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¿Amor imposible? por BlueMoon

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Notas del capitulo:

Bueno, bueno, antes que nada, quiero agradecer a las hermosas personitas que me dejaron review en el anterior capi. Que lindas que son ^^-

Ahora, con relación a este cap. Quería colgarlo antes, pero entonces se me ocurrió una escena que me ha llevado días escribir u.ú. Hasta hoy que la he podido terminar.

Espero que les guste.

Los rayos de sol que entraban por una ventana que no había sido cerrada, hicieron que Bill abriera un poco los ojos,  incómodo ante tal sensación. Pestañeó un par de veces hasta que se acostumbró y pudo abrir los ojos. Entonces su mirada se tornó confusa, ¿qué había pasado para haber acabado en el suelo, y con una botella de alcohol a su lado y el paquete de maria* que tan celosamente guardaba?

Como si de un rayo que iluminaba la habitación se tratara, los recuerdos de la fatídica tarde de ayer volvieron a su mente. El corazón se le encogió, y diminutas lágrimas cayeron por sus mejillas, ¿qué es lo que había hecho? Y ¿por qué no había sido más cuidadoso en guardar el diario? Si lo hubiese hecho, no hubiera pasado nada de eso.

Intentó levantarse, ese día tenían que llegar a su casa tanto Georg como Gustav para poder ensayar, y no quería que se lo encontraran así. Al levantarse, pero, sintió un mareo que le hizo volver a sentarse en el suelo. Entonces, el dolor de cabeza se hizo presente, producto del alcohol y la droga ingeridos ayer. Al igual que unas horribles nauseas. No pudo más y devolvió lo poco que había comido el día anterior en el suelo de la habitación. 

Cuando sintió que las nauseas y las convulsiones remitían, volvió a intentar levantarse, esta vez más poco a poco, y al lograrlo se quedó quieto hasta que el suelo ya no se movía. Apagó el maldito reproductor de música que le estaba volviendo loco con tanto ruido y guardó su tan preciada droga. No quería que nadie la encontrara y menos Tom. Sabía que si era su gemelo le iba a dar una charla sobre drogas y se la quedaría para él. No señor, Tom no le iba a quitar su única distracción.

Espió por la puerta a ver si su hermano estaba visible, ya que no le gustaría que Tom se lo encontrara así. Al no ver a nadie bajó las escaleras poco a poco y cogido del pasamanos, entró en la cocina, rebuscó en el armario un vaso de agua y la aspirina, y lentamente se la fue tomando. Esperaba que el dolor pasase rápido.

Cuando acabó, se sentó en la mesa de la cocina a pensar, con las manos en la cara, y es que ¿cómo tenía que actuar con su hermano a partir de ahora? ¿Cómo si no le conociera? ¿Cómo si lo de ayer no hubiese sido nunca dicho? O simplemente ¿ignorarlo, e intentar seguir con su vida, fingiendo que no tenía hermano?

Pensar en eso hizo que el dolor de cabeza aumentara.

El sonido de la puerta abriéndose y cerrándose, le sacó de sus pensamientos y congelándole. Solo podía significar una cosa: Tom había pasado la noche al saber con quién, y ahora volvía. Eso lastimó aún más su corazón, ¿por qué su gemelo le hacía eso? ¿Qué ganaba destrozándole el corazón de esa forma?

 “Puede que lo haga por eso” —dijo una voz en su cabeza.

No pudo pensar en nada más, porque sintió como unos pasos iban dirección a la cocina, y se quedó congelado al ver a Tom que efectivamente al parecer acababa de llegar de algún lugar, pues la ropa que traía era de calle.

Se quedaron unos momentos en silencio, al parecer, su gemelo tampoco tenía muy claro cómo debía actuar enfrente de él.

—Hola—dijo Tom, rompiendo con el incómodo silencio.

 —Hola —le respondió Bill sin ganas aún con el dolor martilleando sus sienes.

 Se levantó de la silla como pudo y pasó por su lado, ya se imaginaba que ahora todo sería así, ignorarse mutuamente, hasta que alguno de los dos hablaran realmente de eso.

Tom se estaba debatiendo entre pedirle perdón a su hermano por su comportamiento de ayer por la tarde, o continuar como si nada hubiera sucedido y no darle importancia a ese hecho, el problema era, ¿podrían continuar actuando como si nada hubiera pasado? Estaba claro que no, y también que debía disculparse, al menos por lo que dijo. En ese momento, notó que Bill se iba a ir, así que se apresuró a decirle:

—Yo… yo te quería pedir perdón Bill, por todo lo que pasó ayer por la tarde, y por todo lo que dije, no es verdad que me des asco. —Quedaba muy irreal disculparse por eso, pero sentía como si lo necesitase.

— ¿Perdón? —Repitió su gemelo incrédulo — ¿Por todo lo qué me dijiste? ¿Qué no era verdad todo lo que me dijiste?  ¿No era lo que en ese momento sentías?

—Sí, pero… yo no quiero estar enfadado contigo Bill —intentó razonar Tom.

—Está bien, te perdono —le respondió irónico su gemelo.

Tom al darse cuenta del tono irónico que Bill usó le replicó enfadado:

—No querrás que te pida perdón por no sentir lo mismo que tú ¿no? —inmediatamente supo que había herido a su hermano, nuevamente, y eso le hizo sentir miserablemente.

—De hecho, no quería ni que me pidieras perdón, Tom —, dijo Bill con una calma que no sentía y acercándose peligrosamente a su gemelo —en verdad tampoco lo esperaba —dijo lo último con sus labios rozando de los de Tom—, pero está bien, “te perdono” —. Dijo para después salir corriendo de la cocina

Tom se quedó  allí de pie, sin hambre, no sabía que el hecho de haberle dicho eso a Bill haría que este quedara tan destrozado. La verdad es que él nunca se había enamorado, y por eso no podía imaginarse siquiera todo el dolor que estaba sintiendo su hermano en ese momento. Se pasó las manos por la cara, en señal de frustración, ¿qué se suponía qué debía hacer ahora?

Se sentó en la silla que minutos antes había ocupado su hermano y se puso las manos en la cabeza. En su mente aún atolondrada por la cantidad de alcohol, que en verdad no era mucha, pero él no estaba acostumbrado a beber, aún resonaba el nombre que se le escapó cuando estaba con la chica. ¿Por qué justo en ese momento le tenía que venir Bill a la mente? Bill y su cara destrozada por sus palabras, Bill y su sonrisa, Bill y su alegría contagiosa…

Toda su mente se inundó de él, de su gemelo. Y eso le confundía y le agobiaba. El no saber por qué su subconsciente pensó en su gemelo mientras se vino le estaba matando. Necesitaba respuestas, y las necesitaba ya. 

Pero por más que buscaba no encontraba una que fuera lo suficientemente lógica. Y eso le hacía frustrarse aún más. Se pasó la mano por el pelo, en gesto nervioso. Ahora que lo pensaba,  esa tarde venían Georg y Gustav  a ensayar allí, y notarían las cosas tensas, ¿qué pasaría?

Solo tenía una cosa clara, y es que Bill no le había perdonado, solo le había dicho que sí para no oírlo más, y ese pensamiento no supo porque le dolió en el corazón. Él sinceramente quería hacer las paces con su gemelo, pero era imposible. Bill tenía razón, no podía pedirle perdón por todo lo que le había dicho, pero él solo quería volver a ser los de antes,  sin nada de “amores” de por medio…

Y ahora la había cagado y Bill no iba a perdonárselo en la vida.

Mientras tanto, Bill en su habitación, estirado en su cama estaba pensando:

— ¿Qué le perdone? ¿De verdad Tom me ha pedido perdón por haberle dicho eso? Desde luego, Tom no sabe todo el daño que me ha hecho. Resulta irónico que me pida perdón por haberme dicho lo que piensa de mí, ahora que sabe mi más oscuro secreto.

Se levantó para lavarse de la cara todo el maquillaje corrido, llegó al baño, se miró al espejo y el reflejo del espejo le devolvió una imagen deplorable con el maquillaje corrido y los ojos rojos e hinchados, y unas grandes ojeras adornaban su cara. Se lavó la cara con agua y jabón y se secó con una toalla.

Se  miró otra vez en el espejo, y vio que ya estaba un poco mejor. Se quedó unos instantes con la mirada perdida y cuando volvió a mirar el reflejo que le mostraba el espejo casi se cae, puesto que no era él, si no la imagen de su hermano, y a su mente llegaron las palabras de ayer.

— ¿Por qué Tom? ¿Por qué me dijiste todo eso? —inquirió en un susurro.

Volvió a su habitación, a la cama, como antes, y dejó vagar sus pensamientos en cómo sería una vida en la que Tom le dijese que le amaba.

Esa mañana pasó lentamente para los dos que trataban de no encontrarse, aunque a la hora de la comida, Tom decidió ir a la habitación de su hermano a ver si este tenía hambre o quería que le llevara algo.

Cuando entró, lo primero con lo que se encontró fue con la juerga que Bill se había montado solito la pasada noche. La botella de Ron, que había sido el desahogo de sus penas, estaba vacía tirada en un rincón y por el suelo habían los restos de lo que parecían ser unos cuantos cigarrillos. Arrugó la nariz al sentir como el olor a vómito y a algo más, un olor muy fuerte que no sabía distinguir, * le inundaban las fosas nasales.

Al ver todo eso, se sintió peor de lo que ya se sentía. Es decir, Bill había hecho todo eso para olvidarlo, para olvidar sus crueles palabras. Era, de algún extraño y retorcido modo, el culpable de que su gemelo se encontrara de esa forma el día de hoy.

Apretó los puños y decidió que limpiaría la habitación, pues empezaba a oler bastante mal. Tiró la botella de licor a la basura al igual que los restos de cigarrillo y con una pala y una escoba el vómito de Bill.

 Al ver la habitación más decente, fue hacia la cama de Bill siguiendo su propósito de levantarlo para que comiera algo. Al llegar allí, se encontró con que su gemelo estaba durmiendo, lo quiso dejar descansar, pero después pensó que lo mejor era que comiera algo, que si no después Bill se ponía de mal humor porque no lo había hecho.

Entonces se fue acercando hasta llegar a la cama, y se lo quedó viendo por un momento, suspiró, realmente su hermano era hermoso… ¿Hermoso? ¿Había pensado eso él? No lo creía, pero ahora que lo volvía a ver… Sí así era hermoso con todas las letras de la palabra… Estaba seguro que Bill podía elegir a que chico o chica tener, entonces, ¿por qué se fijo en él?

Sabía que para esa pregunta no obtendría respuesta jamás y de hecho no estaba seguro de querer obtener una. Se le quedó mirando por un momento más, dándose cuenta de las ojeras que Bill tenía, ¿desde cuándo hacía que su hermano no dormía bien?

 Un gemido lastimero se dejó escuchar por parte del más pequeño, mientras de sus ojos todavía cerrados, empezaron a descender pequeñas  lágrimas.

Esa imagen hizo que el corazón de Tom se estrujara y la culpa invadió sus entrañas. ¿Era él, el culpable de toda la desdicha de su hermano? No soportaba verlo así, prefería verlo alegre, vital, siempre con una sonrisa en la cara y cantando en todo momento.

Se acercó lentamente a él y le despertó:

—Bill, Bill, despierta —dijo zarandeándole suavemente—, despierta.

— ¿Qué pasa, qué pasa? —cuestionó el durmiente, al sentir como era zarandeado con voz tomada por el llanto.

—Levántate, Bill. Tienes que comer algo.

— ¿Qué hora es? —Preguntó este soñoliento y con voz rota, mientras se pasaba las manos por los ojos, intentando despertarse a la vez que retiraba las lágrimas que no sabía cómo habían empezado a descender por sus mejillas—, ¿ya han venido Georg y Gustav? —Acabó cuestionando después de aclararse la garganta.

—Es la hora de la comida —respondió Tom, intentando sonar lo más normal posible—. Y no, los chicos no han llegado todavía.

—No tengo hambre —contestó Bill en forma de gruñido —. Despiértame cuando lleguen — dijo tapándose.

—Pero tienes que comer Bill, por favor.

—No es que no quiera es que dudo que ahora me entre algo de comida —respondió en tono tajante.

—De acuerdo, pero después no te quejes con que no has comido —dijo enfadado Tom,  yéndose hacia la cocina.

 Bill se quedó en la cama, intentando no pensar en la actitud de su hermano, intentando dormir. Cerró los ojos y lentamente volvió al mundo de los sueños, a soñar con algo imposible para él.

Tom por su  parte bajó a la cocina, a mirar que había para comer. Después de haber subido a ver a Bill no tenía tanta hambre, pero necesitaba comer. El problema era que no había gran cosa en la nevera, y no tenía ningunas ganas de cocinar, así que al final decidió encargar una pizza.

Hizo el encargo y se sentó en el sofá de la sala a esperar. Sus pensamientos volaron en dirección a su gemelo, como en las últimas doce horas, y se preguntó si a partir de ahora esa sería su relación, esquivándose el uno al otro y no tan “juntos” como antes.

No le dejaron pensar mucho puesto que el timbre sonó y fue a abrir antes de que molestaran o despertaran a Bill, cogió su cartera, que estaba encima de la mesa, abrió la puerta, pagó y se fue a comer la pizza que había pedido.

La comida fue triste, puesto que no tenía nadie con quien bromear, o tan siquiera hablar, y echaba de menos a Bill, pero sabía que este no quería que estuviera cerca de él por mucho tiempo… si al menos ayer no se hubiera exaltado tanto y hubiera dicho lo mismo pero con más tacto probablemente ahora no estarían así, pero como no podía volver al pasado, y arreglarlo las cosas debían quedarse así.

Acabó de comer, y guardó un trozo para su gemelo por si después despertaba con hambre, y pensó que podía hacer ahora.

No hubo acabado de tener ese pensamiento que escuchó el timbre de su puerta por segunda vez ese día. Gustav y Georg debían de venir más tarde, así ¿qué quién podría ser?

Se llevó una sorpresa cuando abrió la puerta y vio que era Nancy, su novia.

En cuanto la vio, Tom se olvidó de todo. De Bill, de su discusión, de sus pensamientos tan bizarros acerca de su hermano… ¿El motivo? La de ojos verdes llevaba ese top de color rojo tan ajustado, con el que enseñaba el ombligo y que le encantaba como le quedaba y una minifalda vaquera que dejaba ver sus largas piernas. Definitivamente la morena sabía a lo que venía.

—Nancy, ¿qué haces aquí? —preguntó sorprendido mientras  la dejó pasar. No quería que cogiera frió, y la invitó a sentarse en el sofá, cosa que la chica agradeció porque se estaba quedando congelada, mas no se sentó en el sofá, si no que se lanzó a los brazos del de rastas y lo besó dejándolo sorprendido.

—Siento no haber podido venir ayer, pero ahora estoy aquí para compensarte —comentó la pelirroja con voz insinuante.

Tom captó el sentido de las palabras y con la pierna se apresuró a cerrar la puerta. No era que estuviera desesperado por tener sexo, pero quería olvidar por un momento la situación que vivía con su hermano, dejar envolverse por el placer del sexo y no pensar en nada más, solo sentir.

Y si su novia estaba dispuesta aún más.

Con ella en brazos, se dirigió al sofá y la depositó cuidadosamente ahí. Sentía que la chica estaba ansiosa porque no paraba de frotarse contra él, y él tampoco creía que llegaría hasta su cuarto, pues un bulto se estaba formando en sus pantalones y no creía aguantar hasta su habitación.

Se acercó a ella y la besó con hambre, con desespero, con ganas de olvidarse del mundo. La desnudo con prisas, besando y mordiendo cada parte de piel que era descubierta por la ropa, queriendo estar dentro de ella lo antes posible. Permitió que Nancy lo desnudara, y cogiendo un preservativo del ancho pantalón que en esos momentos estaba en el suelo se lo puso.

—Si queréis follar al menos hacedlo en un maldito hotel. —Retumbó en la sala en ese momento cosa que provocó que la pareja cesara sus movimientos y bajaran su cabeza avergonzados.

Notas finales:

*Maria: Bueno no sé si todo el mundo lo sabe o si ya lo había mencionado en el otro capi, pero es otro nombre que se le da a la marihuana.

¿Gustó? Espero que sí. Realmente espero que me dejen un pequeño review ni que sea para decirme "vaya mierda has escrito" se lo agradecería mucho.

Saludos y kisses~~.


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