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Tú eres mío. por Love of L

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Notas del capitulo:

Huolasss. Es un poco más largo que los anteriores (una hoja de word, no mucho) pero aun así, ya sabéis, cortito... 

 

 

Estaba amaneciendo y la luz comenzaba a entrar a través de las persianas.

Los primeros rayos de sol que iluminaron la cara del pequeño le resultaron cuchillos.

Había dormido toda la noche en el suelo de su habitación, desnudo y sucio.

Le dolía todo el cuerpo.

Cuando consiguió levantarse, fue hasta la bañera con la mirada perdida y se sentó bajo un chorro. Pudieron pasar horas.

 

 

Mello dormía plácidamente en su temporal apartamento. Era un sitio bastante sucio y pequeño, la cama no era demasiado cómoda y los baños muy simples. Pero Mello no lo usaba más que para dormir, así que poco importaba.

Cuando comenzó a despertar, las imágenes de la pasada noche rondaban su cabeza.

Sí que se había divertido con el pequeño albino. Le había causado mucho placer.

Miró el mugriento techo despejándose su rubio flequillo.

 

 

Tras un tiempo indeterminado, Near salió del baño.

Dando tronpicones llegó hasta el armario y se vistió con su pijama blanco.

No tenía hambre, así que no bajaría a desayunar. En realidad, no sentía nada.

Con su mente vacía, se dejó caer en el sillón y dobló la pierna derecha.

Al quedarse desocupado, las imágenes del rubio volvieron a su mente.

Se llevó una mano al cuello, y sintió que una pequeña zona estaba más sensible.

Sin darse cuenta, lágrimas silenciosas caían por su rostro.

 

 

Mello se incorporó y notó que tenía unas leves agujetas.

Se lavó la cara y fue a desayunar. Recordaba cómo había llegado a la residencia, había jugado con Near, había vuelto, se había dado una ducha y había caído dormido.

Había sido un gran día, pero aun así parecía sentir algo que lo atormentaba.

Abrió una tableta de chocolate y puso la televisión.

 

Cuando ya era por la tarde y Near empezó a calmarse, profundizó en la experiencia del día anterior, con frialdad. No sentía rabia, quizá no sintiera nada.

Recordaba cómo su compañero lo había forzado en ese suelo, y cómo su cuerpo reaccionaba ante sus perversiones, y se asqueba a sí mismo.

Cuando anochecía, ambos decidieron ponerse a trabajar en el caso.

Mello salió con su moto a contactar con algunos implicados y Near se reunió con sus compañeros en una de las plantas de la residencia.

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Habían pasado tres días desde entonces. Near iba de vuelta a su habitación.

Cuando entró, el juguete que llevaba entre las manos cayó.

 

-Hola, Near.- El rubio estaba de pie junto a la cama.

El albino no reaccionó. Parecía haber entrado en un completo estado de shock.

Mello torció la cabeza y se acercó a él.

-Vamos, ¿no estarás enfadado?- Cerró la puerta y llevó al pequeño de la mano hasta la cama. Lo sentó y apartó de su ojo un mechón gris.

El menor cogió ese mechón y comenzó a retorcerlo, como solía hacer.

No dijo nada.

Mello no sabía muy bien qué hacía allí. Sí, en parte, porque quería repetir lo de días atrás, el pequeño Near lo volvía loco. Por otro lado, viéndole ahí, sentía algo de lástima por él. Después de lo que le había hecho, ni siquiera había gritado al verle. Ni siquiera una lágrima. Solo vacío. Quizá hubiera dañado al pequeño más de lo que pretendía.

Se excitaba al verlo suplicar, llorar... pero no quería dañarlo por dañarlo. Eso no le producía placer.

Intentó ordenar sus sentimientos acercándose al menor.

-Near... ¿me odias?- Pero el albino no contestó.

Mello sonrió y le dio un beso en los labios. Ante esto, Near se tumbó en la cama, cerró los ojos y puso los brazos en cruz.

"¿Eh? ¿Pero qué pretende? ¿Se está dejando? Creo que le he hecho algo grave. Joder."

Mello no entendía nada y cada vez pensaba más que la había jodido pero bien.

Se fue. Al oír el sonido de la puerta cerrándose, Near volvió.

No sabía por qué había hecho eso. Fue producto de una mezcla de sensaciones: el miedo a sufrir como aquella vez, que le había hecho entrar en shock, y el deseo de sentir esas cosas de nuevo.

La segunda parte le resultaba horrorosa, pero si dejaba su mente sin control unos minutos, venían los recuerdos del placer que le provocaban las caricias de Mello.

"Soy un maldito enfermo. Estoy podrido."

Near era un niño, y no podía entender que sintiese algo más que sufrimiento ante eso.

Al cabo de un rato, cayó en la cuenta de lo que había hecho ese día el mayor.

Había besado sus labios y se había marchado.

 

Mello se estaba recriminando a sí mismo constantemente. Él no era un criminal, él era otro de los chicos inteligentes de Wammys School, compañero de Near. Compañero y rival.

Siempre había deseado hacer algo así con el albino, y había sido la mejor sensación de su vida.

"Pero, joder, no soy un criminal."

Esa noche, dando vueltas en la cama, recordó con detalle al albino bajo su poder.

Y se excitó.

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Al día siguiente recibió un mensaje. Tenía que ir a la residencia, pues habían avanzado en el caso y necesitaban de su ayuda para continuar. Mello había decidido semanas antes trabajar solo, pero no estaba dando resultado. Se resignó a ir.

Tuvieron una reunión en la que establecieron un plan para capturar a Kira.

Al terminar, todos se dispersaron por la residencia.

Mello, instintivamente, siguió a Near.

Entró a la habitación tras él.

-Hola, Mello.- Dijo el albino sorprendiendo al rubio, que pensaba que este no se había dado cuenta de que estaba.

-Hola, blanquito.- Intentaba sonar natural: como siempre. Como antes de todo eso.

-¿Por qué me has seguido?- Near jugaba a construir una torre con fichas de dominó. Hablaba de forma distraída, como siempre. Parecía tan diferente al día anterior...

-No lo sé. Pero mi apartamento es una mierda. No quería pasar todo el día allí.

-Ah.- Near no mostraba ningún interés.

-Ts... estúpido niño. Mejor me voy.- Las botas negras del rubio golpeaban el suelo en dirección a la puerta. Antes de llegar, notó que algo se lo impedía.

-¿Eh...?- Al darse la vuelta, vio al pequeño albino junto a él, con un brazo elevado, tirando de su chaqueta de cuero.

-Puedes... quedarte un rato, si lo prefieres.- Murmuró Near con la cabeza baja.

Esto excitó a Mello, pero intentó controlarse.

Sin contestar al pequeño, volvió a sentarse en su cama.

Near volvió a su juego.

-Mello... ¿por qué me besaste ayer?

-¿Huh?- Se sorprendió de aquella pregunta. -Porque quise, niñato.- Y apartó la cara.

-Ah.

Mello se quitó la chaqueta y echó la espalda hacia atrás, cruzando los brazos bajo su cabeza.

Tras unos minutos, las fichas cayeron al suelo, haciendo un gran ruido.

Sin cambiar de posición, el rubio miró a Near.

-Mello... yo no te he pedido que te quedes para esto.

-¿Eh...?

-Yo... quiero que me beses de nuevo. Y me hagas esas cosas.- Se retorció un mechón de pelo.

"¡¿Qué?!"

El niñó se sentó en la cama junto a Mello, con las manos juntas.

-Quiero... que me acaricies como la otra vez.- El pequeño se avergonzó de sus palabras.

Mello se estaba excitando. Near le estaba pidiendo que lo tocase, que lo pervirtiese.

Solo pensarlo lo ponía muy caliente. Una corriente recorrió su cuerpo. Notó que su miembro estaba reaccionando.

Con un rápido movimiento, tumbó a Near en la cama.

-¿Esto es lo que quieres, Near?- Lo miró interrogante.

-Esto es... lo que quiero.- Se sonrojó N.

Mello empezó a besar al pequeño fogosamente.

Las pequeñas manos del albino recorrieron el pecho del rubio por debajo de su ajustada camiseta. Mello se separó un poco y se la quitó.

Las manos de Near volvieron a recorrerle. Acariciaba su duro abdomen con cara de emoción.

El rubio se mordió el labio inferior, de forma muy sensual, y comenzó a desabrochar la camisa del pequeño.

Cuando la hubo abierto entera, pasó un dedo por su pecho. Presionó un pezón, y luego otro. Lamió uno, y luego el otro. Y eso hizo que Near gimiera.

Bajó el dedo hasta su ombligo, y dibujó círculos alrededor.

Cada caricia estremecía al pequeño.

Volvió a bajar su dedo, hasta la entrepierna del muchacho. Ya se marcaba su miembro endurecido a través del fino pantalón blanco.

-Blanquito, lo estás disfrutando, ¿eh?- Lo miró con lascivia.

-No digas esas cosas, Mello...

Agarró el miembro del menor sin dudar, y este cerró las piernas instintivamente.

-No, Near... No hagas fuerza. Sabes que te gusta.- El rubio lo hacía sentir un pervertido.

Near relajó un poco las piernas.

Mello empezó a bajarle los pantalones al pequeño sin dejar de mirarle.

Eso ruborizó al albino.

Ante la sorpresa, el rubio sonrió maliciosamente. -¿No llevas ropa interior, Near? Eso facilita las cosas.

Comenzó a acariciar su inmaduro miembro, lamiéndose los labios.

Near juntaba sus rodillas y gemía, con un ojo cerrado y otro abierto, con las manos cerca de su boca, muy sonrojado.

"Deliciosa imagen. Extremadamente deliciosa."

Mello comenzó a masturbarle rápidamente.

Los sonidos de Near se incrementaron.

-Mello... aah... ah...

El mayor lo masturbó hasta que se vino, y empezó a lamer su esencia.

-Eres delicioso, Near.- Mello decía esto para molestar a Near, que seguro se avergonzaría de aquellas cosas.

-Me... aaah.- Jadeaba. Todavía no había recuperado el aliento. -No digas... esas cosas... son tan pervertidas...- El rubio sonrió. Había funcionado.

Seguía succionando su miembro, y recorriendo sus alrededores para no dejar una gota.

Cuando dejó limpio al pequeño, juntó su lengua a la suya.

Se apartó dejando un hilo de saliva entre sus bocas y susurró en su oído:

-Me excitas tanto... En verdad eres casi mejor que una tableta de chocolate.

Near se ruborizaba constantemente con todos aquellos comentarios.

Cuando el albino se calmó del todo, Mello acarició uno de sus pezones de nuevo.

Near se incorporó, sentándose sobre sus talones. Se agachó un poco y sorpendió al rubio al coger su miembro. Era grande, sobre todo para las manos del niño.

Acercó su boca y lo lamió.

Mello se estremeció. -Near... ¿qué haces?

-Es que... se siente tan bien... quería probar.- Tenía una voz tan inocente... La erección del rubio crecía por momentos.

-Es... grande.- Dijo el menor. Y volvió a lamerla.

Mello arqueaba la espalda y acariciaba el plateado pelo del pequeño.

Near abandonó el miembro del mayor, y cuando este quiso darse cuenta, el pequeño estaba colocándose a cuatro patas frente a Mello. Esta vez fue Mello el que se sonrojó ante aquel atrevimiento. La presión de su erección era insoportable.

Al ver que el rubio no hacía nada, Near soltó sonidos de petición y súplica, moviendo sus caderas. Mello creía morir. Que su rival le suplicara por sexo era mayor placer incluso que que le suplicara piedad.

Bajó su pantalón y sus boxers rápidamente y cogió la cintura del menor.

Se pegó a Near, haciendo que su miembro rozara los testículos del pequeño.

Mello chupó un dedo y lo acercó a la entrada de Near.

Comenzó a acariciarla y el pequeño volvió a suplicar.

Mello introdujo un dedo en su interior y exploró la cavidad. Introdujo otro más e hizo movimientos separándolos y volviendo a juntarlos.

Al entrar el último dedo, el pequeño ya estaba desesperado.

Mello... entra tú en mí... por favor...

El mayor accedió, y retiró los dedos. Fueron siendo sustituídos por su miembro, que entró poco a poco pero con fuerza.

Las primeras embestidas fueron lentas, llegando hasta lo más profundo.

Near gemía como un loco con cada vez.

Mello jadeaba y sudaba, agarrando de vez en cuando el miembro del pequeño.

Las penetraciones comenzaron a ser más rápidas, y los gemidos de Near eran altísimos.

Se oyeron pasos cerca de la habitación y Mello metió sus dedos en la boca de Near, impidiéndole gritar. La presión contra su lengua hacía que cayera saliva por la comisura de sus labios.

-Ah... ah... maldito blanquito, me pones mucho.

Mello estaba a punto de correrse.

Con su mano libre, masturbó rápidamente a Near, para que llegase a la vez que él.

Near hizó sonidos ininteligibles. Mello supuso que se iba a venir ya.

El mayor llenó el interior del albino, el cual manchó sus sábanas.

Mello dejó caer sus brazos y su cuerpo, y se durmió entre jadeos sobre Near.

 

Notas finales:

Bueno, ¿os ha gustado?

¿Qué os ha parecido? ¿Veis bien que ahora Near quiera esas cosas? Comentad todo lo que penséis. Y muchas gracias por leer!!!

Actualizar dos veces en un día, no está mal, ¿eh?

:P


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