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Había una vez un Rey bajo la Montaña que se encariñó demasiado con su Saqueador por YamilSarqueloth

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Notas del capitulo:

Oh, Por mis Dioses!!! Estoy tan feliz! Gracias de todo corazón a: Febe, Granatres, marizu194, anna, EmmaWM, monz_loveless, Lucía Cylenth,  Conejita_yaoi y a Macross (que hizo una petición y espero le guste lo que hice en este capítulo).

Les adoro!!!!

Capítulo 6: Fiebre y Bayas.

 

Todos estaban cansados y adoloridos, aunque felices. Thorin le había pedido disculpas al Hobbit por haber dudado de él y este había contestado sinceramente haciendo sonreír al Enano. El rey ni siquiera había querido pensar en lo que les aguardaba más adelante, no obstante sabía que Bilbo estaba equivocado, en el mejor de los casos sólo Azog los estaría siguiendo y dándoles caza, pues aun había un dragón, que el mejor de los casos estaría muerto hace años. Thorin lamentablemente sabía en su interior que algo no iba bien. Smaug aún estaba vivo quizás. Esto oscureció un poco su semblante. Luego pensó en el hecho de que no tenían comida, ni refugio, ni montura, ni equipaje ¡Ni una olla siquiera! El líder se sintió abatido de pronto y un mareo atroz lo obligó a sentarse en el suelo.

 

–¡Thorin! ¿Qué pasa? – Preguntó muy preocupado, el Hobbit.

–Deben ser sus heridas – Contestó Gandalf sin darle oportunidad al Enano de hablar. Sin embargo, el moreno miró al Mithrandir y asistió lentamente.

–¡Hay que descansar! – Gritó Ori.

–¿Aquí? ¿En medio de esta torre de piedra llena de ventiscas? – Cuestionó malhumorado, Oin.

–No. Aquí, no. – Respondió Ori.

–¿Y piensas hacer bajar a nuestro líder por esta maldita torre? – Interrogó nuevamente Oin.

–¡No! Digo… no lo sé. – Ori definitivamente no sabía qué hacer.

–Hay que encender una fogata y asar algo. ¡Aunque sean lagartijas! – Opinó Gloin.

–¿A alguien le quedan yescas? Digo, ya que ninguno pudo conservar su equipaje. – Preguntó amablemente, Dori.

 

Todos comenzaron a elaborar planes y a discutir por qué plan seguir. Hasta Gandalf aportó en la discusión. Mientras, Bilbo miraba a Thorin con preocupación y este no sabía cómo reaccionar. ¿Aquella paz volvería a él? No, no podía andar abrazando hobbits por la vida como calmante de nervios o tratamiento antistress. No. Aunque le gustaría.

 

–Bilbo…

 

Bilbo sintió un hormigueo que le recorrió la espalda. ¡Thorin le llamaba por su nombre! No es que nunca lo hubiera hecho, pero este “Bilbo” era distinto, era más personal.

 

–Di-dime.

–¿Me ayudas a bajar por esos jodidos escalones? – Pidió el moreno con expresión abatida, y señalando los ruinosos escalones que se apegaban a los flancos de la torre de piedra.

–Claro. – Contestó el Hobbit nervioso.

 

Todos seguían discutiendo, mientras detrás de ellos, Bolsón y Escudo de Roble bajaban lentamente. Thorin se sentía mal tanto por sus pensamientos de batallas futuras como por las numerosas heridas en su cuerpo, había pasado una mano por sobre los hombros de Bilbo y este le servía de apoyo al caminar sosteniéndolo por la cintura con la mano derecha y por su brazo con la mano izquierda, repartiendo entre ambos el peso del herido. Bilbo intentaba no prestar atención a cómo había cambiado todo con ese abrazo, más que mal, Thorin había dejado de ser el estoico “Majestad Rey bajo La Montaña y tú eres un estorbo” a “Thorin, el que pide disculpas y reconoce que la ha cagado”. Por otro lado, el de ojos cual zafiro se sentía más desalentado con cada escalón que bajaban. ¿Qué sería de ellos si Azog les daba alcance? Aunque el Orco tardará días igual los pillaría con el estomagó vacío, débiles y cansados. Debía reponerse rápido y conseguir comida, resguardo y un nuevo equipaje. Pero una sombra más oscura inundó la mente del Enano ¿Qué pasaría si el dragón estaba vivo? ¿Arriesgaría a toda la compañía por Erebor? ¿A sus adorables sobrinos? ¿A su saqueador? Su saqueador… Bilbo. Él no era un guerrero ¿Cómo podría arriesgarlo a él, en especial a él, de esa manera?

 

–Sé que estás pensando. – Comentó Bilbo con tono serio.

–No sé de qué hablas, Saqueador. – Negó Thorin fingiendo inocencia sin disimular su estado de preocupación.

–Tranquilo, no sacas nada con pensar ahora en algo tan lejano. – ¿Cómo era posible que ese Hobbit lo entendiera tan bien?

–Pero… No quiero arriesgarlos de más, y menos ahora que Azog nos pisa los talones por mi culpa–Se rindió Thorin en un suspiro pesado. – Sé que todos son guerreros, pero…

–No sacas nada con pensarlo ahora, Rey bajo La Montaña. – Que sabio sonaba el mediano y qué bien se escuchada ese título dicho por su boca. “Rey bajo La Montaña” sonaba ahora mucho mejor.

 

Bilbo le sonrió alegre al desanimado hijo de Thrain dando por terminado cualquier pensamiento oscuro. Thorin fue recuperando nuevamente un poco de esa paz que lo había desbordado hacía unos minutos. Quería volver a abrazar al Hobbit, pero ¿Por qué?

 

–Mh. – Frunció el ceño Bolsón sacándole a Thorin una semisonrisa.

–¿Qué pasa, Saqueador? – Preguntó el moreno, divertido por la expresión del Hobbit.

–¿Acaso no podían esas águilas habernos dejado más cerca de La Montaña Solitaria? Digo, sé que está lejos, pero recién está amaneciendo y no creo que les costara mucho dejarnos más cerca. Cerca de un poblado. No es mucho pedir, creo. Digo ¡Son águilas! ¡No se iban a desplumar por dejarnos más cerca! – Thorin se tragó una carcajada y se limitó a sonreír divertido.

–¡Exacto, señor Bolsón! Son águilas, no sus choferes designados. Esto fue un favor, un GRAN favor que les estarán debiendo. – Alzó la voz Gandalf algo ofendido y llevando toda la atención hacia Bolsón y Escudo de Roble, la compañía se sorprendió de ver a su malherido Rey estar bajando las escaleras sólo con la ayuda del Hobbit e ignorándoles a todos ellos.

–Lo siento, Gandalf. – Se lamentó Bilbo, mas concluyó en un susurró que sólo Thorin escuchó. – Pero considero una desfachatez deberles tanto si nos dejaron a medio camino… Yo creo que se les debe medio favor. – Y el Enano se echó a reír, y Bilbo lo siguió, esta actitud cómplice (y el hecho que ni Balin recordaba la última vez que Thorin había reído a carcajadas) había impactado a todos y cada uno de los Enanos de la Compañía, a todos, incluso a sus sobrinos.

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Bajo el monolito de piedra había una acogedora cueva. La torre de piedra nacía en medio de un rio y para llegar a una de las orillas había que pasar saltando por sobre unas piedras macizas y chatas, al otro lado les esperaba una tranquila y amplia pradera. Decidieron entonces resguardarse en la cueva y recomponerse un poco allí, pronto el hambre les mordió el estomagó y decidieron ir a buscar comida, no todos obviamente. Thorin y Bilbo fueron obligados a quedarse en la cueva, Thorin por sus heridas y Bilbo por gratitud (porque no mandas al cansado salvador de tu Rey a recoger frutos  o a cazar conejos). Gandalf también se quedó en la cueva (pues era un Mago y él había llamado a las águilas) y Bofur, Fili y Kili se quedaron vigilando fuera de esta, por si acaso ocurría algo.

 

Thorin se encontraba recostado en el suelo sobre su abrigo y miraba el techo pedregoso intentando no pensar en el dolor que comenzaba a sentir cada vez más fuerte, pero tolerable, cuando cierto Hobbit se había sacado su chaqueta y la había enrollado para ponérsela bajo la cabeza a modo de almohadón.

 

–Para que estés más cómodo. – ¡Agh! Ese tipo era simplemente adorable.

 

Bolsón bajó la vista hacía el pecho de Escudo de Roble y notó cómo las ropas de este se estaban manchando con sangre.

 

–¡Tus heridas! – Se alarmó Bilbo. –¡Gandalf! – Llamó mientras obligaba a Thorin a sentarse y a subirse su camisa.

–Estoy bien, Bilbo. No exageres.

–¡Gandalf! – Le ignoró olímpicamente el Hobbit.

 

Las heridas no eran profundas (gracias al Focus Pocus del Mago) pero se habían abierto con la bajada por las escaleras y ahora sangraban, y nadie quería que el obstinado Enano perdiera más sangre, ya que, con ella o sin ella el condenado hijo de Thrain se levantaría al otro día sin importar su condición y seguiría con el viaje sin que nadie lograra pararlo.

 

–Voy por hierbas medicinales. – Concluyó Gandalf y se llevó consigo a Bofur.

–Saqueador. Estás exagerando. – Afirmó el moreno.

–No, no lo estoy. Déjame curarte. – Bilbo puso su cálida mano en el pecho del Enano y este sintió un calor tremendo brotar de ese contacto. Sintió que era peligroso prolongarlo y apartó rápidamente la mano del Hobbit, quien le miró extrañado.

–No. Tú también tienes heridas. Yo puedo curarme solo. – Dicho esto, se fijó en el mediano de pies a cabeza, notando que el de la Comarca también estaba herido. Tenía un sin número de magulladuras y raspones, en especial en sus manos. Estas estaban cortadas y muy rasmilladas. El cuello del Hobbit también denotaba unas pequeñas heridas, y su rostro también tenía magulladuras.

 

Suavemente, Thorin cogió las manos de Bilbo para mirarlas mejor. Aun sangraban un poco.

 

–No es nada. Estoy bien. – Se alegró el Hobbit de que el líder de la compañía se preocupara por él.

–Y yo igual, Hobbit.

–¡Pamplinas!

–¿A sí? ¿Y cómo pretendes curarme si no tenemos nada más que lo puesto y las armas? No creo que eso cree un vendaje o …

 

Bilbo ignoró nuevamente al Rey y ahora rajaba parte de su camisa para crear una venda.

 

–¡Saqueador!

–Deja de refunfuñar, Majestad. – Musitó el mediano con tono sarcástico.

 

Fili y Kili se echaron a reír, y tanto Bilbo como Thorin les lanzaron una mirada severa que sólo logró amainar un poco las carcajadas. Bilbo mandó entonces a Fili a lavar las “nuevas vendas” y a Kili a ingeniárselas para traer agua limpia. Normalmente ambos muchachos se habrían negado al dejar al Hobbit y a su tío solos en una situación tan vulnerable, pero creyeron que el mediano ya había probado su valor defendiendo a su líder, además no parecía haber ningún tipo de peligro cerca, así que partieron cada uno a la labor designada.

 

–Saqueador, insisto que exageras.

–Thorin, no estoy preguntándote qué te parece.

–¡Vaya! ¡El Hobbit tiene carácter! Hace unos días no parecías tan fiero.

–Hace unos días no estabas tan herido ni parecía que yo te agradaba.

 

Ambos callaron. El ambiente se había puesto un poco denso. ¿Tan preocupado estaba el Hobbit por él?

 

–Gracias por salvarme la vida, Saqueador. – Confesó sinceramente el Enano mirando de manera penetrante los ojos de Bilbo, causando cierto sonrojo en el Hobbit que desvió la mirada al instante, sorprendiendo un poco al moreno.

–No tienes nada que agradecer. Además, tú me has salvado la vida en más ocasiones. – Musitó Bilbo mirando hacía la salida de la cueva. Thorin sonrió nuevamente y se tendió en su lecho cerrando los ojos, ahora las heridas le molestaban aún más.

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Bolsón estaba indignado, tremendamente indignado. Hacía ya dos horas que no se aparecía el Mago con la medicina. Cuando habían vuelvo Fili y Kili (ambos mojados hasta las orejas, porque obviamente se habían puesto a hacer estupideces en vez de cumplir con su labor rápidamente) Bilbo estaba ya medio histérico, y no dudo en sermonear a ambos muchachos, sorprendiéndolos. El Hobbit cogió el agua y con ayuda de ambos, limpiaron las heridas del hijo de Thrain. Bilbo se sorprendió de la cantidad de cicatrices del Enano y no pudo evitar el sentirse más atraído a defenderlo y apoyarlo, fuera es esa peligrosa aventura o en batalla. Sí, Bilbo por primera vez en su vida pensó que pelearía por alguien.

 

Fue casi un infierno lograr que Thorin se dejara curar, pero finalmente el enano se rindió. Estaba cansado y comenzaba a sentirse débil.

 

Bilbo estaba a su lado mientras el moreno descansaba. Cada cierto tiempo se quejaba en sueños por el dolor, hasta que hubo un momento en el que comenzó a respirar más fuerte y su frente empezó a sudar. Preocupado, el Hobbit, se acercó al líder y posó su frente sobre la de Thorin, notando que el Enano estaba afiebrado.

 

El Saqueador se preocupó sobre manera y mandó a ambos sobrinos a por Gandalf. Estos obedecieron al instante. Bilbo salió por más agua e intentó bajar lo más que podía la fiebre de su líder, lo obligó a despertar y a mantenerse consciente (mientras Thorin despotricaba y maldecía al mediano por no dejarle en paz). ¿Y si el maldito Wargo tenía rabia o algo? Bolsón cayó casi en la histeria para cuando aparecieron Gloin, Oin, Ori y Bifur. Los mandó al instante por Gandalf y ninguno objetó ni nada, sólo dejaron la comida que traían consigo y corrieron a buscar al Gris. Así paso también con el resto, menos Balin que se quedó a tranquilizar a Bilbo.

 

Otras dos horas demoraron en encontrar al Mithrandir, para cuando llegó el Hobbit le miraba con odio. Gandalf revisó las heridas de Thorin y le obligó a tragarse un sinnúmero de hierbas. Les advirtió a todos que su líder permanecería con fiebre toda la noche hasta el otro día, pero que despertaría como nuevo. Bilbo se relajó.

 

Cocinaron un par de ardillas y unos conejos, junto a muchas verduras y papas asadas (Ori solo se dignó a comer papas y ardilla). El resto del día se divirtieron jugueteando en el río o dormitando bajo un árbol en la pradera. Solo Gandalf parecía preocupado por algo.

 

–¿Qué sucede, Gandalf? – Preguntó Bilbo.

–Nada, señor Bolsón. Nada. – Obviamente no era nada, el Mago sabía que el momento de dejar la compañía se acercaba. Y aún no sabía cómo decírselo a todos.

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De cena disfrutaron de pescado, mucho pescado que Fili y Kili habían traído de río arriba. Thorin aún dormía y Bilbo se sentía muy cansado. Durante la cena al Hobbit se le había antojado algo dulce y descubrió, entre las verduras que había recolectado de mala gana Ori, un puñado de bayas. Se veían deliciosas y el Hobbit se tentó a sacar algunas, total a Ori no le molestaría. Mala idea señor Bolsón, mala idea. Unas cuantas no fueron suficientes y Bilbo terminó por comerlas todas, para cuando llegó Ori, ya era demasiado tarde.

 

–¿Alguien sabe quién tomó mis bayas? – Preguntó intranquilo el enano.

 

Todos negaron la cabeza, incluido Bilbo, y Ori suspiró con tranquilidad, quizás solo se habían caído o perdido. Fili y Kili se miraron cómplices, pues sabían que Bilbo se las había zampado todas. Lentamente se acercaron a Balin y le preguntaron qué pasaba con Ori. Balin les confesó que el muchacho había cogido unas bayas llamadas “La Fruta del borracho”, su efecto era el mismo que beber demasiada hidromiel, pero además se llamaba así porque desinhibía a quien las comía y esta persona mostraba su pensar y sentimientos al igual que un borracho, y que muchas veces, al día siguiente, se despertaba con una resaca de mil fiestas. Ambos hermanos se echaron a reír y nada dijeron del ladrón de las Bayas.

 

–Vaya ladrón hemos adquirido. – Dijo divertido, Kili.

–Un Ladrón de Bayas. – Le secundó Fili.

–Un ladrón que por saquear bayas… – Comenzó Kili.

–¡Qué sorpresa se llevará! ¡Vaya! – Terminó Fili. Y ambos volvieron a ponerse a reír ante la mirada extrañada de los Enanos que no sabían a que se referían con todo aquello.

 

La noche llegó temprano y los Enanos comenzaron a acomodarse para dormir, ¡y cómo dormían! Cada cual roncando como talando bosques. Fili y Kili decidieron tomar la vigilia esa noche y esperaron a que todos estuvieran dormidos para despertar a Bilbo.

 

–¿Qué pasa? – Preguntó el Hobbit sintiendo los efectos de las bayas. Razón por la cual se había ido a dormir antes que el resto.

–Verás, Bolsón. Thorin no ha comido en todo el día y nos preocupa… – Comentó Fili.

–…Y nos pareció buena idea de que tú le dieras algo de comida mientras montamos guardia afuera.

– Ustedes son dos ¿Por qué no va uno de ustedes? – Preguntó Bilbo comenzando a marearse y a sonrojarse como lo habría hecho con unas cuantas jarras de cerveza encima. Fili y Kili se sonrieron triunfantes.

–No, nosotros estamos de guardia. Y tú ya estás despierto. – Objetó Fili.

–Búsquense a otro. – Replicó Bilbo.

–Vamos, Bolsón. Tómalo como un favor, además Thorin debe estar famélico y con la fiebre debe sentirse tan mal, incluso en sueños. – Intentó convencerlo, Kili. Y el mediano se preocupó, pues era verdad, Thorin debía sentirse pésimo y además hambriento.

–Pe-pero… – Fue tarde para cuando Bilbo quiso replicar. Fili y Kili ya se habían ido dejándole una piedra plana (que usaron a modo de plato improvisado) con patatas asadas y un pedazo de trucha junto a un cuenco (que vaya a saber Manwë de dónde lo sacó Kili) con agua fresca. – Esos dos… – Suspiró un poco molesto, pues no se sentía muy bien y ya estaba sospechando de las diabólicas y deliciosas bayas que se había tragado. – Tal vez me lo merezco. Esto es karma. – Pensó resignado el Hobbit levantándose a duras penas del suelo.

 

Todos dormían y no había ni rastro de Fili y mucho menos de Kili, esos dos eran unos expertos en cuanto a “desaparecer cuando se les quería sermonear” se tratara. El de la comarca llegó a duras penas con el plato improvisado y el cuenco con agua hasta Thorin, varias veces trastabilló y perdió el equilibrio, mas no dejó caer ni el agua ni la comida. Todo se hacía más borroso e inestable para Bolsón, al llegar junto a su líder se dejó caer de rodillas y se sintió muy acalorado. ¡Esas condenadas Bayas!

 

Bilbo se quedó mirando al Rey bajo La Montaña, notó que respiraba agitadamente y se quejaba entre sueños. No quería despertarlo, probablemente el enano no querría comer y lo mandaría a la mierda en el mismo instante que lo intentara, así que, decidió dejar la comida a un lado e irse. Pero reparó en que el moreno sudaba y el paño, que le habían puesto sobre su frente para aliviar la fiebre, estaba hirviendo como su paciente. “Un último esfuerzo y te largas a dormir, Bilbo Bolsón” pensó ingenuamente el Hobbit. El de cabellos castaños se inclinó sobre el enano y retiró delicadamente el paño, vertió un poco de agua fresca del cuenco en la tela, la estrujó un poco y volvió a colocarla sobre Thorin. Bilbo dio por terminada su labor, no obstante, cuando quiso irse una mano lo cogió fuertemente de su antebrazo izquierdo. El saqueador se giró rápidamente para toparse con los ojos de Thorin directamente.

 

El Enano había despertado, estaba desorientado, su cara sonrojada por la fiebre y respiraba pesadamente entre jadeos, se había sentado y ahora sostenía el brazo de Bilbo con firmeza. El Hobbit se sonrojó de inmediato sin poder rehuir la mirada, ya estaba bajo el efecto de las bayas y no había nada que le hiciera reaccionar como lo hacía siempre.

 

–¿Bilbo? – Musitó desorientado, el moreno. Bolsón estaba en estado “borracho” y se limitó a tragar saliva y a sonrojarse aún más. Pues el de ojos azules estaba sin camisa y vendado ¡y vamos! ¡El maldito enano era sexy para cualquiera! – ¿Qué a pasado?

–¿Por qué me llamas por mi nombre en tan pocas ocasiones? – Preguntó Bilbo arrastrando la lengua.

–Saqueador ¿Estás bien?

–¡Ves! Ahí vas de nuevo. Me gusta que digas mi nombre.

 

El autocontrol y la consciencia de Bilbo se habían ido más allá del mar de Ulmo, probablemente a Lorien, pues el Hobbit (totalmente desinhibido) se había soltado del agarre del enano para dar paso a sentarse sobre este a horcajadas y poner su cara a tan sólo unos centímetros de Thorin. ¿Qué carajos le pasaba al mediano? Pobre hijo de Thrain, no tenía idea de qué sucedía, más aún,

La fiebre le había hecho delirar desde hacía horas. Se despertada un poco y veía dragones acechando en los rayos  de luz y orcos escondidos en las sombras. Y no eran sólo paranoias, había visto a su hermana mirarlo con enojo por exponer a sus hijos; a su padre mirarlo con compresión y ternura; y a Bilbo tomándole la mano adornado con un traje de ceremonias, una hermosa corona de fabricación enana y la Arkenstone colgando de su cuello. Delirios de lo más raros, pero no tanto como el que estaba viviendo ahora, porque Thorin creía que estaba alucinando.

 

–Y a mí me gusta llamarte Saqueador. – Si hay algo que no hay que hacer, es discutir con una alucinación, pero los enanos son un caso aparte en todo.

–¿Por qué, Hijo de Thrain Hijo de Thror? – Preguntó Bilbo algo fastidiado.

–Porque entonces serías MI saqueador. Ya otros te llaman por tu nombre. – Dijo aún desorientado por la fiebre, Thorin II. Mientras, Bilbo se sonrojaba nuevamente.

–¿Te duelen demasiado? – Cuestionó el Hobbit posando su mano sobre las vendas del ojiazul.

–No la verdad. Esta fiebre ayuda a no sentir mucho, saqueador.

 

Todo comenzó a nublarse para Thorin, la fiebre volvía a hacer estragos en él, pero no dejaría ir a esa alucinación tan deliciosa así como así. Jamás tendría a Bilbo de esa manera y la fiebre cortaba toda muralla psicológica que se había impuesto para no pensar en qué sentía por el mediano. Ahora sólo eran él y su delirio febril, y vaya que le parecía atractivo el Hobbit expuesto así ante él, sonrojado y tentador. Bilbo acortó la distancia al pegar su frente a la del enano.

 

–Sí, tienes mucha fiebre. – Afirmó sin alejarse de él.

–Para ser una alucinación eres bastante convincente.

–Te equivocas. Yo no soy tu alucinación, tú eres mi alucinación, Thorin.

–¿A sí? No lo creo, porque si fuera tu alucinación, tú harías de mí lo que quisieras, en cambio es al revés.

 

Bilbo no tuvo tiempo de objetar nada. Thorin había acortado la casi nada existente separación de ambos. Suavemente, el enano había posado su mano derecha en la nuca del Hobbit y la izquierda en la cintura de este, y apretándolo delicadamente hacia sí mismo lo había acercado para así lentamente posar sus labios sobre los del mediano. No hubo ningún rechazo por parte de Bilbo, lo cual convenció a Thorin de que todo era una alucinación febril. De hecho, el saqueador había posado su mano en la espalda del enano mientras la otra se enredada en su cabellera. Bilbo Bolsón perdió los estribos y apretó sus labios aún más contra los del Rey intentando profundizar el beso. El ojiazul sintió un exquisito escalofrío recorrer su espalda y se deleitó al probar los dulces labios del mediano. Todo podría haber continuado tan bien. Pero no, un dolor punzante estremeció a Thorin y lo obligó a separarse del Hobbit. Bilbo reparó en que las vendas se manchaban nuevamente de sangre. Por alguna extraña razón él estaba bajo Thorin, no recordaba en qué momento el enano le había puesto debajo de él, pero obviamente había sido ese esfuerzo el que había abierto las heridas.

 

Preocupado, Bilbo se levantó y ayudó al hijo de Thrain a acomodarse nuevamente en su lecho, estuvo a punto de ir a por Gandalf nuevamente, sin embargo, el enano lo detuvo cogiéndolo de una mano.

 

–Estaré bien para mañana, no te preocupes.

–Pe-pero…

–Pero nada, eres mi alucinación y quiero que te quedes junto a mí, Bilbo Bolsón. – Dijo el moreno cerrando sus ojos.

 

Bilbo, mareado y confundido, se quedó junto a Thorin hasta que este se durmió. Y poco después, el mismísimo Bolsón cayó rendido por el sueño junto a su Rey.

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A la mañana siguiente el pobre Hobbit sentía que la cabeza le iba a explotar. Recordaba vagamente una neblina de la noche anterior y se sintió bastante mal de ser el último en despertar. Miró a su alrededor y no pudo ver ni a Gandalf ni a Thorin. ¡Thorin! ¡¿Dónde estaba?! El saqueador atisbó preocupado por todo su alrededor.

 

–Vaya, hasta que despiertas, Bilbo Bolsón. – Le habló Kili.

–Tranquilo, Bilbo. Nuestro tío está bien. – Lo tranquilizó Fili

–De hecho amaneció como nuevo y salió a dar una vuelta con el Mago para ver qué haremos ahora. – Agregó Bofur. Bilbo suspiró aliviado.

–Las medicinas de Gandalf fueron efectivas. – Musitó el Hobbit.

–Yo creo que fueron más tus cuidados, Bilbo. – Comentó mordaz, Kili. Bilbo no pareció entenderle.

–¿Qué tal las bayas de anoche, maese Bolsón? – Preguntó pícaramente, Fili. Bilbo, que sentía su cabeza estallar, no quiso indagar en sus recuerdos para intentar entender lo que decían los herederos de Dúrin, y se limitó a beber del cuenco de agua de Kili.

 

En ese momento entró Thorin a la cueva y las miradas del Saqueador y del Rey se encontraron. Los borrosos recuerdos de la noche anterior aparecieron de golpe en la mente de Bilbo y no logró evitar atragantarse con el agua y comenzar a toser frenéticamente.

 

–Saqueador ¿Estás bien? – Preguntó amable, Thorin. Y Bilbo se sonrojo como un tomate.

–Sí, sí. Estoy bien. Muy bien. De maravilla.

–No lo parece. – Rebatió Bofur.

–No. No, no. Estoy bien. De verdad. – Intentó disimular el pobre mediano.

 

¿En el nombre de los Valar? ¡¿Qué había hecho?! Los fugaces y neblinosos recuerdos le atormentaron. ¡¿Había besado a Thorin?! No. No. No. ¡No! No podía ser. Bilbo volvió a mirar al enano y notó que este no parecía tener cambio alguno para con su persona.

 

–Tranquilo, Bolsón. Fue sólo un sueño. Un extraño y retorcido sueño. Nada más. Sino, Thorin reaccionaría de otra manera. Así que, sí. Sólo había sido un raro sueño. Porque él sólo sentía admiración por Escudo de Roble, nada más. ¿O sí? ¡Agh! ¡Maldito Enano! ¿Hasta qué punto confundirás mi mente? – Pensaba Bilbo cuando Gandalf anunció.

–Siempre quise veros a todos a salvo (si era posible) del otro lado de las montañas, y ahora, gracias al buen gobierno y la buena suerte, lo he conseguido.

 

En resumen era simple. Gandalf tenía asuntos que atender y no iba a acompañarlos hasta Erebor. No se iría en ese instante claro está. Todos protestaron y le ofrecieron grandes cantidades de piezas del tesoro a cambio de que se quedara, pero el Mithrandir se negó, sin embargo también les dijo que había una gran posibilidad de que se volvieran a ver antes de que toda la misión acabara, eso reconfortó un poco a los enanos, mas no a Bilbo.

 

Todos necesitaban comida, abrigo, montura y equipaje para seguir en su misión, así que, como no había muchos habitantes por esos lares, Gandalf les dijo que tendrían que ir donde un amigo suyo que vivía por allí, así pues, siguieron al Mago a través de la pradera.

 

Bilbo finalmente se había autoconvencido de que todo lo de la noche anterior había sido un sueño y Thorin juraba a Aulë que había sido una alucinación, una hermosa y tentadora alucinación.

 

–Fili ¿Qué tanto escondes en tu bolsillo? – Susurró Kili a su hermano.

–Nuestras amigas “Las Frutas del borracho” – Sonrió triunfante el rubio.

–Bien pensado.

–Pues, claro. Nunca se sabe cuándo se pueden necesitar.

 

Ambos hermanos rieron por lo bajo y Bolsón y Escudo de Roble sintieron un perturbante escalofrío recorrer su espalda.

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Continuará…

 

Notas finales:

Este capítulo fue a petición de las lindas chicas que me pidieron un beso de estos dos y me alegraron la vida con sus comentarios, ask y reviews. Siento que su relación no avance mucho, pero tienen que pensar que esto de un Hobbit y un Enano es algo complicado, no para mí, sino para ellos xD.

 

De verdad espero les haya gustado leerlo tanto como a mi escribirlo. Espero sus comentarios/Ask/reviews con muchas ansias porque mientras más recibo, más me animo a escribir. Y ya saben, cualquier cosa, critica, petición o carta de ejecución, háganmelo saber.

 

Les quiero y adoro muchísimo!!!!


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