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Cuando la normalidad falla por Mai_Kusakabe

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Notas del capitulo:

He vuelto ò.o

La verdad es que no tengo excusa para no haber actualizado la semana pasada. Ya había terminado los exámenes el jueves, es solo que… no me apetecía. Lo siento u.u

Capítulo 17: Todo es cuestión de perspectiva

Portgas D. Ace iba solo hacia el centro esa mañana, más tarde de lo habitual, porque se había quedado dormido durante el desayuno y Luffy, tras vaciar la mesa de comida, se había marchado sin él. Aquello pasaba de vez en cuando, Ace estaba acostumbrado y no se quejaba de que su hermano no lo esperara, pero el chico podría ser un poco más considerado y dejarle algo para comer. Había tenido que entrar a una tienda y comprarse dos cajas de donuts, que ya se había terminado, para desayunar.

Ace se detuvo, ya frente al centro, al ver que, apoyado contra el muro exterior con los brazos cruzados, estaba Marco. Sonriendo de oreja a oreja, comenzó a caminar hacia él, pero se detuvo, antes siquiera de poder decir nada, cuando el hombre se separó de la pared y lo miró.

Marco estaba serio, muy serio, y aunque no había perdido la expresión de párpados caídos su mirada era muy intensa, y Ace no tuvo problemas en discernir que, además de serio, estaba enfadado.

-Podrías haberme avisado –dijo el rubio.

Ace parpadeó, confuso.

-¿Avisarte de qué?

-De esto –respondió Marco, y le tiró algo que llevaba en una mano.

Ace lo paró al vuelo. Era el periódico de esa mañana. Ace sonrió; lo había visto antes, el artículo había quedado genial.

-¿Lo has leído?

La mirada de Marco se endureció.

-Sí.

¿Pero qué le pasa?... Ah.

-Venga, no te enfades. Iba a saberse de todas formas, así al menos a Law le viene bien.

Marco suspiró y Ace tuvo la sensación de que estaba tratando de no perder la paciencia. Por su expresión, no parecía irle muy bien.

-¿Lo sabías el sábado? –Preguntó Marco.

Ace recordó que el sábado era el día en que se había enterado de todo aquello, y que no solo había visto a Marco, sino que se habían ido a comer y habían pasado media tarde justos.

Vale, mierda.

-Sí, lo hablamos esa mañana.

-¿Y no podías habérmelo dicho? Una advertencia se habría agradecido.

-No lo pensé, ¿vale? Además, tampoco es como si dijera algo malo de ti, ni siquiera te menciona.

-Ya, y por eso mismo ahora casi todos mis compañeros creen que os he ayudado, porque a ellos sí que los pone a parir bien el periodista.

Mierda, mierda, mierda…

-No dice nada que no sea verdad, ¿no? La cagaron. Además, no nos ayudaste, díselo y ya está.

Ace tuvo ganas de darse un puñetazo nada más cerrar la boca. ¿De verdad había dicho eso en voz alta? Marco no parecía muy contento.

Negando con la cabeza, el hombre cerró un momento los ojos.

-No lo entiendes, ¿verdad?

Ace quería negarlo, quería decirle que sí que lo entendía, pero la verdad es que no lo hacía. Entendía que Marco se molestara porque no le hubiera dicho el plan, probablemente se había llevado una sorpresa al leerlo, ¿pero de ahí a enfadarse? Venga ya, si habían decidido no poner siquiera que él llevaba ahora el caso porque Ace no quería darle problemas.

-Da igual, déjalo. Tengo que volver al trabajo.

Marco comenzó a caminar y le pasó por el lado, y Ace quiso seguirlo, pero se quedó helado al fijarse en algo que no había notado con la sombra del edificio: en la mejilla derecha de Marco, aún apenas visible, se estaba formando una marca que era, indiscutiblemente, un moretón.

¿Pero qué coño…?

--

Cuando Kid y Law salieron de la habitación era ya la hora de comer, de hecho siendo precisamente esa la razón por la que habían salido, ya que se habían saltado el desayuno y ambos tenían hambre.

En la mesa ese día estaban Luffy, Nami, Usopp, Sanji, Zoro y Robin, comiendo y hablando animadamente los unos con los otros.

Se acercaron a las mesas del fondo con la comida, donde todavía quedaba bastante variedad al estar solo uno de los dos hermanos morenos, y llenaron un par de platos cada uno, yendo a sentarse con los demás.

-Veo que tenéis hambre, supongo que habéis gastado mucha energía estas últimas horas –comentó Robin al ver sus platos, y todos los presentes a excepción de la morena y Luffy saltaron.

Nami se atragantó, y Sanji tuvo que darle golpecitos en la espalda para ayudarla a que se le pasara.

Usopp regó media mesa de zumo, por suerte Kid y Law no estaban enfrente de él.

-¡ROBIN! –Gritó el joven, tosiendo un poco-. ¡No digas esas cosas, joder!

La mujer simplemente se rio y le tendió la cartera a Kid.

-Aquí tienes. –El pelirrojo la aceptó y se la guardó-. Nos han prohibido la entrada de nuevo a ese restaurante.

Kid se rio.

-No me extraña, con la que liasteis.

-Te recuerdo que fuiste tú el que casi descuartiza a alguien allí –dijo Law, divertido.

-Estabas ahí para detenerme, ¿no?

Exclamaciones horrorizadas y unas cuantas risitas llenaron la mesa cuando, al decir eso Kid movió el brazo por debajo de la mesa y Law jadeó.

Usopp volvió a escupir el zumo, solo que esta vez había girado la cabeza al mismo tiempo y regó la mesa de al lado, ganándose un montón de gritos indignados.

--

Ese día Zoro se había quedado a comer porque justo antes había tenido terapia con Crocus, una auténtica pérdida de tiempo si le preguntaban. Oh, Crocus era un tío muy majo, nada que ver con el capullo de Caesar, y al joven le caía muy bien, lo que era una pérdida del tiempo eran los ejercicios de control de la ira. Zoro no tenía problemas de control de la ira, dijera lo que dijera un juez y algún que otro imbécil que se había merecido una paliza, y en caso de necesitar descargar algún cabreo siempre tenía el dojo.

Y ahí es a donde iba ahora, a pasar la tarde entrenando, una de sus actividades preferidas y, con un poco de suerte, a ver si convencía a algún estudiante medio decente aunque fuera para que practicase con él.

-Espera, Zoro.

El aludido se detuvo en medio del pasillo pero no se giró. Conocía perfectamente esa voz: Sanji estaba detrás de él, probablemente con los puños apretados y una expresión seria en el rostro.

Solo había una clase de situaciones en las que el rubio utilizaba su nombre.

-¿Qué quieres?

Silencio. Escuchó una inspiración, y entonces Sanji habló de nuevo.

-¿Te vas a casa?

-Iba al dojo a entrenar, pero antes tengo que pasar por casa a recoger las cosas, ¿por?

-Voy contigo.

Zoro cerró los ojos, esta vez fue él el que inspiró y, preparándose para la tormenta, dijo:

-No.

-¿Qué? ¿Por qué no? Solo será media hora, ¿qué más te da?

Zoro se dio la vuelta. Sanji tenía una expresión algo confusa en el rostro, pero también era evidente que estaba intentando no perder los nervios.

-Me da igual, no es por el tiempo. No pienso acostarme contigo.

Sanji parpadeó, más confuso, y fue a hablar, pero Zoro se le adelantó:

-Estoy hasta los cojones de tu puta ‘terapia’. ¿De verdad te crees que alguien se cree esa mierda? Si quieres acostarte conmigo es porque te atraigo, no porque así vayas a controlarte más alrededor de las chicas, por mucho que intentes convencerte de ello.

-Tú a mí no me atraes, imbécil, -le espetó Sanji, su expresión indicándole que estaba a momentos de perder los nervios-, si hago esto es por la terapia. TE-RA-PIA.

Zoro bufó y dejó salir una carcajada burlona. La ceja visible de Sanji tembló.

-Ya, claaaro. Dime, ¿cuántas veces te ha dicho Crocus que esa ‘terapia’ tuya es una gilipollez, eh? ¿Cuántas veces te ha dicho que acostarte conmigo no afecta en nada a cómo te comportas alrededor de las mujeres?

-¿Ah, no? ¿Y entonces por qué te crees que lo hago, imbécil? ¿Por qué me gustas? ¿Por qué me gusta soportar esa mierda cada pocas semanas?

-No lo sé, y la verdad es que me da igual. Yo paso de seguir ayudándote, búscate a otro.

Zoro volvió a girarse y comenzó a alejarse, despacio.

-¡¿Pero a qué coño te crees que juegas?!

Zoro apretó los puños y sonrió al escuchar cómo Sanji echaba a correr detrás de él.

Ya se había hartado de intentar hacer reaccionar a ese imbécil por las buenas, era hora de intentarlo a hostias.

--

Law estaba apoyado de espaldas contra la pared de la habitación, la cabeza echada para atrás y las manos enredadas en el pelo de Kid, apretándolo entre sus dedos mientras la hábil boca del pelirrojo recorría su erección, su lengua moviéndose sobre ella y sus dientes rozándola de vez en cuando.

Unos golpes en la puerta los sobresaltaron, y entonces escucharon la frenética voz de Nami.

-¡LAW, KID! ¡¿ESTÀIS AHÍ?!

Kid, extremadamente molesto, libero la polla de Law de su boca.

-¡¿QUÉ COÑO QUIERES?! –Gritó, girando la cabeza hacia la puerta.

Supieron que era algo serio cuando Nami respondió sin sonar asustada.

-¡Sanji y Zoro se han peleado, están en la enfermería!

Los dos jóvenes dentro de la habitación se miraron por un momento, y esta vez fue Law en que habló:

-Danos diez minutos, Nami-ya.

-¿Diez minutos? –Preguntó la chica al otro lado de la puerta. Y entonces… -Oh, joder, ¡¿otra vez?!

Kid se rio y devolvió su atención al miembro de Law, ignorando los pasos apresurados que se alejaban por el pasillo.

Continuará

Notas finales:

Bueeeno, la cosa sigue liándose :) ¿Reviews?


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