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Manderlay por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

Este se suponía que fuera un fic secundario, pero la verdad estoy tan llena de ideas que quiero terminarlo pronto, hay mucho que quiero hacer. Por otro lado creo que prepararé un par de capitulos más antes de dedicarme a corregir los capítulos que siguen en mis otras historias-

La sr. James se ha vonvertido en la SRA. Jones...no sé por qué pero me gusta más. 

 Ese bonito día de verano Will despertó un poco confundido. Por primera vez en casi 3 años había soñado con Mathew. Parpadeó un par de veces mientras trataba de ubicarse. Estaba afuera, el sol no le daba en la cara porque había una enorme sombrilla sobre su cabeza.  Instintivamente buscó a sus hijos con la mirada. Viktor y Nicolae estaban apenas unos metros frente a él, jugando con su padre.

Will había dado a luz 2 niños Alfa perfectamente saludables, regordetes y sorprendentemente felices. Mientras más grandes más se parecían a su Padre, con su cabello rubio cenizo y sus ojos castaños, brillantes e inteligentes.  Habían cumplido el año justo cuando sus padres descubrieron, bastante complacidos, que Will estaba esperando de nuevo. 5 meses después Will ya sabía que antes de que sus hijos cumplieran los 2 años tendrían una nueva hermanita para jugar. A su esposo, que ya tenía no uno sino dos herederos para su fortuna, no podía importarle menos el género de su nuevo hijo, estaba orgulloso sólo de saber que venía en camino, sano como sus hermanos. Will sin embargo había deseado una niña fervientemente y casi lloró cuando el Dr. Cook le dio la noticia. Su hija estaba sana, crecía a buen ritmo y su papá, acostumbrado a las molestias del embarazo, se encontraba disfrutando más la experiencia.

Perfectamente cómodo con su vida y finalmente enamorado perdidamente de su pareja Will se dejaba consentir y Hannibal, como buen Alfa, se desvivía por él llenándolo de regalos, consintiéndole cualquier antojo y dándole deliciosos masajes en la espalda y las piernas que casi cada noche terminaban con un final feliz. Will estaba tan complacido que le costaba trabajo creer que alguna vez pudo ser feliz sin un Alfa cuidando de él y sin sus preciosos cachorros en su vida.

Por supuesto Hannibal era un padre excelente. Era paciente, dulce y dedicado. Sin importar el día que pudiera tener llegaba a casa listo para consentir a su pareja y bañar a los niños, preparándolos para su hora de dormir. Cuando se relajaban juntos en cama después de cenar, se sentaba cerca del regazo de Will, charlando sobre su día con el bebé en su vientre, poniéndole su música favorita y llenando su voluminoso vientre de besos y caricias, sorprendiéndose cada vez que sentía una patada o cualquier movimiento, mirando a su esposo con la misma sorpresa y satisfacción que la primera vez. Will sonreía como un idiota, completamente enamorado ante cualquiera de estos gestos. En realidad, sonreía todo el tiempo.

Se incorporó en la silla y miró en dirección a sus hijos. Habían desplegado una bonita manta de animales sobre el pasto. Cuando salían al jardín Will procuraba que jugaran dentro de los límites de la manta, pero cuando aprendieron a caminar, cosa en la que aún no eran muy buenos, fue cada vez más difícil confinarlos a ese espacio. Observó embelesado el pequeño juego en que Hannibal los había metido, sentado en el centro de la manta en su costoso traje de tres piezas. A su alrededor Viktor y Nicolae corrían, tratando de salir de la manta. Su padre los atrapaba, les besaba la barriga y los dejaba a su lado en el centro, entre risas. Para ese momento su hermano habría podido pararse y correr en la dirección opuesta pero Hannibal ya estaba listo para hacer lo mismo con él.

Les hablaba todo el tiempo, casi siempre en inglés. Pero Will lo sorprendía con frecuencia dedicándoles palabras cariñosas en lituano. Los niños apenas sabían algunas palabras simples como “papi” “agua” y “no” pero balbuceaban todo el tiempo, incluso parecían tener pequeñas conversaciones entre ellos. Podía pasar horas en esos juegos sin sentido, y Hannibal nunca se aburría.

Will sonrió mientras pasaba su mano por su vientre, acariciándolo distraídamente como estaba ya tan acostumbrado. De todos los días ¿Por qué ahora soñaba con Mathew?

No había sido un mal sueño, pero era extraño y perturbador. Mathew estaba con vida, vivían juntos en su pequeño departamento y mientras Will preparaba la cena lo abrazaba y acariciaba un vientre a punto de dar a luz. Eso le había dado a Will la pista de que estaba soñando. Matt era un Beta, jamás podrían tener crías juntos. La irrealidad desequilibró el sueño y ahora estaba perfectamente despierto. El sol había comenzado a ponerse y el reloj daba el cuarto para las 6.

—Hanni, son casi las 6. — Dijo Will mientras se ponía de pie. El equilibrio era un problema en aumento.

—Lo sé.

—Llegarás tarde a la Opera, cariño. —Hannibal nunca llegaba tarde. Cargo con un niño en cada brazo mientras Will levantaba la manta y los juguetes abandonados sobre ella. Sus hijos se retorcían divertidos, balbuceando palabras sin sentido.

—Will no deberías agacharte así…

—Oh, Hannibal basta, no va a pasar nada por hacer lo que hago diario. — Lo miró con impaciencia antes de caminar hacia la casa. La Sra. Jones los esperaba en la entrada, Hannibal le dio a Viktor, mientras que intercambio a Nicolae con la manta antes de besar a Will cariñosamente. Su Omega ronroneó feliz por el contacto y la proximidad.

—Bajaré al sótano a dejar esto y me iré. ¿Seguro que estarás bien tu solo?

—Tranquilo, Doctor. Yo estaré aquí un rato más—.Dijo la Sra. Jones con un tono dulce.

—Además, es sólo por unas horas, disfruta de la función y de la cena, Hanni.

—Puedo venirme directamente si prefieres…

— ¡Por todos los cielos, Hannibal! —Gimió Will exasperado— ¡Sal, diviértete un rato con gente que ya sabe hablar! Estaremos aquí cuando regreses.

Hannibal abrió la boca para discutir pero la cerró casi inmediatamente. Sonrió derrotado y le dio un beso a cada uno de sus hijos en la cabeza. Besó a Will en los labios y paso cariñosamente la mano por su vientre antes de desaparecer.

—Sí que es sobre protector… Ahora, par de bodoques, es hora del baño y a la cama.

Entre él y la Sra. Jones bañaron y vistieron a los niños, Nicolae se quedó acostado de inmediato, pero su hermano estaba inquieto y sin importar cuantas veces lo acostaran se ponía de pie en la cuna, lloriqueando.

—Papi ¡Papi!

—Papi está aquí, cariño. Sé un buen niño y duérmete, Viktor…

— ¡No! —Berreó el pequeño, al borde de las lágrimas— YoYo!

Will comprendió lo que sucedía y suspiro abatido. YoYo era una hiena de peluche, la favorita de su primogénito. Era imposible que su hijo durmiera sin ella, así como Nicolae se negaba a dormir si  Buka, su cebra, no estaba en la cuna con él.

—Creo que estaban en el jardín, el Dr. Debió dejarlos en el sótano—. Dijo la Sra. Jones tras algunos infructuosos minutos buscando al animal. El pequeño comenzaba a preocuparse y enrojecer. Su hermano miraba todo curioso, sentado en la cuna con somnolencia. 

—Iré por él. —Dijo Will.

—Puedo bajar yo si prefiere.

—Por favor, sólo estoy embarazado, puedo bajar las escaleras. Sé que tiene que irse a casa. ¿Podría quedarse con ellos mientras bajo? No quiero que se repita lo de Nico.

—Por supuesto, Sr. Lecter.

Will asintió y salió de la habitación. Si no estaban dormidos Will ahora dudaba de dejarlos a solas, menos aún sin su animal favorito. La última vez que Buka se había caído de la cuna, Nico había tratado de recuperarla y se había caído y dislocado el bracito. Sus padres se habían apresurado al escuchar el llanto inconsolable de su hijo, y Will nunca había sentido tanto miedo. Hannibal le aseguró que no era nada grave, y que sanaría perfectamente, pero ir por ahí con un bebé herido lo había hecho sentir como un pésimo padre.

El sótano estaba oscuro, encendió la luz de la escalera, pensando que Hannibal debió dejar la manta sobre la mesa en la sala de juegos de los niños o habría notado a la hiena polizona. Sin embargo cuando piso el quinto escalón este cedió ante su peso y la madera se levantó, hundiendo su pie y forzándolo a sostenerse del barandal para no caer. Su mano libre instintivamente envolvió a su hija, asegurándole a ambos que estaban bien. Su corazón se aceleró pero no estaba herido. Sacó suavemente el pie del hueco y maldijo por lo bajo, bajando el resto de los escalones y dando rápidamente con el peluche.

—Más tarde me ocuparé de ti— Le dijo al escalón como una amenaza. Volvió a la habitación de los niños que no tardaron en dormirse una vez que cada uno tuvo cerca a su amigo predilecto.

La Sra. Jones lo dejó poco después y una vez que estuvo seguro de que sus hijos dormían como piedras bajo al sótano con el monitor de bebé y una caja de herramientas. Maldijo una vez más al sentarse para reparar el escalón, si algo sufría eran los tobillos hinchados por el peso de otra persona.

—Creo que quieres romper el record de tus hermanos, ¿no Abbie?

Sabía que el ruido no llegaría hasta sus niños, la tabla que formaba el escalón se había partido, podía quitar el escalón por completo y reemplazarla otro día. Era más peligroso dejarlo así, con los trozos saliendo en todas direcciones. Mientras los removía descubrió algo debajo. Estaba cubierto de polvo y envuelto en un sobre color café. Le pareció extrañamente familiar, pero no podía ubicarlo. El sobre contenía un cuaderno forrado de tela color vino con las letras BDM grabadas en tinta dorada.

Qué lugar tan extraño para guardar un libro, pensó. Estaba escrito a mano, se dio cuenta al abrirlo por la mitad. Movido por la curiosidad subió al cuarto de pesca, se sentó en el sillón de madera junto a la ventana y abrió el libro en la primera página. No era un libro, era un diario. El diario de Bedelia Du Maurier, la anterior esposa de Hannibal.

¿Qué hacía algo tan valioso como eso debajo de la escalera menos utilizada de la casa? Se preguntó si Hannibal sabía de la existencia de ese diario. Debería decirle que lo había encontrado. Pero algo dentro de él, probablemente ese mismo instinto que lo obligó a estudiar Psicología forense, lo instigó a leerlo antes de informarle a su pareja sobre él. Hannibal nunca mencionaba a su esposa, era la oportunidad perfecta para saber sobre ella, y de su propio puño y letra.  Tenía tal vez una hora antes de que Hannibal volviera a casa, eso sí decidía no ir a cenar con sus amistades, lo que era muy probable considerando el estado de su Omega.

“25 de Febrero,

La casa nueva es una maravilla, apenas he podido ver algo de ella, pero cuando la terminen será un pequeño palacio imponente, perfecto y destacado en cada aspecto, igual que Hannibal. Dice que construye esta casa para mí, pero lo dudo. Hace años que Hannibal no hace nada por mí.

No me sorprende, ha perdido la paciencia. Sé lo que quiere, pero no puedo dárselo. Nunca podré darle los hijos que desea, podríamos buscar algún Omega fértil y sin marcar y usarlo para concebir uno o dos niños. Pero soy muy egoísta para dejar que alguien más haga a Hannibal lo menos feliz posible. Su felicidad depende de mí al 100% y ese poder sobre él es uno de los pocos placeres que le quedan a nuestra relación. Sinceramente no sé si tener hijos con Hannibal Lecter es una buena idea en absoluto.

Sé lo que Hannibal oculta, se todos sus secretos. Temo no haberlo amado nunca lo suficiente para ignorar aquellos en los que se regodea entre las sombras. Yo también tengo secretos. No puedo decirlos, no sé qué haría mi esposo si los conociera. Hasta ahora he podido engañarlo. He ocultado la verdad y me he ocultado celosamente detrás de una máscara de ignorancia e ingenuidad que comparto con él. Hay otras cosas que puedo ocultar a plena vista.

A mi edad y con un esposo que se negó a tener contacto sexual conmigo para castigarme durante tanto tiempo es normal que me buscara un amante. Creo que tardé mucho. Pero ahora me siento viva y deseada una vez más. La nueva casa significa empezar de nuevo. No tengo futuro en este romance, pero he logrado esconderlo tan bien que nadie podrá acusarme nunca de nada. No habrá evidencia mientras los testigos no digan una palabra.

Hannibal quiere que está casa sea más grande y más hermosa que el departamento en el que ahora vivimos. Sin hijos no le veo el sentido a tantas habitaciones, sé que quiere torturarme con un recuerdo constante de la forma en que le he fallado, pero no voy a cuestionarlo, me limitaré a aceptar lo que me dé aún sí no lo quiero.”

Will separó la vista del diario muy confundido. El Hannibal que Bedelia describía no se parecía nada a su esposo, cariñoso, apasionado. El que terminaba casi cada noche en un orgasmo delicioso cortesía de su pareja, no podía imaginarlo retrayéndose de todo contacto físico para castigar su actitud. Hannibal era severo y demandaba sólo lo mejor. ¿Sería su fertilidad incentivo suficiente para ganarle un trato diferente?

La luz del auto de Hannibal le iluminó el rostro. Rápidamente sacó su vieja caja de galletas de una tabla suelta bajo el escritorio de la habitación metió el diario ahí y devolvió todo a su lugar. Cuando Hannibal subió lo encontró sentado en su habitación, frotando una suave loción en su vientre. Era imposible que su esposo fuera como su esposa muerta lo describía.

— ¿William?

—Buenas noches, Hannibal. ¿Todo bien?

—Una función particularmente excelsa, lamento que no pudieras compartirla conmigo.

—Será la próxima vez, cariño.

— ¿Qué haces? — Preguntó señalando la crema mientras se quitaba la corbata, doblándola cuidadosamente antes de sentarse a su lado y quitarse los zapatos.

— ¿Esto? Es para las estrías, para evitarlas. Me gane algunas con los niños, así que pensé que esta vez podría prevenirlas.

— ¿Por qué?

—Son… antiestéticas.

—No digas tonterías, deberías portarlas con orgullo, son una muestra de tu legado, nuestro legado—. Hannibal hablaba suavemente pero muy en serio, Will abrió la boca pero la cerro casi de inmediato. — ¿Te preocupa que yo te encuentre antiestético?

—Sí.

—Oh, William. Me temo que hemos dejado atrás esa barrera hace ya mucho tiempo. No creo que exista algo en el mundo que logre que deje de amarte—. Le beso suavemente la frente y los labios, acariciando suavemente su vientre mientras hablaba, A Will era imposible no creerle cada palabra. Él amaba a Hannibal con la misma intensidad. Algo, tal vez su hija dentro de él, le obligó a ignorar ese instinto que creía que había algo más en Hannibal que un esposo amable y un psiquiatra educado.

Continuaron charlando, Will esperando pacientemente a que su esposo se cambiara de ropa para acurrucarse a su lado en la cama. Pero Hannibal apenas había comenzado a desabotonarse el chaleco cuando sonó su celular. Una mueca de incomodidad nació en su rostro.

—Tengo que irme—. Le dijo mientras colgaba y volvía a enfundarse los zapatos.

—Es Jack—. Sólo una escena del crimen podía obligar a Jack a pedirle ayuda a Hannibal tan tarde en su día libre.

—Lo lamento, no es necesario que me esperes despierto.

—Está bien, esperaré. Te amo

—Te amo.

No era mentira, Will no se molestaba por dejar a Hannibal ir varias veces al mes. En realidad lo envidiaba profundamente. Desearía poder trabajar en escenas del crimen como hacían ellos. Sabía que podía hacerlo, era un estudiante modelo en la universidad y el F.B.I le había ofrecido una maestría en la Academia de Quantico que únicamente retiraron cuando supieron de su condición de Omega. Podría detener a esos locos. Salvar vidas… Will seguía los casos en los medios, muy a disgusto de su esposo. Miraba los diarios y los noticieros, incluso sitios mórbidos como el Tattler Crime que era derecho amarillista. Había tanto que aportar, tanto que ver. Tantos detalles que pasaban por alto. Will trataba de no mirar muy a fondo. Su mente era capaz de recrear escenarios bastante acertados cuando se trataba de la muerte. Pero esa era una de las razones por las que habría sido un excelente elemento.

Aburrido salió de la cama y decidió reanudar su ilícita lectura. Mientras los días pasaban encontraba a Bedelia más y más desagradable, era claro que su intención al casarse había sido vivir la buena vida con un Alfa rico y culto. Mencionaba constantemente su gusto por el vino, la comida y  los eventos sociales en los que Hannibal la paseaba. A pesar de que no tenían familia fortuitamente mencionaba las intenciones de su esposo de tener hijos y las mil y un maneras en que ella se negaba a criar hijos que no salieran de su cuerpo. Will entendía la creciente frustración que Bedelia describía en su esposo, pero también podía sentir que a ella no le importaba. Si en verdad no podía tener hijos algo en ello había del hecho de que no los deseaba.

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— ¿Qué opina Dr. Lecter?

—Es claro que se trata de alguna especie de ritual, Jack, ya lo hemos visto antes con el destripador.

La escena del crimen estaba a una hora de su casa, la noche era fría y Hannibal agradeció haber tomado un abrigo antes de salir. ¡Cómo deseaba estar en su hogar ahora! Con sus cachorritos y su Omega, tranquilo y feliz, hinchado con una nueva cría producto suyo. Temió que la imagen mental que floreció en su mente aumentara el calor de su cuerpo en exceso. La escena del crimen era un completo caos. Con fotógrafos, médicos forenses y agentes de policía en un constante devenir. El cuerpo era una maravilla. Habían desprendido la piel de su caja torácica y dentro habían colocado ramas y flores formando los barrotes de una jaula. No había órganos, pero sí un nido de ave con huevecillos y caracoles. Era un trabajo preciso y elegante.

—Este es el cuarto cuerpo en 2 semanas, Dr. No estamos llegando a ninguna parte.

—Entiendo tu frustración Jack y la comparto, pero el destripador siempre se asegura de no decirnos más de lo que ya sabemos, hemos aprendido a verlo tan bien como él a ocultarse de nosotros.

—Tal vez es momento de buscar un enfoque nuevo. Sangre fresca, que nunca ha visto al Destripador, una mente limpia de prejuicios.

— ¿Acabo de perder mi trabajo, Jack?

—En lo absoluto. Pero creo que no estaría de más pedirle a alguien una segunda opinión.

—Estaría libre de prejuicios, pero no puedo evitar pensar que ya tienes a alguien en mente.

—He revisado varias Tesis de Licenciatura en mi vida, Hannibal, hay gente con talento ahí afuera, tengo un prospecto en particular.

—Estoy seguro de que sí tiene tu favor es muy talentoso. ¿Sobre qué era su tesis?

—El Alcaudón de Minnesota.

Hannibal conocía bien el caso, Garret Jacob Hobbs había matado a 8 muchachas iguales a su hija, Abigail. El F.B.I logro detenerlo, pero en el proceso el hombre asesino a su esposa y a la misma Abigail, arrojando sus cuerpos frente a la policía que le disparó en el acto, terminando con su vida. Hobbs era un cazador y un caníbal, honraba a sus víctimas y tenía una mente compleja y hermosa, Hannibal tenía curiosidad personal en cualquiera que decidiera dedicar meses de trabajo a un caso como ese. El caso se le antojaba menos interesante desde que sus gemelos nacieron, incapaz de comprender el deseo de Hobbs de matar a su hija. El jamás podría hacerles daño a sus hijos, el amor que sentía por ellos era absoluto y hasta entonces desconocido.

—Dejaré la escena intacta para que mi equipo completo venga por la mañana. Quería su opinión antes de cerrarla al público.

—Sí eso es todo Jack, quisiera volver a casa con mi familia.

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“12 de Mayo

Me temo que Hannibal sabe algo de lo que le oculto. Yo conozco sus secretos, no puedo decírselos a nadie porque su marca me obliga a serle fiel, pero estoy segura que el único instinto por el que me veo motivada es el miedo. Le temó a mi esposo. Sé de lo que es capaz. Peor aún, no lo sé, no tengo la imagen completa, eso es más aterrador.

La primera vez que Anthony se nos unió Hannibal creyó que añadir a un extraño de su tipo sería una ofensa para mí. Por algunas semanas fue así, debo admitir que odiaba a ese hombre con quien me veía obligada a compartir lecho. El sexo era increíble, pero nunca había sido malo cuando existía. Hannibal sólo me tocaba si Anthony había tocado primero, no es sorprendente para mí encontrarme deseando su toque por sobre el de mi esposo.

Lo que sí me sorprendió fue que Hannibal parecía no darse cuenta, mi actuación, ofendida y asqueada, ocultaba el amor que nacía dentro de mí por ese Beta que me confeso lo mismo. Una aventura a plena vista, dónde podía entregarme a mi amante mientras me sostenían los brazos de mi esposo. Es una imagen digna de una ópera. Burlarme de él sería de pésimo gusto, pero no puedo evitarlo. Nuestra vida es falsa.

No puedo evitar pensar que siempre ha sido así. ¿Qué clase de madre sería si permito que mis hijos se críen en este ambiente?  No es que importe, no tendremos hijos, él lo sabe. He construido sobre mí un velo bordado con problemas de salud e infertilidad, un velo que no pienso levantar para él.  Y estoy segura que también sabe lo que hay entre Anthony y yo. La muestra más grande de que ya no me ama es que Anthony sigue siendo nuestro invitado para fiestas privadas. Ahora le divierte más mirarnos, no le interesa lo que yo haga mientras lo haga en la privacidad de nuestro hogar. ¿O será que pretende quitármelo cuando menos lo espere? Su mente es oscura y hay partes de ella que temo ver, estoy segura que aquél que lo haga no vivirá para contarlo… “

Anthony, aquél apuesto y extraño hombre que conoció en una fiesta hace casi 3 años. No había vuelto a verlo desde entonces, pero ahora su relación con Hannibal le quedaba más que clara. Había tenido razón, era una relación sexual, pero no una aventura de sexo póstumo, era su amante y eventualmente el de su esposa. Una mujer extrañamente introspectiva y desafiante, Bedelia, podía entender el atractivo que tenía como esposa para Hannibal. Era todo lo que una dama de sociedad debe ser. Debía ser hermosa, elegante, educada, sofisticada, inteligente y con un aura de superioridad semejante a que  su marido portaba como un estandarte.  

Mientras Will leía más pensaba que la única razón para que Hannibal fuera feliz con alguien como él era precisamente por lo infeliz que una pareja tan aparentemente perfecta lo había hecho. No era ciego, sabía que su esposo era impaciente e indiferente con la gente a su alrededor, especialmente la gente que encontraba aburrida o vulgar. Bedelia implicaba la posibilidad de que Hannibal reaccionaba de forma violenta ante está gente. Su trato de su esposa, quitándole la privacidad a su amorío, apropiándose de su intimidad y limitándola en cada aspecto a su yugo era sin duda una acción violenta. Tuviera o no tuviera razones, era una relación abusiva. Bedelia abusaba de Hannibal, burlándose de el con un hombre más joven y negándose a darle los hijos que deseaba. A cambio su esposo le daba falsas libertades, le construía una casa hermosa y se apoderaba de cualquier sensación de control que ella pudiera tener.

Cerró el diario de golpe cuando escuchó abrirse la puerta principal. ¿Serían su buen comportamiento y sus hijos motivo suficiente para evitar que Hannibal fuera abusivo con él? No. Hannibal lo amaba, podía sentirlo. Su reacción era violenta ante quien lo humillaba y lo empujaba hasta sus límites. Él no tenía intención alguna de hacerle daño, nadie era perfecto, mucho menos cuando se sentía agredido.

—No debiste esperarme despierto William, tienes que dormir bien, es mejor para el bebé.

—El bebé duerme mucho más que yo, Hannibal, deja de preocuparte por él. Por unos meses más va a estar a salvo, calientito y cómodo aquí dentro. — Will se acurrucó dentro de las cobijas, tratando de no parecer agitado luego de su carrera para esconder el Diario de Bedelia. — ¿Cómo resulto todo con Jack?

—No resultó nada, nada útil. Pero no es necesario que discutamos eso, es un tema mórbido para la cama. — Respondió Hannibal tajante, cambiándose de ropa antes de deslizarse a su lado, besándole la frente. Will aprovechó la cercanía para besarle los labios, absorbiendo su aroma, sin importar su pasado, era imposible dudar de ese hombre.

—Puedo manejar lo mórbido. — Se apresuró a agregar, su esposo lo miro con la expresión de quien no quiere tener que imponerse, claramente dando el tema por terminado — Pero tengo algo de sueño, no podíamos dormir sin ti.

—No me digas— Hannibal sonrió, liberando la tensión de su rostro, usar a su hijo era una muy buena forma de lograr que se relajara, Will lo sabía. — En ese caso no los haré esperar más. Buenas noches, Will.

—Buenas noches Hannibal.

Notas finales:

En fin, vienen muchas cosas para el buen Will. Gracias de antemano por sus comentarios y su apoyo!


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