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Nuestros momentos por Khira

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Notas del capitulo:

Esta vez no me he tardado tanto :) Muchas gracias por los reviews!

Escena 9 

 

La misión había sido larga, la más larga del último año. Tres meses fuera de Konoha, nada menos. Por suerte no había habido imprevistos ni bajas, y la misión había sido un éxito total.

Nada más cruzar la puerta de la aldea, un cansado y polvoriento Kakashi se despidió de sus compañeros, encargando a uno de ellos el ir a hablar con Tsunade y a otro la redacción del informe, y se dirigió presto a casa de Iruka. Se moría de ganas de verle, de abrazarle, de besarle… y sí, también de hacerle el amor. Después de una buena ducha, claro.

Pero el apartamento de Iruka estaba vacío. Kakashi intentó recordar qué día era. ¿Domingo? Sí, era domingo por la tarde. Así que Iruka no debía estar ni en la academia, y, si no recordaba mal, tampoco tenía turno en la oficina de misiones. Intentó recordar qué había visto hacer a Iruka un domingo por la tarde libre. ¿Ichiraku? ¿Kaito’s? Sí, quizás estaba en Kaito’s, con ese par de amigos suyos… ¿Cómo se llamaban? Ah, sí. Kotetsu e Izumo.

Pero antes de presentarse en un bar como Kaito’s de esa guisa, Kakashi decidió pasar por su propio apartamento para ducharse y cambiarse.

No tardó mucho. Menos de una hora después ya estaba allí. El bar estaba repleto de shinobis que le saludaron nada más entrar y le preguntaron por su última misión. Tras perder un par de minutos explicándoles cómo había ido todo, Kakashi consiguió penetrar en el interior del local. No tardó en localizar una mesa con tres chuunins, entre ellos el que buscaba.

Se colocó detrás de él con sigilo. Pero Kotetsu e Izumo, que quedaron enfrente de él, se quedaron mirándole con sorpresa.

—¿Qué ocurre? —Oyó preguntar a Iruka. Entonces él debió notar su chakra, porque sin esperar respuesta se levantó de un saltó y se giró—. ¡Kakashi!

Yo.

Iruka sonrió ampliamente. Kakashi vio entonces que su amante tenía el labio partido, pero en ese momento no le dio demasiada importancia. Supuso que sería el resultado de alguna misión reciente. Kakashi le devolvió la sonrisa y contuvo las ganas de abrazarle. Aunque a esas alturas su relación ya debía ser un secreto a voces, un abrazo en público sería seguramente algo a lo que Iruka se opondría.

—¿Cómo ha ido todo? ¿Estás bien?

—Todo bien.

—Me alegro. Ven, siéntate con nosotros.

Kakashi así lo hizo, feliz de que Iruka ya no quisiera esconderle de sus amigos. Algunos jounins de alrededor le miraron sorprendidos, pero el Ninja Copia no hizo caso alguno.

—¿Qué tal, chicos? —saludó a Kotetsu e Izumo.

—Muy bien, Kakashi-san —respondieron al unísono.

—Solo Kakashi está bien. —Kakashi pensó que, estando allí con Iruka, resultaría raro que los amigos de su amante le llamaran con el honorífico.

—Oh, de acuerdo. Nos alegra que la misión haya ido bien.

—Y yo, desde luego. ¿Qué tal las cosas por aquí? ¿Alguna novedad?

Kotetsu e Izumo miraron directamente a Iruka, como si fuera él el que tuviera novedades que contar. Pero este, para desconcierto de Kakashi, pareció de repente azorado y carraspeó.

—No realmente.

A Kakashi no le pasó inadvertida la mirada de sorpresa de Kotetsu e Izumo. Pensó que quizás había pasado algo que Iruka estaba avergonzado de contar, como una misión fallida. ¿Algo que ver con su labio partido?

Bueno, ya le interrogaría más tarde a solas en casa. Ahora realmente le apetecía pasar un rato agradable en Kaito’s en buena compañía.

***

Un par de horas después, tras despedirse de Kotetsu e Izumo y salir de Kaito’s, Kakashi e Iruka pararon en Ichiraku a cenar. Hablaron de la misión de Kakashi y de las cartas de Naruto, de los progresos de Sakura y las cero noticias sobre Sasuke.

—¿Te vienes a dormir a mi casa? —preguntó Kakashi tras terminar su ramen.

Iruka miró azorado a Teuchi, el dueño y cocinero de Ichiraku, pero este estaba ocupado en sus cosas hablando con su hija y no había oído nada.

—De acuerdo —murmuró el chuunin.

—Pues vámonos. Yo invito.

—No, ya invito yo. Como bienvenida.

—Ni hablar. He ganado mucho dinero en esta misión, así que voy a invitar a mi chico a cenar.

Iruka se le quedó mirando. Por un momento Kakashi pensó que se había enfadado por llamarle ‘mi chico’, pero Iruka no hizo comentario al respecto.

—De acuerdo —dijo simplemente.

Así pues, el jounin pagó la cena y le dio una buena propina a Teuchi, que el buen hombre aceptó feliz.

Kakashi e Iruka echaron a andar hacia casa del primero.

—Dime, ¿cómo se tomaron Kotetsu e Izumo lo nuestro? —preguntó Kakashi.

—¿Kotetsu e Izumo?

—Sí, tus amigos. Ya lo saben, ¿no?

—Lo sabe media aldea —masculló Iruka.

—¿Eso te molesta?

Iruka se encogió de hombros.

—No me molesta, pero tampoco me agrada. —Iruka suspiró—. En cuanto a Kotetsu e Izumo… Se sorprendieron, claro. No por mí, ellos ya saben que yo… Bueno, en fin, eso. Más bien se sorprendieron de que un jounin se fijara en un chuunin.

Kakashi se paró en seco.

—¿Eso te dijeron?

Iruka también se detuvo y se encogió de hombros.

—No directamente, pero sé que lo piensan. Es lo que piensa todo el mundo, Kakashi. Yo ya sabía que esto iba a pasar.

—No deberías estar tan seguro de lo que piensan los demás. No eres telépata, Iruka —soltó Kakashi, sarcástico.

Iruka frunció el ceño, contrariado por la observación y el tono que había empleado Kakashi. Este se apresuró a levantar las manos en son de paz.

—Lo siento, no quería hablarte así. —Kakashi bajó las manos y se acercó mucho a Iruka, quien aún tenía mala cara—. Oye, llevo tres meses sin verte, pásame esta, ¿sí?

El rostro de Iruka se relajó un poco.

—Está bien.

Echaron a andar de nuevo y pronto llegaron a casa de Kakashi. Una vez dentro del apartamento, Kakashi ni siquiera se molestó en encender la luz. Se bajó la máscara, cogió a Iruka de la cintura e iba a besarle con ganas, pero entonces el joven maestro gimió de dolor.

—¿Qué? ¿Qué ocurre? —preguntó parándose en seco.

—Auch… No es nada.

Kakashi encendió la luz. Iruka tenía una mano en la cintura y el rostro contraído por el dolor.

—¿Estás herido? —exclamó Kakashi—. Lo siento, pensé que solo era el labio y se me había olvidado preguntar. ¿Tan mal fue la misión?

—¿La misión?

—¿No es por una misión?

Entonces ocurrió algo raro. Iruka se le quedó mirando como si no supiera qué decir, o como si estuviera decidiendo sobre algo.

—No… No es por una misión —dijo finalmente.

Kakashi se puso en alerta inmediatamente. Si no había sido por una misión, ¿por qué Iruka estaba herido? ¿A quién tenía que matar?

—¿Entonces?

—Yo he estado… entrenando.

—¿Entrenando?

—Sí.

Kakashi miró de nuevo hacia la cintura de Iruka.

—Déjame ver.

—No es necesario…

—Iruka, déjame ver.

Sin esperar permiso, Kakashi levantó con cuidado la camiseta de Iruka a pesar de las protestas de este. Lo que vio le horrorizó. Iruka tenía varios moratones en el abdomen, uno especialmente grande en el costado.

—¿Esto te lo has hecho entrenando?

—Sí.

—¿Solo?

Iruka inspiró hondo.

—No.

Kakashi no entendía nada.

—Iruka, ¿me puedes explicar qué está pasando?

Iruka respiró hondo otra vez antes de hablar claramente por fin.

—Voy a presentarme a los exámenes de jounin.

Kakashi se quedó, por un momento, sin habla.

—¿Qué? —exclamó al fin.

—Por eso estoy entrenando con Asuma —continuó Iruka—. Él es mi tutor.

—¿Asuma? ¿Asuma es tu tutor?

—Sí.

Así que la persona que estaba llenando de moratones a su amante era su mejor amigo. Perfecto.

—¿Por qué demonios quieres ser jounin? —preguntó Kakashi.

—Porque quiero tener el mismo rango que tú.

Kakashi no podía creerse lo que estaba oyendo. Incluso se sentía un poco mareado.

—¿Va en serio?

La pregunta sonó demasiado escéptica a gusto de Iruka. El chuunin apretó la mandíbula y se puso a la defensiva.

—Ya suponía que no confías demasiado en mi habilidad… pero creí que lo disimularías, ni que fuera por cortesía.

—Me estás malinterpretando. Sí confío en tus habilidades… pero no entiendo por qué demonios quieres tener el mismo rango que yo —replicó Kakashi—. ¿Qué más da?

—Para mí es importante —insistió Iruka.

—¿Por qué? ¿Por qué es tan importante? —Kakashi alzó un poco la voz, frustrado.

—¡Para poder sentirme tu igual! —Iruka también alzó la voz.

—Maldita sea, Iruka, ¡ya somos iguales!

—¡No, no lo somos!

Antes de responder con otro grito, Kakashi se tomó un momento para intentar calmarse, y decidió enfocar el asunto desde otro punto.

—¿Eres consciente de que los jounins no enseñan en la academia?

—Sí.

—Pero te gusta ser maestro.

Iruka suspiró.

—Como ya le dije a Tsunade, me gusta, pero creo que puedo hacer más por la aldea.

—Creía que lo que querías era tener mi mismo rango.

—¡No podía decirle eso a la Hokage!

—Así que le has mentido con los motivos.

—¿Y qué? —bufó el chuunin—. ¡Ni que necesitara una razón en concreto para presentarme a los exámenes!

—Bueno, teniendo en cuenta que los jounins arriesgan la vida en cada misión, deberías tener un buen motivo para querer serlo.

—Y ya te lo he dado a ti.

—Así que vas a dejar un trabajo que te encanta, para participar en misiones de vida o muerte, solo porque quieres estar a la par conmigo.

Iruka apretó los labios, luciendo un poco avergonzado, pero asintió.

—Dime una cosa, ¿desde cuándo has estado pensando sobre esto de los rangos? —preguntó el jounin.

—Desde que empecé a salir contigo.

—¿Desde el comienzo? —Kakashi estaba estupefacto.

—Sí.

—¿Y cuándo decidiste presentarte a jounin?

—En el mismo momento que decidí hacer público lo nuestro.

—¿En el pasillo de la oficina de misiones?

—Sí.

—Joder, Iruka. —Kakashi estaba cada vez más frustrado—. ¿Has asistido alguna vez a los exámenes de jounin? ¿Has visto los combates?

—Sí.

—Entonces sabrás que, al contrario que con los exámenes de chuunin, ha habido muertos durante esos exámenes.

—Lo sé. Por eso me estoy entrenando.

—¿Desde cuándo?

—Desde hace tres meses…

Al menos Iruka tuvo la decencia de parecer avergonzado al admitir que había esperado a que Kakashi partiera a esa misión tan larga para empezar con sus planes. Pero si creía que eso iba a impedir que tratara de detenerle a estas alturas, estaba muy equivocado.

—Lo siento, Iruka, pero no voy a dejar que lo hagas.

—¿Perdona? —Iruka le miró con sorpresa.

—Que no vas a hacerlo. No vas a presentarte a jounin.

Una risita irónica escapó de los labios de Iruka.

—¿Es una orden? ¿Me estás ordenando que no me presente? ¿Qué derecho tienes a hacerlo? ¿Que eres un jounin, quizás? Ya veo lo iguales que somos, Kakashi-san.

Si bien los jounins podían dar órdenes a chuunins incluso estando fuera de servicio, era obvio que dichas órdenes no podían tener nada que ver con asuntos personales. Kakashi no tenía poder para ordenarle algo así a Iruka y ambos lo sabían, pero este último estaba usando las palabras del otro para probar así su punto de vista.

—Sabes que no puedo ordenarte nada en este asunto. Solo te estoy diciendo que no vas a hacerlo.

—¿Y cómo vas a impedirlo?

—Aún no lo sé. ¿Suplicando?

Eso sobresaltó a Iruka. Al entender que no se trataba de una broma, sino que Kakashi estaba preguntándole seriamente si suplicándole conseguiría que cambiara de idea, suavizó su expresión, pero siguió en sus trece.

—No. Kakashi, necesito hacer esto. Necesito poder considerarme tu igual en todo.

—¿Incluso a costa de perder tu puesto de maestro? ¿Vas a renunciar a lo que más te gusta?

—Lo haré por ti. Por estar contigo.

—Yo no quiero que hagas eso por mí.

—Pero yo sí quiero hacerlo.

Era inútil. Iruka era demasiado testarudo, y además había tomado la decisión él solo hacía tiempo. Kakashi cerró los ojos durante unos segundos. Lo que iba a decir a continuación le partía el corazón, pero tenía la esperanza de que hiciera recapacitar a su amante. Abrió los ojos y lo soltó.

—En ese caso, considera nuestra relación acabada.

Iruka parpadeó, atónito.

—¿Qué?

—Lo que has oído. Tú quieres ser jounin porque lo consideras necesario para estar conmigo. Bien, pues yo no quiero que seas jounin, así que se acabó. Si no estamos juntos, no tienes por qué presentarte. Asunto resuelto.

—¿Me estás dando un ultimátum?

—Puedes llamarlo así si quieres.

Iruka se quedó en silencio. Kakashi tenía la esperanza de que aquello hiciera reaccionar a Iruka. ¿De qué le serviría presentarse a jounin si rompían?

—Puedo entender por qué lo haces —murmuró el chuunin finalmente—. Dices que sí, pero en verdad no confías en mí, ni en mi capacidad para pasar el examen. Crees que me matarán en el primer combate. O que ni siquiera superaré las pruebas. Me quieres, sabes que yo te quiero a ti, y te aprovechas para chantajearme…

—No es… —Kakashi trató de interrumpir, pero Iruka continuó hablando.

—Pero no vas a manipularme. —Su tono era gélido—. Ya tomé mi decisión, y si de verdad me consideraras tu igual, la respetarías y me apoyarías. Pero ya veo que no es así.

Kakashi no supo qué contestar a eso.

Pasaron segundos sin que ninguno de los dos hablara.

—Bien, supongo que eso es todo —murmuró Iruka—. Me voy.

Kakashi no le detuvo.

***

Era la primera vez en mucho tiempo que Kakashi se emborrachaba.

Después de que Iruka se marchara de su apartamento, y tras romper algunas cosas tratando en vano de calmar su frustración y su ira, el jounin había decidido intentarlo con el alcohol, y para ello se había ido a un bar/antro en la zona civil al que solía ir cuando no tenía ganas de encontrarse con nadie conocido.

Mientras bebía una copa de sake tras otra, Kakashi intentaba pensar en alguna manera de evitar que Iruka se presentara a los exámenes, al mismo tiempo que el sentimiento de culpabilidad calaba más en él. Debería haberse dado cuenta de que la cuestión de los rangos era tan importante para Iruka.

Al final, solo se le ocurrió una idea. Terrible, pero era una manera al fin y al cabo.

Se fue del bar y regresó a la zona ninja de Konoha, concretamente a la casa de Asuma. Eran apenas las seis de la mañana, pero si como suponía, Iruka y él entrenaban antes de que el maestro tuviera que ir a la academia, no podían empezar mucho más tarde.

Unos diez minutos después Asuma salió de su portal. No pareció muy sorprendido de encontrarle allí, ni de encontrarle en ese estado.

El jounin de barba se detuvo frente a él.

—Ya te has enterado —dijo.

—Sí.

—Mira, Kakashi, yo… —empezó Asuma.

—Sé que solo cumples órdenes —interrumpió Kakashi.

Por unos instantes ninguno dijo nada.

—No quiero que Iruka se presente a los exámenes —dijo Kakashi.

—Lo sé. —Asuma suspiró—. Pero, escucha, no lo hace tan mal. Tiene posibilidades si…

—Ya sé que tiene posibilidades —dijo Kakashi, cortante—. Por eso no quiero que se presente.

—Lo suponía…

Las palabras de Kakashi dichas meses atrás flotaron en el ambiente.

«Prefiero mil veces ser yo el que no regrese. Sé que Iruka lo pasaría mal, pero yo no tendría que verlo. En cambio, si yo perdiera a Iruka… No podría. No otra vez.»

—¿Y qué vas a hacer al respecto? —preguntó Asuma.

—Voy a tener que pedirte un favor.

Alertado, Asuma frunció el ceño.

—¿Qué favor? Sabes que no puedo ser blando con él. Tengo que entrenarle para que supere el examen, es una orden de la Hokage.

—No quiero que seas blando con él. Precisamente quiero todo lo contrario.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero que no sea capaz de presentarse.

De nuevo se quedaron en silencio un momento.

—¿Entiendes lo que me estás pidiendo? —cuestionó Asuma.

—Sí.

—Dilo entonces.

Kakashi inspiró hondo.

—Te estoy pidiendo que le des una paliza a Iruka. Para que no pueda presentarse a los exámenes.

—No. Me estás pidiendo que le dé una paliza a tu amante —le contradijo Asuma—. ¿Cómo crees que quedará nuestra amistad después de eso?

—No te preocupes por nuestra amistad.

—¿Ah, no? —Asuma alzó las cejas—. Perdona que lo dude. ¿Y por qué no le das la paliza tú mismo? Dile que quieres ayudarle a entrenar y haz lo que te plazca. Hazle incapaz de presentarse a los exámenes.

—No puedo. No puedo luchar contra Iruka.

—Claro que no. Es tu pareja, por todos los dioses. Y aun así quieres que le dé una paliza.

Kakashi asintió con la mandíbula tensa.

—Para que no pueda presentarse a los exámenes —repitió, obstinado—. Hazlo por mí. Te deberé una muy grande.

Asuma miró al cielo y suspiró. Miró a Kakashi y volvió a suspirar.

—No. No puedo hacer eso, Kakashi. Lo siento. Iruka está en su derecho de presentarse a los exámenes si eso es lo que quiere. Y de convertirse en jounin si los supera. Sé que te jodería, porque estás aterrado ante la posibilidad de que le pase algo, pero tendrás que aguantarte. No te queda otra.

—Asuma…

—Así que… ¿por qué no te vas a casa y duermes la mona? —Asuma echó a andar y pasó por su lado sin mirarle—. Apestas a alcohol.

Cuando Asuma se hubo marchado, Kakashi se apoyó en una pared y se dejó resbalar hasta quedar sentado en el suelo.

Si ni siquiera Asuma, su mejor amigo de toda la vida, estaba dispuesto a ayudarle, no encontraría a nadie que lo hiciera. Al parecer, tenía que resignarse a que Iruka se presentara a los exámenes.

«Más te vale entonces entrenarle bien para que no muera en el intento, Asuma».


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