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Cuando la normalidad falla por Mai_Kusakabe

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Notas del capitulo:

Lamento muchísimo el retraso, esta semana he tenido que entregar dos trabajos (y el ciernes un tercero) y además he estado enferma un par de días, así que me ha sido imposible ponerme a escribir. Siento deciros que esta semana no habrá actualización de “Cartas desde el mundo”, pues esa historia requiere mucho más trabajo y no creo que me dé tiempo a escribir dos capítulos de aquí al martes que viene, así que tendréis que esperaros hasta ese día para el próximo.

Pasando al fanfic, este capítulo es, con diferencia, uno de los más complicados de la trama, y me ha dado algunos problemas para escribirlo, pero espero que os guste ^^ (Ahora responderé a los reviews del anterior, no quería teneros más tiempo esperando)

Capítulo 11: El niño, el cadáver y los doce años

Marco siempre había creído que se le daba bien identificar cualquier tipo de ambiente en una habitación, y cuando entró en el despacho de su padre, donde le habían dicho que lo esperaban el hombre y Thatch, y los vio a ambos serios, supo que algo no iba bien.

-Gracias por venir, Marco, siéntate –indicó el hombre mayor, haciendo un gesto hacia la silla junto a la que estaba sentado Thatch.

-¿Qué pasa?

-¿Recuerdas los dos cuerpos que Drake encontró? –Preguntó su padre, y Marco asintió-. Acabamos de identificarlos.

-¿Quiénes son? –Preguntó Marco, sabiendo que tanta seriedad indicaba que, quien quiera que fueran esas dos personas, tenían una historia detrás de la que los otros dos ya sabían algo.

-Pues verás, es algo complicado –dijo Thatch, hablando por primera vez-. Esto pasó hace doce años, tú estabas fuera por aquel entonces y no te enteraste, así que será mejor si te lo contamos desde el principio.

Marco asintió, y Barbablanca comenzó la historia.

-Hace doce años, una noche de verano llegó una llamada a emergencias de un niño…

--

Ese día era uno de los días más tranquilos que habían tenido desde que Kid había llegado al centro casi un mes atrás. Por unas razones u otras, el único otro miembro del grupo además de Kid y Law que se encontraba hoy allí era Ace, quien tenía terapia con Crocus a esa hora, así que los dos jóvenes estaban solos, tirados en una de las numerosas superficies de hierba del jardín, con Law sentado leyendo uno de sus libros y Kid tumbado a su lado arrancando hojas de hierba.

-Tengo sed –dijo Law.

-Pues ve a la cafetería, ¿qué quieres que te diga?

-Para eso tendría que dejar de leer y levantarme.

-¿Y a mí qué?

-Podrías comportarte como un buen novio y traerme tú algo.

-Paso.

-Oh, venga, te lo compensaré –prometió Law, bajando el libro para mirarlo.

Kid levantó la cabeza, con curiosidad.

-¿En serio? ¿Cómo?

-Pues ahora mismo estaría encantado de cambiar una cerveza bien fría por una mamada –dijo Law, sonriendo.

Kid también sonrió.

-No pienso olvidarme.

-Tranquilo, que yo tampoco.

Kid se puso en pie y dijo:

-De acuerdo, te traeré la puta cerveza, pero esta noche me la chupas.

-Hecho.

Todo aclarado, Kid se encaminó hacia la cocina en busca de lo que su novio le había pedido, anticipando ya en su mente el encuentro de esa noche y tratando de idear una forma de convencer a Law para pasar de los límites que tenían establecidos en ese momento.

La cafetería a esa hora, sin Luffy ni Ace allí para demandar comida, estaba prácticamente desierta, y Kid no tuvo que esperar para pedir en la barra la cerveza, ya que las bebidas alcohólicas era lo único que no sacaban a la nevera del buffet para evitar que los menores las cogieran. Como si no se las apañaran para bebérselas igual.

La encargada, una señora mayor y bajita de aspecto severo llamada Tsuru, le dedicó una mirada desconfiada cuando le dio la bebida, y Kid se la devolvió con una amplia sonrisa.

Estaba seguro de que se le notaba en la cara lo que había estado pensando, y le importaba una mierda lo que los demás pudieran opinar al respecto.

Se tuvo que contener para no volver corriendo al patio, y solo lo consiguió porque sabía que el capullo de Law se negaría a levantarse, como mínimo, hasta que se terminara el capítulo que se había estado leyendo.

Kid se detuvo al llegar al patio, extrañado ante la escena que se encontró. Law estaba en pie, con el libro cerrado y sostenido en una mano al lado de su cuerpo, hablando con un hombre al que Kid solo le veía la espalda y la parte de atrás de la cabeza, de pelo rubio y peinado de forma extraña.

¿Soy yo o se parece a una piña? Pensó Kid, divertido, pero el humor se le fue en cuanto sus ojos se fijaron detenidamente en Law.

Su novio estaba tenso, más tenso de lo que lo había visto desde que lo conocía, su rostro no reflejaba ninguna emoción, ni siquiera aquella máscara burlesca que se ponía cuando no quería estar en algún lugar, y estaba apretando el libro con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos.

Kid fue a acercarse, dispuesto a interrumpir lo que quiera que estuviera pasando, pero apenas había dado dos pasos cuando Law, tras decir lo que parecían unas muy escuetas palabras, se dio media vuelta y se alejó a grandes zancadas, caminando deprisa pero sin correr.

Ignorando al rubio, que no hizo ningún amago de ir a moverse, Kid salió corriendo en la misma dirección en la que Law acababa de marcharse.

--

Marco suspiró, agotado pero para nada sorprendido. De hecho, aquella conversación había ido mucho mejor de lo que se esperaba. Había ido preparado a que el chico se alterara, se cabreara, le gritara y puede que, incluso, intentase pegarle.

Nadie podría culparlo en su situación.

Trafalgar Law no había hecho nada de todo eso.

Cuando Marco había llegado, justo a tiempo para ver cómo un pelirrojo que supuso que era su amigo alejándose, se había acercado a Law, sintiendo más nervios que el día en que se había examinado para graduarse en la academia. Al verlo, Law cerró su libro, un tomo enorme con un título muy largo, y se puso en pie, dedicándole una perezosa sonrisa cargada de confianza y preguntándole si podía ayudarlo. A Marco no se le había pasado por alto el tono burlesco que se entremezclaba con la educación de aquella pregunta.

Law se tensó considerablemente una vez Marco se presentó, y el rubio había visto cómo toda emoción se desvanecía del rostro del joven a medida que hablaba, hasta dejar una máscara impenetrable e ilegible de indiferencia desmentida solo por la fuerza con la que apretaba el libro en sus manos.

Entonces Law había hablado, por primera vez desde la pregunta inicial, y le había dicho, no le había pedido, que necesitaba tiempo para pensar, dándose la vuelta y comenzando a alejarse sin esperar respuesta.

En cuestión de segundos, el pelirrojo que Marco había visto antes pasó corriendo por su lado, una lata sujeta en una mano, siguiendo a Law.

Suspirando, consciente de que en ese momento no podía hacer nada más, Marco se dio media vuelta dispuesto a volver al coche y esperar allí a Thatch. A su amigo aún le debía quedar un buen rato hablando con el psiquiatra, y aquella era una conversación en la que no quería participar.

Caesar Clown le había dado mala espina desde que lo había visto, y el hecho de que el hombre hubiese tratado de estar presente cuando fueran a hablar con Law no había ayudado con su primera impresión.

Decidiendo que ya había tenido bastantes conversaciones incómodas por ese día, echó a andar hacia la salida.

Un silbido lo hizo detenerse.

-Bonito culo –dijo una alegre voz siguiendo al silbido, y Marco se giró, sorprendido.

En el pasillo, al parecer recién salido de una puerta que aún se estaba cerrando, estaba un joven de unos veinte años, bastante alto, aunque no tanto como el propio Marco, de pelo negro, con pecas, una enorme sonrisa confiada y juguetona en el rostro, y un cuerpo muy bien formado. Un cuerpo muy bien formado y al descubierto de cintura para arriba.

Joder. Pensó Marco, forzándose a no recorrer al chico con la mirada. Más, porque sus ojos ya se habían paseado de arriba abajo por su cuerpo.

-Gracias –respondió Marco, sonriendo también. Estaba desconcertado ante ese giro, pero pensaba mantener la compostura. Le gustaba cómo había empezado aquello.

-¿Eres nuevo? –Preguntó el chico, acercándose hasta quedar a un par de pasos de él.

Marco negó con la cabeza.

-No, estoy aquí por trabajo.

-Dime que no eres loquero, porque eso sería una putada –pidió el moreno, y en lo que parecía un gesto inconsciente se lamió el labio inferior. Marco siguió la trayectoria de aquella lengua con la mirada.

-No, soy policía. He venido a hablar con alguien.

-Hostia, ¿poli? Mola. –El chico se acercó otro paso-. ¿Y ya has acabado? –Preguntó, tratando de aparentar que era una pregunta inocente y fallando miserablemente.

Marco volvió a sonreír.

-Yo sí, pero mi compañero creo que va para rato, así que no sé qué hacer mientras tanto.

El chico ladeó la cabeza, dedicándole de nuevo aquella sonrisa.

-Qué mal. ¿Qué te parece si te acompaño y me espero contigo? Para que no te aburras, claro.

-Por supuesto, es todo un detalle.

La sonrisa del chico creció.

-Por cierto, me llamo Ace.

-Marco.

Marco no pudo evitar mirarle el culo a Ace cuando este pasó por su lado rumbo a la puerta.

Y yo que estaba tentado a decir que este día está siendo una mierda…

--

Kid alcanzó a Law cuando este ya se había adentrado en el grupo de árboles que se erguía en el jardín. El moreno parecía tener predilección por ir allí cuando algo le molestaba.

Law se detuvo y, aunque no se giró, a Kid ni se le ocurrió que no lo hubiera oído. Acercándose a él, le apoyó una mano en el hombro.

-¿Estás bien?

Sin responderle, Law se dio media vuelta, le quitó la cerveza de las manos y, antes de que Kid pudiera reaccionar, la había abierto y se había bebido media de un solo trago.

-No, no estoy bien –respondió secamente.

-¿Quién era ese tío?

-Un policía. Han encontrado el cadáver de mi madre.

Kid se quedó helado, sin saber qué decir a eso, pero no tuvo mucho tiempo para pensar antes de que Law siguiera hablando.

-Lleva doce años muerta –espetó el moreno amargamente.

-Trafalgar… -comenzó Kid, pero Law lo interrumpió.

-Dime, Eustass-ya, ¿sabes por qué estoy aquí?

Kid negó con la cabeza. Llevaba intentando averiguar lo que le pasaba exactamente a su novio desde que había llegado, pero no había avanzado mucho. Ahora Law estaba a punto de decírselo.

-Estoy aquí porque hace doce años tuve una alucinación en la que vi cómo mi padre asesinaba a mi madre.

Continuará


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