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Había una vez un Rey bajo la Montaña que se encariñó demasiado con su Saqueador por YamilSarqueloth

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 Bilbo corrió escaleras arriba, tropezó un par de veces, pero se levantaba y seguía su camino. Sentía el calor sobre su nuca, el fuego estaba cerca. ¿Cómo podía moverse tan bien esa lagartija sobrecrecida en un lugar como Erebor? La respuesta era simple, los fastuosos salones de piedra eran demasiado grandes e imponentes. El dragón gritaba desesperado y malhumorado, se le había escapado una presa, ni siquiera había notado la desaparición de la joya del rey, o al menos eso creía el hobbit.

 

Llegó a una esquina y se sacó el anillo por un momento, miró preocupado, ya no sentía el calor del fuego ni oía a Smaug, ¿en qué lugar se escondía? Escuchó pasos y desenvainó a Aguijón, su espada, rápidamente solo para oír cómo chocaba contra otra espada.

 

— ¡Bilbo!

— ¡Thorin! — gritó el pequeño hobbit con alegría.



Thorin II bajó su espada y abrazó al comarqueño, se separó al cabo de unos instantes y le miró directamente a los ojos. Sus ojos azules mostraban alivio.



— Cuando todo retumbó en la montaña quise venir enseguida, pero tuve que fingir indiferencia y... oh, Bilbo, lo siento, debí venir antes —el ojiverde sonrió alegre e intentó avanzar, pero Thorin lo detuvo—. ¿Y?

— ¿Y qué?

— ¿Dónde está la Arkenstone?



Bilbo se tensó al instante. La piedra...



“—Casi estoy tentado a dejar que te la lleves. Sí, te la daría, solo para ver sufrir a Oakenshield. Verla cómo lo destruye. Verla corromper su corazón al punto de volverlo loco. Sí, al punto de olvidarse completamente de ti, Jinete de Barril.”



Las palabras de Smaug retumbaron en su cabeza, y por vez primera, el pequeño de cabello castaño dudó en entregarle la piedra. ¿Y si era verdad? No perdería a Thorin por una sucia roca brillante.



— Thorin, debemos irnos, el dragón... —Bilbo intentó avanzar lejos del salón del tesoro, pero una espada lo detuvo, la Orcrist le cerraba el paso, Escudo de Roble le miraba extrañado, sus ojos azules más oscuros. ¿Por qué le impedía avanzar?—. ¿Th-Thorin? ¿Qué te sucede? —preguntó sin entender, el ojiverde.

— ¿Dónde está la piedra, Bilbo?

— No la encontré... ¿Estás dudando de mí, Thorin?



Bolsón fingió estar ofendido y Thorin bajó su espada lentamente. ¿Qué diablos le pasaba a ese enano? Abrió la boca para decirle algo, no obstante, el dragón comenzó a retorcerse tras una columna, olisqueó el aire y miró fijamente al enano. El ojiazul levantó su espada en dirección a Smaug y se ubicó delante de Bilbo para protegerlo.



— Vaya, vaya. ¿Si no es el usurpador bajo la montaña? Thorin Oakenshield —el reptil escupió las últimas palabras con desprecio y arrogancia. Thorin le dedicó una sonrisa de medio lado—. Oh, que tierno. Protegiendo al miserable ladrón. Un usurpador y un saqueador, que buena pareja. Pero tranquilo, hijo de Thráin, ¡mataré lentamente a tu amante antes que a ti!



El dragón comenzó a avanzar rápidamente hacia ellos, el rey enano tomó la mano del ojiverde y corrió escaleras arriba, huyendo. Ninguno se dijo nada, ahora solo debían huir a toda marcha.



La escalera terminó en un puente de piedra donde los demás enanos esperaban, se alegraron al ver a Thorin volver con Bilbo, mas el estruendo que los acompañaba eliminó sus sonrisas, el dragón les perseguía. Así pues, al escuchar el “Corran” que les ordenó su señor enano, todos echaron a correr a más no poder. Thorin se aseguró de que todos escaparan por un pasaje al final del puente, atravesando una puerta no más grande que Dwalin, Oakenshield se quedó al final para asegurarse de que todos estarían a salvo por unos instantes más, pero el dragón exhaló mucho fuego y este alcanzó al rey bajo la montaña.

Bilbo gritó al ver a Thorin con llamas sobre su ropa, mas el enano reaccionó rápido y se sacó la pesada prenda que le envolvía y la dejó quemarse lejos de él. Sin preocuparle nada más que el ojiazul, Bolsón corrió hasta él para confirmar que estuviera bien, Thorin le miró extrañado cuando el hobbit comenzó a revisarle delante de todos.



— Bilbo, estoy bien.



Pero eso era mentira, una quemadura del tamaño de una mano yacía sobre el brazo izquierdo del hijo de Thráin. Bilbo ignoró la mirada inquisitiva con la cual todos los observaban cuando el pequeño arrancó parte de su ropa para vendar el brazo del rey enano. Algunos de ellos miraban más que extrañados, ¿desde cuando eran tan cercanos su rey y el saqueador? Terminó de vendar a su rey y Thorin dio el aviso de seguir huyendo, salió corriendo con toda la compañía tras él.

Escaparon por puentes y pasadizos, pasajes y salones, y parecía que no podían huir del malnacido dragón. Les daba caza desesperado, pero tenían suerte de ser más pequeños y poder escabullirse por tanto laberinto de escaleras. Por todo Erebor les persiguió, pero lograban desaparecer antes de ser vistos por aquella serpiente colosal.

Finalmente llegaron a un salón, Thorin los había estado guiando hasta allí con la esperanza de encontrar una salida, mas solo encontraron muerte. Bilbo se llevó una mano a la cara y se cubrió la boca.

— Se acabó, no hay salida —musitó desolado, Dwalin.

Bilbo quiso abrazar a su rey, se veía tan devastado. En aquel salón yacían decenas de cadáveres, olvidados, envueltos en telaraña plateada como queriendo cubrirlos como un último homenaje a un gran pueblo. Y la salida, bloqueada con notorias marcas de intentos de escapes frustrados. A Thorin le temblaron los labios, de ira, de impotencia, de desesperación. Bilbo quiso decirle que no importaba, que todo iría bien, que ellos no habían sufrido... pero no sería verdad. Bolsón vio en los ojos de su rey cómo su corazón se partía y no podía hacer nada para evitarlo.

— Los últimos de nuestro linaje. Debieron venir aquí llenos de esperanza —comentó dolido, Balin. Y ante el silencio, agregó—. Podríamos intentar llegar a las minas, quizás duraríamos un par de días...

— No —dijo el nieto de Thrór firmemente—. No moriré así, encogiéndome de miedo, clamando por aire —la voz le temblaba, no de miedo—. Iremos a las forjas.

— Esa lagartija nos verá, tan seguro como la muerte —espetó Dwalin.

— No si nos dividimos...

— Thorin... —le interrumpió Balin—. No lo lograremos.

— Algunos de nosotros tal vez sí —aclaró el ojiazul y no evitó mirar a Bilbo a los ojos durante unos segundos—. Lo guiaremos a las forjas, mataremos al dragón. Si esto acabará en llamas... entonces todos arderemos.



El plan parecía pintar bien, se armaron grupos que conducirían al malhumorado dragón a las forjas, obviamente Thorin cogió del brazo a Bolsón, estaría más seguro con él y Balin.

Bilbo estaba bastante preocupado de todo el asunto de matar al dragón, pero seguiría a su rey hasta el mismo infierno.

El poderoso Smaug les vio huir y sin saber que le esperaba los persiguió atacándolos con su fuego y causando ráfagas con sus alas que por poco arrojaba a los enanos por los puentes de piedra. Bilbo casi cayó por unas escaleras, mas Thorin lo sostuvo a tiempo, lo cogió de la mano, ignorando a Balin, y le obligó a seguir corriendo. Justo a tiempo fueron apareciendo el resto de los enanos y llamando la atención del fastuoso reptil, lo fueron firmemente conduciendo a las forjas.

Un buen rato llevaban corriendo cuando Balin se metió por un pasadizo, obviamente Bilbo lo siguió solo para darse cuenta que se había separado del hijo de Thráin.



— ¡Thorin! —gritó al ver cómo se alejaba por el portentoso pasillo de piedra tallada.



El enano intentó devolverse, Smaug estaba ya al final del pasillo, Thorin intercambió una preocupada mirada con el ojiverde hobbit, Bilbo le miró desesperado, suplicante.



— ¡Sigue a Balin!



¡No! Al pequeño saqueador se le rompió el alma. Retrocedió unos pasos y Balin terminó por obligarle a entrar en ese pequeño pasadizo, lejos de Thorin. Smaug vomitó fuego y cenizas y Bilbo perdió a Thorin de su vista.

¿¡Dónde estaba!? ¿¡Dónde estaba su rey!? Balin lo obligó a seguir por el pasadizo, consolándolo y diciéndole que Oakenshield estaría bien.

Llegaron a las forjas, su envergadura asombró al comarqueño, y quedó nuevamente muy impresionado del mundo enano. Su preocupación empañó el momento y miró hacia atrás hasta que a lo lejos vio a su rey. El alivio fue tanto que hasta dejó de sentirse cansado.

Una vez todos reunidos de nuevo, Fili y Kili se pusieron a reclamar, junto a Dwalin, que las calderas estaban muertas, demasiado frías como para poder llevar a cabo el plan. ¿Qué podrían hacer para encenderlas? Thorin insinuó divertido que tenían todo el calor que necesitaban y al comprender todos su plan, corrieron a refugiarse. El salón templó, el dragón estaba cerca. Y su majestad Escudo de Roble, no halló nada mejor que comenzar a insultar a la terrible bestia, le llamó babosa gorda y otras cosas que hirieron profundamente el negro corazón del vanidoso dragón.

Era increíble, un par de malas palabras y el estúpido animal les había encendido las calderas, aunque por poco les chamusca a ellos.

Todos estaban en sus puestos, listos y dispuestos, como lo habían planeado, y así, comenzaron a manipular los mecanismos para hacer funcionar las forjas, mientras el dragón intentaba a toda costa entrar en el inmenso salón.

Thorin le pidió a Bilbo que llegara hasta una palanca sobre una torre de escaleras, y obviamente, Bolsón le obedeció en el acto. Pasó junto al moreno y sin importarle nada, el ojiazul lo tomó por la cintura y lo besó, fue rápido y algo torpe, Bilbo se soltó atontado y siguió corriendo, el único en ver la escena fue el dragón y Balin, y no había tiempo para procesar situaciones, así que, Balin dejó de pensar y fue junto a parte de la compañía a fabricar los “destellos con llamas” que tan descaradamente pidió Thorin en el preciso momento en el cual soltó al pequeño hobbit.

El dragón reventó las columnas y entró.

Fili y Kili distrajeron al dragón insultándolo y corriendo por el gran salón. Bolsón llegó hasta la condenada palanca. Todos en sus puestos, incluso Thorin.



— ¡Ahora! —gritó el nieto de Thrór.



Fili y Kili se alejaron, Bilbo accionó la palanca.

Agua helada de las entrañas de la montaña cayó sobre el colosal y terrible reptil, extinguiendo su fuego y enfriando sus vísceras, Smaug se retorció. Escudo de Roble miró complacido a la bestia. El agua accionó un molino y todo se puso en funcionamiento.

El metal comenzó a fundirse con el calor, Balin atacaba a la serpiente con simples bombas de luz, más para distraerle que para dañarle. Smaug estaba furioso, y quería matar a Thorin. No, no ha Thorin, a Bilbo.

El terrible reptil se quedó mirando al pequeño hobbit, tan expuesto sobre aquella torre junto a la palanca. Thorin sintió que se le helaba la sangre.



— ¡Protejan a Bilbo! —exclamó desesperado el rey bajo la montaña.

Atacaron a Smaug con flechas, le arrojaron encima cientos de rocas pesadas, más destellos con llamas, Thorin le volvió a insultar, a llamar su atención. El moreno le ordenó a Fili y a Kili liberar el oro. Ambos lo hicieron.

Bilbo permaneció con el corazón en la boca al ver a su rey correr con una carretilla hacia el dragón y luego lanzarse al oro fundido. Poco tuvo para preocuparse, Smaug comenzó a enredarse con cables y carros, la serpiente se sacudía y causaba más destrozos que los que el comarqueño hubiera querido, estuvo a punto de perder la cabeza por unos carros arrojados por el dragón. Finalmente, envistió la torre donde estaba Bilbo en un miserable intento para matarlo, la torre cayó como una baraja de naipes, el hijo de Belladona tuvo que arreglárselas para caer sin quebrarse un solo hueso. Smaug estalló en ira y vomitó más fuego.

Bolsón se levantó como pudo, se tragó el dolor de cuerpo y corrió en la dirección que su amado rey le indicaba. El dragón lo perseguía con manía, unas paredes colapsaron por los embistes de la bestia, Bilbo evitó los escombros que caían a duras penas.

El pequeño de ojos verdes encontró un pórtico y lo atravesó a toda velocidad hasta llegar a un salón aún más vasto y amplio que el anterior, era solo comparable con el salón del tesoro.

El dragón arrasó con columnas y estandartes al entrar en aquel salón. Iracundo, escupiendo cada palabra con su lengua bífida, llena de veneno, llena del mayor de los odios.



— ¿¡Crees que puedes engañarme, maldito Jinete de Barril!? ¡Has venido de la Ciudad del Lago! —espetó Smaug, el tirano, murmuró una serie de frases que Bilbo a duras penas pudo entender—. Esos cobardes llorones con sus arcos largos... ¡Y sus flechas negras! Creo que ya es tiempo de que les haga una visita.



El peso de las acciones es terrible y Bilbo lo sintió en carne propia, corrió tras el dragón intentando pararlo, detener la masacre que estaba a punto de ocurrir.



— ¿Te preocupan? ¿Más que tu amante? Bien, primero quemaré la Ciudad del Lago hasta sus cimientos y luego quemaré a tu sucio enano. Y así, podrás verlos morir a todos, Portafortuna.



El dragón le dio la espalda a Bilbo y este entró en pánico, no había nada que pudiera hacer, nada.



— ¡Oye! Lombriz inútil —gritó Thorin desde un rincón del gran salón de los Reyes, su potente voz hizo eco. Bolsón se giró buscándolo esperanzado. Smaug se detuvo, totalmente ofendido.

— Tú —espetó lleno de bilis el poderoso reptil—. ¿Qué harás, Escudo de Roble?

— Estoy recobrando lo que robaste, lagartija.



Bilbo pudo ubicar por fin la voz de su rey, sobre una colosal roca atada con cadenas y grilletes, ¿qué se proponía? ¿Cómo pensaba matar a Smaug?

— ¡Tú no me quitarás nada, enano! Derrumbé a tus viejos guerreros —el dragón tomó una pausa—. Yo infundo terror en los corazones de los hombres —silabeó lentamente, deleitándose con sus propias palabras—. Yo soy el Rey bajo la Montaña.



El dragón avanzaba lentamente, tomándose todo su tiempo.



— Este no es tu reino. Estas son tierras enanas, oro enano, y cobraremos venganza —aclaró el rey enano con toda majestuosidad.



Smaug rió.



— ¿Venganza? Espero tengas una decente después de lo que le haré a tu saqueador —abrió sus ojos, desafiante, se giró hacia Bilbo y comenzó a producir el calor antes del fuego.



Thorin entró en cólera, gritó algo en khuzdûl y todos los enanos cortaron cadenas y rompieron grilletes, pedazos inmensos de roca cayeron y revelaron una estatua de oro sólido del tamaño del ambicioso dragón. Smaug jamás había visto algo tan impresionante, una representación de Thrór en su tamaño, y brillante, oh, tan brillante, que no necesitaba del sol. Smaug se tragó su propio fuego y olvidó al hobbit, y al enano, y a toda la maldita compañía.

Se acercó pausadamente, con una cara de asombro solo opacada por su codicia. Admiró cada detalle, olió el metal dorado con deseo. Pero las ilusiones desaparecen rápido, en un dos por tres, la estructura detalla del rey enano se deshizo, y el oro fundido cayó sobre el poderoso dragón, quemándole, hiriéndole, sofocándole. Gran parte del salón quedó bañada por oro puro, con la vil serpiente bajo líquido metal.

Bilbo sonrió animado, Thorin también, el resto de la compañía festejaba y vitoreaba su triunfo.

Pero...

Pero el salón tembló.

Smaug surgió del lago de oro bañado en él, furibundo, encolerizado a más no poder. Se habían burlado de él. Desplegó sus alas y comenzó a arrastrase en dirección a los grandes portones de la entrada sellada de Erebor.

— ¿¡Venganza!? ¿¡Venganza!? ¡Yo te mostraré lo que es la venganza! —se detuvo un momento y miró a Thorin a los ojos—. Te maldigo, Escudo de Roble, una y mil veces, la fiebre de tu familia te hará sucumbir y olvidar lo que eres, y cuando destruya la asquerosa Ciudad del Lago, vendré aquí a desollar vivo a tu saqueador.

Smaug, la mayor de las calamidades, arrasó con la entrada principal a Erebor, emprendió el vuelo deshaciéndose de todo el oro sobre sus escamas, haciéndolo llover como gotas de sol en plena noche. Planeó, se alejó, en dirección a personas inocentes, a una ciudad inocente. Se mofó y Bilbo que corrió tras él pudo escucharlo claramente.



— Yo soy fuego... Yo soy... Muerte.



Bilbo miró desde las puertas rotas con solo una frase en su mente, una frase tan dolorosa que salió a duras penas por su boca.



— ¿Qué hemos hecho?

.

.

.

Notas finales:

Hola! Que bueno que les gustara el capítulo, y muchas gracias por sus reviews, e-mail y mensajes, me animan a seguir, por favor, no dejen de hacerlo.

La razón por la cuál dejé este capítulo así es porque desde ahora en adelante me basaré mucho en la película (the hobbit BOTFA) y en ideas dentro de mi propia mente más que basarme en el libro. Así que no quería Spoilear nada, así que ya están advertidas xD

Desde ahora todo se pondrá más interesante (lo prometo) y obviamente se pondrá más oscuro y tenso.

Como siempre, muchísimas gracias por leerlo, me hacen muy feliz.

Las adora, Ikiluk.


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