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Desde el principio por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Bueno para celebar que he acabado uno de los peores examenes de mi vida (en serio, no os metais a una carrera con bioquimica NUNCA O_o) os dejo un nuevo cap.

Disfrutarlooo

 

 

Habían desembarcado en aquella isla por mañana y había dejado a sus hombres encargándose de buscar las provisiones, mientras Vergo, el niño y él recorrían el pequeño pueblo pesquero que tenía la isla.

 

Había sido un 6 de Octubre de hacia exactamente dos años cuando habían encontrado a un pequeño Law pululando por su barco felizmente, y desde entonces la fecha se había convertido en el día de cumpleaños del enano. Asique ahora, con el niño en sus brazos, recorrían las engalanadas calles de la ciudad en busca de algo que llamase la atención del crio y que pudiese ejercer la función de regalo.

 

—¿Qué es eso?— pregunto el enano señalando a un pequeño desfile que recorría las calles de la ciudad entre música y griterío.

 

—Es una cabalgata— respondió rápidamente Vergo satisfaciendo la curiosidad del menor. Sabían que si no respondían rápido Law podía estar repitiendo la pegunta durante horas hasta que alguien se la respondiese.

 

Un día había apostado con Vergo cuanto podía aguantar Law dando la lata con aquello y por ahora el record habían sido seis horas y media. Y en ese momento Law había parado porque la paciencia del rubio era muy corta, no había aguantado la cantinela por mucho más tiempo y finalmente había acabado respondiendole la pregunta, que si no, estaba seguro de que serian muchas más horas que hubiese podido seguir.

 

Suspiró mirando al niño del demonio que miraba a su alrededor asombrado y envuelto entre sus brazos.



La ciudad estaba de fiesta según había entendido Doflamingo, la virgen de……de algo, y por lo tanto las calles estaban decoradas y engalanadas para la ocasión: Las guirnaldas decoraban los muros y el confeti surcaba el aire, pero lo peor con diferencia era la gente. Una multitud medio borracha e histérica inundaba las calles con sus mejores galas, intentando dejarse ver en la fiesta general y haciendo que recorrer tres míseros pasos les costase diez buenos y largos minutos.

 

Se estaba agobiando.

 

Y cuando se agobiaba las cosas no salían precisamente bien, además, no quería causar un numerito en el cumple del crio. Por lo menos no de aquel tipo, se recordó sonriendo malévolamente.

 

Cambiando el peso del cuerpo al pie derecho y esperando a que la mujer gorda de delante se dignara a avanzar de una puñetera vez, Doflamingo distinguió entre dos enormes edificios que formaban un estrecho callejón, un pequeño parque casi sin nadie en el, en total y absoluta paz.

 

Sin dudarlo se dirigió hacia el lugar.

 

Vergo le siguió al instante soltando un suspiro de alivio. Ambos odiaban las multitudes estúpidas como aquella.

 

El supuesto parque no era más que una pequeña plazoleta rodeada de altos edificios grises, con unos cuantos arboles, unos pocos bancos y un modesto estanque en el centro con algunos patos esperando a que alguien les ofreciese unas migas de pan.

 

—Sentémonos un rato— propuso el rubio cansado de andar toda la mañana abriéndose a empujones entre la gente con un niño de tres años en brazos que no dejaba de preguntar por todo lo que veía.

 

Inclinándose dejó a Law en el suelo y este rápidamente se dedico a investigar la zona en silencio, acercándose a los patos de inmediato y haciendo gala de su maldita curiosidad.

 

Doflamingo se sentó en el banco y simplemente le observó aun preguntándose porque narices había decidido comprarle un regalo al crio. Vergo por su parte, sentado a su lado, no había dicho absolutamente nada en todo lo que llevaban de mañana a excepción de para contestar a alguna de las preguntas de Law. Poniéndole ligeramente incomodo y haciéndole preguntarse qué narices pensaría el moreno de todo aquello.

 

De repente un suave tintineo inundo la plaza mientras un viejo hombre hacia su aparición en la plazoleta empujando un pequeño carrito de color blanco que reconocería en cualquier sitio.

 

El hombre se paró en medio de la plaza y al instante una marabunta de niños se agrupaban a su alrededor suyo pidiéndole helados. El hombre sonreía amablemente e intentaba poner orden entre el gentío emocionado mientras repartía los dulces tranquilamente.

 

Law volvió a su lado.

 

—¿Qué es eso?— preguntó con sus ojos nublados brillantes señalando al hombre.

 

—Un heladero, vende helados— explicó Doflamingo con un tono de voz aburrido intentando captar uno de los rayos de sol que caían sobre el banco.

 

Law miro al mayor y luego volvió a mirar a la marabunta de niños chillando felices y pringándose ya con el dulce con cara de placer.

 

—¿Que es un helado?— pregunto incansable.

 

Esta vez fue Vergo quien contesto.

 

—Es una crema dulce que se congela y luego se come—

 

Law le miro extrañado por la definición, realmente dudando de que existiese algo tan raro como aquello, pero al instante volvió a mirar al grupo de niños risueños lamiendo el dulce y al viejo hombre de sonrisa cansada.

 

Doflamingo miró al chaval. Law seguía mirando al grupo de ruidosos niños con los helados. La verdad, daba gracias de que Law fuese tan tranquilo en comparación con ellos. Luego volviendo a recostarse contra el banco intento tomar el sol tranquilamente ignorando el bullicio.

 

De repente sintió un tirón en su manga y suspirando volvió a  mirar a Law que le miraba fijamente pero con cierta duda en su cara, como queriendo preguntarle algo pero temiendo enfadarle, sus ojos grises miraron hacia el heladero con una pizca de deseo en su mirada.

 

Doflamingo lo entendió.

 

Levantó una ceja  y sonrió divertido, la verdad aquello no era una mala idea, un helado era bastante barato, se quitarían de una vez por todas lo del regalo  y podrían volver al barco para la hora de comer.

 

—Está bien—

 

Levantándose del banco se acerco al viejo heladero provocando que los niños ruidosos salieran huyendo al ver la cara asesina del rubio y lo grande que era. El anciano simplemente les sonrió.

 

—¿Que desean?— preguntó educadamente.

 

—Dos helados— contesto Doflamingo como si fuese lo mas obvio del mundo.

 

Law que le había seguido y ahora estaba a su lado, le miraba curioso aun sin entender que pretendía el mayor.

 

—¿De qué sabor?— preguntó el vendedor.

 

Allí Doflamingo se tuvo que pensar la respuesta. ¿ Que sabor le gustaría al enano? Bueno a todos los niños les gustaba el chocolate.

 

—Deme dos de chocolate— pidió.

 

El hombre asintió y rápidamente empezó a hurgar dentro del carrito sacando un bote con la oscura crema, luego hizo dos bolas perfectas y las monto sobre un cucurucho. Law observo todo el proceso fascinado sin despegar su mirada de lo que hacía mientras el hombre montaba el otro helado.

 

Doflamingo estuvo tentado de burlarse de él.

 

Vergo que también se había acercado a ellos le dedico una mirada curiosa al rubio quien simplemente se encogió de hombros, luego tendiéndole un billete al heladero el rubio tomó los helados.

 

—Toma— dijo tendiéndole uno de los cucuruchos a Law.

 

Law miro a Doflamingo como si hubiese visto un perro verde ¿El rubio le estaba regalando algo?¿Sin intenciones retorcidas? ¿Sin pedirle nada a cambio?

 

Aquello tenía que tener truco.

 

Vergo también miraba al rubio ligeramente asustado ¿Su capitán estaba compartiendo?¿ Regalándole un helado a un crio? Sabía que era lo que habían venido a hacer a la ciudad, el rubio se lo había explicado, pero no se lo había tomado muy en serio en aquel momento.

 

Y allí estaba, el rubio psicópata regalándole un helado de chocolate al niño pesado.  Aquello tendría que ser el fin del mundo, o tal vez un sueño, o su capitán estaba enfermo y entonces...

 

Doflamingo resoplo enfadado observando las caras de los otros dos.

 

—Oh, venga ya—se quejó por la falta de confianza—¿tan raro es que quiera regalarle algo a Law por su cumpleaños?—

 

—No, pero...—comenzó Vergo que seguía en estado de Shock

 

Law seguía mirándole sorprendido levantando muy lentamente sus manos hacia el dulce que empezaba a derretirse, como temiendo que pudiese estallar en cualquier momento. Cuando por fin lo tuvo entre sus manos miro al helado entre dudoso y extrañado, luego volvió a mirar a Doflamingo con su mirada seria, preguntándole  si realmente podía tomar aquello.

 

Doflamingo le ignoró y se dirigió al banco de nuevo, sentándose en él y dejando un pequeño espacio al crio, espacio que ocupo casi al instante.

 

Sin enbargo Law seguía sin probar el helado y le miraba expectante.

 

Doflamingo se llevó su propio helado a la boca y realizó una gran lamida consiguiendo degustar el espeso chocolate y enseñándole de paso a Law como se comía. Law miró su helado que comenzaba a chorrear peligrosamente.

 

—Si no te lo comes rápido se va a deshacer— le aviso el rubio dándole otra lenta lametada a su helado y mirando al chico de reojo.

 

Law acercó su cara al dulce lentamente y sacando tímidamente su lengua imitó el gesto del mayor probando por fin el helado.

 

Una exclamación de sorpresa salió de los labios del enano.

 

—Ta frio— chilló contento lanzándole a Doflamingo una de sus enormes y ya conocidas sonrisas, pero con toda la boca pringada de chocolate.

 

Doflamingo que ya se había acabado su helado y se relamía los dedos le devolvió la sonrisa al chico y le revolvió el suave pelo negro cariñosamente.

 

De verdad, que cosas se le ocurrían al enano, pensó divertido.

 

—Feliz cumpleaños Law— susurro bajo.

 

Pero el niño no le prestó atención, estaba demasiado ocupado intentando comer el maravilloso dulce y no pringarse con el chocolate que se derretía peligrosamente entre sus inexpertas manos.

 

 



Volvieron al barco al final cuando comenzaba a anochecer. Al intentar regresar después de que Law se acabase el helado Vergo le había recordado que deberían comprar algo de ropa para el chico. Ya que la que llevaba actualmente no eran más que telas viejas y rotas que habían encontrado por el barco y habían cosido de mala manera, o alguna camiseta que le quedase pequeña a alguien y le prestaban al enano como vestido.

 

El chico necesitaba ropa definitivamente, concluyo mirando al chaval vestido con su vieja camiseta arremangada penosamente. Y pañales le había recordado también Vergo, pese a la insistencia del crio de que ya no los necesitaba.

 

“Si, también necesitaban los diabólicos y malditos pañales”, había siseado por lo bajo fulminando al crio con la mirada, sabia iba a costarle mucho tiempo superar el trauma de los malditos pañales. Law simplemente le había devuelto una mirada enfadada reiterándole de nuevo que no los necesitaba y que ya era mayor.

 

Y así es como habían acabado en una vieja tienda de madera a las afueras del pueblo después de comprar los pañales, entre montones de ropa para niños.

 

En serio, ¿cómo acababa siempre metido en estas cosas? ¿Él, uno de los piratas más buscados del nuevo mundo en una tienda de ropa para bebes?¿en serio?

 

Vergo, junto a los probadores ayudaba a Law a quitarse y a ponerse la ropa mientras el niño insistía en que podía hacerlo solo y huía de las manos del moreno.

 

—Déjame bastardo—gritó arrebatándole la camisa de las manos al mayor mientras este intentaba encasquetársela— no me gusta el color rosa— anuncio al examinar la camisa.

 

Doflamingo contuvo un tic nervioso por el comentario, pero luego rio al ver como Law lanzaba la ropa  por el suelo haciendo a la dependienta empalidecer y murmurando algo por lo bajo sobre el lenguaje y la educación de los niños.

 

—¿Has decidido ya?— murmuro acercándose al par en el suelo.

 

Law levanto los ojos hacia el mirándole pensativo y luego volvió a dirigir sus profundos ojos hacia el montón de ropa a su alrededor. Finalmente tomo una decisión y eligió una camisa amarillo intenso con las mangas negras.

 

—Esta— anuncio feliz.

 

—Creo que vamos a necesitar más que una única camisa Law— murmuro Vergo volviendo a agarrar un montón de ropa y volviendo a hurgar en él mientras el niño suspiraba.

 

¿Era cosa suya o Vergo se estaba divirtiendo con todo aquello? Suspirando volvió a sentarse en una de las sillas que había por la habitación mientras los otros dos creaban el caos en la tienda en busca del pantalón perfecto.

 

Horas más tarde cuando salieron de la tienda dejando a una dependienta llorando desesperada, estaban totalmente cargados de bolsas y Law sonreía totalmente feliz con su nueva ropa.

 

— Juro que algún día me vas a pagar esto enano—siseo entre dientes.

 

Cuando llegaron al barco sus hombres solo le miraron divertidos, soltando algún murmullo por lo bajo, pero sin atreverse a dirigirle la palabra al ver su mirada homicida.

 

Juraba que en el próximo cumpleaños del chaval le iba a montar una fiesta. Y punto.

 

 

 

Notas finales:

Bueno, que levante la mano quien no haya pensado mal con la escena del helado. (Se hace el silencio en la sala)

 

Salidos que sois unos salidos ¬¬

 

En fin ¿que os a parecido?¿Continuo con la relacion de amor-odio de Doffy por Law?¿O les empiezo a hecer sufrir? Por cierto me gustaria tener un beta-reader ¿alguien se ofrece?

 

En el proximo Cap Law intentara hacer algo por Doffy, a ver que tal le va U_U  pero os prometo que os vais a reir eso si, tanto de Law como de Doffu n_n

 

Pues bueno, eso es todo amigos, publicare el siguiente en los reglamentarios cinco dias, asi que sed generosos con la autora en periodo de examenes y estres y dejad algun review mis amores.

 

Por cierto hay una parte del fic dedicada a Kivha, ella sabe cual es ; P

Besos


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