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One shots y Drabbles por Conejo Prusiano

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Notas del capitulo:

 

Bueno~... Después de un regreso a clases, un poco... Normal, no me queda más que decirles... Gracias por cada comentario. Este capítulo lo dedico a la mujer que más admiro.

Mi madre.

Gracias a Forbidden Gate por vetarme este capítulo. Tus consejos me ayudan mucho.

Los personajes de D.Gray Man son obra Hoshino Katsura san. Yo solo uso a Kanda y Allen para realizar Yullen... –risa pervertida por parte de la autora-

 

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¿¡Sueño Imaginario!?

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Y ahí estaba de nueva cuenta.

Sentando, frente a todos aquellos papeles. Hoja tras hoja de nominas adornaba su cama. Suspiro frustrado al saber  que desde hace más de dos noches que no podía dormir. Chasqueo la lengua con enojo.

Todo.

Absolutamente todo era culpa de aquel idiota peli naranja. Él sabía de ante mano lo idiotamente-infantil que era ese conejo retrasado,  al saber que su pequeño juguete estaría consigo.  Bufo molesto al darse cuenta, que para él, Allen también era su molesto-y estúpido juguete.

- Esta me la pagas baka Usagi –le insulto, al darse cuenta que ahora, en ese momento, se encontraba solo con el peli plateado-

Volvió a revisar aquellas cuentas.

Nada.

Nada estaba en absolutamente en orden. “Menudos idiotas del departamento del fisco”, insulto con una vena agolpándole en la frente.

Dejo caer la hoja que estaba en su mano al tiempo que dejaba salir un hondo suspiro de su boca con cansancio. Reviso el reloj de la pared. Eran más de una de la mañana. Y, sin saber, sus ojos fieros  buscaron a su acompañante.

El sonido de la regadera le hizo darse cuenta en donde se encontraba. Saco un cigarrillo de su chaqueta. Lo prendió y aspiro con anhelo aquella droga que le hacía relajarse en momentos de estrés. Saco una bocanada de humo por la boca, antes de cerrar los ojos por unos minutos.

-  ¿No sabía que fumabas? – Le pregunto aquel sujeto mientras se secaba su cabello de forma despreocupada-

- Tienes algún problema con eso, moyashi idiota –cizaño Kanda con voz pedante-

- Que me llamo Allen, ¡bakanda! –Respondió con enojo-

Kanda se mantuvo callado, esperando que el joven albino entendiera que estaba de mal humor, se sentía estresado y sobre todo que en esos instantes odiaba su compañía. Masajeó su cabeza al sentir que le explotada del dolor.

¿¡Qué demonios hacia ahí!?  ¿¡Solo, y con el estúpido albino!?  ¿¡Por qué demonios de todos los malditos asistentes que tenía la estúpida compañía de Lavi, ¡era el moyashi idiota!, precisamente el que debía acompañarlo!? ¿¡Que el conejo no comprendía la aversión-atracción que sentía por él!?

Kanda sintió como el joven se sentaba en la cama contigua. Le miro de reojo. El joven se encontraba al parecer sacando de su maleta alguna pijama. El peli azul chasqueo por tercera vez la lengua.

- Tengo hambre –dijo de pronto el albino-. Creo que debimos haber pedido la cena –secundo con acento derrotado- ¿No tienes hambre, Kanda?

- Yo no tengo un pozo sin fondo, como TÚ comprenderás... –explico de  forma burda y sarcástica-

Allen le miro con odio, antes de quitarse aquella toalla. Kanda le miro con un tic al verlo desnudo, preguntándose si no sentía incomodo que fuera ¡el!, precisamente quien lo viera sin ropa alguna.

- Realmente no tienes mucha moral, ¿no? –dijo de forma cruel y amargada-. Si Lavi se entera que estas desnudo en la misma habitación que otro chico, ¿Qué pensaría? –pregunto con acento sarcástico-. Que su nenita es una puta, ¿no es así?

Allen se quedo callado mirándolo. Aquellas palabras crueles y pedantes le hacían sentir humillado, decepcionado, pero sobre todo... herido.

- Eso es algo que a ti no te incumbe... –respondió-, y... yo no soy la puta de nadie, mucho menos la de Lavi, ¡Kanda idiota!

Kanda le miro fieramente. ¿¡Que no era la puta de Lavi!? ¿¡Pero, si todo el mundo no hacía más que hablar de la relación tan intima que lleva el hijo del dueño de la empresa donde trabaja y el nuevo chico recién ingresado!? ¿¡Acaso le estaba tomando el pelo!?

Él sonrió socarronamente al tiempo que se ponía de pie.

- Vamos, todo mundo lo sabe, que el joven Allen Walker se acuesta con el hijo del dueño –explico, antes de acercársele -. Que te acuestes o no con él no me incumbe –sentencio-. Lo que si me incumbe, ese el hecho de que estas compartiendo habitación conmigo, y, vienes y me tientas con tu cuerpecito de ramera fácil...

Allen volvió a mirarlo recriminatoriamente. Dejo salir un suspiro cansado.

- Piensa lo que quieras... –dijo-

Kanda esbozo una sonrisa un poco desconocida para Allen.

¡Él estaba sonriendo alegremente! ¡Kanda sonreía! Y, por primera vez en su vida... Allen Walker tuvo miedo de Yuu Kanda.

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Allen se encontraba preso, sus manos  estaban atadas al respaldo de la cama. Su agresor se mantenía mirando intensamente. Él se sonrojo al sentir sus labios carnosos y calientes sobre su pezón semi-erecto. Quiso gritar. Quiso poder golpearle el rostro con saña, pero, simplemente no pudo.

Quizá, pensó, era un sueño surreal de su mente. “¿Kanda no podía estar tocándolo de esa forma, o si?”, se pregunto con cierto espanto. 

Eso debía ser un sueño. Si. Un sutil y acalorado sueño por tanto estrés.

Kanda no pudo evitar escucharlo gemir ante el hecho de poner su boca sobre su pene. Le vio morderse los labios con fuerza, haciéndolos sangrar. ¿¡Acaso, era tanto el éxtasis ante el hecho de saber que él se engullía con mucho anhelo su sexo!? ¿¡Era tanto el deseo del moyashi que sentía por sus caricias, besos, y calor, que se hacía sangrar sus propias muñecas!?

- Suéltame... –pidió el pequeño de manera lastimera-. No, no me gusta de esta forma... –prosiguió con unas pequeñas lágrimas en sus ojos-

Allen vio sonreír a Kanda de manera ladina y complacida ante su pedido.   Pudo escucharse a si mismo gemir entrecortadamente ante aquella manera en que el peli azul le tocaba su cuerpo.  Sus dedos largos varoniles exploraban con suma lentitud cada parte de su ser. Allen se sintió avergonzado, y ciertamente humillado, ante el hecho dejar salir de su boca aquellos jadeos, gemidos y pequeños sonidos roncos al sentir llegar a su primer orgasmo.

- Suéltame –volvió a pedir- Kanda, suéltame, por favor –rogo-

Allen no pudo evitar retorcerse de placer al sentir aquella sensación de contracción en su abdomen.

- Kan...da –gimió, él pudo ver como Kanda le volvió a sonreír satisfecho. Le vio lamberse aquella sustancia viscosa, salada, producto de aquella sensación de éxtasis.

- Moyashi –le susurro cerca de su oído al tiempo que le besaba con suavidad su cuello-. ¿Te gusto? –Pregunto de pronto el samurái-

Allen no supo que responder. Esa pregunta le era tan vergonzosa. Se sonrojo. Él no podía responderle. No debía. No podía. ¿O sí? Eso era una forma tan cruel de burlase de su estatus de “ser” la pareja de Lavi. Una forma rastrera y satírica de burlarse de su forma de ser.

Sí, eso debía ser... Aquella forma  en que la Kanda jugaba con él, simplemente le era ácidamente graciosa. Allen le miro con una sonrisa ladina. Si Kanda podía tener el valor de divertirse a su costa, él podría tener el mismo valor para responderle de la misma forma... Porqué de algo Allen estaba seguro. Yuu Kanda tenía un fuerte fetiche por verle llorar.

- Kanda  –respondió sonrojado-, suéltame –pidió de forma un más lastimera-

 Trato de moverse un poco, y con cierta sutileza le rozo su ingle. Allen podía ver el brillo caprichoso que adquiría Kanda al suplicar.

- Por favor... –le pidió con los ojos a un más llorosos-

 Kanda se sintió satisfecho a ver al pequeño individuo todo agitado, sonrojado, y en sobre manera humillado. No pudo evitar desearlo un poco más de lo que ya lo deseaba.

 “¡Estúpido moyashi!”, le insulto de nueva al tiempo que le besaba con ferocidad.

Allen al principio le miro con sorpresa, pero, a los pocos segundos, fue correspondiéndole con el mismo ahincó y deseo. No sabía que era exactamente lo que le pasaba. Kanda era para él en esos momentos como una droga adictiva. Si, de esas drogas que pruebas por primera vez, y que seguidamente no quieres dejar de sentirla recorrer todo tu cuerpo.

El cuerpo caliente del joven peli negro, le hacían preguntarse, si de verdad él era una puta ramera. Su pequeño cuerpo desnudo atado no dejaba de retorcer al sentir el sexo palpitante de su compañero... Su pequeño y frágil cuerpo parecía que se fundía con el de su acompañante de una forma acompasada.

Allen en esos momentos se sintió un... pervertido.

Kanda se estremeció al ver como el moyashi le correspondía con la misma enjundia de su deseo. Bajo suavemente una de sus manos qué momentos antes no dejaban de acariciar aquellos pezones blancos y tentadores, acaricio una las nalgas del menor, mientras mantenía fija la vista en los orbes plateadas de Allen. Esperando que este se negara. Sonrió complacido al ver que esa negativa nunca llego.

Allen tembló un poco, al sentir el primer dedo invasor sobre su entrada no profanada. Se mordió a si mismo uno de sus labios al sentir el segundo mientras Kanda seguía entretenido lamiendo, y devorando sin pudor su sexo de nueva cuenta. El albino dejo salir un gemido. Kanda se sintió satisfecho al ver como aquel cuerpo que aborrecía y deseaba al mismo tiempo, se estremecía debajo del suyo.

- Desátame –ordeno el albino-

- Tks, cállate –fue la respuesta que recibió-

- ¡Que me sueltes, idiota! –Grito-

Kanda le introdujo el tercer, produciendo que Allen arqueara la espalda, haciéndole inconscientemente abrir aun más sus blancas piernas. El samurái empezó a juguetear de nueva cuenta con la entrada del chico. Un tercer dedo se adentro en sus entrañas, este le hizo estremecer de forma bochornosa. Kanda no pudo más soltar un gruñido al experimentar las contracciones que hacia aquel pequeño orificio, que no hacia otra cosa le tentarlo a profanarlo. Y, fue cuando ya no pudo más.

Kanda se adentro en el peliblanco.

Allen gimió al sentir aquel pene dentro de sí.  Kanda le miro introspectivamente, para, después moverse con más rapidez.  Allen no pudo más que contonearse con frenesí, al igual que su pareja, sintió  como el sexo de Kanda, palpitaba dentro de su pequeño orificio que poco a poco empezaba agrandar gracias al estimulo de la excitación.

Allen apretó sus piernas desnudas contra del samurái. Kanda se movió con cierta suavidad, al tiempo que Allen sentía que el techo se desvanecía por el dolor. Kanda volvió a  entrar con más fuerza, y Allen no pudo más que sentir un enorme, y abrazador calor que se extendía por todo su cuerpo.

- Por favor... –susurro sudoroso el albino-, Kanda...mmm... Ahh

- Pide que siga... –respondió su compañero, en un ronroneo sensual, y demandante-

- Desátame  -rogo-

- Moyashi –susurro con cierta suavidad-... mmm... –jadeo-

Los sentimientos que Kanda profesaba por Allen, aunque al principio le hacían sentir un gran enojo, y aberración, ya que al final de todas las innumerables noches de auto cuestionarse;  ¿Si el odio y el amor podían expresarse al mismo tiempo? Llegando, siempre a la terrible conclusión, que simplemente... ¡Ese moyashi-idiota le hacía sentir menos él!

Kanda le volvió a mirar directamente, el albino no puedo evitar nueva mente sonrojarse. Kanda le beso de nueva cuenta al tiempo que seguía embistiendo la entrada virginal del chico. El samurái tomo aquellas ataduras que mantenían al albino en el soporte de la cama.

- ¿¡Kanda!? –Dijo Allen, al sentir sus manos por fin libres-.

- Moyashi... –escucho la voz ronca del chico cerca de su oído-

Kanda le tomo con fuerza de la cintura, sentándolo encima de si, haciendo que su sexo se adentrara con más profundidad. Allen no pudo evitar susurrar su nombre por milésima vez.

Allen sabia que alguna parte de él deseaba en sobremanera, que Kanda siempre estuviera entre sus brazos, como en esos momentos se encontraba,  inconscientemente  se aferro a su espalda, al sentir de nueva cuenta, aquel movimiento tortuoso que hacían las manos del mayor sobre todo su cuerpo.

Allen en verdad que era feliz...

Él era.... enormemente dichoso...

- Yuu... –le llamo al sentir de nuevo aquellas contracciones que se desprendía de su abdomen. Se mordió el labio inferior, al sentir como su orificio apretaba con fuerza el sexo de un agitado Kanda-.

- Idiota... –le dijo, al sentir que llegaba al final de aquel acto carnal-

Allen siguió aferrado a su espalda, ocultado su rostro en el hombro del peli azul, se mordió el labio inferior al no saber que decir...

¿¡Que es lo que había pasado en esos momentos!?

Él no lo sabía. No lo comprendía...

- Yo... –trato de decir a forma de disculpa-

Kanda se mantuvo callado, escuchando el aroma a sexo que desprendía el pequeño cuerpo que noche tras noche había deseado con frenesí. Chasqueo la lengua con cierto fastidio, al darse cuenta que el “moyashi”, era más endemoniadamente encantador de lo que jamás pensó que seria...

- ¡Eres mío!... ¡Díselo a ese conejo idiota! –Dijo por fin, al tiempo de alejar al albino de encima de él-

- ¿¡Lavi!?... Él no es... –trato de explicar nerviosamente-.

- ¡Oé! ¿¡Que te apetece comer!? –Pregunto de repente Kanda-.

- ¿¡EH!?

- ¿¡Que quieres de comer idiota!? –Volvió a repetir con cierta irritación-.

- ¡Lo que sea, bakanda! –Dijo con enojo-

- Moyashi...

Kanda le tomo del rostro con fuerza. Allen se quedo estático mirando con cierto recelo, se sonrojo al sentir el aliento de Kanda rozándole los labios...

- En mi sueño eras menos escandaloso... –termino de decir antes de besarlo con fuerza-

- ¡Bakanda! ¡Que no sabes que los sueños siempre son cosas imaginarias que nosotros mismo deseamos...! –Explico, al final de aquel cálido beso-

Kanda soltó una sonrisa ladina. El menor solo trato torpemente de sentarse.

Efectivamente. Los sueños eran completamente imaginarios, y “¡menos dolorosos!”, se dijo al tiempo de dejar salir unos graciosos lagrimones por aquel dolor de su parte trasera...

-Owari-

Notas finales:

Ok. Ok. Realmente esto me costó relleno afelpado... Hace años que no escribía un lemon. ¡Carajo! Muchos días, y cuando sentía que lo tenía, no me gustaba y lo borraba. No sé como quedo en realidad...

En fin, -la autora suspira- Es la primera vez que hago que estos la autora señala a Allen y Kanda-, hago que hagan “cosas” de adultos. ¿¡Qué edad tiene ellos en el fic!?  -me pregunte de repente-. Yo, simplemente quiero suponer que pasan de los 20, ya que son trabajadores asalariados, y en Japón, tengo entendido,  comúnmente pasando la universidad pueden aspirar a serlo... A saber, algún día prometo preguntarse al moyashi, y al bakanda, ¿A qué edad fue su primera vez? –La autora mira con nervio la mugen de su cuello-. ¡Claro! ¡Si en busca pleito de Kanda no me mata primero!

No tengo nada más que comentar.

Mil gracias por leer, y comentar.

Kisus afelpados~


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