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Man o´ war por sleeping god

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Notas del capitulo:

Una noche de insomnio bien utilizada, dejo esto que me nació a media noche y, bajo este pensamieto "las historias no las creas ellas vienen a ti", hice todo un capítulo de corrido.

Continuo.

Se quedó totalmente dormido después de llorar en mi pecho por casi una hora.

La verdad eso que dije fue lo único que se vino a mi mente, eso discurso que me hizo admirar a Hitler como un gran orador... y porque conosco a este pequeño y realmente lo amo... de una manera... que no mejor es no pensarla, la verdad es que no quería que se sintiera solo en algo que así será, yo no puedo hacer nada para que no se case, además no sabía que estaba enamorado de otra chica para no querer contraer matrimonio por la fuerza.

No dormí nada ya que preferí seguir despierto pues el amanecer se aproximaba. Lo dejé durmiendo y yo me fui a verificar que en unos días sería ya tiempo de cosechar.

-¿Qué voy a hacer?-me cuestioné al lado de mi yegua-no me gusta verlo triste ¿Qué te puedo decir? Le he agarrado mucho cariño… casi como el hijo que no tuve y que parece no tendré-ella solo relinchó-ya sé, no debería decirte eso a ti ¿verdad?

Al regresar del rio con un par de cubetas de agua para llenar un poco el pozo lo veo despierto, llevando el alimento del caballo.

-¿Cómo te sientes?

-mejor. Perdón por ese espectáculo de anoche.

-aun quiero que hablemos de eso.

-¿de verdad?-se pone melancólico-yo no quiero seguir pensándolo. No hay nada que ambos podamos hacer y no quiero que te sientas mal por eso.

-nada de eso. Algo podemos hacer. Quizá hablarlo con tu padre.

-es lo último que quiero hacer-entra al granero. Dejándome sentir más impotente a su condición. Voy con él y lo abrazo por la espalda, es una reacción automática que si alguien nos viera sería toda una vergüenza para ambos.

Sin embargo envuelve mis brazos y se queda quieto.

-te aprecio mucho, Grimmjow-me dice en voz baja.

-igual yo-se gira para que lo abrace mejor.

Nos soltamos y seguimos con el trabajo en un silencio necesario.

Por la tarde, mientras comemos, vuelvo a hablar para tratar de animarlo.

-te contaré algo gracioso que me pasó en la guerra-me encara y eso me alivia-veamos, tendría quizá unos 18 años cuando me llevaron con mi superior, se llama Aizen no sé qué, un tipo muy serio y por lo mismo me comporté de la misma manera, como todo un adulto que no era ni física y ni mentalmente. Bueno, el creó un escuadrón de 11 personas, con él y otros 2 éramos 14, un sujeto llamado Starrk nos llamó “Los espada” en español pues era medio alemán con español, l caso es que solo los de menor rango nos identificaríamos con una seña particular ¿adivinas cuál?

-no ¿Cuál?

Me levanto la ropa y le muestro el tatuaje.

-nos marcó como ganado y el número de acuerdo a la experiencia. Vi que del 1 al 5 ninguno se quejó al salir así que entré muy confiado y cabrón según yo. Su puta madre que dolía un chingo ser tatuado, me tuvo que sostener un sujeto de pelo blanco y un pinche ciego para que me dejara. Ya que acabó me llevó a… bueno, a demostrar que era capaz de estar en la elite, pero bueno, cumplí con el requerimiento prácticamente llorando como un niño.

-¿Qué fue ese requerimiento?

-estupideces de la guerra.

-matar-dice seguro.

-si, en un gueto… no me enorgullece pero lo bueno es que los que salieron de ahí vivos tenían la anécdota de un alemán llorón.

Me sonríe aun con cierta tristeza.

-¿duermes bien el futon?-cuestiono dejando la comida de lado.

-sí, siempre he dormido en el suelo, tú eres el extraño al dormir en una cama.

-debes admitir que es más cómoda.

-es verdad.

-te dejaré dormir ahí.

-Grimmjow, no sientas lastima por mí-me reclama levantándose a la cocina algo molesto.

Lo sigo apenado.

-no quise decirlo así.

-lo sé.

-qué tal si para que no parezca lastima me duermo igual en la cama-se gira sonrojado de las mejillas-jajaja creo que fue peor ¿verdad?

No responde pero sonríe.

-eso me gusta-digo a su boca embozando felicidad.

-gracias-la agranda y me saca una a mí-¿podemos ir a pescar?

-claro, ya no hay mucho que hacer.

Pasamos la noche en eso y con solo 1 pez de tamaño considerable y otros dos más pequeños, lo que vale es el tiempo de calidad juntos donde parece olvidar el destino que le espera.

 

Las kabochas lucen geniales por lo que le digo que pediré una carreta para comenzar a transportarla a su casa, él se queda comenzando a sacarlas de la tierra.

Luce mucho mejor y todo vuelve a la normalidad aunque me sigo quedando en la misma cama con él porque no soporto escucharlo llorar en la oscuridad.

 

Voy a la granja de arroz más cercana, ahí me encuentro con un sujeto más alto que yo, moreno, rostro aterrador con un parche en uno de sus ojos y el cuerpo con vendajes y cicatrices.

-¿Qué quieres?-me espeta al percatarse de mi presencia pero una pequeña niña va de su hombro y me sonríe, calmándome.

-ah… ¿tendrás una carreta que me prestes?

-… no lo sé-responde con molestia.

-sí, hay una, Ken-chan-dice la menor de cabello rosado.

Suspira y me señala que le siga, jalo a Sombra para que vaya tras de mí.

-ahí está. Devuélvela pronto.

-claro-la amarró al caballo pero noto unas plantas extrañas, pequeñas, en macetas separadas. Me hinco a verlas más de cerca y notar sus frutos aun verdes-¿fresas?

-sí-responde la niña que se quedó a verme-son mi cosecha. Ken-chan me compró las semillas para que no lo moleste.

-me gustaría comprarte unas-le digo pensando en Ichigo y que sería un lindo regalo antes de que vuelva a su casa y quizá deje de verlo…

-¿estás bien?-me cuestiona cuando palidezco pensando que solo me quedan unos días con él… no más… ya lo voy a perder.

-sí, disculpa. Vendré en unos días ¿te parece?

-sí. Seguro le gustarán a tu novia-se va corriendo sin dejarme decirle que no es mi novia…

Me sonrojo.

-mi… ¿novio?

No, no puede ser.

Me llevo la carreta con mi corazón latiendo aterrado.

-no puedo quererlo más allá del cariño. No le hagas eso, estúpido Grimmjow-a ninguno de los dos ya que no puede ser.

Regreso tan pensativo que me asusto cuando Ichigo me toca el brazo.

-tranquilo-me dice-¿Qué se hace después de cosechar?-pregunta con un brillo en sus ojos que extrañaba.

-se limpia la tierra y se le ponen nutrientes para que el año próximo sea posible volver a sembrar.

-¿y necesitas ayuda para eso?

Sonrió, no puedo evitarlo…

Pero debe irse.

No necesito ayuda, nunca la necesité más ahora parece que si porque no quiero que se marche.

-si tu padre dice que sí por mi encantado-se alegra bastante y con esa misma jovialidad sube velozmente la carga y emprendemos el viaje a los almacenes de Kurosaki.

Ichigo va a hablar con su padre mientras descargo las cosas.

Sin embargo parece que no salió como esperaba pues vuelve con la cabeza agachada y los ojos a punto de llanto.

-lo siento-atino a decir.

No responde y así vamos a la segunda vuelta. Al estar en tierra me pregunta:

-¿se justifica la traición por alguna razón?

-Ichigo-me pongo frente al él-no puedes hacerle eso a tu familia.

-¡¿Por qué no?!-grita enojado-¡si tú por una niñita dejaste a tu escuadrón porque yo no… yo no puedo…! Si… si quizá, si yo te conozco más que tú a esa niña. ¿No tengo yo más derecho?

No te enamores de mí, deseaba decirle, más me vería hipócrita si yo mismo estaba cediendo.

-tú tienes todo un fututo, hay algo bueno por delante. No te compares conmigo, por donde escogiera mi vida era un desastre.

-no es un desastre esto-reniega aguantando nuevamente romper en llanto-hacer lo que creías te vino bien.

-solo no lo hagas-no tengo más excusas, o quizá sí pero mi mente me las bloquea.

-¿Qué pasó con lo que me dijiste? ¿Era mentira?-me reclama empujándome del pecho.

-solo quería hacerte sentir bien, Ichigo. No hay nada que ninguno de los dos pueda hacer-se muestra necio-¡tú mismo lo dijiste!

-¡pero yo te creí!

No nos miramos. Volvemos al trabajo como completos extraños.

Llevamos otra carga y la siguiente yo solo quito los frutos de la tierra, Ichigo se queda dentro del granero.

Me acerco en silencio, quiero disculparme pero logro escuchar que habla con Sombra como yo lo haría.

-no sé qué me pasa. Ya sabía que me casaría, ya sabía que no escogería a mi pareja, ya sabía que  regresaría a mi casa entonces… ¿por qué me siento tan mal?

El caballo relincha como lo haría conmigo.

-solo sé que no quiero irme…-lo escucho sentarse en la paja. Miró el cielo oscurecerse en un tono purpura.

-Ichigo-le llamo con una kabocha en mano-hay que probarla mínimo- sonrió queriendo recobrar la normalidad. Se lo debo, necesita volver sabiéndome un amigo, nada más.

Aunque es difícil demostrar un sentimiento que no poseo.Es fácil fingir amor cuando hay amistad, es difícil demostrar amistad cuando es más fuerte el sentimiento… y casi imposible si es correspondido.

Todo eso pasa por mi mente mientras cocina y me sirve. La comemos al mismo tiempo.

-no está mal-digo y el afirma-acabando de comer vamos a nadar un poco. Quiero despedirme-me rio muy a fuerzas. No dice nada.

Salimos en la noche y unos metros antes de llegar una lluvia empiezan a caer.

-mierda-maldigo pero Ichigo sin dudarlo me lanza al agua entre risas. Le sigo el juego y salgo por él, ayudándole de vez en cuando a salir a flote otras veces hundiéndolo, mojándonos, lazándonos de las ramas del árbol.

Se divierte, igual yo, reafirmando que solo debe haber amistad.

Pronto doy con que el nivel del agua está subiendo.

-¡debemos salir!-le grito con el ruido del rio y la torrencial lluvia.

-¿Qué?

-¡que debemos regre…!-un gran torrente de agua se acerca y sin pensarlo jalo a Ichigo abajo, pasa bastante fuerte pero no lo suelto, saliendo lo más rápido posible a la orilla-vamos, esto se va a poner peor-lo llevo jalando.

 

Entramos corriendo a la casa a resguardarnos de la lluvia, cierro la puerta riendo divertido.

-¿Qué pasa?-pregunto por su cara viendo el suelo.

Las lágrimas salen de sus ojos y lo consuelo.

-no llores, no sabía que te asustarías-levanto su cara y seco un poco su rostro aunque es fútil, estoy igual de empapado.

-no me asusté-susurra-me duele.

-¿te lastimaste?-cuestiono revisándole el cuerpo empapado.

-… no…-sin aviso me rodea el cuello.

Mis manos no se mueven al quitar las suyas, le amarran la cintura.

¿Que estoy haciendo?

Noto su miedo a lo que siente.

Tanto deseo que me lo diga como la razón me grita que le diga algo cruel para que me odie.

Lo que más quiero y necesito es que yo no estuviera seguro… más si lo estoy.

Lo alejo de los hombros y baja la cara.

No he quitado mis manos de su cuerpo y solo lo hago para meterlas en su ropa de arriba, tocándole los brazos en una caricia. Me ve y yo hago lo mismo.

Este tabú que cometo… que quiero cometer ¿lo entenderá o seré totalmente responsable?

Si tan solo no se entregara tan fácil porque yo soy débil.

-te resfriaras-digo terminando de quitarlo. Me hinco a deshacer la cinta del pantalón y bajárselo, solo quedando con esa tela que cubre sus partes nobles, igual se la usurpó.

Al levantarme no se ha movido ni un centímetro.

Se entrega a mí.

No hay nada que pueda hacer si lo amo y me ama… ojala fuera más fuerte y lo quisiera menos.

Ninguno se mueve ni dice nada aunque mis ojos lo recorren de pies a cabeza, él no deja de mirarme a los ojos.

Tan serio.

¿Qué estará pensando? ¿No tendrá miedo de que me caliente su cuerpo joven, su piel morena, sus largas piernas, las nalgas que pienso abrir para introducirme?

Entro al cuarto para darle tiempo. Es como un ritual.

Salgo con una sábana para taparlo… pero sé que no caeré, no puedo engañarme, quiero poseerlo y nadie, ni siquiera yo podré detenerme.

Sigue ahí, como si entendiera lo que planeo.

Le coloco la tela en la espalda, teniendo que pasar mis brazos a los costados de su cabeza, dejándome oler su cabello que retiene aun la humedad.

-Grimmjow-la voz apenas le sale de la garganta y no sabe que gusto me da escucharlo.

Es tan puro ¿Qué estoy pensando al corromperlo? Soy solo un viejo que fantasea con un niño, que se provechará de su inocencia…

Me odio pero a él lo amo así que me acerco a sus labios y él cierra el trato. Lo hago abrir la boca y aunque no deja que toque su lengua si me permite entrar a la mía en su cavidad-

La cobija se cae y lo obligo a sentarse sobre ella. Agarro sus manos y las pongo sobre mis hombros, llevo las mías a su espalda y… a su trasero y piernas. Me erizo un poco pero no dejo de jugar con su boca y un poco con su lengua que se deja entrelazar en un juego que seguro pocos japoneses ponen en práctica con sus esposas.

Nos alejamos y mutuamente impedimos vernos. Ya la tengo dura y lo ve.

-¿Grimm…?

Dios, esa voz cómo antes no noté que era excitante.

Bufo para lanzarme a su cuello con una mordida salvaje, derribándolo sobre su espalda. Comienza a reírse y en vez de masticar chupeteo para que se sigua divirtiendo mientras bajo una mano traviesa a su rodilla, de ahí a su muslo, siguiendo  a meterla entre sus piernas, acariciando sus nalgas y abriéndolas poco a poco.

Sigue riéndose aunque menos libre, algo asustado pero seguro, sin embargo toma mi mano y grita cuando toco la entrada de su ano con un dedo.

Me coloco frente a él, no puedo controlar la respiración que se me ha agitado…

-Ichigo…-lo beso calmadamente y al retirarme le digo-no tengas miedo y no grites, no va a doler.

Bajo a su pezón derecho y el izquierdo lo levanto con mi mano, intercalándome para escucharlo gemir quedamente como una monja con el sacerdote. Dejo una mano trabajando para que pueda chupar mis dedos, los deslizo hasta su entrepierna y humedezco el alrededor de su entrada, se ve desconcentrado así que meto el dedo índice.

 -¡aaah! Grimmjow…-me suplica con la mirada, se nota que le duele y su culo empuja queriendo que lo saque.

Necesitaré excitarlo más para que empiece a tragar.

-tranquilízate. Sé lo que hago…

-¿Qué haces?-lo pienso más no son necesarios rodeos.

-algo malo… pero… -pongo mi frente en su pecho, colocándome en las rodillas entre sus piernas, y sin dar aviso le meto otro dedo -… no tienes idea desde hace cuánto no lo hago… y en la guerra… bueno…- en la guerra lo hice unas 3 veces con hombres por lo que sé lo que hago, la diferencia es que ahora no hay únicamente necesidad.

-no sé… no sé… de qué hablas-se manifestó asustado.

Supuse que tenía una idea, que sabía que esto era sexo pero esa oración denota que no tiene idea, que está perdiendo su inocencia y no lo sabrá hasta que alguien se lo diga.

-Ichigo…-saco ambos, los remojo y regreso, esta vez está cooperando su interior, jalándolos golosamente y sintiéndose más amplio-…si solo… no te me hubieras insinuado-trato de culparlo de alguna manera.

-¿sabías…?

-claro y no quería que nada pasara…-era obvio su amor por mí, yo era quien estaba mal al sentir lo mismo… esto es tan malo pero sentir su cálido interior, su cuerpo mojado y su alma entregándose a mí me hace… tan feliz-no quería… demonios.

Dejando de lado meter otros dedos o algo más, me bajo parte del pantalón, sé que ya puede recibir mi miembro que mira con curiosidad al diferente tamaño y grosor de su joven verga.

Suspiro cuando lo tomo en mi mano derecha, lo coloco en la entrada y en un silencio meto la cabeza.

-¡GRIMM…!

Se quiere salir pero lo sostengo fuertemente de sus caderas para que me permita ir entrando poco a poco, aunque se retuerza sé que es mejor, lentamente solo será un golpe de sufrimiento tras otro, es mejor constante.

Llego a la mitad y se queda quieto, llorando y gritando.

Me agacho para besarlo pero grita por moverme, regreso a mi lugar y con la mano seco sus lágrimas y luego mi frente que libera gotas de sudor.

-lo siento-le digo-dale tiempo y todo mejorará.

-¿de qué…? ¡No entiendo!

Le hago el cabello hacia atrás y con esa misma mano le tomo su pene medio erecto, intenta que lo suelte pero le retiro la mano en todas las ocasiones. Su necedad se detiene, se recarga en el suelo y gime con mucho gusto. Por mi parte su interior comienza a abrirse y a jalarme hacia adentro.

-ah… ah… Grimm… jow…-empiezo con leves embestidas y antes de lo que esperaba se mueve a mi ritmo. Cuando doy con que llego al fondo le abro más las piernas, las pongo de tal manera que me abracen tras la espalda y pongo mis brazos a los costados de su cabeza, recostándome para empujar dentro a partir de levantarme y dejarme caer.

Que rico… extrañaba algo apretando mi pene que no fuera mi mano. Ah, mierda, lo succiona tan bien…

Lo beso metiéndole mi lengua descaradamente.

-Grimm…-no alejo mi cara, me agrada escucharlo tan cerca gritando cada vez que entro.

-¿Qué? ¿Todavía te duele?

-no… pero… mueve más-sonrió pervertidamente ante su pedido. Me pongo sobre los pies y en cunclillas lo embestido a la vez que jalo su cadera para intensificar las cosas. Después de un rato me salgo.

-¡¿por qué?!-me espeta levantándose en las rodillas.

Me rio un poco y le acaricio la mejilla.

-date la vuelta-le pido subiendo y bajando en mi pene -sí, la vuelta-vuelvo a pedirle cuando no se mueve.

Se acomoda sobre sus palmas y las rodillas, como gateando. Antes de decir cualquier cosa vuelvo a meterme y a embestir con mucha demencia.

Grita a todo pulmón, llenado la casa no solo de ese delicioso aroma a sexo y lluvia, sino que además con su voz que pervertidamente me anima de vez en cuando. Lo siento contraerse, respiro profundo para aguantar a que se corra sin que me cause lo mismo. Lo veo llorar pero es de gusto.

En unos minutos ya no lo soporto, me salgo y masturbándome le dejo mi semen en la espalda, las nalgas y su ano.

De verdad que hacía mucho no lo hacía.

Lo observo recostado, agotado.

-Ichigo ¿Cómo te sientes?

-… bien…-cierra los ojos y duerme. Yo lo beso con cariño en la frente.

-cuanto te amo, Ichigo-lo llevo a la cama y duermo a su lado, respirando ese rico perfume que es su olor natural… curioso, como a fresas.

 

Despierto con los rayos del sol dando en la cama, a mi lado sigue descansando ese niño, tan joven y que me ha entregado su tesoro…

Lo estrujo con poco más, sería mi utopía despertar cada mañana con él a mi lado, no necesito un mundo lleno de la raza superior solo a él siendo mío, aunque fuera solo cuando el sol se alza me sería suficiente.

Me levanto sabiendo que no es posible.

Me visto y llegando a la cocina me sorprendo llorando desconsoladamente, teniendo que recargarme en la pared. Me calmo súbitamente, reclamándome esa debilidad espontanea. Mejor exprimo unas naranjas que tenía y coso el arroz para llevarlo con Ichigo que ya se ha despertado pero sigue recostado cubriendo su desnudes.

Se sienta y le entrego el alimento, evitan verlo para que no me duela…

Es algo que no estuvo en mis cuentas: una vez tomándolo no querría dejarlo ir y cuando lo hiciera me arrancaría el alma.

-Grimmjow…

-… dime.

-me duelen las piernas, no creo poder caminar, jaja.

-…

-si hacemos eso seguido supongo que luego ya no me dolerá ¿verdad?

Es como un disparo al corazón.

No sabe, no supo de verdad nada…

-Ichigo-me siento a su lado a tratar de explicarle que hizo conmigo lo más importante de su vida y que me lastima no me lo haya entrado porque no lo sabía-¿de verdad no sabes que hicimos anoche?

Se sonroja comprendiendo lo penoso que es no saberlo.

-… no-diablos…

-mierda, que pendejo estoy…sabes lo que pasa cuando se casa o cuando se tienen  hijos ¿verdad?

-sí… un poco.

 -bien…-suspiro-… eso sucede entre hombre y mujer, nunca entre hombre y hombre o mujer y mujer… pero cuando lo que debe suceder entre hombre y mujer sucede entre hombres es exactamente como lo que hicimos anoche-se queda frio, con una mirada de miedo y reprobación a mí y así mismo-lo siento. Creí… que… tú me buscabas mucho y pensé que… lo entendías…

-¿Cómo iba a entender algo que nunca antes hice?

-no lo sé… supuse porque te gustó-se sonroja completamente a mi desatinado comentario.

-… ¿y qué piensas?-pregunta finalmente queriendo un guía, uno que no conoce el terreno y teme siquiera dar un paso más lejos.

-que no va a funcionar.

-¿Qué significa eso?

-significa que lo único que ocurrirá será eso de anoche y ya. No debemos continuar y de ser posible hay que no vernos más-me levanto queriendo cerrar eso y dejar mi mente en blanco pero me sostiene de la mano.

-¿realmente quieres eso?-duele el cuestionamiento que no quería hacerme.

Regreso, junto sus manos y las beso varias veces.

No tiene idea que peso me pone en los hombros.

-no, no quiero eso. Eres un chico muy especial, fuerte, necio pero tierno y…-acaricio la mejilla que logro cambiar de color-no lo sé, me haces sentir bien cuando sonríes-dejaré de mentirnos -tu esposa será muy afortunada.

-enton…

-entonces quiero decir que también te quiero-confieso… recibiendo un beso que rechazo veloz-pero está mal este sentimiento, Ichigo. Más el mío, soy mayor que tú, mucho mayor y si descubren algo nos mataran a ambos. Así que-sonrió… me obligo a hacerlo-te diré que te amo ahora y más tarde le diré a tu padre que has terminado tu servicio para mí, te iras, tendrás una esposa e hijos y te aseguro que me olvidarás y serás feliz.

Me retiro empujando sus manos que me suplican quedarme.

Salgo al granero a retirarme a una esquina y aguantar el llanto… no debo llorar, no puedo… no debo amarlo… no debo…

Cuando escucho pasos fuera me levanto y hago como si le diera agua a la yegua.

-Grimmjow…

-¿Qué ocurre, Ichigo?

-¿entonces me iré? ¿Hoy volveré a mi casa y nunca más te veré?

Me tortura y parece desfrutarlo.

-así las cosas deben ser.

-te amo-doy un paso atrás ¿Quién podría fingir la felicidad que dan esas palabras?

-Ichigo-se acerca hasta pegarse a mi pecho.

-te amo…-sube sus manos a mi cuello, dejándome por primera vez como una presa- te amo.

-Ichi…-sus labios tan cerca, como carnada fresca para una pantera-… Ichi… go…

-¿me amas?-me besa la comisura de los labios-dímelo, por favor-su voz se rompe mientras sigue besando mi cara, seduciéndome y obligándome a rescatarlo a la vez-ámame, Grimmjow… por favor…

No debería…

Al igual que aquel día frente a esa niña de cabello verde tengo la misma pregunta: ¿Qué debería hacer? Bajo el mismo cuestionamiento de qué es más importante; si lo que debo hacer o… eso que me lleva, lo que no tiene sentido, eso que muy dentro me dice…

A la verga todo.

-te amo-le digo dándole un beso-te amo mucho-se ríe y me corresponde los besos mientras le abrazo fuertemente-no sabes cuánto…

-sí, lo sé-sus brazos me aprietan con mucha fuerza, como si fuera a cambiar de parecer de un momento a otro.

Lo tiro sobre la comida del caballo para besarlo apasionadamente.

No me libera. Su miedo sigue.

-¿todavía te duele?-le pregunto tocándole el trasero.

-un poco, no mucho-ahora deseo tomarlo con él sabiendo que me da.

No se niega a que los desvista siempre y cuando le permita sostenerme de alguna parte para que no me marche, para que no olvide qué prometí. Temeroso como el niño que es.

Hasta que lo penetro su mano que sostenía con fuerza mi brazo se suelta y se entrega al placer, olvidando el miedo… un miedo que no tenía que desaparecer porque no es opcional, no es de si debo o no, no está en manos de nadie.

Solo la postergamos.

Notas finales:

Gracias por leer.


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