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Rain por YuukiPhantomhive

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Notas del capitulo:

Ohayou!

Bueno, recordar que este es un universo alterno y los personajes no me pertenecen (blah blah blah) sino a sus respectivos autores, y yo no los utilizo con algun animo de lucrar. 

 

Gracias por leer!

CAPÍTULO III

Beatiful Day

 

 

Vaya que sí hacía frío. El aeropuerto internacional estaba repleto a pesar de ser madrugada. Cada diez minutos la voz de una mujer resonaba en todo el lugar anunciando la llegada o partida de los vuelos. Su madre pronto llegaría, ataviada en su traje de aeromoza, y los llenaría de besos y abrazaría sin ninguna vergüenza, como si ellos aún fueran niños pequeños. Y ellos la dejarían hacerlo, porque a pesar de estar siempre en contacto vía telefónica y verla entre semanas (ya sea en casa o el aeropuerto), ellos la aman y extrañan demasiado.

 

Desde la muerte de su padre, ella tuvo que retomar su trabajo, dejando a sus hijos a cargo del Sr. Minase, su vecino y antiguo amigo de la familia, casi como un abuelo adoptivo.

 

De pronto, ahí estaba, viniendo hacia ellos con una gran sonrisa mientras se abría paso entre la multitud. Pero no esperaron, demasiado ansiosos, fueron a su encuentro. Y ella los recibió con el mismo amor y cariño de siempre.

 

Luego de pasar la mañana y parte de la tarde junto a la tumba de su padre. Había llegado de hora  de separarse otra vez. Acompañaron a su madre nuevamente hacía el aeropuerto, y después de abrazar a cada uno para despedirse, se marchó.

 

– ¿Quieren pasar por una pizza antes de regresar a casa? – preguntó el mayor mientras conducía.

 

– ¡Sí! – respondieron los tres al unísono y luego comenzaron a reír por ese simple hecho. Era como si su madre hubiera dejado en ellos una tranquilidad y paz interior indescriptibles. Después de un largo día, se fueron a dormir.

 

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Los rayos solares lograban ya colarse por las cortinas. Con mucha pereza abrió sus ojos esmeraldas y miró el despertador, cuya alarma estaba apagada por ser domingo.  Eran las  9 a.m. e intentó dormir un rato más cerrando con fuerza los ojos a causa de la luz. Esfuerzo en vano porque justo en ese momento oye que tocan la puerta. Su hermano Kazu los había ido a despertar pues, como cada domingo, era día de limpieza general.

 

“Mientras terminemos más temprano mejor” pensó y levantándose decidió despertar a Kurapika, quien ignorando todo olímpicamente, seguía en los brazos de Morfeo.

 

Después de un nutritivo desayuno, los cuatro hermanos decidieron dividir las tareas. Primero, Kazuki y Kurapika se encargarían de lavar la ropa; mientras Ranmaru y él se encargarían de la limpieza de las ventanas. Ser el hijo menor tenía sus ventajas. Su hermano mayor siempre le engreía y le daba tareas fáciles.

 

Vaya que sí hacía calor y apenas el invierno estaba terminando. “la primavera se está acercando”, pensó mientras sostenía una escalera. Ranmaru se encontraba arriba limpiando lo vidrios exteriores de la casa.

 

– ¡Hola, Liserg! – escuchó gritar a través de la cerca que separaba su hogar de la calle. Ahí se encontraban reunidos sus amigos del colegio. Incluso “él”, con su aire despreocupado y gesto sonriente.

 

– ¡El papá de Yoh y Hao nos regaló entradas para ir al parque de diversiones! ¡Tienes que venir! – gritó nuevamente el más entusiasta del grupo, Gon Freecss.

 

Saliendo de una especie de ensoñación y sin darse cuenta, empuja ligeramente la escalera que supuestamente debía proteger. Fue poco, pero suficiente para que su hermano perdiera el equilibrio y terminara colgando de una de las ventanas.

 

– ¡Liserg, Liserg!! ¡Levanta la escalera! – oyó decir a Kurapika, que en ese momento se encontraba en la azotea. Tardó un minuto en darse cuenta de todo lo que había sucedido, sus amigos comenzaron a reír y se acercaron a ayudarlo para rescatar a su hermano.

 

¡Malditas emociones que no podía controlar cuando estaba cerca a él! Esto se estaba volviendo demasiado peligroso, al menos para las personas que los rodeaban.

 

Apenas puso ambos pies en tierra firme, Ranmaru se le acercó y parado frente a él, lo miró molesto. Solo atinó a cerrar los ojos para recibir alguna reprimenda del mayor; pero para su sorpresa, este solo dijo “los accidentes suelen ocurrir” y acto seguido desordenó su cabello en señal de perdón para agregar: “Puedes ir, pero regresa temprano”. Debería haber un límite para ser permisivo, en parte sentía remordimiento, pero los niños no lo piensan mucho y entonces decidió disfrutar de esas ventajas por el momento.

 

– Que vaya con sus amigos, déjenlo disfrutar su infancia. – Ranmaru explicaba su decisión a sus otros dos hermanos, quienes sí estaban dispuestos a darle un buen sermón. Y eso fue lo último que los escuchó decir antes de perderlos de vista  al voltear la esquina de la gran avenida hacía un día de diversión asegurada.

 

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– Era un sentimiento extraño de felicidad cuando se encontraba cerca de él, Yoh Asakura. No se podría decir que fuera su mejor amigo, este puesto lo ocupaban Len y Horo Horo. Era confuso, entonces esto era…era… ¿amor? No, no podía serlo, los dos eran chicos ¡Es ilógico!

 

Se dio cuenta  que no había probado casi nada de la cena por estar sumergido en sus pensamientos. Kurapika lo miraba con preocupación, al compartir habitación ambos eran tan unidos que incluso podía sentir que el rubio podía leer su mente. Para salir de esa situación decidió dar la más corriente de las excusas. –Comí mucho en el parque.

 

– Vez, te dije que no pasaba nada. – Intervino Ranmaru – Conozco muy bien a mi hermanito. – ¿Acaso estaban hablando de él y ni cuenta se dio? Era mejor fingir cansancio y salir antes de que hagan más preguntas.

 

– Yo (bostezó) creo que me voy a dormir ya…– Pero justo en ese momento sonó el timbre.

 

– ¡Me había olvidado! – Ranmaru se apresuró hacia la puerta y se hoyó que saludaba animadamente a alguien. – Chicos, Leorio se queda con nosotros desde hoy. Les había dicho antes ¿se acuerdan?

 

– ¡Nos olvidamos de arreglar su habitación! – dijo Kazuki.

 

– No se preocupen, puedo dormir en el sofá hoy.

 

– No creo que tome mucho tiempo ¿Kazu, me ayudas? – y ambos chicos se fueron a preparar la habitación del nuevo huésped.

 

La tensión en el ambiente sí que era pesada. Kurapika y Leorio guardaban un silencio inquietante. – Eh…– aclaró su garganta – yo…me voy a dormir. Buenas…noches. – se excusó para salir del comedor, pero antes de cruzar el umbral de la puerta, sintió una punzada de culpa. ­– ¿Kurapika, vienes? – agregó.

 

– Kurapika ¿puedo hablar contigo? – interrumpió Leorio.

 

El mencionado miró a ambos y soltó un suspiro de resignación. – Bien, adelante, subo en un momento.

 

– ¡Bien! – no quería presenciar violencia, porque de seguro su  hermano sacaría a patadas a Leorio. No tenía nada en contra del él, pero Kurapika estuvo quejándose a cada momento que podía sobre cómo le había molestado con bromas y sobrenombres en el pasado. Si sucedía eso, sería algo gracioso de ver; pero en verdad ya sentía muchas ganas de dormir y dejar de pensar en “él” o tal vez soñar con “él”.

 

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– ¿Y bien? – preguntó impaciente.

 

– Mira…quiero llevarme bien contigo, digo, vamos a vivir en la misma casa y eso…y por eso hablé con Ranmaru y…– “¿cómo te lo digo?” pensó – …y me nombró tu tutor temporal ¿no es gracioso? – culminó  esperando alguna reacción del adolescente. Sudaba frío, debía admitirlo; Ranmaru le había dado la tarea más difícil.

 

Sus hermosos ojos felinos estaban mirándolo  con sorpresa e incredulidad, para luego pasar al enfado. – ¡Ranmaru!! – lo escuchó gritar mientras lo empujaba haciéndolo a un lado para ir en busca de su mejor amigo. Lo siguió escaleras arriba y encontró ya en plena discusión.

 

– ¡¿Cómo te atreves?! ¡¿Crees que soy un niño de nido o algo así?! ¡Yo soy perfectamente capaz de cuidarme solo! – se volteó a ver al recién llegado. Su mirada reflejaba verdadera ira, y luego volvió a posar su vista en Ranmaru – ¡No soy un juguete que puedas prestar a tu antojo…!

 

– Kurapika…cálmate – intervino Kazuki – sé que debes estar enojado, nadie quiere manipularte…pero ¿podrías tratar? Pienso que es buena idea que todos hagan las paces de una  buena vez, comenzando por ustedes dos. Inténtalo por dos semanas ¿te parece?

 

– ¿Y luego me dejarán de fastidiar?

 

– Sí, claro. Lo podrás matar y cobrar venganza si deseas…

 

–  ¡Ey! Yo pienso…

 

– ¡Bien! – Se dio media vuelta, pasando a lado suyo sin siquiera mirarlo y vio cómo entraba a lo que seguramente era su habitación, la cual cerró de un portazo.

 

A pesar de haber pasado tantos años ¿aún lo odiaba de esa manera? Es cierto que debía admitir que fue un poco cruel cuando eran pequeños, pero no podía evitarlo, eh incluso había recibido su merecido a manos de Kazuki por molestar a su hermanito ¿eso no bastaba? Porque sus golpes sí que dolieron. Es decir, eran niños y a esa edad hacen ese tipo de bravuconadas, ya saben…la ley del más fuerte. Y él definitivamente se veía tan débil, tan indefenso…tan lindo…pero a la vez orgulloso. No podía mostrar debilidad y tuvo que ensañarse con el pobre y su amigo albino, con quien siempre sonreía. Sonrisas que nunca le dedicaría a él y, por lo visto, jamás lo haría. Pensaba haber olvidado la necesidad de estar a su lado, pero después de tantos años, y ver la manera en que  había crecido….Sus ojos siguen teniendo el mismo hermoso color celeste, acompañados de esas largas y rizadas pestañas…ahora más que nunca quería acercarse a él, y la idea de Ranmaru era perfecta. Convertía esta oportunidad en nuevo comienzo para los dos.

 

 

*Continuará…*

 

Notas finales:

Qué difícil es escribir cuando tienes un hermano metiche a tu costado! xD ¿A cuántas les ha pasado? jajaja las cosas que tenemos de lidiar.


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