Cuando comenzó a quitarme los pantalones Sharmin comenzó a hablar.
- Zalión ya has jugado bastante con él. Déjalo quieto y ven aquí conmigo, noto la presencia de tu hermano cerca. – sugirió.
- Vaya, así que ya está por aquí... Está bien, adiós querido – dijo acariciando mi barbilla. Al alejarse, las cadenas dejaron de estar tensas y caí al suelo. Me hice daño en la rodilla derecha.
- Acércate y siéntate en mi trono. – Y después de eso ella se sentó de lado encima de él, yo todavía seguía en el suelo, con la respiración acelerada, con frío y ahora con una excitación que no sabía cómo quitármela. Estaba lleno de saliva y marcas rojas de sus manos en mi cuerpo. – Mira como has dejado al pobre Rayne, ahí en el suelo tirado.
- Déjalo, dentro de poco vendrá su príncipe azul a por él – soltó con una risa pícara. Le lamió la mejilla a Sharmin y esta le besó el cuello. En ese momento escuché la voz de Zatión en mi cabeza.
- ¡Rayne, ¿cómo estás?! Espera un poco más, ya estoy llegando, voy por ti, no te preocupes saldremos de esta pequeño.
- Z-Zatión... – murmuré. – E-Estoy tan contento... – A los minutos tal y como dijo apareció tirando abajo las puertas principales.
Entró lentamente, gruñendo, yo estaba encadenado a la derecha, me echó un vistazo, y pareció no gustarle nada. Yo me erguí e intenté ponerme de pié, pero mi rodilla no me dejó. Él siguió adelante, detrás de él iba Robbie con su escopeta, él fue quién se acercó a mí para desencadenarme, pero como era normal, un humano no podía quitar esas cadenas... Yo no tenía absolutamente nada de fuerza, seguía tiritando, Robbie se dio cuenta y se fue en busca de Zatión.
- Vaya, ya has llegado hermano, te estábamos esperando. – exclamó Zalión levantándose del trono.
- ¡Zatión! Cuanto tiempo sin verte... – dijo Sharmin acercándose a él. Tan solo con tocarlo, Zatión quedó paralizado, parecía no moverse. – Estás enorme, más varonil de lo que te recordaba, te has vuelto todo un lobo adulto. Tus extremidades son fuertes y tu pelo es muy suave. Sigues teniendo esos ojos tan brillantes, son como libros abiertos, puedo leer ese sensible interior que tienes, y unas ganas increíbles de matarme... Pero no me puedes hacer nada... Después de todo al igual que te dí esos ‘dones’ te los puedo quitar – advirtió acariciando la punta de una de sus orejas puntiagudas. – Déjame ver en el hombre en el que te has convertido – Y con una leve caricia lo transformó en el humano que era. – Eres increíblemente hermoso Zatión, casi tanto como tu hermano. Sigues teniendo los músculos marcados, y no tienes ni una pizca de grasa sobrante, me alegra saber que te cuidas.
- Suéltalo Sharmin – gritó Robbie.
- Anda, pero si es mi viejo amigo Robbie. A mi también me alegra verte apuntándome con esa vieja escopeta que tienes, como siempre. No has cambiado nada, sigues siendo igual de viejo. Te he observado y veo que te preocupas por uno de mis pequeños, es decir, Zatión. Pero ya es hora que me devuelvas lo que es mío – dijo abrazando a Zatión por detrás
- Jamás te lo daré por las buenas, es como un hijo para mí. Nunca quisiste saber nada de él, ¿y ahora te lo quieres quedar? Pues tengo que decirte que pelearé por él hasta la muerte. – Yo veía que Zatión estaba como endormiscado, no tenía ni la mirada fija en un punto ni el brillo que solía tener; estaba como perdido.
- R-Robbie, déjamelo a mí. Sharmin, tengo una proposición para ti... – dije poniéndome en pié con mucho esfuerzo. – Pero, primero, ¿podrías quitarme las cadenas para poder hablar mejor?
- Está bien... Zalión desencadénalo, no es una amenaza sin ellas, apenas puede moverse por sí solo. – Él obedeció, Robbie me ayudó a avanzar un poco hasta ella.
- Está bien Robbie, puedes dejarme aquí, será mejor que te alejes. Sharmin... Q-Quiero que sueltes a Zatión y no lo atormentes más... A cambio yo me quedaré contigo sin ninguna clase de arrepentimiento ni reproches, dejaré que hagas conmigo lo que quieras, pero tienes que dejar que Robbie se marche con Zatión.
- Suena bien, te está vendiendo su cuerpo Sharmin – comentó Zalión.
- Pero el cuerpo que tiene mi pequeño lobo no lo tienes tú, así no tiene gracia... Yo quiero un chico como... Un momento, puedo hacer lo mismo que hice con ellos cuando era pequeño y convertirte en un siervo como ellos. Está bien, acepto tu trato. – En ese momento Zatión comenzó a sentar la cabeza, y a intentar escapar de los brazos de Sharmin moviéndose constantemente, pero ella no lo soltó. – Vaya parece que a tu querido príncipe no le gustó el trato, quiero escuchar lo que opina. – Lo soltó y Zatión sin ningún obstáculo habló.
- N-No lo hagas Rayne, te convertirás en lo que soy yo... Y yo no quiero eso, ¡no lo hagas!
- Pero si no lo hago...
- ¡Hazme caso Rayne! No sabes como es ella... Huye mientras puedas... Mi mayor error fue involucrarte en todo esto... Lo siento... – dijo con la cabeza agachada.
- Zatión tienes una voz muy provocativa, me han entrado ganas de besarte querido. – advirtió Sharmin acercando su boca a la de él.
- ¡No! Zatión no me hagas dudar. Y-Yo ya estaba seguro de mi decisión, ¡vete ahora que puedes! – Él se acercó a mí, puso su frente contra la mía y sus manos alrededor de mi cara, yo agarré sus manos con nerviosismo.
- No lo hagas, Rayne, te lo ruego, vete, yo terminaré esto...
- Todo es culpa mía, y si así puedo hacer que dejen de atormentarte, lo haré, solo quiero el bien para ti, entiéndelo. Quiero irme con un último beso tuyo... – pedí casi susurrando.
- ¿Por qué cambias de tema tan rápido? No quiero que- le besé para interrumpirle. Estaba harto de oírle hablar y sobre todo para ponerme excusas.
- Esto es tan bonito que da asco, vamos Rayne ven a mis brazos. Quiero quitarte toda la saliva que ha dejado Zatión en ti. – dijo Zalión acercándose a nosotros. Yo me di la vuelta y fui a dar un paso hacia Zalión cuando Zatión agarró mi brazo y no me dejó ir.
- No te lo vas a llevar, ahora es de mi propiedad... – expresó Zatión con un rostro muy serio.
- ¿En serio? Pues he de decirte que he registrado cada rinconcito del cuerpo de Rayne y no he visto ninguna marca tuya que apoyen tus palabras. – dijo con una risa pícara.
- Serás desgraciado... – exclamó apartándome y trasformándose en lobo. Gruñía como nunca antes lo había visto gruñir.
En su rostro se podía ver rabia, odio, ira y furia, todos mezclados. Yo no podía esperarme nada bueno de aquella forma de responder de Zatión. Zalión también se transformó en lobo. Y en cuestión de segundos Zatión se abalanzó sobre su gemelo, en ese momento Robbie me agarró del brazo y retrocedió conmigo, estaba en peligro cerca de ellos.
Zalión le proporcionó un zarpazo en el hocico, Zatión le respondió con un mordisco, se enzarzaron en una pelea. A simple vista se podía ver a Zatión poner todo su empeño en ganarle, pero estaba en desventaja, Zalión era más fuerte. Yo le daba y rezaba para que no saliera perdiendo. Solo oía gruñidos, fuertes pisadas, golpes por todos los lados, empezaba a ponerme nervioso, a marearme hasta que la voz de Zatión inundó mi cabeza pidiendo que me fuera. Yo en voz bajita dije que no podía irme, y Robbie me escuchó me tomó en brazos y me llevó fuera. Yo comencé a patalear, a lloriquear, no quería dejar a Zatión allí, solo contra Zalión.