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La psicóloga (Reader!Psicóloga - ArgChi) por PokeStand

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Oh, discutiendo de nuevo.

Te preguntas qué les sucede a estos chicos.

Luego te dices oh, no pasa nada, se aman y aun no están listos para admitirlos.

Una sonrisita tonta amenaza con escaparse de tu rostro, mas la evitas y sigues en tu mundo de fantasía donde todo es color de gay, colores evriguer y esos dos chicos resolviendo sus problemas.

Espera, Martín te está hablando.

r13;¿Eh?

r13;¿Nos estás escuchando?

r13;Eh... sí.

r13;No, no es cierto.

r13;Es que están discutiendo sobre lo mismo hace rato y me perdí entre mis pensamientos r13;te encogiste de hombros.

El argentino se hizo el ofendido, pero tú sabes que está fingiendo. Le sonríes levemente.

r13;Me pregunto si podré dejarlos un segundo solo sin que se griten... r13;Añades.

Los dos se miraron y desviaron la mirada en seguida.

r13;...o que pase algo raro entre ustedes.

r13;¿Raro? ¿Qué quieres decir? No hay nada de raro entre nosotros. r13;Se adelantó a decir Manuel, obviamente a la defensiva.

r13;Qué picarona, señorita psicóloga. r13;Te sonrió Martín.

r13;No... r13;Negaste, aunque quizá fuera cierto porque era un buen día y todo era alegre.

Y claro, te enteraste de todo lo ocurrido.

La pelea, el héroe Martín, el lastimado Martín, los dos en una cama.

Wow.

Te encanta cuando Martín habla demás.

El punto es que no puedes dejar de mirar todo esto como una sesión de ayuda marital, y eso te hace gracia.

Siguieron hablando, los problemas de Martín, el libro de Manuel, los problemas en la escuela de ambos. El rubio estaba recibiendo ayuda por parte del menor, pero aun así no había logrado mejorar sus notas, solo empeorar el impecable promedio del chileno.

Al final, los tres quedaron en verse el sábado en una plaza cerca de tu casa, solo para sacarse de encima un poco el ámbito escolar. Por ahí eso ayudara a los chicos.

 

r13;¿Martín? ¿A qué hora acordamos? r13;Le preguntaste, observando el humo que salía de tu boca por el frío que hacía.

Martin soltó humo también, pero a diferencia tuya, él estaba fumando.

r13;Mirá, si yo llegué re tarde, Manuel ya no va a venir. Dijimos que nos veíamos como a las dos y ya son casi tres y media.

Bufaste por el tiempo que habían estado esperando. El que Martín llegara tarde no era cosa para sorprenderse, pero que Manuel llegue una hora y media más tarde, sí. O que no llegara.

Le preguntaste al ojiverde si tiene su número.

r13;Ahora lo llamo. Espero que no le haya pasado nada. r13;Suspiró y sacó su teléfono. Estuvo un rato con el celular pegado al oído, pero nadar13; La puta madre, no contesta.

Le dijiste si quería que hablaran de algo en especial, vistos que solo estaban ellos dos y el otro no vendría.

r13;Sí... ¿Hay alguna manera de desenamorarse? r13;Preguntó casi con inocencia.

r13;No, que yo sepa. ¿De quién te enamoraste? r13;Inquiriste, ignorando el hecho de que ya lo sabías.

r13;¿No es obvio? r13;Contestó, pateando una piedra y terminando su cigarrillo.

r13;Sí. r13;Le preguntaste por qué quería desenamorarse.

r13;Porque es una mierda. Estar preocupado todo el tiempo por el otro sin saber si te quiere o no de la misma forma, o si te quiere de alguna forma. Qué sé yo, no me gusta.

r13;Pero te gusta.

r13;Él me gusta.

r13;Por eso.

Se quedó callado y se revolvió el pelo. Luego esbozó una media sonrisa de “y si no queda otra...”

r13;¿Vos decís que le diga?

r13;Yo creo que sí.

Te encogiste de hombros. Añadiste que eso depende de él, pero que con lo poco que lo conoces ya sabes que es una persona que prefiere el dinamismo y...

r13;”...que las cosas pasen”.

r13;Que las cosas pasen. r13;Repitiór13; Es cierto. Si no le digo, lo único que va a pasar es el tiempo. Bueno, ya que tampoco sabemos qué le pasó, ¿Puedo ir ahora a su casa? Y después te llamo y te cuento lo que pasó.

r13;Dale... r13;Asentiste y el se fue casi corriendo.

 

r13;¡Manuel! r13;Gritó mientras golpeaba la puerta de la panadería.

Pero estaba cerrada, y no parecía que hubiera alguien. Los estantes estaban vacíos y el cartelito estaba en “Close”.

r13;¿Manuel? r13;Susurró un poco extrañado. Volvió a insistir y de atrás salió una figura.

Era manuel.

Sin embargo, se notaba por sus ojeras que no había dormido nada y tenía la expresión de un muerto. Abrió la puerta en silencio.

Su mirada se encontraba perdida e hizo un esfuerzoen focalizarse en Martín. Parecía demasiado ido, como si estuviera en una burbuja lejos de él, poniéndose a distancia abismal de la realidad. Sus ojos miel estaban apagados y el único reflejo que se podía vislumbrar relataba todas estas cosas en silencio.

r13;¿Que pasa? r13;Lo tomó por los hombros, tratando de ser suave, preocupado de verdad. Nunca lo había visto así. Se parecía a un niño a punto de llorar.

r13;Mi hermanita se murió... r13;Murmuró con voz quebrada.

En primer lugar, Martín no sabía que tenía una hermana. Segundo, mucho menos sabía que estuviera enferma. No obstante, no dudó un segundo en abrazarlo con fuerza y darle su apoyo.

r13;¿Querés hablar de eso?

Manuel, con la cabeza pegada al hombro del argentino, negó con la cabeza. A Martín le pareció que estaba llorando, pero no dijo nada. Le pasó la mano por la espalda, acariciando suavemente mientras mecía el cuerpo del menor de manera protectora.

r13;No... no es el fin del mundo r13;Suspiró, intentando animarlo sin cagarla. Le sería difícil puesto a que siempre la terminaba embarrando, pero esta vez era más grave que cualquier otra situación.r13; Sé que cuando un ser querido se muere es muy difícil. Cuando te caiga la ficha de que esa persona no está más y no vas a poder compartir tiempo con ella se te va a ser más duro. Lo sé porque así fue con mi mamá... pero después de un tiempo, te das cuenta que no vale la pena llorar, ya que esa persona que te quiso no hubiera querido que vos te la pases llorando y seas infeliz. Si algo aprendí es que lo mejor que podés hacer por alguien que se murió que querías un montón, es ser feliz, así la persona esta va a poder estar feliz de que, a pesar de todo, estás feliz. Agh, no sé si se entiende. Soy la peor compañía para estos momentos.

r13;No... r13;Murmuró élr13; Tienes razón pero... eso no hace que deje de doler... r13;Su voz confirmaba que había estado llorando, o que aun lo estaba haciendo.

r13;Mmh... ¿Querés salir a dar una vuelta y refrescar tu cabeza? Podemos comprar galletitas y por ahí te sentís mejor... r13;Ofreció Martín, sin saber muy bien qué decir.

Manuel se apartó, negando con la cabeza otra vez. Se refregó los ojos levemente hinchados por el llanto y lo observó con seriedad.

r13;Tú... todavía no entiendes...

r13;¿Entender qué? Si te dije que mi mamá también se murió hace unos años y...

r13;No, no eso... Martín, yo no vine a Argentina a estudiar. Vine para ayudar a mamá a trabajar para que pudiera mandarle la plata a papá y que le pagara los remedios a mi hermana. Ahora que ella ya... no está... r13;Se volvió a frotar los ojos, como si de veras se esforzara por no lloriquear y ser fuerte. A la vista, no lo estaba logrando.r13; Martín, ahora que ya no está no hay necesidad de quedarnos. Mamá quiere volver a Chile con papá.

r13;¿Qué? No, pará... osea... ¿Te vas? r13;Preguntó el rubio, nervioso y doblemente preocupado.

Lo invadió una extraña desesperación de decir “no” e imponer esa negación. Sin embargo, la reprimió. La cuestión era más sencilla que eso antes sus ojos: Manuel vino, Manuel se va. Manuel está y me confunde, entonces si Manuel se va no me confunde más. Pero en esta ecuación había algo que le rompía todo el maldito cálculo: Yo quiero a Manuel y no quiero que se vaya.

Entonces mandó todo a la mierda.

Él sabía lo que quería, lo que no iba a aceptar.

Martín Hernández sabía que se había enamorado de Manuel.

Del amargo, nerd y mala onda de Manuel. Del tierno, creativo y único Manuel.

Y ahí era cuando todo se derrumbaba en Martín.

r13;Sí, me voy.

Le daba miedo preguntar cuándo, pero así y todo lo hizo. Empezó a enfrentarse a la realidad y se dio cuenta lo sabio que había sido todos estos años al decidir no enamorarse de nadie ni caer en ese veneno que llaman amor. No, solo te hiere y te consume de a poco, Martín lo sabía porque le había ocurrido a cada uno de sus amigos, excepto a él, hasta el día de hoy: y tenía en claro que había tomado la desición correcta todos estos años al alejarse de las relaciones serias.

Sin embargo, no es como si fuera completamente un negado, simplemente jamás encontró el otro par de soquete color naranja que le llaman amor de tu vida y todas esas mierdas. Y dudaba que Manuel lo fuera, pero jamás tendría la oportunidad de saberlo porque él ya no estaría aquí para comprobarlo.

r13;Mamá sacó los pasajes para mañana temprano.

Martín asintió. No lo miraba. Ya no lo miraba.

r13;¿Martín?

r13;Entonces esto es una... ¿Despedida? Porque... no sé, si vas a estar muy ocupado para que te acompañe al aeropuerto creo que...

r13;Si no quieres venir, no vengas. r13;Respondió cortante, entendiendo el cambio reacio en el rubior13; Pero... ten la decencia de no cagarla ahora r13;Añadió en voz más baja.

r13;No... Es que ya se cagó. La idea era... qué sé yo. No había idea. Eso era lo que me gustaba de nosotros. Las cosas simplemente pasaban. r13;Se encogió de hombros, diciendo lo que se le venía a la mente, confundiendo un poco al chileno.

r13;Bueno... pero la vida es lo que pasa.

r13;No todo lo que pasa es malo. A veces sos muy cerrado... bueh, no importa. Yo... creo que me voy yendo, si no te jode.

r13;Como dije, si no quieres venir, no vengas, y si no te quieres quedar, no te quedes. Haz o que quieras. r13;Contestó y la culpa se adueñó de Martín al verlo apretar los puños y bajar la cabeza.

r13;Entonces me voy. Hasta... hasta cuando se te ocurra volver. r13;Sus palabras eran dulces, siendo sincero aunque sonara algo cruel.

Lo abrazó otra vez, esta vez más fuerte, porque ahora era él quien necesitaba sentirse consolado, importándole un comino si Manuel estaba peor.

r13;Te voy a extrañar. r13;Hundió su rostro en el cuello del menor, permitiéndose un momento de debilidad.

r13;Yo también... r13;Oyó que la voz de Manuel se quebraba de nuevo.

Se separon y Martín aprovechó la cercanía que todavía tenían para plantarle un beso simple y casto sobre los labios.

Manuel cerró los ojos, esperando a que sería más. A que vendría un consuelo dulce y lleno de amor, pero eso no llegó más. Realmente no le habían dado cabida a ese tipo de cosas en su rara relación de amigos.

r13;Cuando salga tu libro, yo lo voy a leer. Y le voy a decir a la gente que te conocí cuando eras un pendejo aburrido que se molestaba en fastidiar personas como yo. Y la gente se va a reír y yo voy a hacer que sí con la cabeza y me voy a reír y voy a pensar en vos y te voy a extrañar. Así que, terminá de escribir tu libro si me querés dar una razón para extrañarte. r13;Le dijo y sintió algo que le dolía adentro, como si se quebrara una ventana que lo dejaba ver el paraiso y de repente no había nada detrás de los vidrios rotos.

r13;Supongo que tengo que terminar ese maldito libro. r13;Contestó Manuel, gimoteando, aun luchando por no ponerse a llorar.

El otro asintió y le pellizcó cariñosamente la mejilla. No le daba la cara para sonreír, por lo que levantó la mano en modo de saludo y se dio media vuelta. Tenía el “chau” atragantado en la garganta, empero se lo tragó.

Y Martín salió por aquella puerta con la idea de que no lo volvería a ver nunca más.

Y le daba igual.


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