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Cuando la normalidad falla por Mai_Kusakabe

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Notas del capitulo:

Vale, esto NO me lo esperaba O.O

Os cuento, al igual que hice con Vidas, tenía decidido escribir un one-shot para el review 50 (y después irá otro al 100). No lo había dicho aún porque según mis cálculos aún no tocaba, pero en ff.net ya lo han dejado (O.O), así que os informo: el review 50 se lleva un one-shot :D

Y ahora vamos con el capi, a ver cómo les va a los chicos.

Capítulo editado.

Capítulo 7: Momentos incómodos

Kid estaba tumbado en la cama, con los brazos cruzados detrás de la cabeza y mirando al techo, como llevaba haciendo casi todo el día.

Se había cabreado bastante por la escena de antes con Law, y se había pasado el resto de la mañana de mal humor, pensando una buena lista de cosas desagradables de su compañero de habitación y descargando su ira en objetos al azar, como demostraban el montón de ropa tirado en el suelo frente a su armario, los papeles destrozados y tirados por todas partes y el libro con un canto partido y tirado en el suelo. El libro que había estado leyendo Law esa mañana.

A la hora de comer había salido dispuesto a enganchar al moreno cerca de la cafetería y decirle tres o cuatro cosas, pero no lo había visto, incluso aunque había estado allí un buen rato. Tampoco había visto a nadie más del grupo, por lo que supuso que aún no habrían vuelto.

Después de comer, Kid se había ido al gimnasio del lugar para descargar todo el exceso de energía que tenía acumulado, y entre máquina y máquina se había puesto a pensar.

Tal vez, y a pesar de su reacción inicial, Law sí que fuera virgen.

Lo que había pasado en el baño se le vino a la mente una y otra vez, y la posibilidad de que Law fuera virgen tomaba cada vez más fuerza: sabía besar, eso era indiscutible, pero al repasar lo que pasó con más calma Kid se dio cuenta de que Law había tomado el control de la situación y la había desviado a algo mucho más inocente de lo que el pelirrojo había tenido en mente al entrar en esa ducha. Había sido increíble, desde luego, pero cualquier tío que hubiese entrado en la adolescencia sabía usar su mano, era algo para lo que no se necesitaba mucha experiencia.

Y Kid ya había llegado a la conclusión de que Law llevaba mucho tiempo internado allí, lo que le impedía salir de noche y echar algún polvo por ahí. Eso seguramente también limitaba mucho las posibilidades de encontrar pareja. Law tenía unos veintitrés años, y Kid había perdido la virginidad a los dieciséis, un poco más pronto que muchos de sus amigos pero no demasiado.

Una vez más, Eustass Kid se preguntó cuántos años llevaba Trafalgar Law ahí metido.

Molesto, pero no enfadado del mismo modo que esa mañana, Kid se levantó de la cama y salió de la habitación. Ya eran las once pasadas, hacía una hora del toque de queda y la cena había terminado, pero el pelirrojo tampoco había visto a Law entonces.

Tiene que estar en el edificio o en el jardín. Con esa idea en mente, se adentró hacia la parte más alejada del patio, donde había una extensión bastante grande de hierba con algunos árboles ocupándola.

Por lo que había visto de él, no creía que Law fuese a estar en ningún sitio cerca de las actividades nocturnas.

Y no se equivocaba. Al fondo del patio, sentado en un banco que salía del muro mirando hacia arriba distraídamente estaba Law. Al oír cómo se acercaba, bajó la cabeza lo suficiente para mirarlo.

-Soy imbécil –habló Kid antes de que al moreno le diese tiempo a decir algo. No le gustaba el brillo en aquellos ojos: no era una mirada de enfado, sino algo bastante más difícil de identificar.

-Por fin algo en lo que estamos de acuerdo –dijo Law, su voz completamente falta de emoción.

Kid movió un poco los pies, incómodo.

-No debería haber reaccionado así, ¿vale? Joder, nadie se inventaría que es virgen cuando no lo es, menuda gilipollez. Yo no lo diría ni bajo amenaza de muerte y… -Al ver que la expresión de Law no cambiaba, se calló un momento y luego dijo-: Esto no está yendo bien. Las disculpas no son lo mío, ¿vale?

-No, no lo son –coincidió Law.

-¿No vas a decir nada más? –Preguntó Kid, conteniéndose para no borrarle aquella expresión indiferente de la cara con un puñetazo. Había ido allí a arreglar las cosas, joder.

Law hizo un gesto hacia el banco.

-¿Quieres sentarte?

Kid lo miró extrañado, pero se encogió de hombros y se acercó, no muy seguro, a sentarse a su lado. Nada más hubo apoyado la espalda contra la pared, Law se tumbó en el banco, recostando la cabeza en las piernas de Kid y mirando hacia el cielo.

-La próxima vez que insinúes que me estoy inventando algo, Eustass-ya, te cortaré las venas que van a tu órgano reproductor, ¿entendido?

Soltando un bufido pero sin decir nada, Kid llevó una mano a la cabeza de Law y la enredó en su pelo, levantando la mirada al cielo donde, por las luces de la ciudad, apenas podían verse cuatro estrellas aisladas.

--

Kid se tiró de espaldas en la cama, negándose a dejarse intimidar por la mirada asesina de Law, por muy efectiva que esta fuera en cualquier otra persona.

El moreno, en pie junto a su propia cama, sostenía con expresión muy molesta el libro que había estado tirado en el suelo con la tapa doblada.

-¿Y bien? ¿Qué ha pasado aquí, Eustass-ya?

-Estaba de mala hostia y lo he tirado, ¿algún problema? –Gruñó Kid.

Dirigiendo una última mirada al libro, Law fue a dejarlo sobre su mesa.

-Me debes uno nuevo.

--

En aquel preciso momento, Kid sintió la abrumadora necesidad de pellizcarse con la esperanza de descubrir que estaba soñando. Consciente de lo absurdo de ese pensamiento, se cruzó de brazos para retener disimuladamente las manos con sus codos.

Absurda o no, aquella reacción era perfectamente comprensible.

Es decir, Bepo parecía un tío bastante decente, aunque propenso a las disculpas y los bajones de humor, y Shachi y Penguin, aunque obviamente bastante más salidos de lo habitual, eran bastante pasables también. Pero Kid era incapaz de encontrar las palabras para definir a Franky.

Nada más llegar, ese tío raro vestido con una camisa hawaiana abierta y un puto bañador ajustado que tapaba lo mínimo para solo traumatizar a la mitad de los que lo veían se había puesto a bailar algo mientras expresaba a voz en grito lo contento que estaba de que Law por fin tuviera a alguien con quien pasar el rato cuando ellos no estaban allí. Que la mitad de la gente del grupo se le hubiese unido en el ridículo baile mientras los demás reaccionaban como si aquello fuera el pan de cada día no era precisamente una reacción alentadora.

-Trafalgar, -llamó Kid a su compañero, que estaba sentado a su lado masacrando el césped con los dedos- dime que este tío no se va a pasar aquí todos los putos días.

-Oh, tranquilo. Franky trabaja, así que es el que menos tiempo tiene para venir de visita, entre eso y sus proyectos personales.

Kid apenas pudo disimular su suspiro de alivio, a juzgar por la risa de Law. Fulminándolo un momento con la mirada, buscó uno de los diversos relojes colgados en el patio y descubrió, con alivio, que eran las ocho de la tarde.

--

Brook era, cuanto menos, un hombre curioso, descubrió Kid el primer día que fue a la clase de música que ofrecía el centro. Se trataba de un famoso músico soul, conocido como Soul King por su impresionante talento, que un día había decidido empezar a hacer de voluntario allí tras dar una charla en el centro y comprobar, horrorizado, lo estructuradas y poco dadas a la creatividad que eran las clases de música que se habían impartido allí hasta hacía un par de años. O al menos eso era lo que Law le había contado.

Al parecer Brook también formaba parte de la red que era aquel curioso grupo de amigos al que Kid estaba conociendo, y lo había saludado con muchísima energía cuando Law se lo había presentado.

¿Por qué coño se alegran todos tanto de que esté aquí? Se preguntó, sintiéndose desconcertado.

-¿Sabes tocar algún instrumento? –Le preguntó Brook, atrayendo de nuevo su atención.

-No. Intentaron enseñarme a tocar la flauta en el colegio, pero era un desastre.

Brook se rio con aquella risa curiosa que a Kid le recordaba a como se reían muchos piratas en cuentos y películas.

-Elige uno entonces –instruyó Brook, haciendo un gesto hacia la pared en la que estaban colgados o apoyados una buena variedad de instrumentos.

Kid se fijó en que Law cogía un bajo que tenía pegada una etiqueta con su nombre, y él se fue de tiro a por una batería que no tenía ninguna etiqueta a la vista. Aquel era un instrumento que siempre había querido aprender a tocar, pero la única vez que se lo comentó a su padre al hombre casi de la un ataque.

La de aquel día había sido una de las broncas más gordas que habían tenido antes del incidente del bar.

--

Kid, con la espalda apoyada contra la puerta metálica, separó a Law lo justo de él para mirarlo a la cara.

-¿Tienes algún fetiche exhibicionista o algo?

-No especialmente, ¿por? –Respondió Law, sus manos paseando por el pecho descubierto de Kid.

-Primero en el baño y ahora me asaltas en las taquillas del gimnasio, ¿qué esperas que piense? –Preguntó Kid, sonriendo de oreja a oreja, y apretando el trasero de Law con una mano, notando la erección del moreno contra su pierna.

Sonriendo, Law le pasó los brazos por el cuello, poniéndose de puntillas de tal forma que su entrepierna rozó la de Kid y ambos gimieron.

-Eres el único loco al que se le ocurriría venirse al gimnasio a las once de la noche, -dijo a modo de explicación- no iba a dejar pasar la oportunidad.

Riéndose, Kid llevó ambas manos a las mejillas de Law y lo besó, devorándolo con ansia.

Desde luego, aquella era una muy buena forma de terminar una sesión de ejercicio.

Continuará


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