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Cuando la normalidad falla por Mai_Kusakabe

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Notas del capitulo:

Ya es oficial, el jodido bloqueo me está dando por saco.

Estoy intentando escribir de todas formas, a ver si me deshago de él u.u

Varias personas me han preguntado en los reviews del capítulo anterior por el moretón de Marco, así que aquí lo explico: ¿recordáis que en el capítulo 16, cuando Thatch le da el periódico a Marco, primero le da un puñetazo? Pues ahí lo tenéis :) No tiene sentido cuando le pegan a un personaje y luego no tiene ninguna marca, por común que sea leer escenas así.

Bueeeno, este capítulo tiene una de las escenas que más ganas tenía de escribir de este fic, a ver si adivináis cuál es :D

Capítulo 18: Tratos y ofertas

Desde la tarde anterior las cosas habían ido de mal en peor, y el humor de Trafalgar Law se había ido deteriorando considerablemente a medida que avanzaba el tiempo.

Todo había comenzado con Nami avisándoles de la pelea entre Zoro y Sanji. En la enfermería se había reunido casi todo el grupo queriendo saber lo que había pasado, pero ninguno de los dos chicos estaba dispuesto a explicarlo. Sanji no se lo había dicho ni siquiera a Robin cuando se lo preguntó directamente, aunque la negativa que le había dado había sido mucho más amable que la patada que se había llevado Usopp.

En cuanto sus heridas estuvieron curadas, los dos se marcharon en direcciones distintas, sin dedicarse siquiera una de las miradas de odio que solían dirigirse cuando se peleaban.

Aquello había bajado bastante los ánimos del grupo, que por una vez estaban preocupados de verdad por una pelea entre Zoro y Sanji. Normalmente las peleas entre esos dos consistían en muchos gritos, un par de golpes y cada uno yéndose por su lado cabreado, lo cual no era muy diferente a lo que había sucedido esta vez. Salvo por un par de detalles: al marcharse, Sanji siempre le gritaba algún último insulto a Zoro, pero esta vez ni se habían dirigido la palabra; a pesar de darse algunas hostias no se hacían nunca nada serio, pero esa tarde Sanji se había llevado un buen golpe a las costillas que lo tendría un par de semanas incapaz de hacer movimientos bruscos y Zoro había terminado con un esguince en la muñeca que iba a dejarlo sin entrenar durante casi un mes. Ni siquiera se habían gritado al recibir esas noticias.

Por si aquello no fuera poco estaba Ace, que apenas se había comido un plato de comida en la cena, y cuando Luffy le había preguntado por qué no comía, el hermano mayor había respondido que no se encontraba bien.

Portgas D. Ace no dejaba de tragar como una aspiradora ni estando metido en cama a cuarenta de fiebre cuando el médico le había ordenado que comiera dieta blanda.

Robin había sido la primera en intentar averiguar qué le pasaba, seguida por Nami, Usopp, un intento completamente carente de tacto por parte de Luffy y finalmente el propio Law. Ace se había cerrado en banda y no había dicho ni una palabra.

Y ahora, como no pueden pasar dos cosas malas sin que luego venga una tercera, Robin acababa de llamar a la puerta de la habitación para decir que Caesar Clown quería ver a Law.

-Me cago en la hostia. Ya sabíamos que pasaría, pero qué puntería –estaba mascullando Kid mientras recogía la ropa que había acabado tirada por el suelo de la habitación la noche anterior.

Law, frente al armario, se estaba vistiendo de forma casual, con lo primero que había encontrado. Un pantalón pirata vaquero t una camiseta negra de manga corta con una mano delineada en amarillo haciendo cierto gesto bastante maleducado con el dedo corazón.

Cuando se levantó, montón de ropa en mano, Kid soltó una carcajada.

-¿Has elegido eso adrede?

Law sonrió, divertido.

-No, pero no podía haber elegido mejor.

Por un momento se planteó ir descalzo, pero al final decidió ponerse unas sandalias que tenía debajo de la cama.

Kid tiró la ropa en el cesto de la ropa sucia e interceptó a Law cuando este pasó por su lado, sujetándolo del brazo y atrayéndolo contra su cuerpo para darle un beso.

-No pierdas mucho los nervios, ¿vale? –Murmuró contra sus labios-. Intenta mandarlo a la mierda de forma educada.

-No sé si puedo prometerlo, la tentación es muy grande –dijo Law, sonriendo torcidamente. Estar con Kid le mejoraba algo el humor, pero eso no cambiaba el hecho de que tener que lidiar con Caesar lo ponía de muy mala leche.

Kid le cogió una mano.

-Entonces vamos a darte un incentivo –dijo, sonriendo ampliamente, y guió la mano de Law alrededor de su cintura para apoyarla contra su trasero-. Si te comportas, esta noche te dejo que me la metas.

Los ojos de Law se abrieron considerablemente y su sonrisa desapareció por un momento antes de regresar.

-¿En serio? ¿No te da miedo que te vaya a hacer daño con mi inexperiencia?

Kid se rio por lo bajo y le soltó la mano.

-Con lo buen estudiante que eres, estoy seguro de que ya has aprendido lo necesario.

-Oh, bueno, si me lo pones así, -Law le apretó una nalga-, supongo que tendré que comportarme.

Separándose, Law fue a ir a la puerta pero Kid le sujetó la mano otra vez, le giró la palma y le puso un objeto pequeño en ella.

-Para estar seguros.

Law bajó la mirada y casi se rio al ver qué era el objeto en cuestión.

-¿Quieres que entre con un micrófono?

-Tú engánchatelo al pantalón, tápalo con la camiseta y no se darán ni cuenta.

Negando con la cabeza, una sonrisa divertida en el rostro, Law hizo lo que le había dicho.

-¿Algo más?

-No pierdas la calma.

-Eso ya me lo has dicho.

--

Trafalgar Law se llevó una sorpresa bastante desagradable cuando al entrar al despacho de Clown, además del molesto científico, vio al hombre de pelo oscuro y expresión seria sentado en una de las butacas, vistiendo un inmaculado y carísimo traje con el que Law secretamente sospechaba que hasta dormía.

-Vaya, esto sí que es una sorpresa… papá. –Law odiaba utilizar esa palabra, pero supuso que era necesaria para hacer saber a Kid lo que estaba pasando allí.

Trafalgar Leo se levantó, la espalda tiesa como un tronco, y se acercó incómodamente a su hijo. Law controló un poco su mal humor comparando al hombre con una marioneta de madera controlada por un titiritero incompetente.

-Ha pasado mucho tiempo, Law.

No el suficiente. Pensó el chico, pero pudo contenerse de decirlo en voz alta. Mantén la calma. Para controlarse, flexionó los dedos de la mano e imaginó que todavía podía sentir el culo de Kid bajo ellos.

-¿Hay alguna razón para tu visita? Creo recordar que la última vez que nos vimos, ¿hace cinco años, cuando me diste la noticia de mi incapacitación? Como sea, recuerdo que dijiste que estabas muy… ocupado para venir a verme con frecuencia.

Esta vez Law tuvo que morderse el labio para no sonreír cruelmente al ver a los dos hombres encogerse notablemente ante ese comentario. Si le echaba un poco de imaginación podía hasta ver los frágiles hilos sobre los que caminaban en ese momento.

-Sí, bueno… -su padre titubeó, y esta vez Law sonrió ligeramente. Por la expresión del hombre no le había salido como un gesto muy inocente-. Lo cierto es que últimamente he tenido algo de tiempo libre, y he estado pensando en la última vez que hablamos por teléfono…

-¿Cuándo me prohibiste ir a la universidad? –Interrumpió Law, y otra vez los hombres se encogieron, esta vez su padre incluso hizo una mueca.

Podía imaginarse a Kid cabreándose y descojonándose a partes iguales al escuchar la conversación.

-Sí, esa… El caso es que he estado hablando con el doctor Clown y me ha comentado tu interés por la medicina, así como todo lo que ya has aprendido por tu cuenta. –El hombre sonrió, cogiendo confianza a medida que hablaba-. He pensado sobre ello y no veo motivo, siempre y cuando no haya ningún problema, por el que no puedas ir a la universidad. Por lo que me han dicho, te has estado comportando muy bien últimamente.

Law sintió ganas de darle un puñetazo, más aún al ver la empalagosamente encantadora sonrisa que el capullo de Caesar le estaba dedicando desde detrás de su escritorio.

Así que ese era el plan: intentar sobornarlo con lo que siempre había querido estudiar para ponerlo de su lado o, como mínimo, callarlo.

Tuvo que pensar en su propio plan, en lo que ya habían conseguido y en lo que estaban a punto de conseguir, en Kid, en el trato que habían hecho en la habitación, todo para no seguir su impulso y abalanzarse sobre su padre para modificarle la cara sin cirugía.

En vez de eso, recurrió a la inmensa paciencia que había desarrollado tras sus años de amistad con Monkey D. Luffy y Portgas D. Ace para controlarse, y dejó que toda su rabia y desprecio se concentrase en su boca, torciéndola en la sonrisa más siniestra que era capaz de esbozar.

-Es una oferta muy tentadora, pero voy a tener que rechazarla. Tal como están las cosas ahora mismo no veo posible que no vaya a haber problemas. Es una época un poco caótica en mi vida ahora mismo, no sé si podéis entenderlo.

Por sus expresiones estupefactas y ligeramente horrorizadas, Law supo que entendían exactamente lo que les había querido decir. Y fue por esas mismas expresiones que Law supo que habían estado convencidos de que aceptaría la oferta.

Imbéciles, ¿de verdad me creen tan estúpido?

-Si eso era todo, vais a tener que disculparme, pero tengo que ordenar la habitación.

Y, sin esperar respuesta, se dio media vuelta y salió por la puerta del despacho de la que no se había alejado en ningún momento desde que había entrado.

--

Cuando Law entró a la habitación la puerta se cerró de un portazo antes de que él tuviera tiempo de empujarla siquiera, y le moreno se vio de espaldas contra la madera, atrapado entre esta y el cuerpo de Kid, que atrapó sus labios en un furioso beso, devorándolo por largos minutos hasta que tuvieron que separarse, jadeando, en busca de aire.

-Jodidos imbéciles –gruñó el pelirrojo, volviendo a besarlo.

-Totalmente de acuerdo –dijo Law cuando se separaron de nuevo, y esta vez Kid se rio.

-Me hubiese encantado ver sus caras.

Law sonrió del mismo modo que en el despacho.

-Puedo describírtelas.

Esta vez ambos se rieron, Law empujando un poco a Kid para poder separarse de la puerta y arrastrando al pelirrojo a la deshecha cama de este, donde se dejó caer a su lado, dispuesto a decir todo lo que había tenido que callarse frente a los dos hombres que más despreciaba.

Continuará

Notas finales:

Dice la leyenda que los reviews son el mejor medicamento para combatir el bloqueo, así que, venga, dadme medicina *-*


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