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Zatión y Zalión. por KeikoHikari

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Notas del capitulo:

Perdonar la tardanza, pero he tenido exámenes... Pero ya lo tenéis aquí! :)

Consejo: Si leéis este capítulo a la vez que escuchais una canción triste vais a sentir más los sentimientos del capítulo...  A mi me ha pasado :P

Perdón si algún error ortográfico se me coló u.U'

-         Zatión... ¡Zatión! ¡Responde! No te vayas Zatión... No me dejes.... Debería de haberme ido contigo cuando estábamos en la terraza. – Estaba llorando desconsoladamente encima del cuerpo de Zatión. – Despiértate, vamos, tenemos que volver a casa. Todo esto es culpa mía... Tendría que haberte escogido a ti, luego apareció tu hermano, el incidente con Seine y no pude escoger. ¡No quiero perderte! Despierta, por favor... ¡Abre los ojos!

 

Mis lágrimas encima de su cuerpo, sin recibir ningún tipo de respuesta proveniente de él. Su sangre comenzaba a manchar mis pantalones por estar arrodillado junto a él. Cuando me fui a dar cuenta había mucha sangre a mi alrededor. Estaba aturdido, ¿qué podía hacer un humano como yo en aquella ocasión? Solo tenía su imagen en mi cabeza, la imagen de cuando abriera los ojos, que me viera delante de él, con los ojos rojos de tanto llorar, pero eso no iba a pasar. Tenía que hacerme a la idea de que él ya jamás abriría aquellos grandes ojos color azul cielo. No estaba dispuesto a rendirme, la muerte no era algo de lo que yo pudiera haber evitado.

Se me ocurrió la idea de llamar a la policía, ¿y qué explicación le iba a dar de la muerte? ¿Que el mismo se había suicidado? ¿Dónde estaba el arma homicida? Lo único que pasaría, me culparían a mi de asesino, me meterían en la cárcel, y entonces si que ya no podría hacer nada. Si avisaba al hospital, pasaría lo mismo, la sangre de Zatión no era normal, en cualquier momento podría transformarse en un lobo, todo el mundo se asustaría, llamarían a algún zoo o circo... Un momento, la sangre de Zatión no era normal, se regeneraba, las heridas se cerraban solas. Me di la vuelta, aparté la camiseta de Zatión, curé la herida, pero no paraba de salir sangre. Recordé que mi madre tenía un conocido que era enfermero retirado. Salí corriendo de casa de Seine en dirección a mi casa, cuando de repente la figura de una persona en frente del edificio llamó mi atención.

-         Rayne...

-         ¡Robbie, se está muriendo, ayúdame! – Agarré a Robbie de la muñeca y subimos corriendo las escaleras. Al enseñarle el cuerpo de Zatión, no se asustó, parecía como que ya lo sabía o que se lo esperaba.

-         Rápido Rayne, tráeme una aguja y un poco de hilo, hay que cerrar la herida para que deje de salir sangre.

-         ¡Sí! – Después de buscar por todos los rincones en la casa de Seine, lo encontré, encontré el costurero. Pasé el hilo por la cabeza de la aguja y se lo di a Robbie. En cuestión de segundos cerró la herida, tanto por la parte del pecho, como por la espalda.

-         Bien, esto ya está, tenemos que limpiar todo esto... Si tu amigo ve toda esta sangre, puede que no ocurra nada bueno. – Limpiamos todo, lo pusimos todo en su orden y le desinfectamos la herida a Zatión.

-         Ha perdido mucha sangre... – murmuré mirándolo.

-         No te preocupes, el hombre tiene un litro de sangre más que las mujeres, el hecho de perder ese litro no pasa nada, es como una reserva. Pronto su cuerpo comenzará a crear más. – explicó. Intentaba tranquilizarme, pero iba a ser imposible. ¿Cómo podía Robbie estar tan seguro de sus palabras?

-         ¿Cómo puedes estar tan seguro, Robbie?

-         ¿No me crees? Está bien; acércate a él y tómale el pulso, donde quieras, es más efectivo en el cuello porque se nota más. – Yo le hice caso, puse mis dedos índice y corazón en su cuello, hubo un gran silencio. No le notaba el pulso, pero al momento, el primer latido... - ¡Lo noté! ¡Está vivo!

-         Pues claro que lo está, no es la primera vez que se hace una herida tan grave... Cuando era pequeño no paraba quieto, siempre llevaba el cuerpo cubierto de heridas... Solía perseguir a las ardillas y acababa muy mal... Pero siempre me tenía cerca y me dedicaba a curarlo y advertirle pero aun así, nunca me hacía caso. Ahora, con el triple de edad, sigue siendo igual, este chico no ha cambiado...

-         ¿Cuándo despertará? Quiero hablarle, he sido muy cruel con él... Me arrepiento de todo lo malo que le he hecho. Soy la crueldad personificada.

-         Todo a su tiempo Rayne... Bueno es hora de que este viejo carcamal se retire... Espero verte más a menudo chico. Me alegro de verte bien. Ah y una cosa, no te preocupes por él – dijo señalando a Zatión – que ese no se muere ni queriendo. – Yo reí ante aquella respuesta.

-         Oye Robbie, ¿cómo sabías dónde me encontraba? Ha sido salir y verte y aun encima sabías cómo curarlo...

-         Pura casualidad... Estaba paseando, y sentí de repente que algo le había pasado y al momento apareciste tú. Él y yo tenemos una conexión especial después de todos estos años. – explicó. – Y ahora sí que me voy. Cuídamelo, te lo confío. Hasta mañana Rayne.

-         A-Adiós... Así que ha sido casualidad... ¡No quiero pensar en eso ahora! Quiero estar atento de él, quiero estar a su lado cuando despierte, que me mire a los ojos y... Tengo que cambiarle el vendaje. – Cuando estaba cogiendo las vendas, Seine me llamó. - ¿Seine?

-         Rayne, escucha, ¿podrías cuidar de mi casa por esta noche? Tengo que quedarme en casa de mis padres para cuidar a mis hermanos pequeños mientras mis padres están fuera. Solo será esta noche, te lo prometo.

-         Ah, por supuesto, no te preocupes. Nos vemos mañana. Adiós. Zatión, despierta pronto, por esta noche nos podemos quedar aquí. – Le quité las vendas, las heridas habían desaparecido por completo, estaba curado, se le podía oír respirar desde la distancia. Puse mi cabeza en su pecho y al final, me quedé durmiendo.

 

A la mañana siguiente, me despertó el piar de los pájaros que estaban cerca de la ventana. Zatión no estaba debajo de mí, tampoco a mis lados, ¿dónde estaba? Me levanté del suelo, al entrar a la cocina, alguien me cogió por la cadera y me pegó a él.

-         He renacido. – Me dijo Zatión al oído.

-         Estás..., vivo... Dije que no iba a llorar pero, no me puedo contener... – avisé tapándome la boca.

-         No llores, estoy aquí. ¿Ahora vendrás conmigo?

-         ¡Ni lo dudes! Después de lo que pasó he pensado mucho... Quiero ir contigo hasta el fin del mundo, y jamás volveré a cometer esos errores contigo. Realmente pensé que te ibas a ir para no volver, y cuando te vi en el suelo..., yo... No hice nada...  – Zatión sonrió y me secó las lágrimas con sus dedos.

-         ¿Sabes que me acabas de declarar tu amor por completo? – preguntó.

-         ¿Y qué hay de malo? A mí me gusta así. – Él me besó la cabeza y me abrazó con todas sus fuerzas.

-         Cuanto ansiaba esto... – murmuró. Después dirigió su mirada a mis labios, se moría por besarme.

-         ¿A qué estás esperando? – Se quedó muy impresionado por esta pregunta, pero después rió y se lanzó a ellos con posesión y delicadeza a la vez.  - ¿Cómo te encuentras?

-         Siento algo de cansancio, pero estoy bien, supongo que por la sangre que perdí, pero ahora que te tengo aquí, qué me importa a mí eso...  Ha merecido la pena, sufrir tanto, ahora sí que puedo decir que eres solo mío.

Notas finales:

¿Qué os pareció? ¿Emotivo no? 


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