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Nuestros momentos por Khira

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Escena 10

 

Durante los dos meses siguientes, Kakashi apenas vio a Iruka. De vez en cuando se cruzaban en la sala de misiones o en Kaito’s, pero el chuunin apenas le miraba. Ni mucho menos le dirigía la palabra. Por culpa de aquel ultimátum, su relación había terminado la noche que discutieron sobre los exámenes de jounin, y sin embargo, nada indicaba que el maestro hubiera cambiado de parecer sobre el hecho de presentarse a dichas pruebas. Asuma le contaba de tanto en tanto sobre sus progresos en el entrenamiento, pero poco más sabía de él.

Era una situación muy dolorosa.

Al menos, como los exámenes de chuunin tenían lugar poco antes que los exámenes de jounin, Kakashi se mantuvo ocupado todo ese tiempo entrenando a Sakura. Aunque la joven kunoichi era por ahora oficialmente pupila de Tsunade, la Hokage estaba muy ocupada como para dedicarle el tiempo necesario para prepararla para una prueba tan importante, así que Sakura le había pedido ayuda a él, a lo que Kakashi había accedido encantado. Pasar el día entrenando a Sakura le ayudó a no pensar tanto en Iruka.

En esa ocasión, casi todos los jóvenes de la quinta de Sakura consiguieron superar los exámenes, al igual que Neji, Lee y Ten-ten, los pupilos de Gai que eran un año mayores.

Para celebrarlo, Kakashi, Asuma, Gai y Kurenai invitaron a todos ellos a una gran barbacoa en el mejor restaurante de Konoha.

—¡Kyaa, no me puedo creer que ya seamos chuunins! —le decía Sakura, aún emocionada por la reciente victoria, a Ino. Las dos chicas estaban sentadas frente a él en la gran mesa.

—¡Lo sé, lo sé! ¿Te has dado cuenta? ¡Ya tenemos el mismo rango que nuestros profesores en la academia!

¿Por qué tanta obsesión por los rangos?, se preguntó Kakashi, hastiado.

—¡Es verdad! —Sakura miró a Kakashi, sonriente—. ¡Un rango más, y seré como tú, Kakashi-sensei!

Kakashi le devolvió la sonrisa. Sabía que Sakura lo decía medio en broma. La joven era sensata y muy consciente de que para alcanzar el rango de jounin aún le quedaba mucho camino.

Al otro lado de Sakura, Neji comía en silencio. Kakashi se lo quedó mirando. El joven Hyuga había hecho un papel excepcional en los exámenes de chuunin, quedando el primero en todas las pruebas y ganando todos los combates con diferencia. A él no le quedaba tanto para convertirse en jounin, pensó. Quizás al siguiente año.

—Por cierto, los exámenes de jounin empiezan dentro de una semana, ¿no? —dijo Ino de repente—. ¿Qué tal le va a Iruka-sensei, Kakashi-sensei?

Sakura, quien tras pasar tanto tiempo últimamente junto a Kakashi ya sabía de la ruptura, le dio un codazo mal disimulado a Ino, pero la pregunta ya estaba en el aire.

Kakashi trató de sonreír con educación.

—No lo sé, Ino. Deberás preguntarle a Asuma, que es su tutor.

—Oh, ya, pero usted es… —Otro codazo más fuerte sí la hizo callar esta vez a tiempo—. ¡Auch! ¿Estás loca, Sakura?

Asuma, sentado al lado de Ino, acudió al rescate en ese momento.

—Iruka lo está haciendo bien —aseguró—. Y seguro que lo hará bien en los exámenes.

—Pero tengo entendido que los exámenes de jounin son muy peligrosos, ¿no? —terció Kiba en ese momento, sin tacto alguno—. ¿No murió un ninja de Konoha en un combate hace un par de años?

—Maldita sea, ¿queréis cerrar el pico de una vez? —masculló Sakura.

Kurenai y Gai, que habían estado escuchando, se quedaron mirando a Kakashi. Este se levantó.

—Bueno, chicos, yo ya me voy. Enhorabuena a todos. Especialmente a ti, Sakura. —El jounin guiñó el ojo a la joven—. Lo has hecho genial.

—Kakashi-sensei…

—Adiós, chicos.

—¡Adiós, Kakashi-sensei! —corearon todos los recién ascendidos a chuunin.

—Hasta luego, Kakashi —se despidieron Kurenai y Gai.

Asuma, sin embargo, le dijo un ‘ahora vuelvo’ a Kurenai y siguió a Kakashi fuera del restaurante.

—¿Qué quieres? —preguntó Kakashi al jounin de barba, ya en la calle.

—Tan solo quería saber si estás bien —dijo él, preocupado.

Kakashi se encogió de hombros.

—He estado mejor.

—¿Sigues sin hablarte con Iruka?

El jounin de pelo plateado desvió la mirada.

—Él no quiere hablar conmigo.

—¿Lo has intentado?

Kakashi titubeó.

—No sé qué decirle —admitió.

—Podrías decirle la verdad de lo que piensas —sugirió Asuma, y le dio una calada a su cigarrillo. Ante la mirada aprensiva que le dedicó Kakashi, añadió—: O al menos desearle suerte. Aunque en el fondo no quieras que se convierta en jounin, igualmente deberías decírselo. Además, no quieres que resulte herido, ¿no? Aunque le estoy entrenando lo mejor que sé, para eso necesitará algo de suerte también.

—Ya… —Kakashi le dio la espalda y echó a andar—. Hasta luego, Asuma.

—Hasta luego, Kakashi…

***

Tras caminar ensimismado varios minutos, Kakashi se dio cuenta, sin sorprenderse demasiado, de que había terminado frente al apartamento de Iruka. Hacía dos meses que no lo pisaba.

Quería entrar, quería hablar con él, pero ¿de qué serviría?

Para Kakashi, que Iruka se presentara a los exámenes de jounin tenía varias posibles consecuencias, a cada cual peor. Una, que Iruka los aprobara. En ese caso se convertiría en jounin, con lo cual recibiría misiones de rango A o S, misiones peligrosas que podrían costarle la vida. Otra, que Iruka suspendiera los exámenes. Eso seguramente le deprimiría, y obsesionado con los rangos como estaba, no querría volver al lado de Kakashi como su pareja. La tercera, la peor, era que Iruka perdiera la vida en el intento de convertirse en jounin. Como había mencionado Kiba, la última vez que había sucedido algo así había sido solo un par de años atrás. Un ninja de Konoha había muerto durante el combate final contra un ninja de Kumogakure, la aldea oculta de la nube.

Kakashi suspiró. Faltaba solo una semana para el comienzo de las pruebas, no tendría otra ocasión. Tenía que intentar convencer a Iruka de no presentarse por última vez.

Debería seguir el consejo de Asuma y ser sincero del todo con él. Además, se lo había prometido al mismo Iruka.

«Jamás te mentiré, ni te engañaré.»

Aunque no era la mejor de las ideas, siguiendo la que había sido su costumbre Kakashi entró en el apartamento de Iruka a través de la ventana del dormitorio. La estancia estaba vacía, pero se oían ruidos en el baño. Apenas un segundo después apareció Iruka, y no tenía cara de estar demasiado sorprendido. Al parecer, su percepción del chakra había mejorado.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó el todavía chuunin.

Kakashi le miró de arriba abajo mientras se bajaba la máscara: Iruka solo llevaba puestos unos pantalones cortos de chándal. Había adelgazado un poco, pero sus músculos se veían más definidos, su cuerpo entero estaba más moreno y tonificado.

—Pareces en buena forma —murmuró Kakashi. No era el momento para sentirse excitado, pero no podía evitarlo.

—Eso espero —murmuró a su vez Iruka—. Solo falta una semana para los exámenes de jounin.

—Lo sé.

—¿Y qué estás haciendo aquí? —repitió el más joven.

Kakashi dio un par de pasos hacia él.

—¿Aún estás decidido a presentarte? —preguntó.

—Sí, por supuesto.

—¿Por qué? ¿Por qué quieres estar a la par conmigo si ya no estamos juntos?

Por un instante, Iruka desvió la mirada, y una expresión de dolor cruzó su rostro. Kakashi se dio cuenta entonces de que su ex amante tampoco lo estaba pasando bien con la separación, que también le echaba de menos. No era un buen consuelo.

—Adquirí un compromiso, con Tsunade y con Asuma, y también conmigo mismo. Tomé una decisión importante y sería una vergüenza echarme atrás solo porque tú no la aceptaste. Además… —Iruka calló.

—Además, ¿qué?

—Nada. —Iruka apretó los labios, señal de que no iba a terminar lo que fuere que iba a decir.

Kakashi suspiró. Quizá si él decía toda la verdad quizás conseguiría que Iruka también lo hiciera.

—¿Por qué piensas tú que no acepté tu decisión? —inquirió.

Iruka se mostró algo confuso ante esa pregunta.

—Porque crees que no voy a aprobar, y que me matarán en un combate. ¿No?

—No negaré que me aterra esa posibilidad, pero hay más. Lo que verdaderamente me da miedo, Iruka, es que apruebes esos exámenes.

Ahora sí que Iruka estaba totalmente desconcertado.

—¿Por qué?

—Porque… —Kakashi tomó aire, aquello no era fácil de admitir, y menos ante el interesado en cuestión—. Porque lo que verdaderamente me da miedo es que te conviertas en jounin y te asignen misiones como las mías. Verte partir a menudo a un destino tan incierto… no podría soportarlo, Iruka.

—Pero yo lo hago… —objetó él, tras unos instantes de asimilación—. Lo hacía… —se corrigió—. No me quedaba más remedio…

—Eso es porque tú eres más fuerte que yo —aseguró Kakashi solemnemente—. Créeme, no necesitas tener mi rango, porque ya me superas.

Pasaron varios segundos en silencio. Iruka parecía estar meditando, y Kakashi esperó haberle convencido por fin, pero… no hubo suerte.

—Eso es solo… emocionalmente —dijo Iruka finalmente—. Y si confiaras más en mí, como yo confío en ti, no te costaría tanto verme partir hacia esas misiones. Pero tú ni siquiera confías en que yo pueda aprobar esos exámenes, en que tenga tu mismo rango —añadió con amargura.

Estaban dando vueltas en círculos, advirtió Kakashi con repentina cólera, cerrando los ojos con fuerza. Cuando los volvió a abrir, no pudo evitar que aquella cólera se reflejara en ellos, lo cual le dio un pequeño susto a Iruka.

—Está bien, entonces demuéstrame que eres capaz de aprobarlos —soltó el jounin con esa rabia mal contenida.

—¿Qué…?

Kakashi alargó repentinamente un brazo hacia el cuello de Iruka. A pesar de la sorpresa, los reflejos de Iruka reaccionaron a tiempo y pudo evitar la inesperada agresión con un gran salto hacia atrás. Pero al momento Kakashi estaba de nuevo junto a él. Iruka no lo dudó e intentó alejarle de una patada, pero Kakashi agarró su pierna. Seguramente consciente de que con un solo golpe seco Kakashi podría romperle el fémur, y sin tiempo a pararse a pensar si el jounin sería capaz de hacerle eso o no (que no lo era), Iruka giró sobre sí mismo con todas sus fuerzas para soltarse. Lo consiguió y, formando sellos a una velocidad pasmosa, exclamó:

¡Suiton: Hahonryū!

Y una esfera de agua surgida de la humedad ambiente se formó en su mano derecha, la cual lanzó a toda velocidad contra él. Kakashi la esquivó a duras penas, teniendo en cuenta que le había sido lanzada a apenas metro y medio de distancia.

—Así que elemento agua, ¿eh? —murmuró Kakashi.

—Sí… —resopló Iruka—. Así que yo de ti ni me plantearía usar el Chidori.

Iruka tenía razón: como Kakashi tenía afinidad por el elemento rayo, si su oponente poseía afinidad por el elemento agua, Kakashi entonces podría ser paralizado a través de su propio jutsu ya que si se le lanzaba agua sobre el Chidori u otro jutsu de rayo se electrocutaría a sí mismo.

Sin embargo, no importaba, puesto que Kakashi jamás sería capaz de usar una técnica tan mortal como el Chidori contra Iruka, ni ninguna otra similar.

«Pero él sí se lo está tomando en serio si ha pensado que podría usar el Chidori contra él».

Bueno, así podría comprobar sus habilidades.

—Bien, nada de técnicas de rayo entonces. —Kakashi sacó un par de kunais de su bolsillo—. Usaré esto.

Iruka alzó una ceja.

—Un poco injusto, ¿no? Sabes que voy desarmado.

—¿Crees que algo así importa en un combate real? ¿Crees que la próxima vez que te enfrentes a un jounin él sí será tan considerado de no usar armas porque tú no tengas?

Iruka apretó los dientes. Al fin y al cabo, Kakashi tenía toda la razón.

Kakashi le lanzó los kunais. Iruka los esquivó fácilmente, pero saltó hacia el lado que Kakashi había previsto, por lo que le fue fácil sorprenderle por detrás y colocarle otro kunai en el cuello. Lo que no fue tan fácil fue mantenerle así, pues inmediatamente Iruka agarró con ambas manos el brazo de Kakashi y trató de escabullirse; Kakashi no se lo iba a permitir, pero entonces el chuunin le mordió. Kakashi soltó una exclamación de dolor mientras Iruka conseguía escabullirse de él y, sin pensárselo dos veces, golpearle fuertemente en la cara. Kakashi se balanceó un poco hacia atrás, pero en cuanto vio que Iruka iba a soltar otro puñetazo, el jounin lo esquivó y sus instintos le hicieron contraatacar tan fuerte que del golpe Iruka salió despedido hacia la pared contraria de la habitación, rompiendo un pequeño mueble a su paso.

—Uff… —Iruka se levantó a duras penas. Le brotaba sangre de la nariz, pero su mirada era feroz.

Kakashi, en cambio, se había quedado congelado. Le había dicho a Asuma que no podía luchar contra Iruka, que él jamás sería capaz de darle una paliza, pero allí estaba, cegado temporalmente por su propia frustración, con sangre en las manos del hombre al que amaba.

—Iruka…

Pero Iruka no estaba como para pararse a escucharle. Repuesto del golpe, el chuunin se lanzó de nuevo hacia él. Kakashi, dispuesto a acabar ya con aquel absurdo que él mismo había iniciado, le esquivó y, con un par de sus mejores movimientos de Taijutsu, consiguió tumbarle en el suelo e inmovilizarle colocándose sobre él.

—¡Basta, Iruka! —gritó agarrándole de las muñecas con toda su fuerza.

—¡No! —gritó el otro—. ¡Tú has empezado, pero yo voy a terminarlo!

—¡Olvídalo! ¡No puedes ganarme!

Por un momento, Iruka le miró con verdadero odio. Y justo cuando Kakashi iba a matizar sus palabras, Iruka levantó un poco la cabeza… y le besó.

Aquello sí que pilló completamente desprevenido al jounin. Pero después de dos meses sin poder probar esos labios, no iba a poner muchos reparos a las circunstancias. Así que soltó las muñecas de Iruka y le respondió ávidamente al beso.

Y entonces un fuerte golpe en la ingle le dejó sin respiración.

Aturdido, no pudo evitar que Iruka le diera la vuelta literalmente a la situación. Cuando volvió del todo en sí, Iruka estaba sobre él, con uno de sus propios kunais antes lanzados apretado fuertemente contra su cuello.

Durante varios segundos ninguno dijo nada.

Iruka seguía sangrando por la nariz, y jadeaba por el esfuerzo, pero el kunai en su mano era firme. Cuando Kakashi cubrió esa mano con la suya, Iruka apretó un poco más el arma contra la piel.

—Acábalo —le retó Kakashi con voz rasposa.

Iruka tembló ligeramente ante el desafío.

—No hace falta —musitó—. Ya te he ganado. ¿Lo ves? Puedo ganarte. Y ganaré los próximos combates.

—¿Piensas besar a todos tus oponentes para ganar? —se burló Kakashi.

Ante la evidencia, Iruka no pudo evitar sonrojarse un poco.

—No, pero haré lo que haga falta.

—Está bien, lo que tú digas. Supongo que… solo me queda desearte suerte.

Sí, Kakashi finalmente se rindió en cuanto a los exámenes de jounin. Si Iruka tenía la determinación de presentarse, que así fuera. Tendría que lidiar con ello y con sus posibles consecuencias.

En cuanto al combate, seguramente el Ninja Copia podría darle la vuelta de nuevo a la situación (ni siquiera había usado aún el sharingan), pero prefirió dejarlo estar así. No era conveniente desmoralizarle. Además, que Iruka usara sus sentimientos de esa manera para ganarle… le había dolido.

Finalmente, con precaución, y sin soltar aún el kunai, Iruka se levantó. Poco después Kakashi hizo lo mismo.

Iruka dio la vuelta al kunai en su mano y se lo devolvió a Kakashi, aunque este pudo notar que el chuunin seguía tenso, como si no terminara de creerse que el combate había terminado y estuviera listo para seguir luchando.

Kakashi guardó el kunai en el bolsillo y sin decir nada más se dirigió hacia la ventana, pero se detuvo un segundo al oír a Iruka.

—Kakashi…

—¿Qué? —preguntó el jounin sin girarse.

Esperó unos segundos.

—Nada… —dijo finalmente Iruka.

—Eso pensaba… —murmuró Kakashi, y se marchó de un salto.

Notas finales:

Espero que el capítulo no os haya parecido demasiado traumático... solo recordar que antes que pareja son ninjas.

Un besazo y hasta el próximo!


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