Incluso cuando su inocencia se podía percibir a metros de él, incluso cuando sólo era un niño, la capacidad de poder ver lo que la gente normal no ve, fueron lo que lo dejó sin aliento, lo dejó sin futuro, lo dejó sin nadie a quien amar o quien lo ame.

Su familia lo desechó en el lugar más alejado que pudieron encontrar, apartado de la sociedad, pudriéndose en una locura que él no tenía, que no tuvo y que jamás la tendrá, ¿Pero eso los detuvo? No, la humanidad le teme a todo aquello que desconoce.

Desde niño nunca supo lo que era hablar con alguien, nunca tuvo los estímulos de sus padres a seguir adelante, nunca tuvo un abrazo y un “Buenas noches” nunca tuvo los juguetes que quiso, nunca tuvo una madre que lo regañara, nunca tuvo libertad.

¿Podrá él ayudarlo a amar? ¿Podrá curar la locura que se supone que tiene? O simplemente lo abandonará como todos lo han hecho.

“Jamás he tenido a alguien que me ame, ni a quien amar, no creo necesitarlo, no creo en la humanidad”

Sheshire.