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Man o´ war por sleeping god

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Notas del capitulo:

Sin nada que decir.

Continuo.

Me duelen los brazos, la espalda, las palmas, la cabeza y hasta las plantas de los pies. No sé cómo aguantan esto de sol a sol todos los días.

-¿necesitas otro descanso?-cuestiona mi “jefe” con esa sonrisa que sólo me da a entender que soy débil, que él con un brazo literal y figurativamente hace lo que yo sin descansar cada par de horas.

-no, estoy bien. Es más continuaré hasta más tarde.

-no es bueno trabajar cuando se oculta el sol-me dice girándose a ver la fogata que preparó hacia unos minutos, cuando yo descansaba de estar arando la tierra.

-¿por qué?

-verás-da una risita para retirarme las herramientas con su mano izquierda y hacerme una señal de que vaya a calentarme al fuego, aun en la noche se siente el frio.

Me siento en un tronco que puso como asiento a esperarlo que guarde las cosas. El cielo empieza a tornarse negro y las estrellas a brillar.

-muy bien, pequeño-se sienta frente a mí y sonríe con el fuego dándole destellos a sus dientes blancos, lo cual me asusta un poco-¿quieres saber por qué se trabaja de sol a sol?

-…sí-respondo mostrándome seguro.

-la respuesta en realidad es muy simple-vuelve a mostrar esa sonrisita-te darás cuenta que los frutos crecen en la noche, cuando los dejas.

-…no lo sé… supongo-digo para que continúe.

-es porque en la noche la tierra, esa señora que como da quita, entrega la vida a todo lo enterrado, es decir, todo lo que la toca-empiezo a dejar de creerle pero dejo que siga-en la noche, durante ese tiempo, todo vive; las plantas crecen, los animales se reproducen-da una risa burlona que no comprendo-y los muertos también.

-qué tontería-espeto incrédulo.

-no lo crees, lo supuse. Entonces no habrías de temer cuando te pida traer algo de cenar de la casa.

Miró a la lejanía donde está esa extraña construcción extranjera.

Sudo frio, me tiemblan las piernas pero quiero no ser un cobarde…

-no, de ninguna manera.

Hoy las cigarras no hacen ruido y solo el viento en las ramas saca un sonido… tétrico…

-Grimmjow, terminaremos yendo para allá. Tenemos que dormir-dejo de mirar la casa y al girar está una figura rojiza, de ojos azules brillantes y una sonrisa huesuda.

Doy un grito y retrocedo hasta que… la maldita risa de Grimmjow me da a entender la broma.

Al girar solo se veía rojo por el fuego cercano y la sonrisa era media mandíbula que se puso en la mejilla derecha.

-¡ERES UN PERFECTO INBECIL!-maldigo… muy apenado.

-jaja… lo… sé… aja… debiste… ver tu jajaja… cara….-empiezo a caminar pero me sostiene de la manga-debes disfrutar la vida. Es muy corta para enojarte por pendejadas como las mías-fuera de su vulgaridad quisiera tomarlo enserio.

-solo cállate-le pido volviendo a sentar.

-tu turno-me dice con alegría.

-¿de qué hablas?

-cuenta una historia ¿no lo sabías? Debes hacerlo. Se hace desde que éramos más monos que seres destructivos, se podría decir cuando éramos más civilizados que animales, jejeje.

-pero… ¿de qué?

-lo que sea.

-… bueno…-pienso un momento y recuerdo esa que nos contó un granjero a mis hermanas y a mí, que según le contó su abuelo-es la Kuchisake Onna-en su cara se entiende que no la conoce-ella era una mujer muy bonita…

-así me gustan.

-calla. Ella estaba casada con un samuria pero le era infiel ya que muchos hombre, tú entre ellos-da un risita-la consideraban demasiado bonita como para no caer en sus encantos. Cuando su esposo la descubrió le preguntó si se consideraba bonita y, mientras la mataba, le cortó la boca de oreja a oreja y le volvió a preguntar “¿y ahora te sigues considerando bonita?”.  Es ahora un fantasma que ronda en las noches con una máscara blanca y cuando pasa algún hombre le cuestiona lo mismo “¿Soy hermosa?” y si responde que sí.

-como yo lo haría.

-correcto, ella se quita la máscara y pregunta “¿y ahora?” y ya sea que grite o conteste que “no” le rebana la boca igual que a ella.

-¿y si soy tan poco exigente que le digo que sí?

-ah, pues te sigue a tu casa y de igual forma te mata.

-eso no es gusto.

-no tiene por qué serlo.

-mmm, bueno-se levanta y hago lo mismo.

Mientras apaga el fuego me dice:

-hace tiempo que no escucha esas historias. Me trae lindo recuerdos.

-¿de qué hablas? ¿Lindos recuerdos los cuentos de terror?

-jajaja- camina y voy tras él-sí, en realidad sí. Mi madre, ella era japonesa, por eso hablo el idioma, además le gustaba contarme esas cosas, era como una forma de ignorar el terror de afuera y concentrarme en el fantasioso.

-¿terror de afuera?

-sí, la guerra. Tenía 10 años cuando estalló y 13 cuando entré al ejército.

No sé qué decir por lo que callo.

-mi padre era un oficial de alto rango y por lo tanto seguí sus pasos, por suerte no éramos judíos.

-¿Cuántos años tienes?

-26.

-¿26?

-así es niño-da otra risota.

-entonces eres 11 años mayor que yo.

-toda una vida ¿no es verdad?

-y… ¿Por qué viniste a Japón?

-ya te lo había dicho ¿recuerdas? Mi esposa, los lobos…

-dime la verdad y no me salgas con más historias.

-es muy larga y mañana madrugamos. Mejor te cuento otra-no alcanzó a replicar cuando empieza-era una pantera que tenía una familia de nueve, ellos se alimentaban específicamente de puerquitos, grandes, chiquitos, gordos, flacos, con manchas, el fin, aunque fueran diferentes por fuera todos eran cerdos a fin de cuentas . Toda su vida esta familia aprendió que deben alimentarse de ellos en especial. Un día la pantera fue a cazar y encontró una puerquita rechoncha y muy linda-ahora veo que no me mira, ve al cielo, como recordando-ella estaba sola, sus padres fueron devorados hace tiempo por su familia, y ella era linda y agradable y graciosa, a él le agradaba mucho ella, tanto que no pudo comerla… no pudo…-calla pero pronto habla-… siguió cazando otros puerquitos pues pensaba que la pequeña era diferente a los demás, sin embargo, la puerquita le fue arrebatada-¿Cómo?-intentó salvarla pero no pudo. Pasó la pantera mucho tiempo ocultando su tristeza, pensando que murió porque así como él mató a otros, otro la asesinó porque no la vio diferente y pensó… pensé…-Grimmjow…-¿en qué son diferentes de ella? ¿En qué son diferentes de los tiburones, los murciélagos y los coyotes? En nada, claro. Fue mi culpa que muriera porque habría hecho lo mismo, lo merecía como una manera de karma caída por un dios en que dejé de creer porque el debió caer sobre mí y no en ella, no debía dejarnos hacer eso-bajo la luz de la luna sus lágrimas caen.

-Grimm…-se me corta la voz.

No habla ni deja de mirar al cielo.

-¿soy malvado?-cuestiona a media voz.

-… no, no lo eres.

-¿Por qué no?

No sé qué responder pero debo hacerlo.

-porque… porque si lo fueras… no podrías hacer reír.

Sonríe y se seca las lágrimas.

-no esperaba esa respuesta.

-ni yo-digo sonriendo.

-un demonio no puede hacer sonreír, vaya…-me observa con paternal sonrisa-se llamaba Nell, era una niña de apenas 8 años, una judía cuya familia fue asesina en noviembre de 38 y, solo un día después de conocerla y adorarla, se ocultó en una sinagoga, todo porque tenía miedo de llevarla conmigo, y fue quemada ahí… intente salvarla… pero me dio miedo el fuego, me dio miedo el castigo, dios y los alemanes, mi propia campaña. Tenía tu edad cuando la vi morir y…. aun así seguí en la guerra, no queriendo pensar en ella aunque en tantas ocasiones se me vino a la mente. No quería llegar a la conclusión que ya sabía. Debí irme antes pero hasta que los soviéticos nos destrozaron y nos pasearon frente a los judíos me di cuenta que éramos lo mismo y que merecíamos lo mismo. Eso hace 4 años pero… jaja.

-¿Cómo escapaste?

-suerte, jeje… suerte y mucho miedo a morir. Aunque era mi merecido no quería morir, temía al infierno porque reconocía el mal que había hecho. Mientras nos trasladaban logré hacerme pasar por un japonés, como un completo cobarde me deshice de mis medallas e insignias de la SS y me abracé a un polaco de los pies y le supliqué en japonés que me salvará, que me confundieron y que era medio judío y medio japonés, al principio no me creyó pero al final hice tan bien mi papel que me liberaron. Al salir no tenía idea de qué hacer, ya fuera que los enemigos lo descubrieran a los alemanes que quedaban, yo era hombre muerto. Fui a Italia un tiempo pero no logré nada, mi italiano era malo y se marcaba mucho mi acento alemán. Nos odiaban, en especial esos ingleses que por ahí se encontraban. Seguí por Grecia y Turquía, queriendo evitar el norte. No comí por días, apenas dormía, estaba paranoico-llegamos a la casa pero no entramos- luego no sabía dónde estaba. Robaba para vivir o incluso cazaba, algunas personas me daban algo de comer, así estuve por cerca de 3 años cuando me enteré que estaban castigando por crímenes de guerra, yo era general, vendrían por mí, tenía que huir de Europa y, por asares del destino, encontré en la costa de Bangladesh un barco, estaba tan paranoico que casi podía escuchar los pasos tras de mí, así que subí a ese barco de polizonte. Estuve rodeado de yute quién sabe por cuánto tiempo hasta que arribó en Corea de Norte. Pasé 1 años sin hablar con nadie, fui golpeado en muchas ocasiones por tratar de robar algo para llevarme al estómago, pasé tanto tiempo así que aun ahora se me quedó ese hueco, es como sentirlo físicamente aunque es como el castigo que merecía-se sienta en la entrada y lo acompaño-nuevamente vi un barco en la costa pero estaba vez no podía subir y estaba ya más muerto que vivo pero por suerte un sujeto me preguntó “¿Qué quiere?” en japonés, hablé fluidamente aunque pensé que ya lo había olvidado, le dije que quería irme y, al pensarme un compatriota bastante extraño pero compatriota, me subió aunque el trato no mejoró. Al descargar solo me arrojaron lejos, pasé un tiempo, no sé cuánto deambulando, empecé a alucinar con cada cara de judío, negro, homosexual y demás que maté hasta que…-voltea a verme y sonríe-…llegué a tu casa.

Guardamos silencio unos minutos.

-esa es básicamente la historia de mi vida, tiene todo menos romance ¿no crees?

-me alegra…-bajo la cabeza-…que llegaras con nosotros-un segundo después me abraza por los hombros y alegremente dice.

-a mí también, me hace muy feliz estar contigo-me acaricia el cabello y entro tras él con una sonrisa de oreja a oreja sin saber por qué del todo.

Con los meses el trabajo ha dejado de parecerme tan pesado, los días tan largos lejos de casa aunque me visite regularmente mi familia, la vida de granjero tan mala como la pensaba y Grimmjow tan estúpido y desagradable. Me ha enseñado muchas cosas además de cultivar kabocha, he aprendido a utilizar correctamente la katana, a pelear cuerpo a cuerpo (aunque en ambos casos me sigue liquidando), a pescar y tener calma (no mucha, él a veces la pierde), a cazar, a montar a caballo y, como él dice, a divertirme y disfrutar de la vida

-Ichigo, tenemos que ir por agua-ah, y algo de alemán, me cuenta que extraña hablarlo y escucharlo por lo cual hago mi intento.

-sí, solo… ¿Por qué?-claro, aun no lo domino.

-agua.

-ah, otra vez.

-agua, agua, agua, niño tonto-le doy un golpe con la cubeta pues entiendo ya muy bien lo último.

-tenemos que ir por agua ¿correcto?

-excelente, algo mal el acento pero bien.

-¿el qué?

-el acento, se escucha muy japonés.

-seguiré practicando-llegamos al rio y recogemos el agua para los vegetales que cada vez están más grandes razón por la que el agua del pozo se ha ido acabando.

-hey, juguemos a algo.

-¿Qué?-empieza a subir un gran árbol que está cerca al rio y que incluso sus ramas cuelgan sobre él.

-pareces una pantera.

-no me llames así. Ven, sube-dejo el agua de lado y trepo con su ayuda hasta una rama sobre el cauce.

-¿te atreves?

-¿a qué?

-a brincar-de ninguna manera, no sé nadar.

-brinca, tienes 6 segundos antes que tome la decisión por ti-demonios, no entendí mucho ¿Qué dijo? No sé qué es lo primero. Seis segundos para qué.

-brinca-dice y me arroga. Con mucho miedo intento sujetarme de él pero es muy tarde, termino en el fondo y no logro salir a la superficie, en mi pánico no sé dónde está la orilla. Sin embargo se sumerge y me saca.

-¡¿Qué te ocurre?! ¡No vuelvas a asustarme de esa manera, idiota!-me grita sujetándome fuertemente por los brazos para que no me hunda.

-es… es que no sé nadar.

-dios, eso se menciona, maldita sea.

-lo siento-digo apenado. Parece recapacitar y me lleva a la orilla.

-perdón, no debí empujarte-se disculpa sentándose fuera. Sonrió, me gusta que se disculpe sinceramente, como aquella vez que  me mandó traer a Sombra, olvidando que no me quiere.

-no pasa nada.

-¿te lastimaste?

-no, estoy bien-me abraza por los hombros y yo por la cintura-¿quieres enseñarme a nadar?

-dímelo en alemán.

-¿me enseñas a…?

-nadar.

-…nadar?

-sí, te enseño-sonríe y toda la tarde, en vez de trabajar, me enseña no solo a nadar sino su cuerpo de hombre maduro ya que, a diferencia mía, él prefiere quedarse en ropa interior.

No aprendo del todo pues su herida del pecho comienza a dolerle.

Al día siguiente le ayudo a darle de comer a Sombra.

-Ichigo, ven aquí. Te buscan-salgo y está mi padre.

-hola-me dice agarrando el hombro de Grimmjow que le sonríe. De verdad está muy agradecido y a mi padre le agrada mucho-te lo robaré hoy, Grimmjow-le dice y me indica que vaya tras él.

Regresamos a la casa que ahora se me hace tan indiferente a mí, es demasiado grande, ostentosa y fría.

De la cocina sale una chica de cabello oscuro, pequeña, de ojos azul oscuro muy fuertes.

-Ichigo, ella es Kuchiki Rukia. Será tu esposa.

Me quedó sin habla.

¿Esposa? ¿Ella? Pero…

-¿Qué quieres decir?

-es la hermana de Kuchiki Byakuya y ambos estamos de acuerdo en la unión-¿ustedes? ¿Y yo? ¿Y ella?-los dejaré para que platiquen.

Se marcha y la chica se acerca a mí.

-no pongas esa cara. No estoy de acuerdo también-me lee fácilmente.

-¿y por qué no?-preguntó pues se supone que yo debo mostrarme decidido como el hombre.

-porque…-se sonroja un poco-… estoy enamorada y por esto no será posible así que…-regresa mi padre y ella se levanta no sin antes decirme en voz baja-… sé un buen esposo.

Más tarde se marcha.

-¿Qué piensas?-me cuestiona el viejo.

-que…-no sé… no sé nada-que debo volver con Grimmjow-es lo único que se me ocurre, con él todo es más claro, menos complejo y  alegre-terminaré el trabajo.

Regresó en la noche, cuando ya no está en el campo. Miro el trabajo que hizo solo, toda tierra esta húmeda y sin mi ayuda. Sigo en el caballo, escuchando el golpe de los cascos sobre la tierra haciéndome olvidar… no, sólo me centra más en el problema: por algún motivo no quiero casarme. Llego la pequeña casita, la que ahora considero mi hogar. Entro corriendo y antes de que diga lo que sea o termine de servir su comida lo abrazo fuertemente.

Tiemblo.

Lloro.

-¿Qué pasa, Ichigo?

-… no… no sé…-lo estrujo más fuerte, frotando mi rostro contra su pecho desnudo y la piel rugosa de su herida cicatrizada.

-¿estás herido?

-no.

-hay algo malo ¿verdad?

-… sí-acaricia mi cabello y con una sonrisa me dice:

-no pasará nada-me alza el rostro y, sin razón, me besa la frente, dejándome sonrojado-te diré algo: “Lucho por lo que amo, amo lo que respeto, y a lo sumo respeto lo que conozco.”-me giña el ojo y pega mi frente a él nuevamente-confía en eso, yo lo cumpliré.

Me reconforta con esas palabras en alemán que logró comprender por el contexto.

No es justo.

Es extraño.

Siento como si mi corazón fuera devorado por un ser sin alma. 

Notas finales:

Nota: la frase última de Grimmjow es de Adolf Hitler.

Gracias por leer.


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