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Brillo.
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Se adentro con cierta pesadez a su habitación, dio un hondo suspiro antes de observarse nueva mente en el espejo que sobre salía entre toda aquella decoración extraña. Sus mejillas sonrojadas detonaban la gran carrera que había realizado. Con cierta calma y pesadez, se quito el saco negro que componía el uniforme, lo dejo caer en el respaldo del pequeño banco.
Cuando se sintió un poco más cómoda se dirigió al baño. Giro la manecilla del agua caliente para que la tina empezase a llenar, se desaboto la playera blanca, desato con desgana el pequeño moño rojo que le daban a esos retazos de tela, el aire serio, elegante que el uniforme de la Orden tenia. Al final solo quedo con el cómodo pantalón negro, se miro al espejo que se encontraba colgado encima del lavabo. Y... sin querer recordó las palabras que Kanda le había dicho unas horas antes...
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— ¿¡Acaso no lo entiendes!? – le dijo con acento colérico-. ¿¡Eres demasiado estúpido... Si no lo logras entender lo que puedes significas para los demás!?
— Yo...
— En verdad, -Kanda le tomo de uniforme con fuerza-. Eres más idiota de lo pensé...
Allen trato de mirar hacia otro lado, al saber que el peli azul le miraba con aquellos ojos fieros que le hacían sentirse culpable de algo no entendía...
— ¡Brillo! –Exclamo-, has perdido ese brillo...Y, en definitiva... Yo...
Kanda cayó por unos segundos. Por qué no podía entender que ese brillo del cual hablaba, no era otra que ese sentimiento de confianza, de amabilidad, de fragilidad que el mismo desprendía inconscientemente sobre los demás. Ese sentimiento de querer protegerlo, y cuidarlo. Kanda chasqueo la lengua con enfado.
— Solo... deja de ser tan egoísta... –dijo al final, antes de perderse por el camino que llevaba al pueblo de la misión-
— Kanda... –Allen solo miro al cielo sin comprender lo que el samurái quería hacerle entender-
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Suspiro al mirarse en el espejo, y descubrir que pese a todo, seguía teniendo aquel aire infantil desde su llegada a la orden. Se viro hacia la tina que casi estaba llena, y con cierto tono cansado, dijo:
— ¿Brillo, eh?
Allen se termino de desnudar antes de adentrarse por completo en el agua caliente. Relajo el cuello con un movimiento circular antes de meterse por completo en la tina.
Trato de contener al aire...1...2....3 segundos...4...5...6...7...
El chico albino salió dando una gran bocanada de aire, para, después limpiarse el agua que le escurría en los ojos.
— Brillo...-se dijo.- Yo...
¿¡Desde cuando él había tenido un brillo especial!? ¿¡Desde cuando... a él le importaban tanto las palabras de Kanda!? Ese brillo que él decía que ya no tenia, ¿¡Es que alguna vez lo tuvo!? Se pregunto con cierta frustración.
Tomo un poco del agua para esparcirla en su rostro. Allen no pudo evitar suspirar con pesadez, al saber que si alguna vez tuvo “ese” brillo, en definitiva seria en la época que vivo con su padre Mana.
¿¡Por que le importaba tanto a Kanda!? Pensó. ¿¡Por qué le importaba las palabras de aquel sujeto de agrio carácter!? ¿¡Era tan importante “eso” que el había perdido!?
Él no lo sabía.
No lo comprendía. No lo entendía, porque aquellas lágrimas silenciosas se desprendían de sus ojos claros en ese preciso momento.
¿¡Por qué!?
¿¡Por qué!?
¿¡Por qué Kanda le había dicho aquellas palabras!? ¿¡Por qué le había mirado con tanta preocupación!?
— Kanda... –susurro antes de volver a esparcir agua por su rostro, cerró los ojos perdiendo en el goteo de la llave de agua...
— Moyashi... –escucho que llamaron desde la puerta. Allen guardo silencio-. Oe pequeño idiota, se que estas ahí... –escucho que dijo con cierta irritación.
— Bakanda... –dijo con acento apagado. Kanda solo bufo-
— Yo... –trato de decir el peli azul-
— Lo siento, -dijo de pronto el albino desde la tina-. Lamento haberte preocupado. Prometo tener más cuidado...
Kanda se mantuvo callado, antes de tomar la perilla de la puerta. Allen hizo un puchero cuando lo vio parado, mirándole desde la puerta con la ceja alzada.
— Idiota...-dijo al tiempo de empezar a desnudarse-
Allen sonrió, al escucharlo bufar. Allen comprendía que por ahora no comprendía qué clase de brillo era el que desprendía, según Kanda. Pero, de algo é estaba seguro, si es que lo tenía... Allen perseguiría a ese brillo, porque al final de ese camino, ese brillo le ayudaría a poder proteger a las personas que consideraba importante, y sobre todo... Podría proteger a Kanda...
Y de nueva cuenta sin saber, Allen sonrió con cierta alegría.
-Owari-