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El Cuartel del Metal por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

Hola!!!


Ya lo sé, ya lo sé. Creo que esta vez me excedí con la demora, pero es que pasaron algunas cosillas que relataré rápidamente: uno, no se me ocurría nada y cuando lograba escribir algo, me sentía insatisfecha con el resultado; dos, recientemente conseguí empleo y a decir verdad demanda mi tiempo aun cuando tengo acceso a PC e Internet (en un café cercano, XP); y tres, mientras buscaba información para mi fanfic “El llanto del banshee” (que sigue en proceso, XP), me topé con un fanfic de Saint Seiya que hablaba de los hökan (las geishas originales, que de hecho eran hombres), la pareja  (Shaka X Mu) llamó mi atención y seguí leyendo más y más fics hasta que me enamoré de ellos y comencé mis primeros trabajos (bueno, de hecho ya son tres fics).


 


Como sea, he aquí la entrega número 51 de ‘El Cuartel del Metal’. Gracias a quienes lo han seguido aun cuando he tardado una eternidad, así como los nuevos lectores.


 


Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica, así como las bandas y canciones aquí mencionadas, son propiedad de sus respectivos autores, excepto los inventados por mí. De lo contrario no estaría poniendo este disclaymer, :v.

Capítulo 51: Las vacaciones se acaban, pero no los problemas – Parte III

 

Si bien era cierto que su temple no le permitía amedrentar por nimiedades, no podía evitar sentirse nervioso porque Miyagi se encontrara justo ahora leyendo el mensaje de Aramis. Sin embargo su temple era tal que no dudó en ir y arrebatarle el celular.

 

—No es lo que piensas, sólo iremos a los videojuegos —espetó secamente.

—¿Quién está sacando conclusiones apresuradas? Además ¿no están muy grandecitos para los videojuegos?

—Sí, pero no voy a desairar a Aramis-san por eso…

—¿Desde cuándo le llamas por su nombre? —inquirió el pelinegro.

—Desde siempre —espetó, no sin percibir el toque de intriga en la pregunta del mayor—. El punto es que se nota que él sí sabe sacarle provecho a su juventud…

—¡Pero tiene casi la misma edad que yo! Bueno, excepto porque se ve de 28 por su supuesta 'maldición', pero…

—Como sea, Aramis-san sabe divertirse y por alguna razón me incluyó en eso, así que no lo voy a desairar. Tendremos algunas retas en el futbolito, comeremos cualquier porquería hasta atiborrarnos, le apostaré un raro vinilo de Iron Maiden…

—Y a todo esto ¿Por qué me lo cuentas?

—Para que no te hagas ideas equivocadas, por supuesto.

—Lo dices como si Aramis te fuera a seducir —espetó Miyagi burlonamente—. Lo conocía bastante bien como para saber que no se fijaría en un hombre ¡menos si es mucho menor que él!

—Tú lo has dicho, lo conocías, tiempo pasado. Además tú ya lo hiciste al asumir tu responsabilidad, si sabes de lo que hablo…

—¡No, tú fuiste el que se metió a la fuerza en mi cora…!

 

Un silencio se hizo presente dejando inconclusa la frase. Gruñó internamente, pues el catedrático parecía seguir renuente a admitir abiertamente sus sentimientos. Ello le llevó a acelerar un poco las cosas.

 

—Como sea, si te 'aventuraste' —resaltó la palabra moviendo los dedos— a responderme, Aramis-san podría hacerlo también si se lo pidiera ¿no crees?

—¿Qué se supone que significa eso? —la voz del mayor sonaba mosqueada.

—Olvídalo, siempre dices que hablo sin pensar. En fin, tengo que irme a clases, así que te dejo el almuerzo —dicho esto le entregó un bentö con la 'especialidad' que preparó apenas esta mañana—. Más te vale terminarlo y no tirarlo a la basura o lo sabré —amenazó.

—¡Pero qué…!

—Nos vemos.

 

Mientras el baterista de Exilieth se alejaba, el ex baterista de The Troopers comenzaba a preguntarse si estaba subestimando demasiado al rubio o éste le daba demasiada importancia.

 

—Rayos, ese chico siempre tan impredecible.

 

Por otro lado, el segundo guitarrista de Exilieth había pasado parte de la jornada pensando en algo, o más bien en alguien. Forzaba a su memoria a ubicar entre sus recuerdos la cabellera roja como fuego y los ojos azul cielo que vio esta mañana, y que se le hacían familiares. Al principio los asoció con los de la ex baterista de los entonces 'Aftershock', Yamashita. Sin embargo la pelirroja por la que terminó drogado y expulsado de la facultad hace dos años, tan glamorosa, vivaz e incluso sensual, no se parecía en nada a esta chica desaliñada, de semblante cansado y curvas de más que no le dejaba de rondar en el pensamiento. No podía ser ella.

 

—Hiro-san, te he fallado… —suspiró con un dejo de tristeza— estoy pensando en otra persona además de ti.

—¡Hey, Nowaki! —una voz conocida lo sacó de su ensimismamiento— Necesitamos que nos hagas un 'paro'...

 

En efecto aquella persona no venía sola, sino acompañada de unas seis personas más que conformaban el Consejo Estudiantil.

 

—¡Claro, Yuuta-san!

—Bueno... es algo difícil, considerando que disponemos de poco tiempo, pero...

—Estamos organizando una pequeña fiesta de bienvenida al ciclo escolar —una muchacha interrumpió el balbuceo de su compañero—, y necesitamos que tú y tu banda vengan a tocar. Vendría siendo este viernes ¿Qué dices?

 

En efecto el plazo que tendrían para ensayar sería muy corto, considerando que todos los integrantes de Exilieth comenzaron el ciclo escolar y estarían atareados. Sin embargo, y muy en el fondo, deseaba que no se realizara esa fiesta, pues temía que se repitiera el incidente de hace dos años. Consecuentemente esto le recordó nuevamente a Yamashita y a aquella otra pelirroja.

 

Por otro lado, Shinnosuke ya había terminado algunas clases sin mayor problema. Al principio causó conmoción el cambio en su forma de vestir, e incluso algunas compañeras le pedían su número telefónico. Sin embargo no le duró demasiado, pues cuando veían que todavía seguía oyendo música a todo volumen y jugando con su inseparable PSP, se daban cuenta que seguía siendo el mismo 'friki metalero' de siempre y lo pasaban de largo...

 

—¿Me puedo sentar junto a ti? —...o al menos hasta ahora.

—Claro que sí.

 

Se trataba de una chica que tendría la misma edad que él, de larga cabellera azul eléctrico hecho rastas, piel blanca, ojos verdes, que lucía una ombliguera de un solo tirante, jeans verde militar y zapatos de casquillo.

 

—¿Eres Tödö Shinnosuke?

—Eso depende de quién lo pregunta —espetó él de forma risueña.

—Jean Wicker —se presentó ella—, estuvimos juntos en la clase de Derecho Mercantil el año pasado.

—¡Ya me acuerdo! Estabas recursando... ¿Y sí la pasaste?

—Sí.

 

Como también era su hora del almuerzo, ambos la pasaron charlando de cualquier cosa. Resultaba que tenían cosas en común como el gusto por el death metal melódico o el metalcore, la tendencia de comer papitas fritas casi todo el tiempo, el gusto por los mangas y videojuegos, entre otros. No obstante, después de debatir sobre la diferencia entre un smoothie, un mouse, un esquimo, un frappé y una natilla  —concluyendo que todos eran batidos dulces y fríos—, la conversación pasó a algo más crucial.

 

—...no sé tú, pero estaba pensando que podríamos organizar una pequeña fiesta de bienvenida al ciclo... obviamente no en ésta semana, es muy poco tiempo. Sería únicamente para compañeros cercanos y podríamos invitar a algunas bandas...

—Suena bien pero ¿dónde sería?

—Es cierto... ¿Te parece que sea en El Cuartel del Metal? Podrías hablar con tu banda y los dueños...

 

"Ya decía yo..." se dijo internamente el Caballero Dorado al darse cuenta que ella sólo se le acercó por interés. Empero eso no lo desilusionó del todo, pues le atraía la idea de la fiesta.

 

—Lo intentaré, pero no prometo nada —la expresión de la chica se tornó decepcionada—. Nowaki ya empieza con sus prácticas en el hospital y yo acabo de entrar a un bufete de abogados, los dos tenemos que hacer tesis... tú entiendes.

—Entiendo, yo también estoy trabajando en la mía, pero digo ¿por qué no empezar bien el año?

 

Suspiró internamente. Esta chica no iba a rendirse. Después de un rato de discutirlo, llegaron a algunos acuerdos.

 

—Okay, entonces así quedamos —dijo Jean—. Nos leemos en WhatsApp al rato.

—Okay.

 

"Bien, ahora a juntar a la banda"

 

Transcurrió un buen tiempo hasta que dieron las tres y media de la tarde. Algunos alumnos ya salían de sus clases, entre ellos los dos integrantes más jóvenes de Exilieth. Hotaru iba tomada del brazo de Misaki.

 

—...por favor,  te lo suplico, ayúdame. Tú los viste, los tipos no me dejan en paz. Mira cuántas cartas me han mandado ya.

 

Abrió su bolsa roja, cuyo interior estaba atiborrado más de cartas que de sus propias cosas.

 

—¡Pero qué...! —la exclamación de sorpresa del chico no se hizo esperar— ¿Cuándo pasó?

—En la clase de inglés ¿puedes creerlo? Apenas llevo unas horas aquí y ya me están acosando —se quejó la peli-negra.

—¿Y ya intentaste usar la excusa de que tienes novio?

—Sí, pero conoces a ese tipo de personas: no creen si no ven.

—O sea que tienes que conseguir uno, o al menos pretender que lo tienes —espetó el pequeño guitarrista de forma resolutiva.

—Así es. Por eso quiero que me ayudes.

—¡Claro que puedes contar conmigo! —respondió triunfal—... Me aseguraré que, quien sea, sea bueno para ti.

—De hecho… —titubeó ella, con las mejillas sonrojadas y un brillo en la mirada— ya tengo pensado alguien.

—¿Ah, sí? ¿Y quién es el afortunado?

 

La vocalista de Exilieth se acercó al oído del oji-esmeralda y le susurró una respuesta que lo dejó con la boca abierta.

 

—Es una broma ¿verdad? —respondió el muchacho, sin salir de su estupor.

—Misaki, hablo muy en serio ¿Me ayudarás o no?

—Pero es que…

—¡Por favor! —suplicó ella fervientemente— ¡Sólo hasta que me dejen en paz! ¡No quiero recurrir a la violencia! ¡Bastante tengo con soportar a Shinobu como para que tenga que lidiar con ellos también!

 

Aquel 'favor' que le pedía la vocalista no le sonaba tan descabellado como parecía. El problema en sí era las consecuencias que traería si 'cierta persona' llegara a enterarse. Pero su amiga se veía demasiado desesperada y al parecer no contaba con nadie más que él. Por otro lado, recordaba que desde niños se habían apoyado mutuamente, en las buenas y en las malas.

 

“Taru-san… eres mi mejor amiga y no quiero que por un malentendido se pierda nuestro vínculo, pero… siempre has estado para mí cuando lo necesité. Tal vez… tal vez no sea tan malo si soy cauteloso… muy, muy, pero muy cauteloso…”

 

—Bueno… yo…

 

En otra parte de Mitsuhashi, en tanto, ciertos profesores de Literatura se encontraban aun trabajando cuando se escuchó el toque de la puerta.

 

—Adelante —instó el castaño, arrepintiéndose casi al instante.

—Oigan ¿por qué no fueron a desayunar hace rato? —era el nuevo profesor de idiomas de primer y segundo año— Los estuve esperando casi hora y media…

—Disculpe, Akio-san, tuvimos un día muy ocupado —respondió, intentando sonar inmutable.

—¡Mentira! Lo que pasa es que puso a una de sus alumnas a escribir doscientas veces “A la escuela se viene a estudiar, no a leer cartas de amor de admiradores” y la esperó hasta que terminara —espetó Miyagi, sin despegar la vista de su computadora.

—Y mientras tanto, alguien más perdía el tiempo y por eso nos retrasamos —murmuró ácidamente el castaño.

—Hombre, no te quedes ahí parado y entra.

—¿De casualidad es Hotaru Shimura? —inquirió Akio, mientras entraba como Juan en su casa y tomaba asiento.

—No ¿Por qué la pregunta?

—Estuvo recibiendo varias notas en mi clase. La verdad es que la chica es muy bonita y además es vocalista de una banda de metal ¿Quién no querría una cita con ella? —respondió el ex segundo guitarrista, y luego de soltar un suspiro corto, agregó: —Lástima que no pasa lo mismo con los hombres...

—¡Cómo no! —replicó el ex baterista— Acuérdate que Aramis acaparaba toda la atención, de metaleras y no metaleras también.

—Eso sí, aunque nosotros no nos quedábamos atrás.

—Habla por ti; a Hiruko y a mí rara vez nos volteaban a ver.

—¿Cómo los iban a voltear a ver si eran bien antisociales? Bueno, en realidad sólo tú. Hiruko era más bien timorato.

—Y muy mojigato… si no fuera por la forma en que se alocaba cuando iba a las tocadas con nosotros, hubiera jurado que en realidad era una chica.

 

Mientras la conversación seguía, acompañada de una comida por cortesía de Akio, Hiroki no podía evitar tensarse cada vez que se mencionaba el nombre de quien fuera el bajista de los entonces The Troopers, Murakami Hiruko. Todavía tenía presente el recuerdo de ese sueño tan recurrente, tan vívido y a la vez tan irreal. Era como si los sueños de alguno de ellos, Akio o Hiruko, hubiesen sido arrancados de sus cráneos y trasplantados al suyo. No entendía a qué venía tanta habladera sobre Hiruko, pero al final se dio cuenta de una cosa: esa persona ocupaba un lugar muy especial en el corazón de Akio Kusama.

 

Por otro lado cierto escritor conducía hecho un cafre hacia Mitsuhashi. A decir verdad las palabras de Aramis lo habían dejado pensando. Si bien era cierto que Misaki correspondía sus sentimientos —aunque no lo admitiera abiertamente—, sabía que Hotaru Shimura no desistiría de conquistar al guitarrista. Muestra de ello había sido su transferencia de campus y cambio de carrera sólo para estar con el chico. Asimismo, y a juzgar por el tono de aquellas palabras, Aramis la apoyaba.

 

“…Misaki ya se le declaró alguna vez. Chance y lo haga de nuevo… después de todo aún es joven y puede recapacitar”

 

¡Por supuesto que Misaki era joven! Como tal, estaba en la plena época de la experimentación y el cambio. Para cualquier otra persona era comprensible que su casi nula experiencia en el amor fuera tal que confundiera sus sentimientos, y que con el paso del tiempo y la madurez adquirida, recapacitaría y desistiría de ellos por algo mucho mejor. Sin embargo para él era sólo un obstáculo qué vencer, no un impedimento. Pensaba que si trabajaba arduamente, eliminaría de en medio no solo a Hotaru Shimura, sino a todo aquél que quisiera reclamar el corazón de Misaki, del que se sabía dueño.

 

En esos pensamientos estaba cuando aparcó el auto. Como siempre, desde mediados del semestre pasado, algunas de sus fans se juntaban a su alrededor y cuchicheaban cualquier cosa que no era de su interés. Sin embargo algunos de ellos casi le provocaron náuseas.

 

—Misaki-kun y Hotaru-san hacen una linda pareja.

—Lástima que son metaleros.

—¿Y qué? Míralos y dime que no quisieras estar como ellos.

—¿Y quién no? Chance y terminan casándose. Ya sabes lo que dicen, los noviazgos universitarios son los más duraderos, si no es que para siempre (1).

 

¡De ninguna manera iba a permitirlo! En cuanto el guitarrista y la vocalista pusieron un pie fuera de la facultad, Usami tomó al muchacho cual costal de papas y, agregando un escueto 'nos vamos', se lo llevó al auto y arrancó a toda velocidad.

 

“Por amor a Steve Harris y Cliff Burton ¡Aramis no danna, ayúdeme!”

 

Mientras aquellos dos se iban, dejando a una oji-magenta evidentemente mosqueada, en otro lugar el otro guitarrista iba de camino a Mitsuhashi, pues quería darle una sorpresa a cierto castaño cascarrabias. Sin embargo éste le ganó la idea, pues le enviaba un mensaje diciéndole que lo esperaba en su apartamento. Entusiasmado por ello, el de ojos zafiros no dudó en apresurar el paso. A decir verdad ya había arreglado sus horarios en la 'Floristería Amaranth' y en 'Sahara Music Store', de tal manera que podía estudiar y trabajar. Además, por ser el primer día de clase, el resto de la tarde prometía ser tranquila… o al menos eso creía.

 

Entró a la floristería, y luego de saludar a algunos conocidos, llevó consigo un sencillo pero bonito arreglo. Después pasó por 'Sweet Temptation', aquella repostería en la que trabajaba una compañera suya de Sahara Music Store. Unos minutos más tarde ya volvía a casa con un pequeño postre. Estaba tan feliz por lo que le esperaba esta tarde con su novio que se olvidó por completo del asunto de las dos pelirrojas.

 

Oh I love the face you try to hide in your hands, we are in love
Oh I love the snow angels we make hand in hand, we are in love.

(¡Oh! Cómo amo el rostro que tratas de esconder en tus manos, estamos enamorados.
¡Oh! Cómo amo los ángeles de nieve que hacemos tomados de las manos, estamos enamorados) (3)

 

Igual que un día de hace un tiempo, Hiro-san se encontraba sentado en el piso, recargado contra la puerta, la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados en un gesto que denotaba tanta paz que no se atrevió a romperla. Y de igual forma que esa ocasión, la atmósfera que brindaba la música proveniente del móvil del mayor lo incitó a sentarse junto a ély4; su mano se deslizaba con lentitud para unirse con la de su pareja, quien no se opuso. Permanecieron así un buen rato hasta que los murmullos mal disimulados de dos vecinas rompieron con toda calma.

 

—¿Otra vez ellos dos?

—Dios mío, ¿Por qué no se van a hacer sus cosas a otro lado? Hay niños en este edificio.

—Creí que sólo era una etapa de Kusama-kun, como le pasó a mi Makoto, pero parece que va en serio.

—Pobres de sus padres, tantos esfuerzos invertidos en él y para que les salga con eso.

—Y que lo digas. Los hijos hoy en día no saben agradecer lo que hacen los padres por ellos —fue lo último que escucharon antes de que desaparecieran al doblar una esquina.

—Será mejor que entremos —Nowaki instó al castaño, sin soltar su mano.

—H-hai.

—Por cierto, te traje esto —el menor en edad hizo entrega del arreglo.

—¿Flores? ¡No soy una chica! —replicó el mayor inmediatamente.

—Pero no me vas a negar que te gustaron ¿verdad? —inquirió burlonamente.

—Bueno, sí, son bonitas… —respondió de nuevo el mayor, esta vez con los pómulos sonrojados.

—Me alegra saberlo —sin poder evitarlo, envolvió al mayor entre sus brazos y le dio un beso corto en la punta de la nariz.

—¡¿Qué se supone que haces?!

—Demostrarte mi cariño, por supuesto.

—¿Sabías que eres demasiado cursi para ser metalero?

—Deberías sentirte orgulloso de que este metalero muestre esta faceta únicamente contigo.

 

Estaban a punto de besarse cuando se oyó el timbre. Ni rápido, ni perezoso, Hiroki logró liberarse del abrazo de Nowaki y corrió a atender. Al abrir la puerta se topó con una chica que jamás en la vida había visto.

 

—Buenas tardes ¿Aquí vive Kusama Nowaki?

—¿Quién lo busca?

—Yamashita Mikoto.

 

El corazón del oji-zafiro dio un salto de la impresión al escuchar el nombre de una de las dos pelirrojas en las que no paró de pensar toda esta mañana. Su curiosidad e incertidumbre pudieron más que la sensatez, por lo que casi empuja a Hiroki para asomarse a ver, quedándose helado al ver que la pelirroja de antaño y la del presente eran la misma persona.

 

—¡Nowaki!

 

Sin embargo fue demasiado lento para reaccionar ante lo que vino después: al tiempo que se lanzaba a abrazarlo, los ojos de la mujer se desbordaban en dolorosas lágrimas, y su pecho se sacudía en violentos y sofocantes sollozos, mientras repetía su nombre una y otra vez. En cuanto el más alto se percató de la situación, supo que esto no terminaría bien, y el aura amenazante que emanaba el castaño se lo confirmaba.

 

—Nowaki… eras tú, eras tú… no estaba equivocada… —seguía sollozando ella— Gracias al cielo que te encuentro…

—¿Necesitas ayuda? —inquirió, mientras le daba algunas palmaditas para que se calmara. Ella sólo asintió con la cabeza— Bien, necesito que te tranquilices y me lo cuentes todo ¿de acuerdo?

 

Otro asentimiento de cabeza y algunos minutos más tarde, los tres ya se encontraban en la pequeña sala.

 

—Necesito que me ayudes con esto —decía aquella pelirroja, calmada pero aún con tono dolido—. Si no te lo dije antes fue porque supuse que seguirías resentido conmigo por lo de esa fiesta.

—Mikoto, no estoy resentido contigo ni mucho menos —el oji-azul le tomó la mano para brindarle confianza—. No fue sólo tu culpa, también yo tuve la responsabilidad.

 

“¿Fiesta? ¿Responsabilidad? ¿Por qué tendría que estar resentido? ¡Por todos los cielos, sean más claros! No entiendo nada”

 

Hiroki estaba que no entendía nada. Los dos jóvenes hablaban de cosas de las que obviamente él no había sido partícipe, y por una razón que no quería admitir, eso le molestaba. Estaba a punto de interrumpir la plática de los jóvenes, que seguía llevándose a cabo, pero las palabras de la tal Yamashita no se lo permitieron.

 

—…siendo así, voy a presentártelo. —La pelirroja viró la vista hacia la puerta, que no estaba del todo cerrada, y alzando un poco la voz, dijo: —Haruka, ya puedes traerlo.

 

Ninguno de los dos varones entendía qué hacía ahí aquella niña de nueve años bastante parecida a Mikoto Yamashita, quien cargaba con un pequeño bulto envuelto en cobijas, de las que únicamente asomaban algunos mechones negro-azulados. Empero sus palabras fueron suficientes para helarle la sangre al Caballero Zafiro.

 

—¡Wow! ¡Está muy guapo el papá de tu bebé!

—¡¿Qué?!


CONTINUARÁ…

 

Notas finales:

1.- Eso de que los noviazgos universitarios son los más duraderos, si no es que para siempre, es muy subjetivo. En la universidad tuve compañeros de todos los semestres, que iniciaron sus relaciones desde primer semestre, con compañeros de la carrera, y que hasta la fecha siguen juntos e incluso ya se casaron. De ahí la idea.


2.- Love de Sonata Arctica, que encontrarán en el álbum Pariah’s Child (2014). Hay una pequeña discordancia de tiempo, ya que el fic lo empecé por eso de abril de 2013 (año en el que se ambientaría el fanfic), y para ese entonces todavía no se lanzaba ese álbum. No repercute en la trama, por supuesto, pero no faltó quien me criticara por ello. Como sea, ya había hecho esta aclaración desde que inicié los cortos correspondientes a cada integrante de Exilieth.


 


Bueno, de momento es todo de fic. Espero no haberles causado un infarto con esa última parte, XD, aunque más de uno segurito querrá matarme por eso. Como sea, gracias por la paciencia y por leer. No prometo que la conti la suba pronto, los motivos ya los expliqué. De todas formas nos leemos hasta la próxima. Chaito.


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