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La psicóloga (Reader!Psicóloga - ArgChi) por PokeStand

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Una lágrima rodó por su mejilla hasta el mentón, seguida de otra, y luego de otra más. Debían purgar su alma, hacerlo sentir mejor, pero no funcionaba.

Una hora, toda una maldita hora entera esperando a que Martín apareciera por alguna parte.

¡Pero Manuel, eres un completo idiota! Martín no va a venir. Te lo dijo.

Entonces, ¿Por qué lo esperaba?

Su mamá estaba ansiosa por ver a su padre. Manuel la admiraba. Ella había llorado al enterarse, mas no lo volvió a hacer. Le daba vergüenza estar moqueando este momento, es por eso que le daba la espalda.

Un rato después, ella lo llamó; el avión iba a despegar.

Manuel se refregó los ojos y la siguió sin decir una palabra. Cargaba casi todo el equipaje, para concentrarse en equilibrar el peso y no tener que estar pensando y despensando constantemente en su herida abierta. Además, quería ayudar a su mamá.

Después de que ella le entregara los boletos al hombre de camisa blanca y cara de odio mi trabajo, se sentó junto a la ventanilla a contar las personas con una prenda roja. Ocupó su mente con aquello hasta que el avión despegó, y fue cuando cayó en la cuenta de verdad de que no lo volvería a ver.

Adios, Martín, pensó. Nos vemos en el putísimo infierno.

 

r13;A ver... cómo explicar que soy una mierda... cómo cómo. r13;Murmuró, medio canturreando con las manos en los bolsillos de su chaleco oscuro.

Observó el cielo, donde un par de nubes adornaban el cielo y se movían lentamente por el viento de mierda que hacía que el cabello volara y volara y le jodiera en sobremanera.

Pensó en fumarse un cigarrillo, pero no tenía y tampoco llevaba dinero como comprar.

r13;...La peor clase de ser humano... yep.

Se paró frente a una casa conocida, suspirando.

r13;Pero humano egoísta y desesperado, después de todo. Desesperadamente triste y mierdoso.

Tocó el timbre.

Daniel le abrió la puerta con una sonrisa, la cual cayó al ver su expresión seria.

r13;¿Pasó algo, Tincho?

r13;Necesito consuelo r13;Dijo sin rodeos, su rostro tan impacible que extrañaba al menor.

r13;¿Ah? Sí, sí, pero ¿Qué pasó? r13;Se hizo a un lado para dejarlo pasar.

Sin embargo, Martín lo abrazó con fuerza, ocultando la cara en su pecho.

r13;¿Querés salir conmigo?

Daniel se quedó callado durante un largo tiempo, inmóvil.

r13;¿Eh? r13;Susurró más que sorprendido, sin comprender si esto era la peor broma del mundo o iba en serio.

r13;Que si querés salir conmigo. Así. Amorosos y cursis, y dándonos besitos y diciéndonos te quieros y esas mierdas que ya sabés. r13;Cerró los ojos, sin soltarlo.

r13;P-pero qué... ¿Qué pasó con Manuel? Tincho, yo no soy boludo, no sé a qué viene tu... esto.

El castaño hizo un amague de alejarse, nervioso y confundido de las vueltas de la vida. O apuñaladas de la vida, a estas alturas, no lo sabe nadie. U oportunidades. Tampoco se sabe.

r13;Bueno, mirá. No te voy a mentir porque no me da la cara. Se fue, se le murió la hermana y su vieja se lo llevó a Chile. Y... r13;Se separó, pero dejando cierta cercaníar13; Sí, es una mierda que venga justamente ahora. Pero de verdad estaba pensando en que quiero estar con alguien que me quiera, y vos sos... siempre fuiste mi primera opción. Estaba pensando en que por ahí podías ayudarme a cagarme en la vida y hacerme creer que no soy tan malo después de todo, porque vos sos el que siempre vio las cosas buenas que hay en mi r13;comenzaba a sentirse angustiador13; y sé que tardé demás, y yo...

r13;Cállate r13;Los ojos de Daniel se llenaron de lágrimasr13; No soy un juguete de consuelo, Martín. Creí que sabía que ahora estoy... o algo así con Sebas, pero tú... es como si quisieras arruinarlo todo. r13;Lloriqueór13; Si sabías que te quería tanto ¿Por qué venís ahora? Yo quiero decirte que sí con todo mi alma, pero ¡No! ¡Es horrible, no solo lo que me haces a mi, sino lo que te haces a ti, y a Sebastián!

r13;No entendés nada... Siempre fue y fui horrible. Soy una mierda egocéntrica, ya lo sé, ya lo sabía, y me chupa un huevo, porque eso no sirvió para nada... si miro para atrás me doy cuenta que las personas no me quieren de verdad porque sí soy una porquería que necesita llamar la atención y al mismo tiempo pasar desapercibido y que nadie me joda, y vos sos la única persona del universo que ve las cosas lindas en mi que la gente no quiere ver...

r13;No. Eso es una mentira. r13;Bajó la mirada, tan serio como Martínr13; Vos no sos así, simplemente estás diciendo cualquier cosa porque estás deprimido, o no sé, pero no es la verdad. Solo estás enojado porque te enamoraste y no funcionó. No es mi culpa, a mi me pasó lo mismo pero no quiero que me arrastres contigo. r13;Dijo en voz baja, suave y fríar13; Pero eso no significa que no vaya a consolarte, eso sí, para eso soy tu mejor amigo...

Martín se llevó las manos a la cara. En serio, ¿Qué mierda estaba haciendo? ¿Consuelo? Agh, se sentía realmente patético. Por primera vez en la vida, los odió a todos. Incluso a Daniel, y a Sebastián. Y sobre todo, a Manuel. Que todos se murieran en este mismo momento le daba igual.

Sin embargo, Daniel era demasiado bueno para odiarlo, porque lo abrazó y le acarició el pelo, diciéndole que todo estaba bien. Sabía que no todo estaba bien, pero era lo que necesitaba oír.

No lo aguantó más y lo abrazó. Quería eso, abrazar y ser abrazado. Y Daniel sabía bien como calmarlo, siempre lo había sabido. Le acarició el pelo mientras le susurraba:

r13;Basti trajo facturas... calmate y veni a comer con nosotros, Tincho... r13;Le dijo con suavidad.

r13;¿Comer conmigo? r13;Preguntó una voz.

Daniel y Martín miraron a Sebastián, quien tenía los puños apretados, evidencia que le decía a ambos que había estado ahí todo este tiempo. El ojiverde lo ignoró. Hundió su carita en el cuello del menor, intentando olvidarse de sus problemas, intentando olvidarse de Manuel.

r13;Martín, vení. Te quiero decir un par de cosas.

r13;Decilas.

r13;No. Frente a frente.

r13;Decilas.

r13;La puta que te parió, Martín.

Suspiró, soltando a Daniel con desgana, quien los miraba preocupado. Se paró enfrente de su hermano, mirándolo con fastidio.

Entonces, lo último que se esperaba de él, fue lo que ocurrió. Recibió un puñetazo por estar desprevino, pues nunca se lo hubiera esperado de Sebastián. Dolió, porque fue en serio.

Martín se acarició la mejilla y las lágrimas volvieron a sus ojos. No de dolor, sino de resentimiento. Lo odiaba con la mirada.

r13;¿QUÉ MIERDA TE PASA? DEJAME DE JODER r13;Le gritór13; TENÉS A DANIEL, LO MÁS MARAVILLOSO DE ESTE MUNDO, PAPÁ TE QUIERE MÁS, TE VA MEJOR, QUÉ DERECHO TENÉS DE TOCARME UN PELO, HIJO DE PUTA.

La rabia conformaba cada grito, cada lágrima. Se encontraba agitado, enojado con todos, como si lo hubieran dejado solo. Solo, solo, solo.

Daniel no hizo ningún ruido, asustado de la repentina forma en que se trataban hermanos, mejores amigos. Ellos lo eran todo, su lazo especial a veces llegaba a darle envidia. Pero siempre se alegraba de su amor fraternal. Ahora no entendía que estaba sucediendo.

r13;Martín, me cago en vos. ¿Quémierda estás haciendo? Eso, eso fue no por Daniel, no por nada, fue por vos. Reaccioná, pelotudo, nos estás tratando mal a todos por lo que vos no supiste resolver, te est´s tratando mal a vos mismo, te estás haciendo mierda... r13;La voz se le quebró a lo último. Le costaba mantener su lado serio. Le costaba horrores.

Martin no dijo nada. Miró el suelo.

Al ver que no reaccionaba, Sebastián probó con un abrazo, aunque no era lo suyo. Y fue más que bien recibido, ya que el argentino lo estrechó con fuerza.

r13;Perdonen r13;Fue todo lo que dijo.

r13;Y eso de que papá me quiere más es mentira. Se mataría por aburrimiento si no le hicieras la vida imposible.

r13;Está encima tuyo porque soy un fracaso.

r13;Está encima mio porque lo cree necesario. Confía en que vos sabés que hacer todo el tiempo. r13;Le respondió.

r13;Nunca sé que hacer.

r13;Eso es lo más genial de vos r13;Interrumpió Danielr13; siempre podés resolverlo aunque no tengas la menor idea de qué hacer...

r13;Vení, vamos a comer facturas. r13;Dijo Sebastián de la nada, como un intento de romper el hielo.

Martín asintió tristemente.

r13;Pero esto no lo voy a resolver. r13;Murmuró, siguiendo a su hermano a la cocina.

r13;¿Por?

r13;No es como si tuviera guita como para ir a visitar a Manuel a la loma del re ortísimo mundo.

r13;¿De qué estás hablando? r13;Preguntó Sebastián.

r13;Manuel se fue a Chile, ¿No?

r13;Se le murió la hermana que ni sabía que tenía. Qué sé yo.

r13;Uh, que feo.

r13;Seh. No sé. r13;Es todo lo que contestaba.

Que no sabía. Que hacer con todo, que hacer con nada. Así que se sentó a llenar su no sé con comida dulce. Por el momento, junto con el calor de sus primos, funcionaba.

r13;¿No lo vas a llamar?

r13;¿Y qué mierda le digo? No, ya fue. Supongo que la cagué.

r13;Creo. Pero no es el fin del mundo.

r13;Por ahora r13;Dijo Martín, lamiendo el dulce de leche de una que agarró.

Y su tono había sido de broma, por lo que sus amigos se relajaron más.

 

Décimo segundo... mes.

 

r13;Manuel...

r13;Dije que vuelvo más tarde.

r13;Pero... r13;Se produjo un silencio. Luego, el tono de su madre había cambiado.r13; Haz lo que quieras.

Era frío, su tono de voz ahora era frío. Frío como el viento, frío como el constante clima. Ella ya no estaba enojada. Solo se sentía triste, de haber perdido dos hijos al mismo tiempo. Tiare, la hermosa Tiare, la enferma Tiare. La muerta Tiare.

Y Manuel... Siempre había sido especial para él. Creyó que cuando volvieran a Chile, era lo único que iba a poder mantenerla en pie. Su hijo, especial, siempre especial, y su pareja.

Pero a Manuel lo había perdido entre las hojas y la brisa. Era todo en su vida, y no era vida para un adolecente casi adulto. Pasarse horas y horas frente al mar en una reposera, de vez en cuando sacando una netbook para escribir. ¿De dónde la habían sacado, si no siquiera tenían dinero para comer? Trabajos, trabajos de los que su madre en realidad no quería saber.

Manuel se perdía, entre las letras, se ahogaba en el mar sin siquiera haber tocado el agua en meses. Casi no comía, su familia se preocupaba de que un día de estos pudiera morir.

A él solo le importaba terminar su maldito libro.

La historia era muy diferente a la anterior. Nada de ciencia ficción. Realismo puro, donde el protagonista era el bueno, que al final seguía siendo bueno, pero ante el mundo era malo. Y moría, al final moría, como todas las personas. Y el chico encontraba lo que Manuel no había tenido oportunidad hasta ahora. Un final feliz. Que él no lo hallara, no significaba que no se lo diera a su narrador. Era buen chico, después de todo.

¿Escuela? Dejó de ir hace tiempo. La orilla del mar era hermosa, le traía siempre buena inspiración...

No estaba deprimido, juraba que ya había olvidado a Martín. No es como si su vida se hubiera terminado con aquel romance, pero había hecho un crack en su vida. El rubio logró darle vuelta absolutamente todo lo que pensaba sobre la vida. Investigó, y se dio cuenta que terminar la escuela no iba a generarle un trabajo. Investigó, y se dio cuenta que su madre había pagado semejante boletos de avión para volver vendiendo su cuerpo. Investigó, y se dio cuenta que ahora no sabía como seguir su vida. Y se metió en su refugió, entre melodías dulcemente tristes y tecleos incesantes, incesantes como su tecleo.

Y cuando oscurecía, guardaba su historia para acurrucarse y mirar como el sol terminaba su trabajo. Se despedía, se acostaba y se iba a dormir, dejando a Manuel con su insomnio.

 

La soledad era su mejor amigo. Había tenido amigos, pero ellos ya no estaban allí. La vida de todos ellos se había esfumado como su dinero en ese viaje, al cual Carlitos se negó a ir. No le gustaban las fiestas, no le gustaba beber alcohol. Le gustaba fumar, pero sabía que estaba mal, así que no lo hacía. Cuando todas las almas se fueron como ángeles directo al infierno, él sabía que se había cerrado la puerta y ahora era un solitario de nuevo.

Así comienza la historia de Carlitos, el chico que se quedó solo. Así empieza esta historia, donde nuestro personaje principal (porque dejó de ser mio, de su querido autor, cuando lo dejó solo también a él) tiene más ganas de irse al infierno con las almas de conocidos que transitar por el mundo de los vivos entre desconocidos.

Primero pensó, cuando se recuperó de las lágrimas y el desconsuelo de los cementerios, en convertir un desconocido en un nuevo amigo. Sin embargo, Carlitos era muy exigente, porque él quería alas. Alas para volar, y para alejarse de todos. Para ser un pájaro que vuela, el más bonito de todos.

He aquí el problema, otro más, de nuestro Carlitos. Si él tuviera alas, entonces las querría cortar. Porque sería anormal, y las personas lo querrían para experimentar. Y no sería bonito, sería un fenómeno en forma de ángel.

Pero él era un fenómeno con cara de ángel.

Todos sabían, que bajo sus ojos miel brillantes y su cabello de rubio deslucido, había un niño raro. Y entonces jamás conseguía amigos con alas.

 

Manuel releyó la primera parte, como muchas veces antes. No estaba conforme, nunca lo estaba. Porque él tampoco tenía alas.


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