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— En verdad, ¿entiendes esto? -cuestiono con alterada voz al señalar aquella máquina infernal, cuadrada y negra que se mantenía estática encima del escritorio-
— No es nada del otro mundo –respondió él otro con voz tranquila-. Es enserio, ¿nunca lo has usado? –Pregunto ciertamente curioso-.
— Como si lo necesitara, -dijo con enojo el primer joven- Esas cosas te carcomen el cerebro, te quitan tu preciado tiempo, y si dejas... te harán un inútil –resoplo con pesadez-. Sin embargo, ahora lo comprendo todo –inquirió al tiempo que le escrudiñaba de arriba a abajo con sus ojos felinos-
— ¿¡Eso lo estás diciendo por mi!? -grito- ¿¡Lo estás diciendo por mí, Bakanda!?
Kanda sonrió altaneramente, esperando que entendiera que esa sonrisa era un "si" de su persona.
— AGRR, ¡jamás! ¡Jamás volveré a intentar explicarte la tecnología del siglo XXI! -dijo el peliblanco, antes de empezar a refunfuñar con cólera-
Kanda solo le miro de manera dura antes de tomarlo con fuerza del rostro.
— No tientes a tu destino, moyashi –cizaño al tiempo que empezaba besarlo bruscamente-
Allen solo abrió los ojos de manera sorpresiva al sentir los labios calientes de su compañero. Él inconscientemente le correspondió, dándole sin saber, permiso de jugar con su lengua de forma frenética.
Kanda le empujo con cierta fuerza, haciéndole retroceder un poco hacia a su escritorio. Allen trato torpemente poder quitárselo de encima, logrando, solamente que el pelinegro le apretara aun mas fuerte contra aquel teclado...
— Mmm... –Dejo escapar el ingles al término de aquel beso-
— Vamos moyashi... –susurro cerca de su oído el otro-. Que yo sé cuánto es lo que te gusta esto... –le dijo, antes de morderle el lóbulo perteneciente a una de sus orejas-
— ¡Idiota! –Respondió sonrojado, para, después, pasar sus brazos por el cuello del japonés-
Kanda sonrió, antes de bajar sus manos por toda su espalda, acariciándole por encima del uniforme. Allen entre abrió los ojos al sentir la mano caliente, que lentamente acariciaba con cierta sutilidad su abdomen.
— No hagas eso... –pidió temblorosamente-. Tus manos están frías –le dijo-
— Eso se puede arreglar... moyashi chan –comento con acento burlón-
El samurái trato de buscarle la mirada al peliblanco, este solo bajo la vista con un sonrojo imprescindible en sus mejillas.
— Tan lindo como siempre –dijo sarcásticamente el peli azul-
— ¡Cállate baka! –Exclamo con acento avergonzado el menor- Siempre dices cosas fuera del lugar, y... y... y...
— ¿Y?... –inquirió el otro-
— No veníamos a “hacerlo” –dijo de pronto el chico ingles, enfatizando con sus manos el “hacerlo”-.
Kanda sonrió ladinamente al tiempo que se deshacía de la camisa-formal del joven. Allen sorprendido, arqueo su ceja con cierto enfado...
— ¡Bakanda! ¡No quiero hacerlo! ... Venimos a mandar tu solicitud por e-mail, no a... –explico alterado antes de mira con sorpresa como el joven japonés tomaba el ratón y daba un clic con hastió en la palabra envió-
— OH, es verdad... Es fácil esto del e-mail... –dijo de forma socarrona-
Allen solo sonrió con un gran tic en el ojo
— Ahora... –hablo para, después proseguir de nueva cuenta con el ardua tarea de poder desvestir al joven de piel blanca- Continuemos... –comento antes de subirlo al escritorio-
Allen le miro con enfado al saber que, todo aquel drama por la tecnología que desesperaba al japonés, no era, más que una ¡gran! y ¡estúpida! escusa para poder estar solos en SU habitación.
“Menudo idiota”, le insulto el ingles antes de morderse el labio inferior al sentir aquella lengua caliente sobre uno de sus pezones... Allen le tomo por los cabellos antes de mirarlo a los ojos y perderse en ellos...
“En fin... dejaría de ser él”, se dijo en forma de consuelo.
-Owari-