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Cuando la normalidad falla por Mai_Kusakabe

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Notas del capitulo:

Bueno, este capi es el que menos me gusta hasta la fecha, pero es necesario, así que allá vamos :D

Capítulo editado.

Capítulo 5: Un poco de socialización

La primera impresión que Eustass Kid tuvo de Caesar Clown fue que no le sorprendería verlo en las noticias acusado de ser un asesino en serie, secuestrador o algo por el estilo. El hombre, además de ser completa y absolutamente irritante, le daba escalofríos.

Kid había tenido que ir a verlo justo después del desayuno para una evaluación antes de comenzar la terapia, siendo que ese hombre era el psiquiatra del lugar y, por lo tanto, veía a todos los pacientes periódicamente.

Escalofríos aparte, Caesar Clown era un gilipollas al que Kid había querido partirle la cara casi desde el momento en que lo vio, pero fue capaz de contenerse a un par de insultos y miradas más que amenazantes durante toda la sesión.

Cuando el hombre dijo que habían terminado, le faltó tiempo para salir de su despacho, conteniéndose para no echar a correr, y salió directamente al jardín, sintiendo una enorme necesidad de aire fresco.

Allí, tirados en la hierba en todas las posiciones posibles, estaban Law y los chicos a los que había conocido la noche anterior junto a otros dos a los que no conocía pero que pudo identificar por las descripciones que le habían dado: el rubio con las cejas en espiral debía ser Sanji, el chef pervertido, y el hombre de pelo verde con el que estaba discutiendo, Zoro, del que le habían dicho que tenía un sentido de la orientación abismal.

Law lo vio y lo llamó con un gesto de la mano.

Cuando se estaba acercando, Kid vio como Luffy, totalmente ajeno al peligro, les apoyaba una mano en el hombro a Sanji y a Zoro, deteniendo su pelea y no llevándose un puñetazo o una patada de puro milagro.

-Sanji, Zoro, este es Kid –presentó alegremente, señalando a Kid con una mano.

Los dos hombres murmuraron un saludo y volvieron a su pelea, que para entonces consistía simplemente en lanzarse el uno al otro insultos bastante creativos y pegarse algún que otro puñetazo o patada.

Decidiendo ignorarlos, Kid se sentó junto a Law.

-¿Cómo ha ido? –Preguntó el moreno.

-Ese tío da cosa –dijo Kid, lanzando una mirada fulminante en dirección al despecho del que acababa de salir.

-Bienvenido al club –dijo Nami, sonriendo divertida-. Al menos solo hay que verlo una vez al mes.

-¿Vamos a dar una vuelta? –Propuso Usopp, sentado lo más lejos posible de los dos combatientes y utilizando a un dormido Ace como barrera.

-¡Vamos a un buffet libre! –Exclamó Luffy.

-¡Acabamos de desayunar! –Gritó Nami.

-¿Y?

-Los restaurantes no abren hasta el mediodía, Luffy-ya.

Luffy volvió a hacer ese mohín que resultaba aterradoramente eficaz y se cruzó de brazos.

-Podemos ir de compras –sugirió alegremente Nami, e inmediatamente todos reaccionaron prácticamente a la vez:

-¡Por supuesto, Nami-swan! –Exclamó Sanji, y para horror de Kid sus ojos prácticamente se habían vuelto corazones.

-Y una mierda, no pienso cargar tus bolsas –dijo Zoro.

-Me vendrían bien unas herramientas nuevas… -comentó Usopp, pensativo.

-¡Vamos a comprar carne! –Por supuesto ese grito era de Luffy, secundado inmediatamente por su ahora desperto hermano.

-¡¿Cómo te atreves a hablarle así a Nami-swan, jodido cabeza-musgo?!

Y así estalló el caos, con una pelea por un lado, una discusión acerca de qué hacer por otro y protestas de Luffy porque quería ir a comer carne en otro lado.

Kid contempló la escena, divertido, y aprovechando para fijarse en cómo eran unos y otros, hasta que algo lo distrajo, un peso en sus piernas. Agachando la cabeza, se encontró cara a cara con Law, ahora tumbado en la hierba y con la cabeza apoyada sobre su regazo, sonriéndole divertido. Kid levantó una mano y la enredó en el pelo del moreno, simplemente porque podía, y la sonrisa de este se tornó provocadora. Una mano de Law se apoyó en el muslo del pelirrojo, prácticamente tocando su entrepierna, y Kid respondió llevando su otra mano al cuello de Law, acariciando la piel descubierta y llevando los dedos bajo la camiseta de este.

Entonces se dio cuenta de que el escándalo a su alrededor había parado, y levantó la cabeza para ver qué pasaba. Nami había dejado de intimidar al grupo para que accedieran a ir de compras, Luffy y Ace habían dejado de defender las muchas razones por las que ir a un buffet libre era el mejor plan y hasta Zoro y Sanji habían dejado de pelearse para mirarlos.

-¿Qué coño miráis? –Gruñó Kid, molesto por aquellas reacciones.

Entonces una sonrisa un tanto perturbadora se extendió por los labios de Nami.

-No me digáis que os habéis liado.

-¿Y si fuera así, Nami-ya?

Otra vez se lanzaron todos a hablar al mismo tiempo.

-Hacéis una gran pareja –comentó la chica, sonriendo con una expresión un poco ida.

-¿Sois como Zoro y Sanji ahora? –Preguntó Luffy.

-¡Nosotros no somos nada! –Gritó Sanji, dándole una colleja al chico del sombrero de paja por el comentario.

-Otros no, por favor –gimió Usopp.

-¡Tú cállate, narizotas! –Volvió a gritar el rubio.

-No creo que sean como Sanji y Zoro, Usopp –dijo Ace, pensativo- si lo fueran estarían dándose hostias, no metiéndose mano.

-A mí no me importaría que nosotros fuéramos como ellos –comentó Zoro, pensativo.

-¡No hay un “nosotros”, pelo-césped!

-¡¿Ah no?! ¿Y lo de anoche qué era? Porque si no recuerdo mal estabas...-

-¡Terapia! –Interrumpió Sanji-. ¡Eso era terapia!

-¡Parad ya, coño!

-¡Sí, Nami-swaaaan!

-Eres un mandado.

-Jodido moco con patas…

--

Finalmente, Nami se había impuesto, ganándose el apoyo de Luffy y Ace al prometerles que para comer irían a un buffet libre con mucha carne, y habían terminado en el centro comercial. La chica había empezado a recorrer tienda tras tienda con ropa de mujer, seguida de un servicial Sanji que le llevaba las bolsas al tiempo en que discutía con Zoro cuando este, cada dos por tres, se burlaba de él por ser una mula de carga. Luffy se había perdido una hora atrás, distraído por cualquier tontería que hubiese visto, y Ace se había ido a buscar al despistado de su hermano pequeño. Cuando la cuarta pelea entre Sanji y Zoro estalló, Kid decidió que ya se había hartado y le propuso a Law irse los dos por su cuenta.

Ahora estaban paseando por el segundo piso del centro comercial, mirando a su alrededor en busca de una tienda que no fuera de ropa de chica, accesorios o maquillaje, y donde la ropa de chico fuese algo más interesante que pantalones anchos caídos y camisetas con eslóganes poco originales.

-¡Eh, Kid!

El pelirrojo se detuvo al escuchar su nombre, y Law paró también a su lado. Girándose, vio cómo se acercaban Killer y Heat, dos de sus amigos que habían estado con él en el incidente del bar. Killer era el que había impedido que matase a uno de esos tíos.

-¿Qué haces aquí, tío? ¿No estabas encerrado en un manicomio o algo así? –Preguntó el rubio, con una mezcla de diversión y mofa, cuando lo alcanzó.

-Ja, ja, muy gracioso, Killer. No estoy encerrado, con que vaya a terapia y duerma allí puedo hacer lo que me salga el resto del tiempo.

-¿Quién es ese? –Preguntó Heat con una expresión un poco extraña.

Kid se giró a mirar a Law y vio que se había alejado hacia un pequeño puesto de dulces situado en el pasillo del centro comercial, y en ese momento el moreno se estaba comprando lo que parecía una insalubre cantidad de azúcar. Por alguna razón, Kid dudaba mucho que fuera a compartir.

-Es mi compañero de cuarto, Trafalgar Law.

-¿Solo compañero? –Preguntó Killer, y Kid pudo imaginarse perfectamente cómo levantaba las cejas detrás del flequillo. Trafalgar era su tipo, y eso sus dos amigos lo sabían muy bien.

-Entre otras cosas –reconoció el pelirrojo.

Killer fue a decir algo más, pero entonces Kid vio cómo Law, en vez de ir con ellos, comenzaba a caminar en dirección contraria y, dejando atrás a sus amigos, el pelirrojo salió prácticamente corriendo detrás de él.

-¡Eh, Trafalgar! –Lo llamó, sujetándolo del brazo para detenerlo-. ¿Se puede saber a dónde coño vas?

-No me apetece socializar, así que me voy a la librería a echar una ojeada.

-¿Que no te apetece socializar? ¿Qué clase de gilipollez es esa? –Preguntó Kid, completamente descolocado por esa respuesta.

-No es ninguna gilipollez, Eustass-ya, simplemente no me apetece tomar parte en una actividad social como puede ser conocer gente nueva, así que no voy a hacerlo.

Kid parpadeó, tratando de entender aquel razonamiento. Hasta él, en la mayoría de casos, se comportaba de forma mínimamente educada al conocer a alguien, todo el mundo lo hacía. Nunca había conocido a nadie que se largase sin decir nada simplemente porque “no le apetecía”.

-Conociendo a los demás, empezarán a juntarse a la una y media en el buffet libre del último piso, así que supongo que nos veremos allí –siguió Law, soltándose del agarre del pelirrojo, y siguió caminando.

Kid negó con la cabeza, asombrado aún, y volvió junto a sus amigos. Killer le dedicó una sonrisa divertida.

-¿Problemas en el paraíso?

Kid lo fulminó con la mirada.

-Nah. Ese tío es más raro que un perro verde. –Decidiendo cambiar de tema y olvidarse de Law por un rato, el pelirrojo dijo-: Bueno, ponedme al día, ¿qué me he perdido?

Y es que por muy rápidos que fueran los juicios por aquella clase de altercados, habían pasado dos semanas desde la pelea hasta el juicio, y Kid las había pasado encerrado en casa sin medios para comunicarse con el exterior. Sus padres, los muy cabrones, le habían quitado el ordenador y hasta el móvil. Y todavía no se los habían devuelto.

Continuará

Notas finales:

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