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Zatión y Zalión. por KeikoHikari

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Ya de día, desperté en mi cama. Me dolía la cabeza y no recordaba mucho del día anterior, lo que en parte, creí que era bueno. Me erguí en la cama, me froté los ojos y vi que las cortinas se ondeaban debido al aire que entraba de fuera. Observé que Zalión estaba sentado en la balaustrada de mi balcón, apoyado en la pared. Tenía sus brazos cruzados y apoyados en su barriga. Estaba durmiendo. Debido a que su flequillo era largo y le tapaba los ojos, no conseguía ver sus ojos. Me quedé un rato admirándole y en seguida se despertó, dicen que los animales detectan cuando son observados, y a mí me parecía toda una verdad, ya que él era medio animal.

-         Buenos días, Zalión – solté al fin.

-         Buenos días... ¿Cómo has dormido? – preguntó estirando su cuerpo.

-         B-Bien, ¿y tú como has dormido?

-         No me puedo quejar, tan solo quería que pasases una buena noche... M-Me tengo que ir...

-         ¿¡C-Cómo que te vas!? – exclamé asustado. – Tú... También me vas a dejar...

-         R-Rayne... No podemos estar juntos, tan solo te traería tristeza. Creo que hice mal haciéndote compañía, pero es que, algo moría dentro de mí cada vez que te veía llorar. – explicó Zalión.

-         No quiero llorar más...

-         ¡Pues no lo hagas! Intenta ser fuerte, así no lo vas a superar nunca. Recuerda que yo nunca quise lo malo para ti, tan solo obedecía las órdenes de Sharmin. No me olvides... – dijo levantando mi barbilla. –...por favor. - Me besó y se fue. Allí me volvía a quedar yo. Solo y con mi tristeza.

 

Ya no me quedaban más lágrimas para soltar. ¿Y ahora que iba a hacer? ¿Por qué todos me abandonaban? ¿Qué había hecho yo para merecer aquello? Era doloroso, imposible describirlo con palabras. Ya no tenía sentido seguir viviendo si mi vida iba a seguir así.

Pasé todo el día sin comer nada, encerrado en mi habitación, sentado en la cama, admirando la nada, sin soltar siquiera una lágrima. Mi móvil sonaba a todas horas, mis vecinos traqueaban la puerta, querían saber cómo me encontraba, yo no decía nada, tampoco daba señales de vida. Al caer la noche, decidí quitarme la vida. Antes de nada le escribí una nota a mi madre: ‘Mamá, no voy a volver jamás. Espero que te cuides. He intentado ser un buen hijo. Perdona si alguna vez te he hecho enfadar. Te quiero. Rayne’. Quité un imán que había pegado en la nevera y coloqué la nota con el imán encima para que no se cayera.

Eran las doce y media de la noche. Cogí una mochila y metí en ella un cuchillo grande, con el que mi madre cortaba el jamón y una foto que tenía con Zatión.

Me dirigí al lago, por suerte, no me topé con nadie. Le dije adiós a mi casa, y a mi pueblo. Pensé que no iba a volver a verlos jamás.

Fui al lago donde conocí a Zalión, pasando antes por el árbol con el cual me tropecé el día que conocí a Zatión. Había luna llena, no hacía viento, y yo ya estaba de rodillas a orillas del lago. Allí estaba otra vez, pero esta vez había ido para acabar con todo.

Decidí darme prisa, no quería que apareciese Robbie para impedir que me desangrara  o me clavara el cuchillo. Ya estaba todo preparado, yo, de rodillas junto al lago con el cuchillo en la mano. Tan solo tenía que hacer un corte en la muñeca y moriría desangrado en poco tiempo. Y después de pensarlo mucho, lo hice, me corté en la muñeca y me dolió. Me quejé pero no me arrepentí. Empezó a sangrar sin tener límite. Ríos de sangre bajaban por mi brazo hasta el codo. El corte era algo profundo así que salía a borbotones. Tan solo tenía que esperar, pero un ruido llamó mi atención.

-         ¿¡Quién eres!? ¡No te escondas! ¡Sal! – exclamé asustado.

-         H-Hola... Lo siento... Siento haberte asustado... Tan solo buscaba un sitio tranquilo – dijo una silueta musculosa acercándose a mí. Por la voz puedo decir que era un chico, de unos 19 años, era joven. - ¿¡E-Estás herido!? ¿Qué te ha pasado?

-         Esto... Me he cortado... Estoy sangrando mucho... Será mejor que vuelvas por donde has venido, quiero estar solo. – dije dolorido.

-         ¿¡Pero estás loco!? No te voy a dejar aquí solo sangrando... – corrigió.

-         ¡Te digo que me dejes tranquilo!

-         ¡No! Esta herida es muy profunda, hay que llevarte al hospital, déjame cogerte... – Intentó tomarme pero pataleé hasta que me volvió a dejar en el suelo.

-         ¡S-Suéltame! No quiero ir al hospital, quiero morir desangrado. Esta herida me la he hecho yo. – solté al fin. – Será mejor que me dejes aquí... Como estaba antes.

-         Pero...

-         Vete. Mañana ya no estaré aquí. Gracias por intentar hacer algo con mi vida, pero estoy ya acabado.

-         Dime tu nombre, aun que sea solo eso. Yo me llamo Andrew... Encantado. – dijo ofreciéndome su mano. Yo la sacudí.

-         S-Soy Rayne...

-         Bonito nombre, ¿a qué se debe?

-         Nací un día de lluvia, mi nombre hace referencia a ‘Rain’ que significa lluvia en inglés. Nadie me había dicho hasta ahora que le gustara mi nombre...

-         Siempre hay una primera vez para todo...

-         Aléjate de él, no me gusta para ti – oí en mi cabeza.

Estaba seguro de que era la voz de Zatión, ¿ya empezaba a oír su voz? ¿Me estaba volviendo loco? De repente levanté la cabeza y puedo afirmar que todo lo que había a mi alrededor se había congelado. Solo podía moverme yo, las hojas que caían se habían parado a mitad de su camino, un grillo que saltaba también estaba parado. Enseguida sentí que estaba siendo observado y me dí la vuelta instintivamente y sí, estaba en lo cierto, allí estaba Zatión, con las manos en sus bolsillos, sin camiseta, como siempre. Rígido y firme me miraba esperando algo.

-         ¿Esto es a causa de toda la sangre que he perdido ya? Estoy seguro de que es así, ahora estoy viendo a Zatión en frente de mí... Me estoy volviendo loco, son alucinaciones... – decía para mis adentros.

-         No. No son alucinaciones, estoy aquí en verdad. Tan solo he parado el tiempo, quería saber tu estado.

-         ¡Pues no me encuentro nada bien! Ya no quiero llorar más... Déjame. Vete. – solté, triste y decaído.

-         La muerte no es una solución para superar todo lo que te está pasando.

-         ¡Cállate! ¡Tú tienes la culpa de todo lo que me está pasando! Pensé que eras lo mejor para mí... Pero parece ser que me equivoqué. – reproché.

-         Algún día, espero que lo entiendas algún día – murmuró. Se acercó a mí, agarró mi muñeca y la observó atentamente. -  Dime que no vas a volver a hacer esto nunca más. Prométemelo.

-         No te pienso prometer nada. – Soltó una risa pícara, acercó su boca a mi muñeca, cerró los ojos y lamió la herida hasta que esta se cerró completamente sin dejar ninguna marca.

-         Ya me lo agradecerás. Cuídate, Rayne. Vuelve a casa y olvídate de este bosque, no regreses. Ah, y aléjate de ese tipo – dijo señalando a Andrew.

-         M-Mi corte... Ha desaparecido... – balbuceé.

-         Mi saliva puede curar cualquier herida, ¿no recuerdas? Es hora de irme, buenas noches Rayne, que tengas felices sueños. - Desapareció después de eso y todo volvió a la normalidad. Andrew seguía hablando.

-         Me tengo que ir – le interrumpí.

-         ¿Y tu herida? ¿Qué pasa con ella?

-         ¿Qué herida, Andrew? No tengo ninguna herida, a ver si lo has soñado... O me estás confundiendo con otra persona...

-         ¡Tenías un corte en la muñeca! ¿Ya no está? Estaba seguro de haber visto un corte, sangraba mucho, ¡lo recuerdo!

-         Te habrás confundido con el agua, tenía agua en la mano y está de noche, puede que no lo hayas visto bien. Bueno, es hora de que me vaya... A-Adiós. – dije alejándome de él.

-         E-Espera, ¿quieres que te acompañe a tu casa?

-         ¡No te preocupes! Me voy solo – Y salí corriendo del bosque, aminoré la marcha cuando pisé el puente que había frente a la entrada del bosque.

 

Calles oscuras y calladas, con la única luz que provenía de las farolas y el brillo de la luna. El silencio me seguía. La oscuridad me ponía nervioso. Corrí hasta casa, sin mirar atrás. No llevaba las llaves así que tenía que traquear la puerta. Tuve que explicarle que pensaba mudarme, necesitaba una excusa, no podía contarle la verdad. Se enfadó conmigo, pero estaba feliz de verme en buen estado. Fui directamente a la ducha, un baño rápido y me puse el pijama. Muchas cosas habían pasado y necesitaba dormir. Al llegar a mi cuarto, con el pijama ya puesto, vi que Zalión estaba sentado en la barandilla de mi balcón, le gustaba estar allí. Tenía moratones en la cara, le sangraba la boca, diversos arañazos en los brazos y heridas algo más profundas repartidas por todo el pecho.

Notas finales:

Gracias por leer! :D

Dejar review, onegaaii ^^


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