

-¿Eso debe tranquilizarme?- dijo Sendoh mirándola directamente

-digo que, si no aceptara tus sentimientos, ya lo sabrías.- Hajime asintió recordando cuando discutían cosas de niños, entre los juegos infantiles y su constante presencia ante el muchacho hasta que un día pudo saber cuáles eran los sentimientos de él ante Touya y ella.

Era verano en casa de Oma Sakura, al parecer, los padres de los tres primos más pequeños del clan Rukawa se irían a solucionar los problemas que enfrentaban las empresas. Como siempre, las diferencias entre los dos hermanos mayores y los dos menores se hacían patente en el manejo de la compañía. Para ellos, sin embargo, aquellos problemas no les competían, por el contrario, eran parte del velo difuso que los separaba de la edad adulta y del cual no eran parte por su corta edad. Se habían quedado jugando en aquella pequeña parcela, los dos mayores corrían, ella era la pequeña y no podría alcanzarlos aun cuando utilizara todas sus fuerzas. Ambos niños ya eran altos para su edad y, según la misma abuela decía cuando les daba la merienda, podrían llegar hasta el cielo si seguían creciendo así. Hajime se sentó en una de las piedras grandes que había antes de llegar al río, Touya, sonrojado y riendo por la broma que le habían hecho él y Kaede a Hajime, se volteó para mirarla de frente. Si bien la muchacha no era fácil de enojar, era posible que se haya sentido excluida por la jugarreta. Sin embargo, la pequeña rata color caramelo seguiría su camino por algún lugar en el campo luego de tremenda sorpresa y de haber pasado la noche escondida en un frasco bajo la cama de Kaede.

-¿Estás enojada?- preguntó el mayor de los tres. Kaede escuchó a su primo y se detuvo para mirar la escena desde un lugar más alejado

-estoy cansada- dijo con sus grandes ojos azules mirando desde Touya a Kaede y viceversa- pero veo que ustedes aun se la pasan bien a costa mía

-fue una broma- dijo Kaede ahora acercándosele-

-y para reírse es que son las bromas- lo siguió su hermano- vamos. Elige a uno de los dos para que te lleve al río y así nos disculpas por la pasada que te hemos dado. ¿Te parece?

-¿Puedo elegir a cualquiera de los dos?- preguntó, incrédula- ¡no sabría cómo elegir, Touya!- contestó con aquella voz menuda que los acompañaba con el tono de alegato que siempre estaba presente. Los volvió a mirar, uno a uno para terminar preguntándole a su primo- ¿A quién de los dos elegirías para que te acompañaran, Kaede-kun?

El aludido miró a Touya y luego a Hajime, sabiendo que la pregunta podría esconder alguno de los juegos de palabras que tanto le gustaban a la niña. Pero la verdad era que no sabía cómo responder.

-no lo sé- dijo, finalmente

-¡yo te elegiría a ti Kaede-kun!- contestó con una seguridad única y en forma de reproche- si quiero que me acompañen al río, debería ser recíproco… ¿Cómo es posible que no sepas a quien elegir?

-porque tú eres hermana de Touya- contestó rápidamente. Dando por entendido, sin embargo, que su preferido era el mayor. Touya le sonrió con aquel brillo de cariño que a veces dejaba entreverse aun a su corta edad. – no podría dejar a ninguno de los dos sin el otro como hermanos…

Hajime asintió, al parecer estaba contenta con dicha respuesta,

-Touya, ¿A quién elegirías tú?- preguntó, ahora para evaluar lo que sugería aquella preferencia velada que había hecho Kaede

El mayor miró a su hermana con sus ojos del color de la miel inquietos. Tan bien como Kaede, sabía que en las preguntas de Hajime, habían escondidas pequeñas trampas de palabras que luego usaba para poder evaluar distintas situaciones. La muchacha era la menor, pero no la menos inteligente

-los elegiría a ambos- dijo tomándola en brazos. Si bien era sólo un año y medio mayor que la muchacha, ya tenía el porte suficiente para cargarla como una bebé- tú eres mi hermana, y no podríamos dejar solo al pequeño Kaede ¿cierto Haji-chan?

-es verdad- dijo sonriéndole abiertamente desde los brazos de su hermano. Sin embargo pudo notar el color sonrosado de las pequeñas mejillas de su primo que nada tenían que ver con la caminata y saltos que habían dado anteriormente- no podríamos dejarlo solo.

-Entonces- dijo finalmente Touya mirando a su primo y sonriéndole con amplia alegría, alargando sus manos para invitarlo a que se les uniera- ambos te acompañaremos- y mientras tomaba la mano de Hajime, también tomaba la mano de Kaede quien, instantáneamente, sintió como sus mejillas pasaban del rosado pálido al escarlata.

Hajime suspiró notoriamente, el sol le estaba dando de lleno en la cara, y por un momento sus ojos se irritaron al notar el reflejo del agua en su rostro. Sendoh la quedó mirando intrigado, era como si por la fracción de segundo por el cual guardó silencio, la muchacha hubiese viajado a lugares recónditos. La verdad era que, además, la muchacha lo intrigaba

-¿Todo bien?- preguntó sabiendo que se había perdido en medio de los recuerdos

-así es- contestó sonriéndole. Aquel día de verano había estado guardado en su memoria desde hacía mucho tiempo, por la sola mención de Sendoh sobre las preferencias de Rukawa, habían aparecido para darle pistas de lo que le estaba pasando a su primo- supongo que aun no me acostumbro al cambio de horario… mi cerebro debe estar cansado intentando develar qué hora efectivamente es- dijo mientras se levantaba- me iré al departamento. Me hará bien descansar

-te acompaño- respondió el muchacho. Si tenía suerte, podría encontrarse a Rukawa para poder conversar.

Esta vez no trotaron la vuelta por la calle principal que llevaba a la playa. La conversación, que variaba desde cosas muy específicas de Kanagawa hasta algunos gustos y preferencias de cada uno de los dos caminantes, fue fluida y tranquila, con las precauciones de una amistad recién formada, con las pasiones de un deporte compartido y con las necesidades de un conocido que los unía entre el ocaso y cada paso que daban. Cuando llegaron a los edificios de departamento donde Rukawa vivía, el sol se podía ver caer deslizándose lentamente bajo el mar, volviendo el cielo cobrizo y dándole al día un aspecto novelesco e, incluso, algo triste.

-Muchas gracias por acompañarme- dijo Hajime mientras se inclinaba ante Sendoh-

El muchacho sonrió, nuevamente con aquel gesto triste y lleno de una cortesía fría que nada tenía que ver con lo que realmente estaba sintiendo. Miró a todos lados dándose, finalmente, por vencido.

Hajime sacó sus llaves desde uno de los bolsillos del short de entrenamiento para abrir la puerta, pero antes de hacerlo, se volteó para mirarlo de frente. Aun cuando ella tenía la llave ingresada en la cerradura, Sendoh parecía no querer moverse de ahí

-No he sabido de él, Sendoh-san- habló asumiendo que el muchacho entendería a lo que ella se refería- en estos dos días poco lo he visto- contestó a las preguntas que el muchacho parecía hacerse mientras se acercaban al punto de llegada, mientras miraba en las esquinas cuando iban camino de regreso

-lo sé- contestó, entre incrédulo por el nivel de sinceridad de la muchacha pero también agradecido porque le dijera aquello que comenzaba a matarlo-

-¿Quieres dejarle algún mensaje?- preguntó, antes de abrir la puerta y pasar, finalmente, al antejardín de los condominios

-que espero verlo en el festival de verano, en el parque Yamashita- dijo ahora mirando a otro lado- tú estás invitada también. Si tienes ganas de hacer algo más que jugar basket

Hajime sonrió con alegría

-nunca quiero hacer más que jugar basquetbol- dijo finalmente- se lo diré, y desde ya, acepto la invitación

 

En la primaria, tanto él como Touya y Hajime iban al mismo colegio. Recordaba que cuando inscribieron a Touya en la Academia Illion, él se dedicó durante todo el año a repetir, una y otra vez, que le gustaría estar en el mismo colegio que su primo. Aun cuando vivieran en la misma ciudad, ambas familias vivían alejadas, y el colegio estaba algo a tras manos de la familia de Kaede Rukawa.

Pero ambos padres sabían del nivel de apego que había entre los tres niños, con los arreglos necesarios y la insistencia de Kaede, finalmente éste ingresó a la Academia Illion, un curso menor al curso de Touya. Fue ahí donde conoció el deporte del cual su primo tanto le había hablado

-¡El basketbol!- gritó Touya mientras boteaba uno de los balones de hule que mantenía en la habitación de juegos. Al otro lado, Hajime insistía en sacar las canicas de vidrio que dejara el fin de semana pasado en medio de los juguetes de Kaede- lo he practicado durante casi todo el año, y debes practicarlo conmigo cuando entres a la Academia, Kaede

-¿Entrarás al mismo colegio que Touya, primo?- preguntó la muchacha mientras ponía mayor atención.

-mis padres lo están evaluando- dijo asintiendo a su prima menor- ¿Basquetbol?... lo he visto por el canal del cable…

-¡Es gente muy alta la que juega ahí!- dijo la muchacha sonriendo, mientras asentía tanto a Kaede como a Touya

-mira en el cable cuando puedas- le dijo el mayor mientras le pasaba el balón de hule con un pase de pecho- te encantará

Sonidos se escucharon en la puerta, a pesar de ser la hora del ocaso, el departamento estaba completamente a oscuras, una oscuridad que, seguramente, sería más espesa si no abría las cortinas. Cuando el último rayo de sol desapareció en el horizonte la puerta se abrió dando paso a Hajime.

La muchacha cerró la puerta, luego se volteó mirando por la ventana decidiendo si abrir o no las cortinas ante aquel ambiente caldeado, recordaba que había dejado las ventanas descorridas y las cortinas descubiertas, totalmente distintas a como estaban ahora, lo cual significaba que Kaede ya había llegado, y aun cuando poco podía ver en aquella oscuridad, decidió que era mejor dedicarse a hacer una buena comida antes de sentarse a hablar con su primo. Desde el día que llegó que no conversaban, que no le preguntaba nada, que ni siquiera se dejaba ver por el departamento, que se supone, compartirían.

-te has demorado- escuchó la voz de Kaede que le daba la bienvenida. Finalmente pudo descubrir que el muchacho se encontraba tendido en el sillón largo que estaba en el living.

-salí a entrenar- contestó sin hacerle caso al tono resentido que mantenía aquella llamada de atención- corrí hasta la playa, luego me vine caminando con tu amigo, Kaede-kun. El que te acompañaba el otro día

Nuevamente el ambiente se quedó en completo silencio. Como si en aquella habitación no hubiese dos personas, sino que por el contrario, habitaran los recuerdos que hacía un momento evocara Rukawa. El muchacho se levantó para intentar verla entre la penumbra, sólo pudo notar la sombra entrecortada de su prima moviéndose por el departamento a la cocina americana donde, finalmente, prendió una luz.

-no encontrarás nada que comer. Salvo cereales y leche- le dijo sabiendo que abriría el refrigerador

-sé que tienes peor dieta que un gato- le dijo mientras abría la puerta de refrigerador y lo miraba a los ojos- al menos ellos comen pescado además de leche!... es por eso que antes de salir a trotar fui de compras al mercado. No sé tú, pero yo no sobrevivo sin comida de verdad- la muchacha sacó algo de vegetales, arroz blanco y pescado para asar a la plancha. Sabía que la comida casera, sobre todo la que tuviera vegetales salteados, era la favorita de Kaede, y como siempre le escuchaba a Oma Sakura, era a través del estómago que se podía llegar al corazón de un hombre. En aquella ocasión vería cuánta razón tenía la mujer.

Sacó unos cuantos huevos para batirlos y hacerlos omelette mientras en otro sartén tiraba a saltear los vegetales con el pescado. Al mismo tiempo, tenía el arroz blanco calentándose para poder mezclarlo todo en un delicioso plato que le recordaba a sus tiempos de infancia y que nada tenía que ver con los platos convencionales a los cuales estaban acostumbrados en casa. Cuando todo estuvo terminado, revuelto con los vivos colores de las verduras y los trozos de trucha y omelette, el aroma de la comida recién preparada fue demasiado tentador como para quedarse mirando desde el sillón. Kaede Rukawa se sentó en el lugar que usara Hajime cuando él mismo le sirviera el té verde hacía dos días. La muchacha preparó un plato grande, su primo habría estado practicando todo el día, lo podía notar en la cara de cansancio. Pero también era probable que las preocupaciones no lo hayan dejado ni comer tranquilo, el apetito, por lo tanto, sería un sentimiento sólido alojado en el centro de su estómago.

-no comes bien- le dijo mientras le entregaba el plato servido en un cuenco ancho, adornado con pequeños tomates y cebollines cortados- estás muy flaco para todo lo que entrenas

-llego sin hambre- contestó mientras tomaba sus palillos al notar el aroma que lo invitaba a que se sirviera de inmediato

-sin ganas de cocinar, querrás decir- le comentó mientras ella misma se servía su plato. Lo miró de reojo notando cómo el muchacho deseaba con toda su alma poder comer algo de lo que se le estaba ofreciendo, pero al parecer, era una preocupación real lo que no se lo permitía.

Hajime comió en silencio un poco desde su plato sin quitarle la vista a quien seguía pensando en si dar el primer bocado o no. La muchacha negó con la cabeza dejando su plato sobre la mesa, sonido que hizo despertar a Rukawa quien se había dejado llevar por sus pensamientos

-si algo te molesta, es mejor que comiences a solucionarlo- le dijo con las palabras marcadas, seguramente porque, en algún momento, se le había ocurrido decirlas en ingles

-no entiendo a qué te refieres

-I mean…- dijo mostrando su plato, luego la cocina hasta, finalmente, dar vueltas por todo el departamento- es obvio que algo no te hace tomar decisiones, Kaede.

El muchacho la miró con intensidad, sabiendo que en realidad, era que luego de tantas cosas, aun tenía resentimiento contra ella, contra Touya, sus padres, contra Oma sakura, con él mismo por no poder sacárselos de la cabeza y poder estar tranquilo con Sendoh, el muchacho que le dejara el corazón en bandeja y el cual no sabía bien si tomarlo o no. Lentamente comió los primeros bocados hasta terminar su plato. Miró la hora de su reloj en medio del living y luego mirando a su prima, decidió tomar una decisión, como ella misma le había indicado

-conversaremos cuando vuelva- le dijo sacando las llaves que mantenían en el recibidor y saliendo del departamento.

 

La noche caía lentamente mientras las luces se iban prendiendo de a poco. Sendoh, que era bueno para hablar, conversaba de cualquier cosa mientras caminaban camino a un puesto de ramen del cual le había estado hablando durante toda la semana. De la misma manera le habló sobre su familia, sus amigos, el colegio, las propuestas que ya desde el segundo año le estaban entregando las universidades japonesas. Todo gracias el básquetbol. Aun así, parecía ser que la estrella de Ryonan no tenía nada decidido, para él el deporte era una forma de relajarse, no era algo esencial sin lo cual no podría vivir.

-entonces deberías dejar de jugarlo- le dijo, nuevamente con ese tono resentido. Sendoh lo miró con extrañeza. También se había dado cuenta de que, en realidad, poco había hablado su acompañante y que los comentarios que hacía eran sólo sobre el deporte, nada sobre su vida, sobre lo que quería, sus amigos, familia o cualquier otra cosa.

-te tomas las cosas demasiado en serio- le dijo mientras terminaba su plato de ramen y sonriendo ante la seriedad de aquel muchacho de primer año- es mejor que te relajes, de otra manera no podrás con los partidos de las preliminares

-porque me lo tomo en serio es porque ganaremos el campeonato nacional- le dijo mirándolo de reojo mientras seguía bebiendo de su plato de tallarines.

-qué obstinado- le dijo mientras se levantaba de aquel puesto de ramen- dejaré que invites en esta ocasión. Si ganas la próxima, pagaré yo

Rukawa lo miró con algo de resquemores, aun así, asintió y dejó que se marchara.

-nos vemos el próximo fin de semana- le dijo antes de marcharse. No como pregunta, sino más bien como una aseveración. La verdad era que no pensaba que Rukawa le contestara, menos que aceptara

-en la misma cancha de hoy- dijo contestándole a algo que, la verdad, ni siquiera pensó que iba a decir- llego como a las 9 de la mañana.

-si no llego- contestó Sendoh, sonriéndole con alegría- ya sabes dónde buscarme

Rukawa lo miró con los ojos entrecerrados

-ni siquiera sé donde vives, no seas estúpido- le dijo mientras lo miraba con total desconfianza.

-la casa de la esquina, con el tejado oscuro. Nos vemos

Nunca había necesitado llegar hasta aquel lugar. Pero siempre quedó en la memoria la dirección correspondiente y ahora que iba en la bicicleta por aquella calle, pudo notar cómo le palpitaba el corazón, la verdad era que esperaba poder encontrarse con Sendoh pero no sabía bien qué decirle si lo hacía.

Dobló por una de las esquinas subiendo hasta el barrio donde estaba la casa de Sendoh, sin embargo, no alcanzó a seguir más allá de la cuadra desde el puesto de ramen, puesto que divisó la figura de Sendoh quien caminaba lentamente bajo las farolas, ahora encendidas, sin preocupaciones pero con algo de pesar en sus pasos.

No pudo decir palabras, sólo adelantó su bicicleta y le tapó el camino, de manera que fuese imposible para el muchacho no ver que él estaba siguiéndolo. Ambos se miraron como esperando que el otro hablara.

Sendoh sonrió, pero esta vez con un dolor punzante en su pecho, la incertidumbre comenzaba a matarlo y ahora esto, verlo ahí luego de dos días sin saber absolutamente nada de él. Y él, como siempre, sin decir una sola palabra.

-supongo que si no hablo, tú no hablarás- dijo, asumiendo que no iba a comenzar un diálogo con Rukawa si no lo obligaba a hacerlo

Rukawa no contestó. El vacío en el estómago se acrecentaba y sabía en su mente que, si no decía lo correcto se podía perder algo realmente bueno con aquel muchacho, pero no podía ser tan sincero ni tan directo como él o como Hajime, no con todo el dolor que aun mantenía guardado y con la rabia que seguía dictaminando sus actos.

-Hajime me dio el mensaje- dijo porque fue lo primero que supo decir-

Sendoh asintió. Ambos se quedaron en silencio antes de volver a encaminar la conversación.

-¿Y eso es todo?- le preguntó instando a que dijera algo- sólo te apareciste para decirme que tu prima te dio el mensaje?

El fin de semana, al contrario del fin de semana anterior, había amanecido con aquella indecisión que mostraba el clima entre los días soleados de otoño y la niebla de los de invierno. En contraste se podía sentir algo más helado el viento y las nubes, caprichosas, se paseaban entre tapando la luz del sol y luego dejándolo escapar en una fuerte luz blanquesina que irritaba los ojos.

Él, como siempre lo hacía sólo para los entrenamientos matutinos, llegó antes de la hora fijada para hacer sus mil canastas y pensar en lo que había sido el partido con Miuradai. Había pasado un mes desde que se enfrentaran con Ryonan como partido de entrenamiento, un mes que se juntaba con Sendoh, todos los fines de semanas, desde el viernes hasta el domingo, para enfrentarse uno a uno y terminar pagando la comida porque había perdido.

-si seguimos con este ritmo, será mejor que me invites a cenar algo que cocines tú- dijo el mayor mientras sacaba una botella de agua isotónica y le pasaba otra sellada a Rukawa

Este fin de semana sería distinto a los otros, si él perdía, debía invitar a Sendoh a su departamento a una cena cocinada por él. Por si acaso, había comprado en el mercado del día anterior, luego del partido correspondiente del día viernes después de clases, y la cena pagada en algún carro de ramen, centro de comida rápida o cualquier cosa que se le ocurría comer a Sendoh, todo lo necesario para cocinar algo medianamente decente. Él vivía solo y no cocinaba para él más que cereal con leche o yogurt con fruta.

El mayor llegó cuando entró por el aro el tiro 674, según su cuenta. Miró su reloj y se dio cuenta que llevaba 20 minutos de retraso. El balón rebotó en el suelo seguido por el sonido de las cadenas moviéndose en el aro.

-llegas tarde- dijo mientras se volteaba para mirarlo de frente. El mar rugió con fuerza y Sendoh sonrió condescendientemente- tuve que calentar solo

-siempre lo haces- le contestó- además, pensé que llegarías algo más tarde teniendo en cuenta que tuviste partido de clasificatorias esta semana… ¡Y qué partido!- contestó mientras se cambiaba de ropa.

-no hay razón de haber llegado tarde por un partido que tuve hace tres días- contestó esperando a que estuviera listo

Sendoh levantó los hombros sin darle importancia. Se había dado cuenta que en realidad no era que Rukawa fuese desagradable o que no hablara por vergüenza o cualquier otra cosa, sino que, por el contrario, era muy práctico y básicamente no veía la relación entre ciertos protocolos o sentimientos que dictaminaran la forma de actuar diferente de otra persona. Simplemente, Rukawa tenía una rutina y un objetivo y hacía todo para poder cumplirlos.

-sólo intentaba darte los créditos del triunfo- contestó mirándolo de frente con un brillo extraño en el rostro y pidiendo el balón con su mano derecha. Rukawa se acercó para tomarlo y pasárselo en un tiro directo- eres un jugador estrella…

-eso no importa- comentó mientras le impregnaba fuerza a aquel pase

-claro que sí, “super loqui”- Sendoh sonrió encantadoramente- cambiaste el ambiente del partido, lograste la confianza para tu equipo… eres la estrella

-estúpido- contestó sin querer mirarlo.

Sendoh sonrió enigmático y boteó el balón. Era el momento de su entrenamiento con el desafío que se autoimponían ambos.

Por alguna extraña razón aquella realidad se le hizo excesivamente tranquila, como si su vida, repentinamente se hubiese resuelto en aquellos espacios de paz que viajaban tranquilamente bajo las nubes que pasaban sobre su cabeza. La acompañaba el ruido de los pasos de Sendoh sobre la cancha y el boteo del balón, su propia respiración que demostraba lo concentrado que estaba, y el sonido del mar de fondo. Básicamente todo estaba perfecto para su vida y el basquetbol.

Estaba relajado, jugando más allá de sus preocupaciones y por aquel breve instante en el cual saltó para bloquear el tiro de tres puntos que significaban que Sendoh volvía a ganarle, sintió, en conjunto con los latidos del corazón, que su vida se había completado a pesar del dolor que nunca evitó sacar.

Cayó en sus dos pies, luego miró hacia la canasta donde el balón entraba limpiamente y luego escuchó a Sendoh caer con sus pies sobre el suelo y la respiración acelerada. El balón se quedó jugueteando en medio de la cancha, volviendo a los pies de Rukawa como para recordarle que, nuevamente, había perdido.

-Shohoku se ha hecho fuerte durante este mes- comentó Sendoh, cuando todo estuvo más calmado y los vientos se arremolinaban sobre sus cabezas- hoy se me hizo difícil ganarte- comentó mientras miraba en rededor- pero como gané. Espero una muy buena comida… muero de hambre para el almuerzo!

Caminaron sin conversar demasiado, como siempre, era Sendoh quien acaparaba la conversación hablando de trivialidades y sonriendo mientras saludaba a compañeros de su preparatoria o a alguna chica que le hacía señas pero que, realmente, no recordaba.

-sólo sé cocinar arroz, pescado y omelette con verduras- dijo mientras metía la llave del complejo de condominios para subir a su departamento

-no soy exigente con la comida

-¿Sólo con la comida?- le preguntó sabiendo que, entre las conversaciones, había un par de chicas que Sendoh contaba como conquistas y que, verdaderamente, no tenían muy buena opinión entre los estudiantes

Sendoh rió con ganas mientras se rascaba la cabeza.

-jajajaja… haré como que no dijiste nada- volvió a hablar con ese inusitado ánimo que siempre llevaba cantarinamente en su voz- pero por mientras cocinas, me iré a dar una ducha

Aquel fue el primer día en que compartieron más que sólo el entrenamiento. Ambos se quedaron hasta tarde, dando vueltas a los canales en el televisor buscando películas, partidos para ver, noticieros deportivos. Viendo el canal de las compras por cable  hasta que, finalmente, ambos se quedaron dormidos en medio de la tarde luego de haber compartido uno de los platos que les había entregado como receta, Oma Sakura.

-no quiero dejarte ir- dijo sin más. Aquel recuerdo que le había despertado la comida de Hajime le hizo recordar el sentimiento reconfortante de estar acompañado, de poder compartir su cotidianeidad con alguien más que consigo mismo. Habló con su misma capacidad práctica y sincera de decir las cosas, pero con el temor de lo terriblemente fuerte que eso era para alguien que nunca quiso compartir nada- pero no puedo exigirte que te quedes- le dijo nuevamente

-yo me quedaría, Rukawa- habló Sendoh en voz baja. No quería que nadie más, aunque sea por accidente, escuchara aquello. Le había costado tomar la decisión, y la oportunidad de darle aquel beso, aquel maravilloso y adictivo beso le dio a entender de lo que se estaba perdiendo por darle tantas vueltas al asunto.

-sin embargo- Rukawa lo miró directamente, sin preámbulos ni miedos- debes saber más de mi… y lo que significa la llegada de Hajime.

-Hajime es tu prima. Entiendo que deba vivir contigo

-No es eso- comentó ahora desviando la mirada- es solo que me gustaría que supieras más de mí para que te quedes a mi lado sabiendo a lo que vas.

 

Hajime terminó de lavar la loza cuando el teléfono del departamento sonó. Al intentar buscar el aparato inalámbrico que se encontraba en el living, entre el desorden de cojines que Rukawa había dejado por haberse recostado en el sillón y algunas cosas que ella había sacado para ir ordenando su nueva vida en Kanagawa. Luego se dio por vencida al notar la insistencia del ring del teléfono. Corrió a la habitación de Rukawa, el segundo lugar de la casa donde había teléfono y contestó.

-Rukawa’s residence. Hello!- dijo casi sin pensarlo

-¿Aun no se te quita el andar hablando inglés?- escuchó al otro lado. La muchacha se paralizó y luego sintió cómo sus mejillas se sonrojaban al reconocer la voz ¡Claro que la conocía! A pesar de que su medio de comunicación era principalmente por correo electrónico o carta, donde las llamadas estaban vigiladas y siempre recepcionadas  en algún lugar público, la voz de Touya no había sufrido ningún cambio desde que dejara de verlo, hacía ya cinco años, su hermano la estaba llamando

-¡Touya!- dijo con el corazón a mil

 

Sendoh no pudo ser más claro. Con aquella conversación –a pesar de lo corta o poco expresiva- había sido tan claro como él en expresar lo que sentía

-te escucharé- le dijo acercándosele, ahora sin importar si alguien los veía. La noche los mantenía semi ocultos en una esquina antes de llegar a la casa de Sendoh- pero para eso no es necesario esperar, Rukawa. Yo me quedaré acá si quieres que escuche todo lo que te ha sucedido

No pudo evitar sonreír. Una sonrisa clara y prístina, llena de satisfacción que tomó por sorpresa a Sendoh, acostumbrado a verlo más que nada con ese gesto pensativo, con su mirada arisca, siempre harto de todo el mundo. Se le acercó para despedirse, en su casa, después de todo, lo estarían esperando y, sin preámbulos, con la misma naturalidad con la cual habían comenzado los partidos de entrenamiento, besó al menor con insistencia pero también con control y precisión

-te llamaré cuando llegue a mi casa- dijo Rukawa cuando se hubieran separado, mirando como el mayor entraba en su casa sonriéndole en medio de las penumbras de los árboles y las luces de las farolas

-si no lo haces esta vez, te llamaré yo.

 

 

Así que cerró la puerta, notando que si bien el desorden del living, el mismo que había dejado él, aún seguía ahí, la cocina volvía a su pulcritud. Dejó las llaves en el recibidor y buscó en medio de la mesa de centro, bajo las revistas de basquetbol, el aparato del teléfono inalámbrico para poder llamar a Sendoh, no se dio cuenta que la línea estaba tomada.

-¿Cómo te has sentido?”- escuchó que preguntaba una voz masculina que pudo reconocer al instante

-“cansada”- contestó la voz de Hajime- “supongo que eso es natural, dentro de todo”

-“dentro de todo, sí”- volvió a escuchar que decían por la línea- “¿Cómo está Kaede?”

-“te sigues preocupando de él, no es así?”

-“siempre me ha preocupado”- contestó Touya con un nivel de necesidad que le removió su mundo. Hacía mucho que no escuchaba la voz de Touya impregnada de aquella posesividad que siempre tenía cuando hablaba de él- “él siempre me ha importado y me importará… diga lo que diga el tío, Haji-chan… y tú lo sabes!”

-“solo decía”- contestó la muchacha algo molesta

Hubo un silencio incómodo hasta para el propio Rukawa quien no era parte de la conversación. Pero la atracción que sentía por Touya, por aquella voz que no oía hace tanto tiempo, por la necesidad de poder retenerlo sólo para escucharlo, le hizo imposible poder cortar la llamada

-“lo lamento- escuchó finalmente- sé que también te agrada, Haji-chan”

-“no te preocupes, siempre he sabido que prefieres a Kaede antes que a mí, Touya.”

-“¡Ho!, claro que no!- contestó en ese tono que siendo jocoso estaba lleno de una aseveración que era imposible dejar pasar o pensarla como incierta- jamás podría decidir con cuál de los dos quedarme, Haji-chan, para mí ambos son hermosos y perfectos…”

-“…y es por eso que nos separaron- alcanzó a decir la menor con un tono triste. Al otro lado de la línea pareció que Touya se movió algo inquieto”

-“y no sabes cuánto lo lamento- dijo, finalmente- aun así, no dejé de amarlos…”

-“…Touya- lo detuvo Hajime, con sonidos de movimiento en la línea- déjalo así. Conversemos cuando nos veamos, está bien?”

-“está bien- convino el segundo con tono cansino- besos y te cuidas, por favor. Salúdame a Kaede cuando lo veas. Dile que apenas termine mis últimos ramos acá, me voy para allá”

Escuchó cómo la línea quedaba desocupada al cortar. Él, instintivamente cortó, sintiendo cómo desde parte de su pasado se aparecía materializado en la voz de Touya, en la tristeza de Hajime reflejada en el tono con el cual detuvo a su hermano para que no hablara de su separación, al ostracismo al cual los tres quedaron relegados.

Un nudo se le alojó en la garganta. Tarde o temprano se debería enfrentar a la realidad de la existencia de Touya y lo que significó para él y su prima los sentimientos guardados por tantos años luego de la muerte de Oma Sakura.

Hajime se apareció por el pasillo que daba a su habitación, por un momento el brillo de la lámpara se reflejó en su cabello y en sus ojos que, pudo notar, estaban tristes.

-You’re back- le dijo, intentando sacarse de su cabeza sus propios fantasmas

-hablé con Sendoh- dijo mirando el aparato telefónico que había dejado sobre todo el desorden de la mesa de centro- me dijo lo del festival de verano de este fin de semana

-yo iré- contestó acercándosele- y espero que tú también lo hagas, Kaede-kun… él, si me lo permites, parece un buen chico

-¿No te molesta?... digo…

Hajime abrió sus grandes ojos y luego sonrió de forma triste, desviando su mirada hasta el horizonte por sobre el mar que se alcanzaba a divisar por el departamento

-sé que seré la única muchacha en tu vida, Kaede-kun- contestó con tristeza, luego levantó sus hombros con resignación para voltearse hasta su habitación- siempre te querré si es lo que te importa saber. Pero creo que has sufrido bastante y es momento de que puedas seguir con tu vida…

-tú no… ¿no lo recuerdas, ya?

La muchacha levantó su vista y volvió a mirarlo por sobre su hombro. Nuevamente con un tono triste en sus ojos

-cada noche antes de acostarme, lo recuerdo, Kaede-kun

-…estás arrepentida…

-lo terrible- lo interrumpió antes de que siguiera hablando- es que, a pesar de todo, no me arrepiento.


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