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Man o´ war por sleeping god

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Notas del capitulo:

Llegando a capítulos finales.

Continuo.

-maldita sea, maldita sea, maldita sea… ¡maldita sea!-¿Qué putas hago? Piensa rápido, pendejo, no tienes mucho tiempo.

Debo vestirme.

Joder, maldito viento… se escucha demasiado fuerte, como la infeliz guitarra de Ulquiorra.

¿Qué más? Comida, agua… no, parecerá muy sospechoso, se darán cuenta que me voy…

Me tiemblan las manos.

Sigo muy nervioso, creí que se pasaría mojándome…

¡Ya, basta!

Puta música.

Tomé la decisión, debo respetarla, debo alistarme.

Mierda, si llevaré comida.

Debo ir con Ichigo.

Saco la ropa en tono rosa y la pongo fuera… ¿para qué? No alcanzaré a que se seque, mejor compraré otra, por ahora usaré la banca que me dio Kurosaki.

Creo que es todo.

Subo en la yegua asegurándome de que la bolsa con las cosas este bien atada.

-vamos, tengo que ir a la casa de esa chica antes.

Con cada trote del caballo siento mi corazón acelerarse, ya me duele incluso, nunca antes estuve tan asustado.

No hay vuelta atrás.

Bajo del animal a una distancia considerable de la mansión y agarro a Sombra, acariciándole el rostro.

-¿hago lo correcto?

Relincha.

Si supiera que no puedo con el miedo dentro de mí.

Cierro los ojos, pegando la frente al hocico del animal. Su suave pelaje contra mi piel, su calor, mi sudor, la tierra bajo mis pies, la seda contra mi cuerpo, el viento que ya no es una nota, el clima tibio, su corazón y el mío latiendo al mismo tiempo… estoy vivo, debo arriesgar todo por la vida que no debería poseer después de arrebatar tantas.

Pasos fuertes se escuchan a mi espalda, corriendo a gran velocidad.

-¡voy a matarte!

No le conozco y ni tiempo me da de verlo bien cuando desenvaina una katana y apenas logro sacar la mía y defenderme.

-¡¿CÓMO TE ATREVES….?!-me espeta un tipo de pelo rojizo, abochornado de cansancio e ira, con lágrimas queriéndole salir de los ojos.

-¿Quién diablos…?

Me quedo frio y tiro el arma con el filo de otra espada en mi cuello.

-Kuchiki-sama-menciona el pelirrojo.

-yo me encargo ¿eres tu Grimmjow Jeagerjaquez?

-sí, soy yo.

-bien, si te mueves un solo centímetro temo que cortaré tu cuello lo cual no me causaría ninguna molestia.

-entiendo.

Sin girar mi cara trato de controlar mi respiración pues cada movimiento me hace clavarme más el filo del arma que inerte en mi cuello amenaza con acabar mi vida.

-estás muy callado.

-es difícil…-es realmente afilada.

-bien, ya que sé que no podré llevarte todo el tiempo así, no por cansancio sino por querer matar, tendré que tomar otra medida-retira el arma.

Respiro.

Y el mango de su katana da en mi frente.

 

Despierto con el olor de tierra y suciedad.

El suelo es frio.

Abriendo los ojos está frente a mí un piso sucio de concreto, un poco más arriba barrotes de metal.

Una cárcel.

Demonios, no debí ir.

Fuera hay alguien de pie.

Me levanto lentamente para ver al rostro a mi Ichigo.

-Ichi…

-cállate-me dice secamente, con una cara de tristeza y enojo.

-¿Qué…? Hey, jeje-siento mi frente y tengo una cortada por el golpe-sé que no debería pedirte esto pero… odio lar cárceles, la última vez que estuve en una era para asesinarme así que si pudieras sacarme tú o tu padre.

-¿tienes miedo?

-sí, no me gustan.

-no te preocupes, pronto te van a matar.

Se congela mi sangre y pierdo el equilibrio.

-mañana seguramente.

-p…

-cállate.

Da un paso y le sostengo la manga de la ropa.

-no sé qué te habrán dicho…

-solo cállate y suéltame.

-Ichigo…

-¡cállate! ¡¿Cómo pudiste?! ¡No eres más que un asesino!

Se suelta de un golpe y a pesar de mis suplicas de que se quede se marcha.

¿Qué…?

Un ruido en la esquina de la celda me hace girar la cara.

En la esquina oscura está recostado un hombre sobre la inmundicia, prefiriendo el suelo al camastro empotrado en la pared.

-¿pareces estar en problemas, pantera?

No sonrió aunque desearía hacerlo.

-¡Starrk! Joder ¿Qué demonios?-me acerco y se levanta a darme un abrazo fraternal. Volviéndose a sentar y yo acompañándolo, olvidándome momentáneamente de mi pesar.

-me atraparon robando, mierda. Pero parece que tú tienes más problemas que yo.

-sí… eso creo… no lo sé, realmente…

-¿de qué hablas? Nuevamente vas a recibir una sentencia por homicidio según ellos ¿Cuándo entenderán que matar judíos no es matar personas?

-no… no lo sé… no esperaba que fuera tan grave estar cerca del hogar de un noble con una princesa dentro.

-siempre tuviste más bolas que cerebro.

-¡cierra el hocico! No puede ser eso. Ichigo estaba demasiado molesto.

-¿el japonés?

-sí, seguro le dijeron que le hice algo más a esa mujer-se ríe mi compañero, lo que me hace relajarme y pensar en que fue un mal entendido y pronto mi pareja dará con ello y me sacará de ahí.

-bueno ¿Cómo demonios llegaste aquí? ¿Y los demás? ¿Qué ocurrió?

Se quita el sombrero y, dejándole en el piso, explica:

-después de que nos atraparan a todos fuiste el único que fue separado de nosotros-la verdad era que escapé pero prefiero guardar silencio-nos estaban dejando morir de hambre, nos golpeaban y blasfemaban a diario eso checos de mierda pero cuando nos creyeron muy débiles dejaron a un par y logramos irnos. Estuvimos un tiempo con los italianos pero Mussolini fue atrapado también así que solo nos quedaban los aliados japonés, aunque tardamos unos años en lograr llegar. Todo el camino ha sido una mierda para…

-¿todos?

-sí, todos.

Que bien.

-por suerte solo me tienen a mí, jeje. Bueno, si ese niño te saca deberás sacarme a mí y si me rescatan te vienes con nosotros.

-tenlo por hecho.

-¿y ese niño es rico o qué?

-su padre.

-¿Qué relación tienes con él?

-soy empleado de su padre pero el niño me ayudó con la cosecha.

-¿trabajas para un japonés?-me cuestiona con desprecio.

-los tiempos han cambiado, Starrk. Es difícil sobrevivir creyéndose superior.

-somos superiores.

-lo sé-miento, esas estupideces las he dejado atrás-sin embargo debo comer.

Somos interrumpidos por ese sujeto que reconozco como el que me hizo la cortadura tanto en cuello como en la frente, Kuchiki.

-¿Por qué mataste a mi hermana?

-¡¿QUÉ?! ¡Yo no hice eso!-dios, ¿de eso me acusan? Por eso está tan enojado-no, olvídelo, yo no he hecho nada de eso.

-Kurosaki Ichigo ha dicho que no te agradaba y que seguro fuiste tú…

-es…

-sin embargo entre las cosas que tenías para huir no había nada de lo robado y tampoco en tu hogar. Dame una explicación a lo que te inculpa que es ropa manchada de rojo, tu intención de marcharte y la palabra de Kurosaki Ichigo.

Piensa rápido, con eso escapo.

-no tengo nada de su hogar, ni siquiera lo conozco por dentro, la ropa está manchada por una fruta que recogí en la mañana, unas fresas que podrá encontrar entre mis cosas y que planeaba entregar a su hermana ya que es la prometida de Ichigo y como muestra de respeto ya que no fui muy amable la primera vez que la vi,  y sobre marcharme-tranquilo, va bien-sólo quería recorrer un poco Japón, irme unos días, fue una desafortunada coincidencia.

Permanece impasible.

Hasta lo de entregar las fresas es cierto, pero con la intención de decirle que se quedara con ellas porque Ichigo era mío, planeaba irme con él hoy mismo. No puedo creer que esto pasara y peor aún, que mi novio me creyera capaz.

-¿entonces quien fue el hijo de puta que la mató?-dijo eso con un odio de un hombre descorazonado y se fue.

-¿de que hablaron?-pregunta el coyote que permaneció en silencio de la conversación que no puede comprender.

-parece que hubo un asesinato y creen… o creían que fui yo.

-¿la chica a la que visitarías?

-así es.

-extraña coincidencia.

-sí… espero que con eso me saquen de aquí, apesta.

-sí que si-vuelve a cubrirse con el sombrero.

-¿Qué es de los demás? ¿Qué hacen?

-nada por el momento-se aclara la voz, acomodándose mejor en su esquina-llegamos hace un mes y solo una semana a este pueblito… ¿Cómo se llama?

-Karakura.

-eso mismo. No hemos tenido tiempo de subordinarnos a los locales.

No hago comentario por esa ofensa para no hacer una riña después de tanto tiempo.

Le dejo descansar para que me permita a mí también esperar a mi novio que pronto volverá, seguramente arrepentido o buscando escucharlo de mi boca, después  a disculpase y sacarme de aquí.

Lo bueno que le puedo sacar a esto es que ya no hay necesidad de irnos por el momento, además de que debo darle un lugar a mis compañeros, seguro caben muy bien en el granero.

Y como lo pensado llega mi pelinaranja con vergüenza en su rostro. Observo al coyote que duerme con el sombrero en la cara.

-no fuiste tú ¿cierto?

-no, no fui yo.

-lo siento-me pide con lágrimas en los ojos y en voz baja-pensé que todo eso que te dije te obligó a…

-no fue así, pensaba robarte y ya, no quiero matar más en mi vida-volviendo a asegurar que el guardia se ha retirado por órdenes de Ichigo para darnos espacio y volviendo a revisar a el espada, le extiendo los brazos por los barrotes para que me abrace.

-perdóname.

-ya lo hice-le beso la frente y luego los labios-te amo demasiado como para no disculparte por mandarme matar-me rio y el muy a fuerza entre el llanto.

-eres odioso, jeje-vuelve a besarme-te sacaré de aquí.

-un momento ¿puedes sacarlo a él también? Como un favor por la molestia.

Se seca las lágrimas y con una sonrisa me afirma.

 

Fuera de ese horrible lugar acerco a mi niño que pagó el robo del ladrón pata presentarlos.

-Ichigo, él es Starrk, un compañero de guerra.

-mierda, ¿sabe alemán?-cuestiona el otro intrigado al ver a mi pareja entenderme.

-sí, fue fácil. Es muy listo.

-entonces-se acerca mi compañero a Ichigo-es un placer. Gracias por cuidarlo mientras no me encontraba.

-no fue nada… bueno, quizá un poco latoso.

-¡oye!-le regaño y ambos ríen.

Parece el inicio de una maliciosa amistad.

-Grimmjow, debo volver con mi papá para que le explique algunas cosas.

-está bien. Ven a verme pronto.

-oye… ¿Dónde se quedará?

-en el granero ¿Por qué?

-porque quería pasar a visitarte-sonríe con picardía, ayudándose del idioma que el coyote no comprende.

-me gusta la idea. Te haré pagar la mala pasada con cuerpo.

-eso no será castigo-se ríe y se marcha.

Es lindísimo tener un novio tan calenturiento.

-¿Qué tanto se secreteaban?

-nada importante. Sigue algo congojado por no creerme.

-di lo que quieres pero parecía más feliz que arrepentido.

-yo sé hacer feliz a todo el mundo.

-recuerdo a ese chica que…

Me lanzo a ahorcarlo para que calle esa vergonzosa situación. Logra zafarse y reacomodándose el sombrero me dice:

-vamos por los otros.

-¿Dónde están?

-deben seguir rondando el marcado.

-genial. Iré por el caballo.

-voy contigo-dicho eso volvemos a la mansión Kuchiki, esta vez nadie me para en las cercanías y tengo que llegar a la puerta para que ese chico pelirrojo, aun con pesadumbre, me atienda, disculpándose primero por la reacción y explicando que quería mucho a esa mujer.

Le pido devuelta mi yegua y así lo hace, pudiendo llegar al mercado aun con un par de horas de sol.

Coyote se mueve muy bien entre la gente que ahí está pero yo me he desacostumbrado a las muchedumbres, a los gritos y jalones.

Ya me quiero ir.

-mira, por allá está Aporro-logro alcanzarlo y es verdad, está sentado viendo distraídamente el sol ocultándose. Sin embargo, como si nuestras miradas le pesaran, gira a ver dónde nos encontramos y se nota la sorpresa de ver no solo al castaño sino a mí.

Viene empujando gente y me abraza, con cierta molestia de mi parte, ya que él fue uno de eso 3 y que me advirtió confesar lo que hicimos si yo decía que el definitivamente era gay.

-el mundo es muy pequeño-declara y afirmo-vamos, el resto andan descansando.

Estoy muy emocionado, hace tanto que no los veo.

En una zona boscosa encuentro a más espadas de los que esperé, no solo a mi escuadrón tatuado sino que gente de menores rangos. En total deben ser más de veinte.

Nos saludamos con gusto, pocos creyendo que es posible que este ahí y, a pesar de que platicar, les digo que estarán más cómodos en el granero, aunque terminamos caminando con el caballo.

Llegamos en la noche y no duermo nada por la larga plática, además del sake que traían y con Ulquiorra tocando la guitarra. El sonido de cualquier guitarra me causa una cierta angustia, después de todo ese chico pálido de ojos verdes, encargado de abrir el gas en las cámaras se sentaba fuera y tocaba “El ländler”.

Al caer todos dormidos hago lo mismo en mi casa hasta el atardecer. Al salir la mirat ya está despierta pero me llama la atención la guitarra y esa canción tan conocida.

-Ulquiorra ¿no dormiste?

-sí, pero ya no tengo sueño-responde sin dejar de tocar-¿Qué piensas hacer? Dudo mucho que tu sueldo nos mantenga a todos y menos que nos contraten a tantos por una parcela tan pequeña.

-tienes razón. No lo sé, ya el tiempo dirá.

-sigues siendo igual de despreocupado y mal planeador.

-deberías alegrarte de que no cambie-me rio y solo sigue tocando. Aunque tiene razón. Por lo mismo emprendo viaje a casa de Kurosaki-sama, quien, avergonzado por encerrarme en prisión, me ruega que le diga como recompensarme, a lo que respondo que permita quedar a mis compañeros durante la época que no hay cosecha, que después ellos trabajaran y que si se pudiera les consiga donde. Acepta gustoso, no permitiéndome negarle el ayudarme económicamente a mantenerlos este tiempo. A la vez veo a mi Ichigo solo en su cuarto, no tengo la osadía de fornicar, aunque así me incitara, por estar su familia cerca, pero si puedo besarlo y abrazarlo un buen tiempo.

-ven mañana-le pido viéndole  a los ojos, mientras estamos recostados el uno frente al otro.

-lo intentaré.

Lo beso antes de irme.

Al regresar ya se han paseado por los alrededores y por mi casa, han pescado y arreglado una fogata, siguen con ese modo de soldado de dividirse las labores.

-todo servido, señor Grimmjow-me dice Hallibel en forma de broma al ser mi terreno.

Comemos muy a gusto. Es divertida su compañía.

-¿Qué te ha dicho el dueño?-cuestiona el coyote.

-que pueden quedarse y tratará de conseguirles un empleo.

No dice más. Seguro que no les da mucho el placer pero no puedo hacer nada más.

Al día siguiente nos visita Ichigo, viéndole divertirse con las fracciones, los de menor rango, por enseñarle nuevas palabras.

-parece que tenemos de nuestro lado al dueño de las tierras-me dice detrás Nnoitra viendo al pelinaranja.

-no, él no es el dueño de todo Karakura. Es un anciano que se llama Yamamoto.

-entiendo.

Llegado el atardecer me quedo solo en la casa con Ichigo, pudiendo besarle contra la pared y abrazarle con las manos bajo su ropa.

-¿seguro que no escucharan nada?-cuestiona sonrojado y ya excitado.

-no lo estoy pero necesito hacértelo-sonríe bajándose el pantalón y acostándose en la cama, dejando su trasero levantado para que pueda poner mi boca entre sus nalgas, abriéndolas para meter mi lengua en su culo lampiño de japonés joven, masajeando a la vez su pene mientras gime bajito, ensalivo lo más que puedo empezando a meterle dos dedos.

-ya metete, ya… por favor…

-¿me necesitas?

-sí… por favor… dámelo, Grimm-me atrevo a darle una nalgada, olvidando que si hacemos mucho ruido pueden descubrirnos.

Empiezo a entrar y a ponerme a galope. Notando hasta ahora que cada vez que lo hacíamos no solo se escuchaba mí cuerpo golpeando el suyo y los gritos de ambos sino que mi cama choca contra la pared con cada embestida.

Es demasiado ruido.

Le giro y lo levanto, haciendo que abrace mi cintura y mi cuello para poderlo subir y bajar.

-me gusta… ¡ah, más, Grimmjow!-trato de silenciarlo besándole pero de mi boca también salen gemidos, llevándolo contra la pared para golpearle más fuerte.

-¡que rico estás…!

-¡ah, ah… ah, Grimm… dios, que grande…!-ahora doy que le enseñé a gritar para excitarme y condicionado a eso yo hago lo mismo.

-vamos, lindo…-me recuesto en el suelo y él toma el control, subiendo y bajando, besándole y acariciándome los testículos.

Joder, voy a venirme…

-¡aah, Ichigo…!-me levanto para poder estar entre sus piernas y hacer que se corra primero que yo, masturbándolo mientras le doy hasta mojar mi palma.

Terminado su orgasmo me pide que  le de mi semilla en la boca, limpiando mi miembro de todo rastro y tragándolo gustoso.

Nos recostamos abrazados en la cama, desnudos y sudorosos.

-te amo, Grimm-me dice colocando su cabeza en mi pecho.

-yo también, Ichigo-beso su frente-mi lindo novio.

-esposo.

Me rio y corroboro.

Más tarde lo llevo a su casa y al volver los espadas están todos reunidos junto a una fogata pero lo extraño es que no estén así por escuchar la guitarra, parecen muy serios y, a la vez, como esperando.

-¿Qué pasa?-les digo, dejándome un espacio en el círculo.

-¿eres uno de nosotros aun?

-¿Qué pregunta es esa?-me rio-claro que sí, siempre.

-Grimmjow, con los problemas que tiene Japón es imposible que el ejército se preocupe si una pequeña parte de su territorio es tomada, es más, puede que ni lo sepan. Será cosa fácil, puede que sean más pero estamos preparados para estas cosas.

-no-digo tajante-ellos me dieron comida y techo, no puedo hacer eso y espero lo entiendan.

Interrumpe el murciélago.

-no tenemos que matarlos. Solo deben someterse, por eso si les explicas la situación ayudará, después de todo solo tú hablas su idioma.

-no, no quiero.

Vuelve a tomar la palabra Starrk, levantándose a tomarme del hombro.

-debería matarte ahora mismo-dice fríamente pero volviendo a hablar-no lo haré porque esa imperfección tuya puede que sea lo que haga que tu mente vuelve a tomar sus cabales.

-nada me hará cambiar de parecer-respondo aun tranquilo.

-imagina un lugar, quizá no un mundo, donde sea lo que tú quieras, hacer lo que quieras, que nuestra palabra sea ley en este territorio. Lo que quieras.

Lo que quiera.

Un lugar donde…

-un lugar donde-prosigue él cómo leyendo el pensamiento-puedas levantarte cada mañana con ese muchacho a tu lado.

Se me baja el color y algunos ríen.

-haces mucho ruido, pantera-me dice un niñito llamado Luppi.

Lo saben.

Bien, no pasa nada. Relájate.

-se claro, Starrk. Si no les ayudo me matan y si lo hago…

-puedes quedarte con ese niño-se aclara la voz-no quiero hacerte nada. Nadie quiere, somos compañeros, casi familia, pero no podemos volver a Alemania o nos mataran por crímenes de guerra. Velo de la siguiente manera: un pueblo en que, por excepción, podrás llevar de la mano frente a todos a tu esposo, nadie deberá criticarlo y no tendrás que esconderlo. Es lo que quieres ¿verdad?

Es lo único que quiero.

Estoy cediendo.

-nadie tiene que salir herido, solo pasaran de un amo a otro.

Si existiera o pudiera crear un lugar así… es lo que dije y aquí lo tengo.

Para mí para mi esposo.

-empecemos-digo con decisión.

-¡sí!-dicen todos poniéndose de pie.

Miro mi tierra, jamás pensándola como esa utopía que le prometía falsamente a Ichigo, sonrió, al fin tendré el poder y los medios de estar a su lado no solo bajo la oscuridad.

-sexta espada-me dice Starrk. Hace años que no recibía ese nombre-a trabajar.

-sí, señor.

 

Una vez decidido aquello pensaba que mi mente entraría en un estado de reposo, de paz, sin embargo es todo lo contrario, al punto que no puedo cerrar los ojos y dormir.

Me levanto y colocándome una manta salgo a caminar. Sigo y sigo, sin detenerme hasta pasar por la mansión donde murió esa niña. Planeo seguir pero diviso humo subiendo y fijando mejor la vista veo a Byakuya fumando en mitad de la noche.

Planeaba seguir de lado pero un llanto lejano, adolorido de ese hombre logró conmoverme. Fui en silencio pero al estar a un metro de él se limpió el rostro y lo oculto con seriedad fingida.

-buenas noches-le digo cortésmente.

-buenas noches.

-frio ¿verdad?

-sí, algo… ¿Por qué ha está hora caminando como alma en pena?

-puede que lo sea.

-sí, es la hora en que las almas declaran como se sienten-dice melancólicamente-te debo una disculpa por lo de aquel día.

-no hay problema-me ofrece un cigarrillo, me lo da y lo prende-no tuve oportunidad de darte mi pésame.

-gracias.

-quisiera… quisiera haberle dicho otras cosas… haber hecho otras cosas-da una calada y saca el humo que se dispersa con el fuerte viento-días antes me había dicho que no quería casarse, cosa que yo sabía, pero le repetí que debía hacerlo, se enojó bastante. Y justo ese día para ponerle en su lugar la dejé sin su cuidador, Abarai Renji, mi subordinado de quien sé se enamoró… ¡que idiota fui!-se dice con pesar, bajando la cara-me fui y la dejé sola, no quise llevarla, debí hacerlo… ahora no solo me pregunto por qué no hice alguna de esas cosas sino por qué no solo se robaron las cosas y la dejaron en paz… pero así era ella-sonríe con nostalgia, como si al horizonte que mira pudiera verla-no permitiría que entraran en su casa sin su permiso y mucho menos que se llevaran algo-derrama un par de lágrimas.

Ni siquiera he fumado.

Se calma solo y vuelve a limpiarse las mejillas.

-después de todo eres de carne y hueso-me dice con una leve sonrisa y mi cara expresa que no entiendo a qué se refiere-imaginé que todos los del ejército nazi no tenían corazón pero has sabido escucharme.

-no es por sabio, simplemente no sé qué decir.

-en ocasiones es lo mejor-ahora si fumo y él toma otro para acompañarme-busque por toda la casa un peluche que le di cuando fue su primer cumpleaños y que nunca se deshizo de él, quisiera tenerlo para saber que me acompaña. Yo se lo hice… un conejo… que mi esposa se rio cuando lo vio pero ella nunca dejó de quererlo-se ríe en voz baja-seguro te estoy aburriendo con estas cosas de mujeres.

-de ninguna manera-saco el humo lentamente-yo también he perdido gente y aunque debes pensar que es obvio por haber estado en la guerra puedes creerme que por lo mismo uno deja de sentir esas pérdidas… pero una niña me hizo sentir el dolor y, además, supe una noche que mi madre había muerto, bueno, a ella dejé de verla desde los 12 años pero lo supe… y si no ahora puedo estar seguro de ello y, al igual que tú, quisiera haber hecho otras cosas y al menos…

Recuerdo sus pálidos brazos escapando de hombres que la retenían, su llanto y suplicas de que solo era un niño y la clara imagen del rostro de mi padre, rostro que siempre puedo ver cuando me miro en un espejo, llevándome de la mano aunque le pedía que me dejara despedirme de mi madre y él negando con la cabeza, sin ninguna expresión… no volví a verla y tampoco a papá puesto que murió en una balacera al siguiente día.

-… al menos decir adiós.

Sale la luna entre las nubes.

-y pedirle unos cigarrillos porque en la guerra fumaba una cajetilla entera al día-menciono tirando la colilla y haciéndole reír-sé que la muy tacaña no me hubiera dado uno aunque ella fumara a escondidas. Oh, sí, no pudo engañar a este niño tan listo.

Con una sonrisa me aprieta el hombro haciendo seña de entrar a su hogar, no sin antes decirme:

-ven a visitarme cuando puedas.

Dicho ello se marcha y yo continuo mi trayecto a ninguna parte, aunque me canso al llegar a donde el mercado duerme. Me siento en las raíces de unos árboles, justo por donde acampaba mi brigada, me recuesto a mirar la luna en su máximo esplendor y las estrellas coronando el cielo.

Me regresa la paz y el sueño.

Observo entre la oscuridad del bosque pero… ahí algo blanco entre aquellos arbustos.

Rápidamente me levanto y logro encontrar un peluche maltrecho que de por si es feo, algo así como un conejo blanco lleno de lodo.

Un conejo.

-¡mierda… siempre soy un pendejo!-me digo apretando el conejo con el puño.

¡Con que me quieren ver la cara, con que pensaban culparme… esos hijos de perra mataron a esa niña! ¡Cabrones!

Empiezo a caminar a encararlos realmente enojado pero…

Piensa.

Si no me dijeron esto me deben ocultar otras cosas.

¿Una invasión pacifica? ¡Que idiota puedo ser en ocasiones! Aquí va a correr sangre.

¿Pero qué puedo hacer? Son más que yo y no es un pueblo de soldados.

Ya podrían haberme matado y no lo han hecho, entonces ¿para qué me quieres? Seguramente por información, no les interesa hablar el idioma. Más tarde o temprano me mataran.

Vuelvo a casa, ahora igual que en la guerra, cuando no hay ordenes ni señales del enemigo ahí que esperar para formular un plan.

En la mañana recibo la primera orden de quien ahora es nuestro superior: Starrk.

-iras con Ulquiorra a ver las casas de los dueños de la tierra, dile como son y demás, harás de interprete-sonríe pero detrás veo armas, muchas armas.

-¿para que las armas?-cuestiono sin mostrarme hostil.

-para intimidar únicamente, no tienen balas-seguramente no solo robaron en casa de Byakuya.

-sí, señor, pero…-observo a la chica del grupo y Hallibel me sostiene la mirada un momento antes de seguir con lo suyo-puedo ir con la chica-digo pícaramente.

-¿Por qué?-dice queriéndome dar a entender que a mí solo me gustan los hombres.

-Starrk, quiero ser parte de esto, estoy seguro pero…-me acerco para susurrarle-… no quise decirlo pero no hay nada peor que morir de hambre y si volviéndome el semental  y novio de un adolecente me llenaba el estómago creo, en ese entonces, valía la pena.

Sigue escéptico. Posiblemente no se la trague ahora pero si después.

-dame un momento-habla en privado con ella y al final si cambia de pareja.

Nos vamos a pie pues usan a Sombra para cargar las armas.

-me da gusto que te dejaran ir conmigo-le digo pero ella no me mira-no es que no me agrade Ulquiorra, aunque es difícil hacerle conversación, pero no quería que estuvieras en algo violento-ahora sus ojos verde se posan en mí.

-no me lastimaría-dice segura.

-lo sé-tomo su mano a lo que se detiene en seco pero no me suelta-eres muy bella, Hallibel-acaricio la extensión de su brazo para llegar al cuello,  después a empujarla contra un árbol.

Sin más ruego me besa con salvajismo y correspondo a ello, llevando mis manos a sus enormes pechos que llenan mis manos. Abre su ropa japonesa de las piernas y yo me bajo el pantalón para entrar en ella, levantándola en mis caderas.

Gime apagadamente, aun refinada aunque mi miembro le abra con fuerza. Rápidamente empiezo a moverme con demencia, sacándonos gemidos a ambos.

Olvidaba como era una vagina, mas húmeda y la de ella estrecha seguro por no usarla tanto como el culito de Ichigo. Se retuerce en mis brazos y aprieta mi miembro, besándome a mordidas hasta hacerme correr.

Suspiramos y la bajo delicadamente, al igual que sacar mi flácido pene de ella.

Le ayudo a cerrar su ropa y me subo el pantalón.

-de verdad que no creo seas maricón.

-no lo soy-sonrió-siempre me gustaste, desde que nos pusieron en el mismo escuadrón, aunque nunca me hiciste caso.

-eres muy infantil-dice levantándose lentamente-pero… no quiere decir que no te hiciera caso.

Sonrió casi riendo, agarrándole la mano nuevamente.

-cuando todo esto acabe-aprovechando el clímax de enamoramiento-quiero que vivamos juntos, haremos mi casa más grande-su mano aprieta más la mía-compraremos un perro, caballos y tendremos tres hijos.

Tarda un poco pero con una felicidad que nunca le vi dice que sí.

Sin embargo el plan de los espadas sigue y si no lo detiene no funcionará esto.

-esa es la casa del viejo-digo a la aún más enorme mansión-será mejor ir.

-por hoy me parece que conocerlas es suficiente-funcionó-mejor vamos a la del padre del niño que viene a verte.

-claro.

Pasamos por fuera y para mi mala suerte esta Ichigo fuera y aunque lejos ve mi mano tomando la de la chica y a esta recargando su cabeza en mi hombro.

Ganas me dan de ir y explicarle lo que ocurre, más será luego.

Nos retiramos.

Llegando Hallibel me lleva con Starrk y declara lo que ya suponía.

-hay que decirle todo-expone fríamente.

Él la mira con ojos de asesino.

-será mi esposo-dice sin soltar mi mano.

Sonrió lo más que puedo.

-deja de ocultarme cosas, Coyote. Yo también quiero mi parte. Basta de conformarme con un pedazo de lo que puede ser mío-regreso el tiempo en mí, dejando de lado todo lo bueno que aprendí de Karakura e Ichigo-hagamos este nuestro pueblo.

-¿cueste lo que cueste?

-cueste lo que cueste. Solo quiero un enorme terreno a mi chica.

-no me pides a la familia Kurosaki-niego con la cabeza y por fin me sonríe-bienvenido, rey pantera-se burla con gusto de tenerme nuevamente.

Mi corazón tiembla para que mi cuerpo no lo haga.

Toda mi vida fue encargarme de matar gente, nunca lo contrario y ahora… estoy solo en esto, rodeado y únicamente puedo esperar escondiéndome tras una sonrisa, un número y un animal como mi nombre y persona.

Notas finales:

Gracias por leer.


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