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Cuando la normalidad falla por Mai_Kusakabe

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Notas del capitulo:

Siento no haber actualizado la semana pasada, tuve un problema personal del que no voy a entrar en detalles aquí.

Por cierto, aunque en esta página no puedo responder a los reviews anónimos (y no se permite responder reviews en los capítulos, por alguna razón) quiero que sepáis que os adoro igual ^-^

También estoy algo triste porque no hay muchos reviews últimamente en ninguna de las historias ó_o

Capítulo 22: Parejas

Sanji llevaba no sabía ya cuánto tiempo caminando en círculos por la habitación.

Una vez había terminado de gritarse con Zoro y cada uno se había sentado en un rincón, unos golpes en la puerta habían atraído la atención de ambos y su querida Nami les había comenzado a hablar.

Estaban encerrados, e iban a estarlo hasta que hablasen.

Entonces la luz se había encendido y habían podido ver una neverita portátil, una caja con una bolsa de pan y varios otros alimentos y un cubo en una esquina. Para sus necesidades, había dicho Nami. En otra esquina, se había dado cuenta más adelante, había un colchón con varias almohadas apiladas encima.

Sanji se había enfadado, pero no podía molestarse con Nami, así que había vuelto a descargar su rabia contra Zoro, quien le había devuelto cada uno de los insultos intercalados con varios gritos dirigidos a la chica al otro lado de la puerta que solo habían servido para enfurecer más al rubio.

Ahora estaban ambos en silencio, Zoro sentado en el colchón y Sanji caminando en círculos, tratando de ignorar la presencia del otro.

--

Law abrió la puerta de la habitación y le hizo un gesto a Kid con la mano para que pasase primero. El pelirrojo hizo el amago de ir a dar un paso, pero titubeó y se quedó donde estaba.

Law sonrió, burlón.

-No me digas que te arrepientes.

Kid lo fulminó con la mirada, algo que habría tenido mucho más efecto si no se hubiese puesto rojo como un tomate.

-No, pero no sé cómo coño explicar esto si alguien me pilla.

-Tú mantén eso como está y nadie se dará cuenta –le aseguró Law, señalando el montón de toallas y ropa que el pelirrojo llevaba colgando de sus brazos cruzados sobre el pecho-. Eres tú el que ha dijo ayer que haría lo que yo quisiera para que te perdonara por lo de la merienda con tu madre.

Kid le volvió a lanzar una mirada molesta y salió de la habitación. Law se aseguró de que la ropa colgando de su propio brazo estaba en la posición correcta antes de salir también y, cerrando la puerta tras de sí con la mano libre, lo siguió por el pasillo en el camino más rápido y tenso que habían hecho hasta la fecha.

Al llegar al baño Law cerró la puerta y, confirmando que no se escuchaba ninguna ducha en marcha ni había las cosas de nadie en los bancos, como solía ser el caso a aquella hora, dejó su ropa en el banco más cercano y se giró hacia Kid.

-¿Y bien?

El pelirrojo avanzó a zancadas hasta el mismo banco, dejó caer todo lo que llevaba y se giró a mirarlo.

Law se pasó la lengua por los labios al ver, a través de la bragueta abierta de Kid, su erecta polla atrapada por el anillo que le había puesto hacía escasos minutos.

-Desvístete, vamos a la ducha.

--

-Sí que tenías hambre –comentó Marco, divertido al ver cómo Ace prácticamente inhalaba un donut detrás de otro, acompañados con una taza de leche porque su narcolepsia le impedía tomar café.

-No he desayunado –explicó Ace tras un largo trago.

Marco cogió la jarra de la mesa y le rellenó la taza antes de que el moreno la mirara siquiera.

-¿Y eso?

Ace se encogió de hombros, pero no se lanzó de nuevo a por la comida.

-No tenía hambre. No he comido mucho estos días, la verdad.

Marco bajó la mirada a los platos vacíos amontonándose en la mesa. Solo el que estaba en frente de Ace tenía aún comida, y esta consistía en dos donuts que no durarían un suspiro.

-Lo siento.

Ace alargó el brazo y, apoyando los dedos en su barbilla, le hizo mirarlo. El chico sonrió.

-No pasa nada, en serio.

Marco sonrió también.

-Voy a traerte algo más. Creo que acabo de ver que sacaban unas napolitanas.

--

-¿Vas a seguir así mucho más?

Sanji se giró al escuchar la voz de Zoro.

-¿Seguir como?

-Caminando y fingiendo que no existo. Ya has oído a Nami, de aquí no salimos hasta que hablemos.

-No tenemos nada de qué hablar.

-¿Ah, no? –Preguntó Zoro, poniéndose en pie-. ¿Qué me dices de tu puta “terapia”?

Sanji lo fulminó con la mirada.

-Eso está todo claro. Ya no quieres ayudarme, lo dijiste, pues vale. Solo te lo pedí porque te van los tíos y solo era sexo.

-¿Solo sexo? –Preguntó Zoro, y dio un paso adelante-. ¿Te crees que lo hacía solo por follar?

Sanji se encogió de hombros.

-Supongo.

-¿De verdad crees que iba a aguantar toda tu mierda solo por sexo?

Sanji se puso a la defensiva ante eso, y también dio un paso adelante.

-¿Qué mierda? Iba a tu casa, follábamos, me iba y punto. Todo muy claro.

Zoro bufó.

-Ya, clarísimo. Por eso te pasabas todo el puto rato asegurándote que solo lo hacías para “curarte”, que a ti te gustan las mujeres y no yo. ¿Te crees que escuchar eso no jode, eh? ¿De verdad te crees que te habría aguantado la mitad de los insultos solo para metértela un par de veces al mes?

Sanji se sintió desconcertado al escucharlo, inseguro de cómo responder, pero no hizo falta que pensase en una respuesta porque Zoro se la dio.

-Ni de puta coña, si solo quisiera follar me habría ido a un bar y me habría buscado a algún tío que se abriera de piernas sin hacerme sentir como un puto juguete o un método de control del estrés, alguien que no me insultase a la mínima o se cabreara y me atacara.

Zoro se calló, y a Sanji le costó un poco formar una palabra.

-¿Entonces?

Zoro bufó de nuevo.

-Para meterte tanto con mi inteligencia tú también dejas bastante que desear. Voy a explicártelo, a ver si lo entiendes: por alguna razón que no entiendo, a pesar de lo capullo que puedes llegar a ser, me gustas, y no solo como un tío al que quiero tirarme.

Esta vez, Sanji dio un paso atrás, desconcertado, sorprendido y francamente sin entender muy bien lo que estaba pasando.

-Pero ya estoy hasta los cojones de esperarte, y no pienso perseguirte si vas a seguir con esta mierda. Hay una cosa llamada bisexualidad, Sanji, pueden gustarte los tíos y las tías a la vez, y si no eres capaz de entenderlo no pienso seguir aguantando esto.

Y, sin esperar una respuesta, Zoro se fue hacia la puerta y comenzó a dar golpes contra la madera.

-¡Eh, bruja! ¡Ya hemos hablado! Ahora el cocinero va a necesitar un tiempo para pensar a solas, así que déjanos salir.

La mayor prueba de la estupefacción de Sanji fue que no atacase a Zoro por el insulto a Nami.

--

Law apretó la mano en el pelo de Kid y tiró de este para indicarle que se apartara.

Aquella caliente boca liberó su polla, algo de lo que Law se arrepintió pero era necesario, y el pelirrojo lo miró, rastros de saliva mezclada con semen cayendo por su barbilla.

-¿Vas a quitármelo ya?

Law sonrió y miró la restringida y muy necesitada polla de Kid. El anillo seguía en su sitio y Law había dado instrucciones al pelirrojo para que lo sujetase de las caderas mientras se la chupaba y así asegurarse de que no se tocaba.

-No. Date la vuelta.

Con una expresión entre frustrada y excitada en el rostro, Kid se dio la vuelta en el suelo de la ducha, colocándose a cuatro patas delante de él y dándole una gran vista de su trasero.

Law se arrodilló detrás del pelirrojo, llevó una mano a su polla y recogió el semen que había comenzado a gotear de ella gracias a las atenciones de Kid y lo utilizó para cubrir dos de sus dedos.

-Eustass-ya, mírame –dijo Law, viendo que la cabeza del pelirrojo estaba girada hacia el frente.

Este lo hizo, y Law sonrió al ver sus mejillas ligeramente ruborizadas.

-¿Tienes vergüenza? –Preguntó, trazando círculos alrededor de la entrada de Kid con un dedo.

-No.

-¿Entonces? –Juntó ambos dedos contra el agujero y, presionando hacia delante, los metió.

Vio cómo Kid se mordía el labio.

-Si alguien entra...

Law golpeó la próstata de Kid y este tuvo que interrumpirse para volver a morderse el labio.

-Tú no hagas ruido y nadie se dará cuenta –Law retiró los dedos en seguida y se colocó detrás de él, la punta de su polla presionando contra la entrada de Kid-. Has dicho que harías lo que quisiera. No dejes de mirarme.

Y entró, disfrutando la expresión del rostro de Kid, en el que se notaba que estaba haciendo un gran esfuerzo para no cerrar los ojos o girar la cabeza.

Continuará


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