Jarmo condujo toda la noche y parte de la mañana antes de volar de una patada la puerta del apartamento número 8 del edificio Parvoinen.
Jari se había ido a trabajar (luego de hacerse la paja) pues cuando llevas ocho años trabajando en tu segundo disco, aunque todavía te sigan invitando a los festivales de metal a que toques tu grandioso primer disco, el dinero escasea y hay que trabajar en algo de ocho horas como el resto de los mortales.
Juha estaba en la cama. Su banda principal estaba oficialmente en un periodo inactivo pero el dinero no le preocupaba en lo más mínimo: Jarmo lo mantenía. Lo había mantenido siempre, desde que sus padres se separaron y su padre se volvió musulmán, se fue a Medio oriente y nunca más se volvió a saber de él. Su madre se convirtió en instructora de surf en Sidney y cada navidad les mandaba recuerditos playeros desde la soleada ciudad.
Jarmo lo había criado, entre conciertos de metal y escapadas a la naturaleza. Le había cambiado los pañales, había actuado de Santa Claus y de hada de los dientes, le había enseñado música, le había enseñado a cazar… bueno, esto último sin mucho éxito. A pesar de sus esfuerzos por convertirlo en un hombre rudo como el mismo, Juha era… Juha.
Aprendió solito a teñirse el pelo a los doce años y eligió un género de metal que… bueno… no era de los más brutales. A sus conciertos asistían cantidad de chicas, lo que lo tranquilizaba sobre las sospechas que… siempre… había tenido sobre la orientación sexual de Juha. Pero bueno, no era su culpa. Si eres tan hermoso que pareces una chica estas medio disculpado de portarte como una. Y si eres lo único que tu hermano mayor tiene en el mundo, estas medio disculpado también. Y media disculpa y media disculpa se suman y hacen una disculpa completa.
Por eso no insistió en que se enlistara en el ejército con él y le permitió vivir con ese amigo de pinta sospechosa. Por cierto, ¿Qué estaría haciendo Juha en el número 8 de los apartamentos Parvoinen? Pero esa no era la pregunta más urgente.
-¡¿Qué pasó en este video!? – si lo era.
Juha miró amodorrado a Jarmo sacar la laptop y enseñarle el video de cuando Vreth y el estrenaron ese precioso juego de lencería de La petite coquete. Qué locura. Jarmo enseñándole su video porno privado del que él poseía la única copia. Menudos sueños surrealistas que estaba teniendo. Quizá Jari tenía razón y el tinte del pelo le quemaba el cerebro. Se tapó con la cobija y trató de cambiar de sueño.
-¡¿Qué diablos pasó en este video!? – insistió el Jarmo de la pesadilla, quitándole la cobija y sacudiéndolo.
-Pues que folle con Vreth, ¿Qué no se ve? – respondió molesto al Jarmo de la pesadilla. En sus sueños no tenía porque tenerle miedo.
-¡Mide tus palabras Juha!
-¿Por qué?
-¡Porque soy tu hermano y este video es… es…
-Porno. – dijo, y recibió un zape en la cabeza que le dolió bastante y le hizo plantearse la posibilidad de estar despierto.
-Jarmo, tu estas en Impaviraa, entrenando reclutas para el ejercito.
-Estoy aquí y quiero saber si este desgraciado de Vreth te obligó a hacerlo.
-No.
-¿Estás seguro? ¿No te amenazó? ¿No te extorsionó? ¿No estaba apuntándote con una pistola?
-La única pistola con la que me apuntaba está ahí a la vista. – recibió otro zape, uno que lo hizo caer en la cama. Sobándose la cabeza volvió a sentarse. – Dame eso – cogió la lap y vio la página, el numero de vistas, todo – No puede ser. – dijo – No puede ser. Yo tengo la única copia de ese video.
-¡¿Porque lo subiste al internet?! – lo zangoloteó Jarmo.
-¡Yo no lo subí!
-¡Ahí dice que lo subió Redhead slut 666 2me!
-Yo usaría un nick con más clase. – protestó Juha – Y no estoy loco para subir un video porno de mi travestido al internet.
-¿Quién sería?
-Vreth – dijo Juha con el ceño fruncido, concentrado – Debió sacarle una copia al video antes que rompiéramos y ahora se enteró de que… algo, le caló y subió el video a internet.
Las palabras de su hermanito eran tanto una respuesta como una puñalada. ¿Antes de que rompiéramos?
-Voy a matar a Vreth – anunció Jarmo.
-Mátalo. – lo animó Juha.
Y luego te voy a apalear a ti.
-¡¿A mí!? – Juha se señaló sorprendido -¡¿Por qué!?
-¡Por esto! – señalo el video, donde ya se la chupaba animadamente a Vreth. - ¡Yo no te crié para que… para que… fueras una zorra pelirroja!
Juha se sintió avergonzado. Jarmo debía estar avergonzado de él, y eso le dolía. Había ocultado su gusto por los hombres y sus relaciones con hombres a su hermano porque sabía que no las aprobaría. Le gustaban también las mujeres, pero a la postre, sus relaciones más satisfactorias habían sido con hombres.
-Lo siento. – murmuro cabizbajo, como cuando era un niño.
-¿Por qué Juha? – los ojitos castaños de Jarmo brillaban, húmedos.
-Me gusta – dijo con sencillez.
-¿Cómo que te gusta?
-Es un gusto. – se encogió de hombros – No puedo explicarlo. Y no quiero evitarlo.
Jarmo miró hacia abajo unos largos segundos.
-Voy a hacer que deje de gustarte. Pero primero voy a matar a ese desgraciado de Vreth – chocó su puño contra su palma – es lo más importante ahora.
-¡No! Lo más importante es bajar ese video de internet.
-¿Cómo lo hacemos?
-Que lo baje Vreth – dijo – y luego lo matas. ¿Dónde está mi teléfono?
Cinco minutos después lo encontró, completamente descargado. A penas tuvo batería para encenderse Juha llamo a su ex con problemas de doble personalidad.
-¿Vreth?
-Soy Mathias. – le contestó la voz modosita al otro lado de la línea. Eso facilitaba las cosas. Mathias era mucho más dócil que Vreth.
-¡Maldito desgraciado! Baja ese vídeo mío que subiste al internet.
-Eso quiero hacer, pero no puedo. – en su casa al otro lado de Helsinki el joven pelicastaño se frotaba las manos.
-¡Como que no puedes!
-No puedo porque yo no lo subí. Anoche el club de fans de Vreth me avisó del video y desde esas horas trato de bajarlo de internet, pero no puedo porque no soy el dueño de la cuenta que lo subió. Creí que eras tú…
-Yo usaría un nick con más clase. – bufó Juha.
-… y trate de comunicarme contigo pero tu teléfono me mandaba al buzón. Entonces, ¿no lo subiste tú?
-¡Por supuesto que no, pedazo de troll! Tú me robaste una copia del video. – acusó.
-Pues sí. – admitió Mathias frotándose con más ahínco las manos.
-¡Eres un hijo de puta! La condición que te puse para grabar ese video fue que yo me quedaría con la única copia, ¡para evitar algo como esto!
-Fue Vreth – Mathias acusó a su otra personalidad, la de seme malvado, machazo e irresistible.
-¡No me importa! Fue Vreth también el que me prometió que yo me quedaría con la única copia.
-Ya conoces a Vreth, es malo…
-Y dentro de poco, muerto.
-¡Muerto! – se asustó Mathias.
-¡Sí! ¡Porque mi hermano va a matarlo!
-¡Pero si lo mata me mata a mi también!
-Te lo mereces por no haberlo sabido dominar.
-Por favor Juha, dile a tu hermano que no me mate.
Juha pasó el recado.
-Dice que te jodas. Está furioso. ¡Y yo también!
-Yo también estoy en problemas – chilló Mathias – No es bueno que un cantante e ingeniero de sonido (esta era la profesión de Mathias, la otra, la de Vreth) que se toma en serio su carrera aparezca en un video porno en internet.
-¡Ja! Tú eres el seme. ¿Qué me dices de mí? Aparezco tanto o más que tú en ese video, ¡travestido y siendo uke!
-Pues sí, pero en el video tú apareces como chica, y nada en el video desmiente que lo seas. Puedes deslindarte porque en el video aparece una chica y tú eres chico, ¿pero yo? ¡Yo aparezco como chico y todo el mundo me reconoce!
Eso tranquilizó un poco a Juha.
-¿En serio?
-Sí, el novio de una de las fans de Vreth estaba viendo porno y de inmediato lo reconoció y le dijo y…
-No, que yo pueda deslindarme, que no me reconozcan.
-Pues hasta ahora nadie ha mencionado tu nombre.
Juha suspiró.
-Tenemos que bajarlo de internet. Cuanto antes.
-Sí. Contacté a un abogado. Voy a verlo a medio día en su despacho, ¿quieres venir?
-Sí. Dame la dirección. – Mathias se la pasó – Ahí nos vemos.
-Ok. – esperó a que Juha colgara.
-¿Dónde está ese desgraciado? – preguntó Jarmo – Voy a matarlo.
-Primero bajamos el video de internet y luego lo matas. Jarmo, Mathias y yo vamos a ver a un abogado para bajar el video de internet, tú te quedas aquí… ¡No! – se corrigió. No quería que matara a Jari cuando llegara del trabajo – Mejor vienes conmigo. Pero te comportas Jarmo, por favor. Este abogado tiene su despacho en una de las zonas más exclusivas de Helsinki.
Sostuvieron un duelo de miradas, gris contra castaña. Ganó la gris, como siempre.
-Pero cuando esto se solucione, ¡se muere!
***
Jari trabajaba como profesor de geometría analítica en la Universidad de Helsinki. Era un trabajo de tiempo completo que, sin embargo, le permitía cierta flexibilidad: por ejemplo, le dejaba libre el verano para los festivales de metal; Wacken, Tuska, Sauna, etc.
Era una materia de las carreras científicas, y como las que están en auge son las carreras comerciales no tenía demasiados alumnos. Además, era de primer año, lo que significaba que podía hacer novatadas a los nuevos alumnos, circunstancia que realmente disfrutaba.
Ser conocido en la universidad como el malvado profesor de geometría analítica de primero y no como el genio musical alejaba a las y los ocasionales gruppies que desde diversas partes del globo aprovechaban su viaje a Finlandia para fangirlear o fanboyear. Aunque supieran (por saber su vida y obra) que trabajaba ahí ningún alumno que lo conociera les indicaría donde encontrarlo. Oh no (sonrisa malévola). No cuando les había advertido que cada que un fan lo acosara en el campus dejaría de tarea cien ejercicios sobre curvas planas de grado superior (risa malévola).
En las horas de trabajo en las que no estaba atemorizando alumnos (curiosamente nadie se le acercaba a pedirle una asesoría) lo pasaba en la sala de profesores, repasando los problemas de composición con los que su perfeccionismo llevaba ocho años lidiando. Eso si no estaba Stanek libre también.
El profesor Stanek era un suizo genial. Había sacado también la nacionalidad estadounidense para trabajar en el acelerador de hadrones Tevatron del Fermilab en Chicago, USA, pero desde que Obama lo había cerrado para destinar sus fondos a la investigación de cremas antiarrugas (Prolongación de la juventud, ponía pomposamente) había regresado a Europa. Sus colegas del CERN se habían tomado muy a mal que los “traicionara” yéndose con los gringos, por lo que solo le habían dado un trabajito de revisar una pequeña porción de los datos que generaban las colisiones del Gran acelerador de hadrones.
Como era un trabajo que podía hacer en las instalaciones del CERN o en Timbuctú o más bien en cualquier lugar con acceso a internet escogió un país donde el acceso a este era gratuito, el nivel de educación bueno y la música buena también. Cuando las autoridades finlandesas se enteraron que tenían a tan notable físico de partículas como huésped se apuraron a rogarle aceptara una cátedra en su universidad más prestigiosa, aunque fuera honoris causa.
Stanek aceptó, y aceptó dar las clases. A los alumnos de maestría y doctorado. De Física de partículas, naturalmente. Tampoco tenía demasiados alumnos así que fue inevitable que coincidiera con Jari en la sala de profesores de la facultad de Ciencias exactas.
La amistad surgió, aunque Stanek no disfrutaba de torturar a sus alumnos directamente. Que terminara humillándolos con la evidente superioridad de su intelecto no era algo que se propusiera (aunque a veces gozara) pero ni modo; su trabajo era el mejor del mundo: entender cosas que antes no entendía, y si en el proceso aplastaba algunos egos pues peor por ellos.
El día que Jari le dijo:
-Creo que la música es una especie de geometría analítica del tiempo.
Stanek no se le quedó viendo como si no hubiera entendido ni los verbos y le contestó:
-Interesante tesis. La música se ve particularmente afectada por la ruptura espontanea de la simetría T (temporal) que constituye el problema principal de la inclusión de la ley de la entropía en la Teoría del todo.
Jari sonrió de oreja a oreja.
-En efecto, una composición musical que fuera perfectamente simétrica respecto a T seria una pobre composición musical: sería repetitiva, monótona y sin gracia.
Stanek hizo cara de fastidio.
-Semejante bodrio no podría llamarse música. Cuando mucho sonido. – el físico estaba fascinado de encontrar a alguien con quien hablar de temas casuales, como la música, y no solo física y física.
-Estoy totalmente convencido de que el tiempo existe. – o no llevaría ocho años trabajando en un álbum temático sobre él.
-Indudablemente: los que pretenden eliminarlo de la ecuación solo porque no pueden resolverlo me parecen como avestruces.
-¡Jajaja! El tiempo es la cosa más asombrosa del universo.
-Difiero, a mi me gusta más el bosón de Higgs.
-Asombroso. Quizá podríamos juntarlos… en una composición musical.
-¡Claro! ¡Su desintegración traducida a sonido!
-¡Su integración y desintegración!...
Siguieron flipando para mala suerte de los fans que esperaban álbum desde hacía ocho años: aparentemente, iban a tener que esperar más.
Continuará...