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Sexy, Naughty, Bitchy Mello por Kurumi2413

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Notas del capitulo:

¡Hola! He aquí yo, cumpliendo mi promesa. Es Miércoles! 

No sé si en todos los países siga siendo, pero aquí son las 22:34 xD

Ah... En fin, lo demás lo digo al final, por el momento, sólo diré que este capítulo me gusta mucho. Me ha gustado mucho escribirlo, es el más largo de todo el fic y mi segundo favorito, después del de "Temblando" xD 

¡A leer! (?

20-. El último vals

***
—Dentro de unos cuantos minutos llegaremos a nuestro destino, gracias por viajar con nosotros. –Fue lo que se escuchó en el autobús donde algunos dormían, mientras otros hablaban o comían. Sin embargo, dos chicos en especial, no lo estaban pasando tan bien como los otros.

Mello suspiró mientras seguía escribiendo en su cuaderno amarillo favorito. Estaba todo desgastado, pero servía. Y así se había mantenido ocupado durante las tres horas de viaje que eran hasta la ciudad donde se quedarían por tres días. El primero, era especialmente para recorrer los lugares turísticos, o bien quedarse en el hotel. El segundo todos se prepararían para un pequeño baile de fin de curso que habría en uno de los salones, donde todos irían con pareja, para "mejorar" aún más las cosas. Por el tercer día sería el regreso, sin embargo pararían en un pueblo cercano para realizar una actividad "sorpresa" que tenían preparada los maestros y los jefes de grupo. O en el caso del salón donde estaba el rubio, las jefas de grupo. Alice y Ailyn.

La noche había sido probablemente la más lenta y horrible de todas. Sin embargo, le había servido para reflexionar algunas cosas. No soportaba ni un miserable segundo más sin Matt. Si por el fuera, iría ahí mismo para intentar disculparse, pero no era el momento adecuado, y no podía ser un simple "Lo siento". Probablemente antes no se puso en el lugar del pelirrojo, y lo insultó sin darse cuenta. Había veces en las que lo hacía con cariño, y en esas ocasiones su compañero sí se daba cuenta, pero en aquellas discusiones... Maldita sea, siempre actuando impulsivamente. Eso no quitaba que también se sintiera herido, pero que va, lo merecía, merecía sentirse así. Lo que hizo no fue correcto, y se ganó las palabras dichas por Matt.

Se sentía tan cansado... Física y mentalmente... Aquello no podía ser bueno. Un poco más de esa manera y de verdad lo pasaría mal. Pero eso no importaba, lo principal en ese momento era buscar la forma para disculparse.

De pronto sintió el autobús detenerse, y todos comenzando a hablar animadamente. En ese momento de verdad agradecía haberse sentado solo durante el viaje. Aunque claro que era mejor estar junto a Matt... Pero no podía.

Un tema que le preocupaba era el de las habitaciones. Los chicos no podían estar con chicas, por suerte. Pero, ¿y si le tocaba con Matt? De hecho, eso le agradaría. Pero sabía que podía traer tanto cosas buenas como malas. Si todo resultaba bien, podrían ordenar palabras en un lugar donde estuvieran más a solas. Pero si no... Terminarían discutiendo nuevamente... Ya daba igual eso, se las arreglaría para no volver a decir cosas de más, y hacerlo apropiadamente.

Observó como el autobús en el que viajaban se detenía frente al hotel donde se quedarían, y acto seguido se abrieron las puertas. Notó que Matt fue de los primeros en bajar, seguido de Alice y Ailyn, que iban detrás. No quería poder tiempo, por lo tanto, cerró su cuaderno, guardó su pluma en un bolsillo del short negro que llevaba puesto, y después de tomar su maleta, salió del camión.

Matt buscaba la cabellera rubia de Mello entre las demás personas, hasta que la encontró. No estaba tan lejos, más bien, estaba más cerca de lo que imaginaba. Demasiado, pues estaba a un metro, aproximadamente. No sabía si eso lo ponía nervioso o feliz. Tal vez las dos cosas, pues si no le molestaba estar cerca, significaba que ya no estaba tan molesto, y quizás pronto podrían arreglar las cosas... Sí, seguramente eso era. Sonrió inconscientemente, algo esperanzado. Todo iba bien, hasta que...

—¡Mello! ¿Por qué esa cara? ¡Parece que viste a un fantasma! –Era nada más ni nada menos que Ellie, la chica para-nada-tímida del grupo. Tenía el cabello café oscuro y los ojos igual, de un tono casi negro. Era algo molesta en algunas ocasiones, pero decidió responderle por esa vez.

—No es nada. –Su respuesta fue corta, pero suficiente para que Matt volteara disimuladamente hacia allá. Eso hizo que el rubio sonriera de lado, al ver como el pelirrojo se mordía el labio de preocupación, o probablemente celos. Eso era buena señal, sí, pero no sabía lo mal que éste lo estaba pasando en esos momentos... Y la clase de pensamientos negativos que tenía.

¿Por qué Mello no lo miraba? Esa era su pregunta. "Mírame, mírame..." Pensaba continuamente. Se sentía que se estaban alejando demasiado. ¿Por qué sonreía con esa chica? ¿Acaso lo estaba olvidando? No, paranoias suyas. Hace unos segundos estaba feliz, y ahora así... Eso ya no era posible...

Estaba cansado de estar solo y escucharse sollozar en algunas ocasiones. Sólo podía voltear atrás y ver los buenos momentos. Pero quería escaparse de todo, y justo se topaba con la mirada de Mello cuando casi lo lograba, y se volvía a perder en sus ojos. Sentía que iba a enloquecer. A veces mentía cuando le buscaban los ojos y le preguntaban cómo estaba, y eso tenía que hacerlo diariamente con sus padres, fingir que todo estaba bien. A veces moría de celos, pero no se lo quería hacer saber a Mello. Quería que lo abrazara fuertemente, como él lo hacía... Pero se sentían tan lejanos...

Anteriormente todo parecía una historia feliz, ahora más bien parecía un cuento de horror. En tan sólo una semana, todo estaba convertido en el mismísimo infierno.

¿Es que acaso aún tenían oportunidad de arreglar las cosas o ya todo estaba perdido? Ojalá cualquier cosa, menos eso último.

Estaba tan concentrado en sus pensamientos, que apenas y notó como todos ya iban entrando al hotel. Miró atrás, y dio un suspiro de alivio. Ellie ya no molestaba a Mello, pero seguía siendo sospechoso. Ella formaba parte de su "grupo de admiradoras", que ahora se habían convertido en las chicas extrañas que los defendían. ¿Acaso tramaban algo? Lo peor del caso, es que parecía que al rubio no le irritaba... Demasiado extraño para ser verdad.

Ah, casi lo olvidaba, hablando de chicas, también tenía que disculparse con Alice y Ailyn por insultarlas, después de todo, aunque el malentendido también hubiera tenido que ver con ellas, sólo intentaban ayudar. Y él así se los agradecía... Genial, era tan "buena" persona.

Ya dentro, Alice comenzó a nombrar los compañeros de cuarto, ya que, al ser un viaje de la escuela, la opción de elegir no era válida. Todo estaba tranquilo, hasta que al final de la lista...

—Matt y Mello. –Pronunció, con una sonrisa ¿Alentadora, quizás? En el rostro. Ailyn, quien estaba junto a ella, también les sonrió. Entonces fue que se dieron cuenta que eso había sido obra de ellas.

En vez de gritar "¿¡QUÉ!?" como hubieran hecho si no se sintieran arrepentidos, cansados y sin ganas de pelear, ambos, en silencio, se dirigieron por la tarjeta de la habitación. Trescientos cuarenta y tres.

Para sorpresa de ambas chicas, Mello les dedicó una mirada que se podía interpretar como un tímido "gracias". Y sin decir nada más, se dirigieron al elevador con sus maletas en el hombro.

—¿Te... Te ayudo con una maleta? –Le preguntó el rubio a Matt, al notar que batallaba un poco y él no traía una, sino dos maletas.

—Eh... Está bien... Gracias... –Murmuró de forma muy baja lo último y bajó la mirada, sintiendo sus manos comenzando a temblar.

Mello, al no saber más que decir, ni mucho menos qué hacer, esperó hasta que las puertas se abrieran en el piso tres. Caminaron del lado izquierdo, donde estaba su habitación. Era la última del pasillo... Bien, por lo menos, al parecer tendría balcón.

El pelirrojo tomó la tarjeta y la colocó para abrir la puerta. Una vez apareció una luz verde en el aparato, tiró de la perilla con algo de torpeza y aún con nerviosismo, hasta que logró abrir.

Las cosas que traía cayeron de sus manos en un golpe seco. ¿¡Por qué había una cama doble? Deja vú. Eso ya había pasado en la casa de los abuelos de Matt, donde se quedaron atrapados en el cuarto e hicieron por primera vez... Basta, no era momento para pensar en eso. En otras circunstancias hubiera sido casi normal para ambos, pero en el problema en el que se encontraban... Se sentía como cuando recién se confesaron, con los nervios a más no poder, la piel erizada, una extraña sensación en el estómago y las manos sudándoles. Todo eso sin contar la sangre que ya se les subía a las mejillas. De pronto comenzaban a sentir más calor que de costumbre. ¡Seguro eso de la habitación fue culpa de Alice y Ailyn!
En bastantes líos se habían entrometido ya, por más buena que fuera su intención. Aunque, se suponía que ellas sólo organizaban las parejas, no acomodaban habitaciones. Y ni siquiera eso, según sabían, fueron decisiones al azar para evitar problemas o conflictos. ¿Entonces por qué les tocó juntos?

Mello recogió su maleta y una de las de Matt, pesar de que éste anteriormente le había dicho que no era necesario, si quería arreglar las cosas, debía por lo menos tratar de portarse amable. Aunque sabía que eso no sería suficiente.

El pelirrojo se le quedó viendo con el rostro sorprendido y aún rojo. ¿Por qué lo hacía? Tal vez no era tan tarde y podrían arreglar las cosas. Pero no debía de darse demasiadas esperanzas, pues así como podía ser eso, era posible que su compañero rubio simplemente se hubiera aburrido de esperarlo para que pasara... Se maldijo internamente al caer en cuenta de sus pensamientos, ¿es que no podía pasar ni un segundo sin hacer una suposición? Aunque no lo hacía intencionalmente...

Sacudió la cabeza intentando alejar ese tipo de comentarios internos, y pasó al cuarto. Era bastante espacioso... Aquello era extraño, pues se suponía que en las habitaciones sólo había dos camas, no una matrimonial y un sillón.

Un momento, ¡Eso era! Uno de ellos podría dormir en el sillón y otro en la cama, claro... A pesar de que eso se sentiría extraños después de todas las veces que estuvieron compartiendo cama, no había opción, era eso, o comenzar una nueva discusión por quién dormiría en la cama y quién en el suelo.

Cansado y sólo con ganas de dormir, Mello desempacaba su ropa y la ponía en un armario que había pegado a la pared. En realidad acomodaba sus prendas, pero estaba hundido en sus pensamientos. ¿Y ahora qué? No había temas de conversación... O en realidad sí, es más, había muchos, pero ninguno quería tratar el que era de mayor importancia. Miró un reloj que había en la pared y sostuvo la mirada ahí, hasta que después de mucho observar, apenas notó la hora.

¡Ya era tarde! Si no se iban ya, no alcanzarían a ir con los demás al recorrido turístico por la ciudad. Y a pesar de tener la posibilidad de elegir si ir o quedarse, prefería ir, por mas cansado que estuviera, si se quedaba, estaría a solar con Matt. Más silencios incómodos... No podía permitir eso hasta que se le ocurriera algo para solucionar las cosas. Rápidamente se volvió hasta el pelirrojo, y éste se sobresaltó con su mirada. Se miraron a los ojos unos instantes más, antes que Mello hablara.

—Mjm... –Carraspeó, logrando captar la atención del otro. – ¿Irás al paseo? Si es que sí, se hace tarde.

—Ah... Sí.

Mello podía sentir como poco a poco todo se iba a la nada. Los esfuerzos por conversar y arreglar las cosas eran en vano, pues siempre terminaban discutiendo nuevamente, no llegando a nada, o simplemente quedándose en incómodos silencios sin ocurrírseles nada mejor que decir.

Ambos salieron del cuarto cerrando detrás de sí la puerta, y una vez más, bajaron por el elevador. Otro silencio incómodo.

—Y... ¿Cómo están Alice y Ailyn? –Soltó de la nada Matt. La verdad, sólo trataba de sacar algo de conversación, pero no daba resultado.

—¿Qué insinúas? ¿A qué viene eso? –Preguntó Mello, arqueando una ceja, sin entender el comentario.

—No insinúo nada, ¿por qué siempre crees eso? Es sólo que... –Suspiró. – Nada, olvídalo.

Y así, una vez más, había logrado sentirse mal él, y hacer sentir mal a Mello. Genial, mejor no podía ser. Lo único bueno es que no habían salido gritando de esa. Por lo menos era un logro... Si así es que podía considerarse, claro.

Una vez se abrió la puerta, pudieron ver como algunos alumnos reclamaban con los maestros sobre su compañero o compañera de habitación, no conformes con quien les había tocado. Más adelante, casi en la entrada del hotel, se encontraban el grupo de alumnos que iba a ir al recorrido.

Para mala suerte de Matt, los maestros habían ordenado hacer dos filas de hombres y dos de mujeres... Por estaturas. Y él iba al principio. De mala gana se colocó en el primer lugar, mientras que Mello iba casi al final de la primera fila. Junto a él se encontraba Ailce, y casi al principio, junto a Matt, Ailyn. Daba igual cómo se acomodaran, una vez salieran del hotel seguramente se dispersarían.

Aguardaron unos instantes más antes de que se les diera la indicación de comenzar a caminar. Tenían suerte que el hotel quedara justo en la zona turística, donde los carros no circulaban.

Y como era de esperarse, al cruzar la puerta, ya todos se encontraban dispersados. Algunos siguiendo al guía turístico que los acompañaba, escuchando lo que decía, mientras otros se quedaban atrás comprando en alguna tienda. El rubio sacó una barra de chocolate del bolsillo y comenzó a caminar, observando a los alrededores. Seguramente aquello sería más divertido de no ser por la discusión. Suspiró, pensando en cuándo podría ser todo como lo era antes.

—Hey, ¿Todo bien? Te ves cansado. ¿Pudiste acabar eso? –Le preguntó Alice, quien caminaba junto a él.

—Sí, no dormí para poder terminarlo, pero sí. –Miró al piso desinteresadamente, a pesar de que su amiga sabía que no le daba para nada igual.

—¿Y aún así piensas dárselo?

—Claro que sí. No me desvelé tanto tiempo para nada. Aunque después lo tire a la basura, con que lo vea estará bien. –Pateó una roca, y recordó lo de la habitación. Debía de preguntarle sobre eso. – Hey, ¿ustedes fueron las responsables de lo que la habitación? –Arqueó una ceja, con curiosidad.

—¿Cuál habitación? ¿La de ustedes?

—¡Es una maldita cama matrimonial! No juegues, dime la verdad.

Uno, dos, tres... Alice estalló a carcajadas, llamando la atención de unas cuantas personas alrededor. Mello le puso mala cara y la chica intentó calmar su risa para contestar.

—No... Las parejas también fueron al azar, y te tocó con él porque, era Matt o Near. Pero de la habitación... ¡Ni idea! –Siguió riendo un poco más, mientras observaba algunas tiendas y edificios del lugar.

—Ah. Entendido. –Comenzaba a sentirse más cansado que de costumbre. O por lo menos, más de lo que había estado en esos días. ¿Era malo, acaso?

—Sabes, creo que tengo que disculparme con Matt yo también. –Alice suspiró, logrando que Mello volteara a verla con curiosidad. Ella prosiguió. – Es que acabo de notar que Ailyn y yo pasamos más tiempo contigo, cuando también deberíamos de apoyarlo a él. Lo he visto bastante solo en estos días, y creo que también se siente algo mal y molesto por eso...

El rubio recordó la pequeña conversación en el elevador, justo antes de salir... Probablemente eso era verdad. Maldita sea, ¿Por qué no lo había notado?

—De acuerdo. –Le dio un mordisco a su barra de chocolate, observando a la chica adelantarse, suponiendo que yendo donde Matt.

Y mientras tanto, con el pelirrojo...

—¡Pero Mello estaba escribiendo! Él no lo hace desde que murieron sus padres, y yo lo vi en el autobús con una pluma y su cuaderno. –Ailyn trataba de convencer a Matt para que arreglaran las cosas, pero éste insistía en decir que no era tan fácil como parecía.

—¿Lo... Lo dices enserio? Pero es que... No lo sé, siento que lo hago sentir mal, pero yo también me siento mal con lo que me dice. –Se encogió de hombros, mirando a la chica.

—¿Ah, sí? Mira, casualmente, él piensa lo mismo... Creé que te hace sentir mal, pero igual se siente herido cuando le dices algunas cosas... –Matt la miró con sorpresa.

—¿Y eso tú cómo lo sabes? ¿Les dijo? –Preguntó.

—Eh... Claro que no, lo dijo directamente, Mello es... Mello. Pero se le notaba demasiado. Sin contar que se ha estado desvelando mucho y no está comiendo bien...

—Sí, eso sí lo noté... Además...

—Un momento, ¿Acaso me he estado perdiendo de algo? –Antes de que alguno de los dos hubiera podido decir algo más, Alice había llegado. Al ver la cara de confusión de Matt y su 'amiga', decidió explicar un poco más. – Me refiero, que estén hablando tan calmadamente sin discutir. Vaya.

—Ya hicimos las pases. –Contestaron al mismo tiempo.

—Oh... Bueno, entonces supongo que es mi turno... –Carraspeó y siguió hablando. – Matt, realmente lo siento. Por todo... Creo que es claro que ambas queríamos ayudar, pero al parecer nos involucramos más de la cuenta y eso sólo trajo más problemas. Ya no vamos a intervenir, pero eso no significa que no podamos darles uno que otro consejo. ¿Sí? –Sonrió nerviosamente, buscando la mirada de su amigo.

—Yo lo siento por insultarte... Realmente nada de lo que decía era verdad, pero el enfado del momento... –Agachó la vista.

—Ya, entiendo. Entonces, ¿Amigos de nuevo? –Alice le extendió la mano, la cual seguidamente fue tomada y estrechada por el pelirrojo.

—Claro... –Le sonrió tímidamente, pensado que estaba avanzando poco a poco. Seguía sin poder arreglar las cosas con Mello, pero por lo menos ya todo estaba bien con las chicas.

Los pasos se le hacían cada vez más pesados, su barra de chocolate sólo había provocado un intenso dolor de cabeza en su cuerpo, además de sed. No llevaba agua, y con el Sol que hacía, sentía que se deshidrataba de a poco. Por la mañana sólo comió chocolate, al igual que el día anterior. Eso comenzaba a hacerle mal de a poco, o más bien, el mal ya estaba bastante hecho.

Sentía los ojos pesados, y sus piernas sin fuerza para seguir caminando. Bien, por lo menos ese esfuerzo estaba valiendo la pena... Al día siguiente podría darle el regalo (si es que así podía llamarse) a Matt, y podría dormir en paz... Sí, pero por el momento sólo tenía que seguir caminando... Maldita sea, lo que hacía por ese chico...

No notó que Alice, Ailyn, y detrás de ellas, Matt, venían caminando hacia él, ni tampoco notó cuando comenzó a cerrar los ojos poco a poco, hasta comenzar a ver borroso, y aunque quisiera decir algo, no podía. Lo último que vio, fue a un chico y dos chicas preocupadas, gritando su nombre mientras trataban de hacer que reaccionara.

Y después cayó al suelo, ya sin ver nada. Y no podría saber lo mucho que cierto pelirrojo estaba preocupándose por él,

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No, no, no. ¿Por qué las cosas tenían que ser así? Maldita sea Mello y su salud tan delicada. A decir verdad, en esa ocasión había aguantado bastante sin caer dormido de la nada o desmayarse.

Después de que el rubio se desmayase, rápidamente unos maestros acudieron y lo revisaron. Una vez concluyeron que había sido sólo un desmayo y lo que necesitaba era simplemente reposo, dejaron que Matt lo llevara de regreso al hotel. Pero claro que unas chicas muy preocupadas lo siguieron.

Lo había llevado cargando en la espalda, a pesar de ser "bastante" más alto que él, no era tan pesado y fácilmente pudo cargarlo.

Las chicas decidieron dejarlos solos cuando hubieron llegado a la habitación que les correspondía.

Y ahí se encontraban en ese momento, Mello aún sin despertar, y Matt desesperado dando vueltas por todo el cuarto.

Eso seguramente había sido culpa suya, ¿De quién, si no? Culpa suya por ser tan estúpido y malentender las cosas, por reclamar sin sentido, insultar y hacerlo sentir mal. Debía dejar de echarse la culpa por todo, aunque era cierto, pero... Basta. No tenía caso estar pensando en eso en ese momento. Sin embargo ese sentimiento como de culpa seguía en él.

Debía de calmarse... Pero entre tanto ajetreo, la noche ya había caído, y Mello seguía sin despertar.

Se quitó los zapatos y se echó a la cama junto al rubio. Él tampoco había dormido muy bien por la noche, estaba cansado, pero no era momento de dormir. Por lo menos en ese instante no.

Con los ojos recorrió todo de Mello, desde el cabello, hasta la punta de los pies. Se veía tan tranquilo mientras dormía... Pero seguía siendo Mello. Inconscientemente se acercó un poco más y pudo apreciar su aroma. Hace tanto que no lo sentía...

Para descansar la vista, cerró los ojos un momento. Su propósito era esperar a que el ardor que sentía en ellos pasara, pero terminó por quedarse dormido, a lo menos que quería llegar.

Despertó sintiéndose mucho mejor. Por la noche descansó bastante, pero algo estaba mal. Esa no era su cama, ni mucho menos su habitación. Además alguien lo abrazaba por la cintura, y él también abrazaba a alguien. ¿Qué había ocurrido?
Antes de poder pensar en algo más, tocaron la puerta. Entonces recordó; el viaje, la habitación, Matt, el paseo... Un momento, ¡La habitación!
¡Estaba con Matt!

Por fin se le ocurrió la grandísima idea de abrir los ojos, encontrándose a un aún dormido pelirrojo demasiado cerca de él.
¡No debían de estar así!

Intentó removerse de la cama, pero cayó de esta en el intento.

—¡Ah! –Matt se sobresaltó por el repentino movimiento, logrando que despertara de golpe.

—Lo siento si te desperté. Y no te preocupes, no pasó nada. –Se disculpó Mello, reprochándose internamente por poder disculparse por eso, y no por lo importante.

—Da igual... –Recibió como contestación.

De pronto cayó en cuenta de la situación. Se quedó dormido mientras cuidaba de Mello, pero por la expresión de éste, que aún se encontraba respirando con algo de dificultad en el suelo, y el rostro completamente sonrojado, pudo suponer que algo más había sucedido... Pero no podía ser nada grave, después de todo, seguían sin poder arreglar las cosas.

Al parecer, la necesidad de estar cerca era mayor que su orgullo.

El rubio se levantó del suelo y se dirigió a abrir la puerta, encontrándose con Alice y Ailyn, sonrientes.

—¿Qué hacen aquí?

—Veníamos a ver cómo estabas, y si querían venir a comer con nosotras. –Contestó Alice.

—¿Comer? ¿No sería desayunar? –Mello arqueó una ceja.

—Eh... No, es la una treinta... –Esta vez, la que habló fue Ailyn.

—¿¡Se acaban de levantar!? –Preguntó Alice, sobresaltando un poco a los otros tres.

—Ahá... Bueno, ya qué, iré, pero no sé si Mat... Digo, si Mail irá. –Ambas muchachas suspiraron al oír la forma tan "formal" en la que llamó al pelirrojo. Justo cuando creían que ya todo estaba bien, o que por lo menos las cosas habían mejorado...

—Iré, supongo. –Contestó con simpleza, pero sin dejar pasar el detalle de su nombre.

Ninguno tenía realmente ganas de ir, pero no quedaba opción. Era mejor eso que quedarse los dos solos hasta la noche, y no tenían ninguna otra cosa con la cual gastar el tiempo.

—Muy bien, nos vemos abajo, entonces. –Las dos sonrieron, dejando a ambos chicos una vez más solos.

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Extrañamente, Mello comía de forma rápida, como quien no come hace meses. Y era algo similar, pues durante la semana no había ido de compras, y se mantuvo a base de chocolate y alguna que otra sopa instantánea. Alice y Ailyn lo miraban con una sonrisa, mientras Matt seguía preocupado. ¿Cómo es que se había descuidado así? Además, no podía evitar seguir pensando que eso era su culpa.

Se habían tardado bastante en ordenar y después en traer la comida, debido a todas las personas que había en el lugar. Faltaba cada vez más poco para el "gran" baile, los maestros preparaban el salón con adornos, alumnos iban de aquí para allá, y los que querían ir bien vestidos y arreglados, comenzaban a prepararse desde entonces.

Muchos también buscaban con quién ir acompañados. Porque vamos, era el típico baile cursi de fin de curso, donde todos buscan pareja para bailar "el último vals" de la secundaria.

—Por cierto, Mello, ¿Por qué te desmayaste? –Preguntó Ailyn.

—Creo que no fue tanto por el calor, la deshidratación, el chocolate, el dolor de cabeza o todo eso junto... Sino mas bien por no haber estado durmiendo casi nada. Cansancio de más, supongo. –Una vez dicho eso, siguió comiendo, sintiéndose algo mejor que los otros días. Pero eso no quitaba que siguiera preocupado por los "Asuntos" pendientes.

—Bien, pero vaya que eres... Ah, bueno, por lo menos ya estás mejor, ¿No? Los maestros estaban preocupados, pero después dijeron que no era nada malo, y con reposo estarías bien. –Alice no quería crear otra discusión, por lo que se ahorró algunas palabras que seguramente sobrarían ahí.

—¿Desde cuándo los maestros son médicos...? Que idiotas. –Murmuró el rubio.

Matt no decía nada. Estaba demasiado metido en sus pensamientos como para intervenir. Sentía que sobraba, como si hubiera sido invitado por lástima. Intentó convencerse así mismo que no era así y que simplemente estaba exagerado.

Una vez terminó de comer, Mello jugueteaba con el tenedor, y con la otra mano tamborileaba la pierna. Estaba nervioso e inquieto por alguna razón, pero no le encontraba una explicación lógica a eso. Que él supiera no habían discutido a gritos como otras veces... O tal vez ese era el problema. Que comenzaban a resignarse, pensando que posiblemente ya no tuviera caso arreglar las cosas. O podía ser lo contrario, que estaban cansados de discutir y querían arreglar las cosas de una vez, pero sin saber como.

No sabía con exactitud qué era, pero fuera lo que fuera, seguía manteniéndolo inquieto. Por otro lado no sabía nada de lo que pasaría respecto a su futuro. Es decir, había acabado la secundaria. Bien, ¿Y ahora? Tenía que buscar una preparatoria decente que fuera pública, o buscarse una privada donde la educación fuera mejor. El problema era, ¿Con qué dinero? Era buen estudiante, la posibilidad de que le dieran beca no era nula.

Un escalofrío recorrió su espalda. Pensar en eso lo hacía inquietarse más. Mejor se enfocaba en el presente, no era tiempo de pensar en el futuro. O de hecho sí, pero no tenía ganas en ese momento. No quería.

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La tarde moría lentamente, dando paso a la noche. No podía comprenderlo... Una vez salieron del restaurante, cada quien se fue por su lado. Mello leía un libro en la sala de la planta baja, mientras él jugaba con su consola portátil en la habitación. No tenía caso, pues perdía cada tres segundos y no lograba concentrarse bien.

Las horas lo consumían, estaba ansioso y a la vez inquieto por verlo de nuevo.

Cuando perdió por milésima vez en el día, se rindió. Simplemente no podía concentrarse. Dejó la consola a un lado y se tiró a la cama. Inconscientemente tomó la almohada donde Mello había dormido, y aspiró de ella. Como pensó, tenía su aroma... Era tan agradable... Cerró los ojos unos instantes, imaginando que la almohada era cierto rubio, y no un objeto.

Se cansó de esperar. Ya no sabía ni qué pensar. Y cuando intentaba pensar en algo, terminaba en lo mismo... Quizás estaba esperando que Mello fuera el que se disculpara... No, eso era absurdo, él era él y dudaba que cambiara. Pero por lo menos podía intentarlo, si realmente le importaba. ¿Entonces por qué no lo hacía?

Y hablando de Mello, justo mientras pensaba en eso, la puerta se abrió.

Sin decir ni una palabra, abrió el armario y sacó una camisa formal color negro, junto a un pantalón del mismo color. De sólo ver la ropa le dio más calor del que ya tenía... Pero, ¿Es que acaso ya se cambiaría? ¿Qué hora era?

El rubio entró al baño para cambiarse, y Matt vio hacia donde estaba el reloj de pared. Las ocho en punto. ¡Ya era hora! Había perdido bastante tiempo jugando videojuegos y pensando, que no se dio cuenta de la hora.

Rápidamente pero sin muchos ánimos, se levantó de la cama y tomó de su mochila una camisa blanca, pantalones negros y una corbata negra. Como Mello se encontraba cambiándose en el baño, decidió que no importaría si se cambiaba en la habitación.

Justo cuando le faltaba ponerse simplemente la camisa, el rubio salió del baño. Al ver el torso desnudo del pelirrojo, un escalofrío recorrió su espalda y Matt sólo pudo atinar a terminar de ponerse torpemente lo que le faltaba. Batalló con la corbata, hasta que finalmente decidió dejarla como estaba, a pesar que el nudo le había quedado de todo, menos bien.

Miró con curiosidad que Mello sacaba de la nada una caja mediana de regalo, color plata. ¿Para qué sería eso? Para él definitivamente no. Suspiró, caminando y al salir de la habitación cerrando la puerta detrás de sí, con el rubio andando al frente, sin esperarlo.

Ya en el elevador, de nuevo el silencio se hizo presente. La curiosidad de Matt era demasiada, hasta que al final decidió preguntar.

—¿Para qué es eso? –Señaló la caja y Mello lo miró con el ceño fruncido.

—Nada que importe. –Y eso era mentira, siendo que, aunque Matt no lo supiera, justamente esa caja era para nadie más ni nadie menos que él, aunque pensara completamente lo contrario.

—¿No ponemos dejar esto de lado y ya...? –Suspiró nuevamente.

—No se trata de eso. –Respondió, fingiendo indiferencia, a pesar que dejar de lado las cosas era lo que más quería, simplemente esa no era la manera.

Por él podía decirle "Sí", y besarlo sin importarle nada más, pero no. Eso estaba mal, tenían que aclarar las cosas primero, no podía ser así de simple. Ambos se habían herido y dicho muchas cosas. Si no aclaraban, jamás sabrían qué cosa era cierta y qué no, y el remordimiento estaría siempre presente. Además de la culpa.

La puerta del elevador se abrió, dando paso a un pasillo que conducía al salón.

Caminaron en silencio, mirándose de reojo. Vaya que ambos se veían bastante bien en esos trajes formales que los obligaban a usar para ese tipo de eventos.

Cuando entraron, lo primero que se notó fueron las llamativas luces. Había muchos chicos con trajes y chicas con vestidos bailando al ritmo de la música, en la pistad e baile. Otros estaban sentados en las mesas charlando animadamente.

A lo lejos divisaron como una mano les hacía señas. Era Alice, indicándoles que se acercaran a una de las mesas del fondo. Y así lo hicieron, pues después de todo, no tenían nada más que hacer.

Alice vestía un vestido que le llegaba a las rodillas, completamente negro, a excepción de un adorno en la cintura. Normalmente traía el cabello lacio, pero en aquella ocasión lo llevaba ondulado de las puntas, haciendo que se le viera un poco más corto de lo que lo tenía, pues le llegaba un poco más arriba de los hombros.

Ailyn llevaba un vestido blanco con algunos adornos de la cintura para arriba, también a las rodillas. Y el cabello en una media coleta, atado con un broche.

—¿Les gusta cómo quedó la decoración? –Preguntó Alice.

—No está mal. –Respondió Mello.

—Se ven bien, chicos. –Comentó Ailyn, sonriéndoles.

Mello frunció el ceño y Matt sonrió nerviosamente en un gesto de agradecimiento.

—¡Hace calor! Maldita sea. –Protestó la pelinegra.

—Tú llevas vestido, por lo menos no llevas pantalón y camisa... –Murmuró Matt, interviniendo por primera vez en una conversación.

Ambas chicas rieron por su comentario, pero al rubio y al pelirrojo no les hizo demasiada gracia.

—Ahora, ¡Dejen esa cara y por lo menos intenten divertirse! –Por más que Alice trata de animar un poco a los chicos, era como si fuera una misión imposible.

—Además, acaban de llegar y esto hace rato que comenzó... ¿Y si van a bailar? –Les propuso Ailyn.

—¡No me dejen solo con él! –Dijeron al mismo tiempo, apuntándose el uno al otro con el dedo.

—Bueno, entonces vayamos los cuatro. –Agregó Alice.

—¡Menos! ¡Mejor piérdanse por ahí y déjenos solos! Eh... Este... No, eso no... Yo no quería decir... –Matt tartamudeaba mirando a todos lados, tratando de encontrar alguna excusa para su repentino comentario.

—¡Sí! –Contestó inconscientemente Mello. Cuando notó la mirada extrañada de los otros tres sobre él, frunció el ceño, sonrojándose. – ¡Digo, nada! –Se sentó en una silla de la mesa, fingiendo enojo mientras observaba hacia otro lado.

—Idiotas enamorados... –Murmuró Alice, suspirando. Matt la fulminó con la mirada. –Ya, ya, sólo decía la verdad... Es enserio, Matt, deberías hablar ya con Mello.

—¿Y por qué él no lo hace? –Arqueó una ceja y Alice se encogió de hombros.

—Te aseguro que, si Mello hace eso, podrás saber que realmente le importas. –Le sonrió Ailyn, segura que era cuestión de tiempo para que el rubio se disculpara y finalmente hablaran.

—Si no, te lo terminarán ganando... –Alice le tocó el hombro a Matt y seguido señaló discretamente hacia la mesa donde a pocos metros esta Mello... Hablando con Ellie, la chica de la mañana.

Para sorpresa de los tres, el rubio se levantó, siguiendo a la chica hasta la pista de baile. Sin embargo, al levantarse también tomó la caja de regalo color plata. ¿¡Cómo era eso!? De la nada, la música cambió de un ritmo movido a uno lento y cursi. No, todo menos eso.

Alice y Ailyn observaban con la boca abierta. ¡Había invitado la invitación de 'esa' pero no de ellas! Matt por su parte tampoco se lo creía. Simplemente observaba como Ellie se pegaba como chicle a Mello. Por eso odiaba esas fiestas. Las chicas siempre esperaban que un chico las sacara a bailar, que de un segundo para otro se enamoraran misteriosamente de ellas, quedando maravillados, y finalmente las besaran con delicadeza bailando una canción lenta... En esos momentos se sentía bien no ser "normal" en cuanto a "las preferencias", pues se ahorraban muchas de esas cosas vergonzosas.

La melancolía lo atrapaba por la espalda. Los recuerdos y los ratos pasaban frente a él sin piedad, y más aún viendo como Mello estaba con una chica. Pero algo estaba mal...

Se acercaba lentamente a él, directo a sus labios y... ¡La chica quería besar a Mello!

—¡Matt! –Le llamó Alice, para hacerlo consciente del hecho del que acababa de darse cuenta.

Sin perder tiempo y en un arrebato, se acercó casi corriendo hasta donde estaban Mello, como en un estado de bloqueo-transe, y Ellie, que ya estaba más que cerca de sus labios. Sabía que estaba mal intervenir en esos momentos, pero era inevitable, no podía permitir que eso sucediera.

—¡Alto! –Con el ceño fruncido, tomó el brazo de la chica, jalándolo de forma que se alejara.

El rubio lo miró con la mayor cara de sorpresa que jamás puso en su vida. Tenía la boca entreabierta, como queriendo decir algo, pero sin poder articular palabra.

Antes de que otra cosa sucediera, el pelirrojo se echó a correr rumbo a la salida.

—¡Espera! ¡Matt! –Mello dejó a una confundida chica, para ir tras Matt. Ya era tiempo de hablar, las cosas no podían quedar así. Al ver que lo ignoraba y seguía su camino, apresuró el paso y lo llamó más fuerte. — ¡MATT!

Alice y Ailyn suspiraron mientras observaban. Sin embargo, lo mejor era que solucionaran eso solos.

A pesar de que Matt si lo escuchó, no pensaba detenerse. ¿Por qué había hecho eso? Ahora no se atrevería ni a ver a Mello...

Llegó al elevador y presionó unas diez veces el botón que lo conducía a su piso. Justo cuando las puertas comenzaron a cerrarse, Mello detuvo la puerta y entró.

Un escalofrío recorrió el cuerpo del pelirrojo y sus manos estaban sudando.

—¿Puedes... Decirme... Qué... Pasó... Ahí? –Le preguntó Mello, jadeante por el reciente esfuerzo realizado.

Matt no contestó, y antes de que pudiera hacerlo, el elevador se detuvo. El problema era que ese no era su piso y las puertas no se abrían.

—No, maldita sea... ¿Y ahora qué? –Mello se tomó la cabeza con las manos, y a pesar de no olvidar el tema anterior, tampoco es como si pudiera dejar lo del elevador de lado.

—Eh... Una vez vi en un vídeo que se tiene que apretar el botón amarillo y esperar... –Y así, el rubio hizo lo que dijo Matt. Después de haber apretado el botón varias veces, se sentó en el suelo. El pelirrojo lo imitó, sin embargo, manteniendo su prudente distancia.

Puede que estuvieran atrapados, pero sus pensamientos abarcaban otras cosas. Como lo sucedido en el salón. Y todavía no había explicaciones, simplemente había sucedido. Ni Mello comprendía por qué había aceptado ir con la chica... Según él sabía, tenía que distraerse y no pensar en Matt. Pero le fue peor. No le hubiera gustado que esa chica lo hubiera besado, y la situación simplemente le hacía pensar más en Matt que antes.

Después de unos cuantos minutos de silencio, Mello retomó con lo que estaba anteriormente.

—¿Me dirás que sucedió?

El gamer seguía sin contestar, evadiendo la mirada del otro solo él.

—Mira... Tenemos que hablar, admítelo. –Suspiró. Al ver que Matt seguía sin decir ni una palabra, en un intento desesperado por que lo escuchara, continuó hablando. – Yo... Debo disculparme, por todo. No debí haberte insultado de esa forma, sabiendo que eres bastante sensible. Me comporté mal y sólo empeoraba las cosas. En realidad, por lo que todo comenzó fue por esto. –Le aventó la caja plateada a Matt, haciendo que éste por fin volteara la mirada. – Es para ti, ábrelo. –Lo miró, y el pelirrojo por fin volteó lo miró a los ojos. Suspiró nuevamente y ahora fue él quien apartó la vista.

Sin saber que decir, Matt la abrió. Cuando vio lo que contenía, no pudo evitar poner cara de gran sorpresa. Era un álbum de fotos. Hecho a mano y engargolado. La portada tenía dibujadas las letras "M&M" al estilo gótico. De ahí en adelante, las hojas de colores en las cuales estaban las fotos, eran sólo amarillas y rojas. Curioso.

Pasaba las páginas, observando las fotos de diferentes momentos del año. Todas eran fotos exclusivamente de ellos dos, excepto por las que había en la última página. La penúltima foto era una donde aparecían Mello, Alice, Ailyn y Matt. La última, una foto de Mello sin camiseta haciendo una mueca de desagrado, y Alice riendo... En la casa de el rubio.

Mello, al ver que Matt se quedó viendo específicamente esa foto, se adelantó y explicó lo que justo pensaba.

—Eso fue cuando... Bueno... Sucedió eso... Alice había ido sólo a ayudarme, de verdad lo siento. –El rubio se mordía el labio inferior de preocupación. ¿Y si eso que había dicho y hecho no era suficiente?

En ese punto, lo mejor era que ambos fueran sinceros de una buena vez por todas.

—No... No... ¡NO! ¡No te disculpes! Fue mi culpa todo, maldita sea. Mi culpa por malentenderlo y no creerte... Juro que si me dices que la luna es de queso te creeré, pero perdóname... Por eso y por decir cosas que no son verdad. Todo lo que dije fue por simple enojo infantil y... –Una lágrima cayó por su mejilla, sobresaltando a Mello. —Tenías razón, soy un infantil... –Agregó, sintiendo otra lágrima... Y otra...

—Ya, sí lo eres. –Al escuchar eso, Matt se levantó de donde estaba sentado con la cabeza gacha, y pateó a Mello en la rodilla. Este gimió de dolor. Pero es que realmente estaba molesto, él se intentaba disculpar, ¿¡y así le pagaba!?

—¡Hey! ¡Por lo menos déjame hablar! –Se quejó, mientras también se levantaba e incorporaba.

—¡Ese es otro problema! ¡Quieres que se haga todo lo que tú digas!

—¡Tú eres demasiado celoso! ¡Como con lo de hace rato!

—¡Déjame hablar a mí primero!

—¡No! ¡Tú déjame hablar! –Mello tomó de la camisa a Matt, levantándolo levemente del suelo. Las lágrimas en su rostros seguían ahí, pero mientras continuaban discutiendo, no se les tomaba demasiada importancia que se dijera.

—¡TE ODIO!

—¡DEMUÉSTRALO, ENTONCES!

—¡Eres demasiado mandón! ¡Y ESA ES OTRA RAZÓN POR LA CUAL ME GUSTAS TANTO, MALDITA SEA!

Y Mello lo jaló aún más de la camiseta. Y lo besó. Sus cuerpos se estremecieron al sentir ese contacto que tanto extrañaban. El rubio fue soltando a Matt de a poco hasta que lo dejó en el piso nuevamente, teniéndose que agachar él para alcanzarlo. Lo tomó de la cintura, estrechándolo contra sí.

Sin embargo, tan pronto había comenzado, acabó. Se separaron algo confundidos y algo aturdidos por lo que acababa de suceder. Sin poder evitarlo, Matt seguía soltando una que otra lágrima, y comenzó a temblar levemente.

—No tiembles... –Le murmuró Mello, volviéndose a acercar, logrando que el menor se sonrojara, temblara aún más y se le acelerara el corazón.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, lo abrazó fuertemente por unos instantes, para después observar su rostro y limpiar los rastros húmedos que habían quedado.

—Lo siento. –Dijo nuevamente.

—Yo también. –Susurró.

Se sonrieron tímidamente, después de bastante tiempo sin hacerlo.

—Nos estamos perdiendo el famoso vals de fin de curso... –Comentó Matt, intercambiando el sentimiento de nervios por uno agradable, ese sentimiento que lo hacía sentirse bien y protegido.

—Esto es mejor que ese estúpido baile... –Respondió, abrazándolo aún más fuerte que antes.

—Tienes razón... Pero... Mello... Me asfixias... –Le devolvió el abrazo, sonriendo.

Y justo entonces, el elevador volvió a funcionar y la puerta se abrió, dejando ver a Alice y Ailyn de frente.

Ambos se separaron rápidamente, con el rostro rojo.

—¿Interrumpimos algo, verdad? –Sonrieron nerviosamente, con expresión de "Lo siento".

—Piérdanse... –Las fulminó con la mirada, sin embargo no tenía el mismo efecto gracias a su notable sonrojo.

—Claro, se reconcilian y Mello y se olvida y vuelve a ser malo con sus buenas amigas. –Dijo sarcásticamente Alice, a pesar de estar feliz porque ambos ya hubieran arreglado las codas.

—Bien, si eso prefieren, entonces, ¡Mañana nos cuentan todo, ahora váyanse! –Ailyn les sonrió amigablemente, y antes de que la puerta del elevador se cerrara, alcanzó a presionar el botón que daba a la habitación de los chicos.

Suspiraron, pero esta vez de alivio. Por fin habían podido arreglar los problemas... ¡Después de tanto!

Esta vez por lo menos el elevador no se detuvo. Pero quien sabe, desde entonces, ambos amarían ese viejo elevador.

 

Notas finales:

¿y bien? 

...

Las disculpas melosas y cariñosas ya pasaron de moda xD (? 

Ha~ son las 10 con treinta minutos y no he hecho nada de tarea por tenerles esto aquí a tiempo, deberían amarme D: ¿No? Okay :c 

Ellie fue una extra necesaria que sólo aparecerá en este capítulo, o tal vez sea mencionada, pero hasta ahí, no se preocupen XD

Ah, sí, Mello tiene una salud horrible D: 

Juro que me estremecía escribiendo algunas partes xD Disfruté bastante este capítul y espero ustedes igual. 

Pequeño extra que no puse en el capítulo por ser muy corto(y si no lo leen no habrá problema, por eso es extra(?)

#*#*#*#*#

—Mells... ¿Cómo se te ocurrió una idea tan cursi como la del álbum...? 

—No es cursi, son sólo fotos, cállate. 

—Pero es que... 

—¡Dije que te callaras!

—Estás rojo... 

—Enserio, te golpearé, Mail. 

—¡No, Mello, con lo que sea, menos la consola! 

#*#*#*#*#

lol XD ... :l 

Siento que tenía algo más que decir, pero sólo recuerdo eso... 

Este Miércoles publiqué tarde porque pues se me hizo tarde XD pero el siguiente lo tendré a tiempo. Ah sí, no creo que importe, pero cumplo años el 24 (viernes) ,sí, dos días antes de la muerte de los M&M's TT-TT 

¡Nos vemos el miércoles que viene!


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