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Cuando la normalidad falla por Mai_Kusakabe

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Notas del capitulo:

Acaba de pasar la media noche aquí, lo que significa que estamos a 20 de mayo y es mi cumpleaños :D (y me siento vieja ahora.) El año pasado lo celebré publicando muchas actualizaciones a la vez, y este año he decidido hacer lo mismo porque no suelo recibir muchos regalos de cumpleaños (y menos en mano) y los reviews me hacen muy feliz, así que los quiero :D

Dije que la terminaría, ¿verdad? Como veis, vamos a paso de tortuga, pero aquí estamos, avanzando poco a poco.

Con este capítulo he hecho un experimento, a ver qué os parece :)

Capítulo 24: Asuntos de parejas

Zoro casi se cayó del sofá, sobresaltado por los fuertes golpes que sonaron contra la puerta. Una mirada rápida a la ventana le indicó que ya había prácticamente anochecido. Se había pasado toda la tarde durmiendo.

Gruñendo con molestia, el joven de pelo verde se puso en pie cuando tres golpes más sonaron contra la madera, y se plantó frente a la puerta en tres largas zancadas.

Esperaba que quien fuera que estaba al otro lado no hubiese despertado ya a todo el edificio. No le apetecía una mierda tener que lidiar con las quejas de esos pesados. Aunque puede que fuera a tener que hacerlo de todos modos, si resultaba que todo ese follón era por alguna gilipollez.

Agarró el pomo de la puerta y tiró de él para abrir.

—¿No sabes usar el puto timbre? —Exclamó antes de que sus ojos cayeran sobre su visitante.

En pie en el pasillo estaba Sanji.

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Con los brazos rodeando el cuello de Marco, Ace lo besaba con entusiasmo, dejándose llevar apresuradamente hacia lo que debía ser la habitación del hombre.

Se detuvieron, las manos de Marco apretando su trasero y atrayéndolo hacia sí de modo que sus erecciones se tocaron a través de la ropa. Ace lo notó mover las piernas, y entonces un golpe seco, seguido de un segundo momentos después, le indicó que el rubio se había quitado los zapatos. El hombro volvió a comenzar a moverse en dirección a la habitación. Utilizando su apoyo en Marco para mantenerse en pie, Ace se las apaño para quitarse las botas sin separase de él, sus manos bajando entonces al pecho del hombre para deshacerse de la más que molesta camisa que lo cubría.

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—¿De verdad te gusto? —Preguntó Sanji sin pensar. Frente a él, Zoro se tensó y frunció el ceño.

—Si has venido a pelear ya puedes largarte, no estoy de humor —le espetó el de pelo verde, claramente molesto.

—No he venido a pelear —le aseguró Sanji, su voz mucho más seria de lo que solía serlo al hablar con el otro hombre. —Solo... responde, ¿vale? Por favor.

Zoro se mantuvo en silencio por un momento, sus ojos moviéndose de arriba abajo por el cuerpo del rubio, y Sanji supo que lo estaba considerando. Probablemente tratando de decidir si hablaba en serio.

—Claro que me gustas. No te habría aguantado ni una décima parte de la mierda de no ser así.

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Cuando Marco les dio la vuelta, de forma que fuese Ace el que cayera de espaldas sobre el colchón, ya estaban los dos completamente desnudos, la ropa de ambos esparcida por el suelo del pasillo y por la habitación.

Ace le sonrió, ruborizado y con el pelo cayéndole en la cara y sobre las sábanas, y Marco volvió a agacharse para besarlo de nuevo, su miembro haciéndole saber lo mucho que apreciaba la vista, rozando como estaba el muslo del moreno.

A ciegas, Marco estiró el brazo para buscar el olvidado bote de lubricante y la caja de condones que llevaban meses muertos de risa en el cajón de arriba de su mesita de noche.

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—La verdad es que no sé qué pensar de todo esto. Llevo todo el día cagándome en ti, pero —al ver que Zoro abría la boca para hablar, y con cara de mal humor además, Sanji levantó las manos y se apresuró a continuar—, déjame terminar, por favor. El caso es que no sé con quién estoy más cabreado, si contigo por capullo o conmigo por imbécil.

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Ace jadeó al notar cómo un dedo lo invadía, y abrió más las piernas en un gesto de invitación para que el otro siguiera. Le encantaba que el hombre no hubiese ni sugerido que se diera la vuelta, pues así podía ver la hipnotizada expresión en el rostro de Marco mientras este lo preparaba.

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—Supongo que, en cierto modo, siempre he sabido que mi excusa del 'tratamiento' era una gilipollez.

Zoro sintió cómo sus ojos se abrían como platos al escuchar esas palabras. Nunca se había esperado que el cocinero lo admitiera, y menos aún que lo hiciera con tanta facilidad.

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Marco casi se cargó el condón de tanta prisa con la que abrió el envoltorio de plástico, y le sonrió a Ace cuando el chico se rio por ello. Se lo puso más deprisa de lo que habría creído posible y se movió para colocarse de nuevo entre las piernas abiertas de Ace, quien sonrió triunfalmente, tan impaciente como el propio Marco.

El rubio pasó los brazos bajo las rodillas de Ace para levantarlas a una posición en la que le fuese más cómodo entrar, pero entonces se detuvo y se agachó, como pudo en esa posición, para acercar los labios a la oreja del moreno. Con una sonrisa juguetona, le susurró:

—Aún estás a tiempo de echarte atrás, si quieres.

Ace le dio un nada suave puñetazo en el pecho.

—No seas capullo.

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—He sido hetero toda la vida, o eso creía al menos. Siempre me han encantado las tetas, y de golpe encontrarme a un tío con el que quiero acostarme, y más que me la meta...

Sanji jugueteó, nervioso, con el paquete de tabaco que tenía en el bolsillo. Nunca había odiado más que en ese momento la prohibición de fumar dentro de edificios. ¿Por qué coño tenía que incluir pasillos si dentro de los pisos sí que se podía fumar?

—Lo que quiero decir es... ¿quieres salir conmigo?

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Ace gimió con fuerza cuando Marco entró en él, y comenzó a mover las caderas antes siquiera de que el hombre pudiera detenerse para darle tiempo a adaptarse a tenerlo dentro. Sonrió, complacido, cuando Marco entendió el mensaje y comenzó a moverse con él.

Rodeando de nuevo al rubio por los hombros, Ace lo atrajo hacia sí para besarlo una vez más. Había pasado días queriendo hacerlo, y ahora tenía mucho tiempo que recuperar.

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El silencio cayó pesadamente en el pasillo mientras Zoro observaba a Sanji, atónito ante lo que acababa de escuchar. El rubio estaba visiblemente nervioso y probablemente, de haberse tratado de alguien más cobarde, ya habría echado a correr.

El jadeo sorprendido de Sanji cuando Zoro lo sujetó de los hombros fue ahogado por los labios de este, que lo besaron sin previo aviso.

--

Marco se estremeció, ahogando su gemido de placer en la boca de Ace al correrse y apenas evitando caer sobre este, sosteniéndose en alto con los antebrazos apoyados a ambos lados de la cabeza del moreno, cuando la energía del orgasmo abandonó su cuerpo.

—Lo siento —murmuró, avergonzado, al darse cuenta de que Ace no había llegado aún al clímax. Hacía tanto tiempo desde la última vez que había tenido sexo con alguien que se había dejado llevar demasiado por su propio placer.

Imbécil.

—No pasa nada —dijo el chico.

Marco se movió para salir de él, se quitó el condón usado a toda prisa, dejándolo caer al suelo y se arrodilló entre las piernas aún abiertas de Ace. Con una mano, envolvió la goteante polla que se erguía entre ellas.

Ace jadeó. Marco comenzó a mover la mano.

--

—Acepto salir contigo —murmuró Zoro contra los labios de Sanji cuando se separaron— con una condición.

—¿Cuál? —preguntó Sanji, ignorando la extraña sensación de alivio que lo había invadido al escuchar esas palabras.

—Nada de sexo.

Sanji parpadeó.

—¡¿Qué?! —exclamó, retrocediendo un par de pasos de la impresión.

Zoro avanzó la corta distancia que Sanji había creado entre ellos y le apoyó las manos en los hombros otra vez, una expresión seria en su rostro.

—Nada de sexo hasta que estés seguro de que quieres estar conmigo y de que no pondrás excusas estúpidas para justificarlo.

El rubio asintió. Puede que en ese estuviese seguro de lo que decía, pero tenía que darle la razón a Zoro y admitir que era muy probable que fuese a tener dudas o a reaccionar de alguna otra forma estúpida más adelante. La falta de sexo podría ayudar a que le fuese más difícil inventarse excusas.

—De acuerdo.

Continuará


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