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Dime que fue por amor por AndromedaShunL

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Notas del capitulo:

Por fin mengua la tormenta y pueden retornar a la casa.

  Shiryu miraba a través del cristal de la ventana mientras veía la enorme nube pasar sobre ellos. Faltaba poco para que saliera de la isla.

   -¿Dónde estarán los demás? -Le preguntó a Saori, que estaba sentada en el sofá.

   -No lo sé.-Suspiró.

   El dragón se dio de nuevo la vuelta y siguió mirando al infinito.
 Shunrei aparecía en el salón con una bandeja de galletas. Las colocó encima de la mesa y se sentó con la princesa en el sofá.

   -Estoy preocupada por los demás.- Dijo, y cogió una galleta de la bandeja con una mano temblorosa.

   -Ya volverán.- Intervino Shiryu.

   ''Aunque es verdad que tardan mucho'', pensó.

 

   -¿Estás mareada? -Le preguntó Ikki a June, mientras esta caminaba a duras penas por entre los árboles.

   -No, no te preocupes.- Pero en ese momento tropezó y el fénix tuvo que apresurarse a cogerla antes de que cayera.

  La sostuvo entre los brazos y sus rostros estuvieron muy cerca pudiendo notar la respiración del otro. Ikki se acercó más a los labios de la rubia, y esta cerró los ojos.

   Un rayo cayó de las nubes, pero no interrumpieron el beso.

 

   Seiya volvía a estar desesperado por no encontrar ni un rastro de la salida. Se había topado con un nido de pájaros, con culebras, con escarabajos, con arañas, con ardillas, con conejos, con mosquitos, pero ni rastro del final del bosque.

   Oyó un sonido dulce proveniente de alguna parte del bosque, y un escalofrío le recorrió toda la espina dorsal.

   -¿Quién o qué está ahí? -Preguntó en voz alta.

   -¡¿Seiya?! -Gritó otra voz.

   -¿Quién es? -Preguntó con desconfianza.

   De pronto alguien salió de entre los árboles hacia donde se encontraba. El pegaso se puso en posición de defensa. Cuando se dio cuenta, Tatsumi le agarraba de las ropas llorando mientras decía su nombre como si se tratase de una oración.

   -¿Qué estás haciendo aquí? -Preguntó Seiya.

   -¡¡Me he perdido!! ¡¡Todo por culpa del fénix!!

   -¿Ikki? ¡Pero si estabas con Miho y con Shunrei! -Decir el nombre de Miho le hizo preocuparse. ¿Habría vuelto ya a la casa?

   -Cuando encontré mi flauta las dejé para volver... -Empezó.

   -¡¿Las abandonaste?! -Casi gritó Seiya-. ¡¿Dónde están?!

   -¡No lo sé! ¡Sácame de aquí!

   El pegaso no podía decirle que se había perdido él también, no quería quedar en ridículo.

   -Ven conmigo.- Suspiró.

   Tatsumi se puso a dar saltos de alegría mientras la lluvia seguía cayendo sobre ellos, un poco más débil.

 

   -Quiero volver a la casa.- Le susurró Shun al oído. Se habían acurrucado después de haber pasado un momento íntimo y mágico-. Tengo frío.

   -Miraré a ver si ya pasó la tormenta.- Se levantó. Hacía ya rato que no oían ningún rayo cayendo. Shun no dejaba de mirarlo.

   Salió de la cueva bordeando la cascada, y un minuto después volvió a entrar.

   -Aún está lloviendo, pero no tanto como antes. Está mucho más despejado.- Anunció.

   El peliverde se puso en pie y se acercó a él. Hyoga lo rodeó por la cintura y se besaron. Fue más leve que los demás, pero seguía siendo igual de mágico. Todavía no se lo creía.

   -Volvamos.- Le dijo el rubio, y salieron de la cueva de la mano.

 

   -Ya queda poco para llegar.- Le dijo Ikki mientras la sostenía por los hombros.

   -Gracias por ayudarme, de verdad.- Le susurró June.

   El fénix se puso rojo.

   -No hay por qué darlas, cualquiera hubiera hecho lo mismo.- Y era verdad, aunque pensó en Tatsumi y sonrió.

   ''Ese solo se ayuda a sí mismo''.

   Siguieron caminando y no tardaron mucho en encontrar el final del bosque. June le señaló por dónde estaba la casa, e Ikki la cogió en brazos y la llevó hasta allí.

 

   Tatsumi estaba agotado y no había dejado de quejarse. Seiya se preguntó si estuvo así con todos. Suspiró y siguió caminando, haciendo como que no existía.

   -Ya debemos estar cerca.- Aunció el pegaso, y por una vez tenía razón. Habían caminado largo rato entre los árboles y ya apenas les quedaban unos metros, pero no lo sabían por la falta de luz.

   Cuando llegaron, se abrazaron y saltaron dando vueltas y cayendo al suelo después. Al darse cuenta de lo que habían hecho se levantaron de inmediato, todo rojos, y caminaron sin hacer el mínimo comentario al respecto.

 

   -¡Mira Hyoga! -Habían pasado unas horas desde que abandonaron la cueva, y Shun pudo ver el final del bosque.

   El rubio sonrió.

   ''Nada volverá a ser como antes'', pensó, y casi lloró de la alegría, pero de pronto se dio cuenta de que le faltaba algo muy importante.

   -¡¡Mi rosa!! -Gritó.

   -¡Es verdad! Se nos olvidó.

   Dejó escapar toda su alegría, se acercó al peliverde, y le dio un beso en los labios.

   -Espérame en la casa.- Le susurró al oído.

   -¿Vas a volver a por ella? -Le preguntó, preocupado.

   Hyoga asintió con la cabeza, le dio otro beso y se adentró de nuevo entre los árboles. Shun quedó mirando, triste, cómo marchaba, y dio media vuelta cuando ya no pudo distinguirlo por entre la oscuridad.

 

   Apenas llovía cuando divisó su flor en un rosal. Todas las rosas que había eran de color blanco menos aquella. La cogió con suma delicadeza y dio media vuelta para volver por el camino por el que había llegado.

   Sonrió para sí mientras pensaba en todo lo que había pasado entre él y Shun, y lloró de la emoción pensando en que ahora estaría esperando con ansia a que regresara.

 

   June estaba tumbada en el sofá mientras Saori la tapaba con una manta. Shun se preguntó qué le habría pasado.

   La princesa salió del salón dejándolos solos. El peliverde se acercó a ella y se sentó en el borde del sofá.

   -¿Qué te ha pasado? -Le preguntó.

   -Me caí de un árbol... -Dijo, avergonzada.

   -¿Estás mejor?

   -Sí, tu hermano me ayudó a regresar.- Sonrió y se levantó para sentarse.

   -Mi hermano es muy bueno.- No sabía qué decir.

   -Lo es.

   June se quedó mirándolo con los ojos brillantes. Shun sabía lo que pretendía, pero no le dio tiempo a reaccionar cuando esta lo besó intensa y apasionadamente.

   -¡¡Ya volví, por fin!! ¡¡Y traigo la rosa!! -Gritó Hyoga muy sonriente cuando entró por la puerta.

   Pero su felicidad no duró mucho al contemplar la escena que se estaba llevando a cabo en el sofá. Dejó caer la rosa al suelo y salió corriendo por el pasillo, subió las escaleras y se encerró en su habitación, dando un portazo.

   -¡¡¡Hyoga!!!- Lo llamó Shun, que salió corriendo detrás de él.

 

  

 

 

  

Notas finales:

Espero que les guste este capítulo 12 y sigan leyendo, que todavía queda! un beso :)


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