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Manderlay por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

Siempre quiero hacerlos más cortos, pero no, me salen más y más largos XD. 

Gracias a todas por su apoyo y sus comentarios! Me hacen el día :D

Will agradeció que la noche fuera buena y que Hannibal y sus hijos durmieran como piedras, especialmente cuando la puerta sonó temprano por la mañana, incluso antes de que su esposo se fuera a trabajar. Su rutina matutina era complicada pero estaban acostumbrados. Entre los dos podían cambiar, alimentar y limpiar a sus gemelos antes de que Hannibal saliera. Hannibal ponía especial empeño en que ambos se sentaran a la mesa para las comidas y Will se sorprendía diariamente con las cosas que aprendían, palabras algunos números e incluso a no hacer rabietas mientras comían. La puerta interrumpió sus últimos minutos, aquellos que Hannibal pasaba con sus hijos antes de irse por el resto del día.

Abrió la puerta irritado, pero su expresión se suavizó cuando vio a Jack Crawford parado afuera. Viktor se acurrucó contra su padre, mordiendo la pata de Yoyo mientras miraba al extraño de la puerta sin interés. Hannibal lo sostuvo firme con un brazo mientras le ofrecía la mano a Jack y lo invitaba a pasar.

Will llegó a la sala de estar poco después, aún en pijama y con su hijo menor un poco irritado, incapaz de acomodarse como solía hacerlo antes de que su vientre creciera tanto. El castaño sonrió sinceramente, feliz de ver a Jack fuera de las rígidas reuniones sociales de su marido, después de todo eran amigos y en gran parte le debía su felicidad a él.

—Jack, que maravilloso verte.

—Will, buenos días. —El hombre sonrió, saludando amistosamente al pequeño que Will cargaba, a pesar de los incentivos de su papá este apenas atino a sacudir su manita antes de enterrar su rostro en el cuello del mayor. — ¿Eres un chico tímido eh?

—Nicolae— Dijo Will sonriendo. —Es tímido con los extraños, no nos visitas lo suficiente Jack.

— ¿A que debemos este honor, Jack? — Preguntó Hannibal.

—Lamento importunarlos tan temprano, desafortunadamente de aquí me voy directo a la escena del crimen, no hay tiempo que perder.

—Creí que harías que tu nuevo agente visitara la escena hoy—.Expreso Hannibal confundido.

—Es por eso que estoy aquí—. El rostro de Jack se transformó en una máscara imperturbable mientras miraba a Will, quien no parecía entender el rumbo que tomaba la conversación. — Pero un Omega no puede consultar para el F.B.I sin permiso explícito de su compañero vinculado.

Will abrió la boca sorprendido, Hannibal los miró a ambos rápidamente antes de fruncir los labios, claramente irritado.

—William, Jack seguro apreciará una taza de café—. Su cuerpo estaba rígido y los músculos de su cuello tensos, con cuidado excesivo dejó a su hijo en un bonito corral, el niño protesto  estirando sus bracitos para que su padre lo cargara de nuevo, pero Hannibal ignoró sus ruegos, sentándose en uno de los sillones de la sala en completo silencio.

Ese silencio no se rompió hasta que Will hubo servido el café, sentándose junto a su esposo con su hijo menor adormilado entre sus brazos. Tras un trago de café Jack comenzó de nuevo.

—No lo haría si no fuera realmente necesario…

—No entiendo, Jack. ¿De dónde sacarías tú la idea de que William puede ayudarte?

—Will es brillante, Hannibal. Debes saber que tiene un título en Psicología Forense, y supongo que también estas al tanto de cuál fue su tema para obtener ese título.

— William jamás me ha hablado de sus años en la Universidad, mucho menos hemos mencionado detalles como ese. ¿William?

El hombre apenas atino a levantar la vista que tenía fija en el rostro de su hijo, evadiendo el incómodo intercambio. Matt era parte fundamental de la vida de Will durante la universidad, le ayudó a pagar los gastos relacionados con su modesto salario y se casaron cuando Will estaba a la mitad de su segundo semestre, todo en esa etapa de su vida estaba teñido de su primer matrimonio, así que era un tópico que jamás se mencionaba.

—Mi tema fue el Alcaudón de Minnesota… — El rostro de Hannibal se tensó aún más si era posible, lanzándole una mirada asesina a Jack.

—Debo asumir que fue un trabajo sobresaliente.

—Nadie se tomaba en serio lo que Will decía sobre Hobbs, su estatus de Omega obligó a muchos a ignorar los detalles de lo que mencionaba. Muchos pensaron que era ridículo considerarlo, pero yo tenía 8 chicas muertas por todo el estado, estaba cerca de la desesperación. Leí ese trabajo. Sobresaliente es poco, era un perfil perfecto, detallado, no teníamos idea de cómo era el hombre que buscábamos pero Will lo describió usando sólo la evidencia que se había filtrado en los medios. Sus sugerencias eran atinadas, y yo soy el primero en admitir que de no haberlas puesto en práctica Hobbs habría matado a muchas jovencitas más. Will les salvó la vida.

—Pero no fue suficiente para salvar a la pobre de Abigail—. Dijo Will distraído, ambos hombres lo miraron. — ¿Abigail Hobbs? Cuando tú y tus investigadores lo encontraron respondió apuñalando a su hija 13 veces en el cuello. Tenía 18 años, eso no debió pasarle.

—La muerte de Abigail Hobbs no pesa sobre ti, Will.

—Por supuesto que no—. Aseguró Hannibal antes de volverse hacia Jack. — Si William era tan talentoso ¿por qué no le ofreciste un empleo en tu oficina?

—Lo hice, en cuanto detuvimos a Hobbs.

—Mathew no me permitió trabajar para el F.B.I—Añadió Will, esa fue la primera y única vez que pelearon tan intensamente que Will se negó a hablarle por varios días. Necesitaban el dinero. Y él deseaba cumplir su sueño. — El no creía que yo fuera lo suficientemente fuerte para soportar un trabajo como ese. Temió las consecuencias que pudiera tener en mi personalidad, y se negó a firmar mis permisos.

—Recuerdo que también perdiste una importante beca de maestría. — Añadió Jack y Will asintió con la cabeza, suspirando.

—Pues lo siento, Jack. Pero al igual que… Mathew, yo tampoco voy a permitirle a William trabajar para ti.

— ¡Hannibal! —Protesto el menor, algo dentro de él esperaba que la mente mucho más educada y abierta de Hannibal cediera por el bien de otros. —

—Por favor piénselo bien, Doctor Lecter. Will no se acercará a los criminales, sólo quiero que mire la evidencia y me diga lo que vea. Puedo darle fotografías, copias de las autopsias, si lo prefiere no pisará una escena del crimen. Podríamos salvar la vida de mucha gente.

— ¡No! — La voz de Hannibal fue autoritaria,  a Will le imponía dolorosamente. — Lo siento, Jack. Te ofrezco ayudarte más horas con el caso del Destripador, pero no voy a exponer a mi Omega a esa violencia, mucho menos mientras lleve una de mis crías dentro de su vientre.

—Entiendo que te preocupen tu compañero y por supuesto tu cachorro, en serio lo hago. Pero la gente está muriendo Hannibal, y nada de lo que hacemos puede detenerlo. No recurriría a Will si no fuera mi último recurso—. Jack también era un alfa, ni el tono ni la clara expresión de dominio por parte de Hannibal tenían efecto sobre él.

—No estoy abriendo el tema a discusión, Jack. William es mi esposo, mi Omega y mi responsabilidad, si digo que no esa es mi respuesta definitiva. —Dejó salir el aire, como dando por terminada la discusión. Jack tensó el cuello, apretando entre sus dedos su sombrero de fieltro.

—Entiendo. Lo lamento. — Will lo miró sorprendido mientras se reclinaba en el sillón y bebía el café frío en la taza frente a él. Hannibal no se movió, el único ruido parecía venir de Viktor que jugaba en el corral golpeando figuras de animales entre sí mientras decía sus nombres una y otra vez, provocando un golpeteo seco que molestaba  su hermano dormido en brazos de su papá. Cuando Jack volvió a hablar lo hizo midiendo sus palabras:

— ¿Cuántos meses tienes Will? — El cambio de tema lo desconcertó, Hannibal pareció relajarse.

— Cumplí cinco la semana pasada.

— ¿Y ya saben que es? —.La voz aletargada de Jack no engañó a Will, Jack sabía por Beverly todo lo que tenía que saber sobre su embarazo.

—Decidimos no averiguar el sexo del bebé, no es relevante, sea lo que sea le amaremos con la misma fuerza que a sus hermanos. — Dijo Hannibal pasados unos segundos.

— Es una niña—. La voz de Will fue firme, incluso cuando Hannibal lo miró, sorprendido por esta revelación. En su rostro Will podía leer la emoción luchando por abrirse paso contra el enfado.

— ¿Lo sabías? ¿Sabías que tendríamos una niña?

—Sí… El Dr. Cook me lo dijo hace unos meses.

— ¡Meses! Creí que teníamos un acuerdo, William.

—No te dije nada porque tú esperabas una sorpresa, Hannibal. Es difícil no querer saber lo que crece dentro de mí. — La voz de Jack interrumpió lo que seguro sería una mordaz respuesta del lituano.

—Asumo que Hannibal no sabe cuál es el nombre que elegiste para tu hija.

— ¡Nombre! ¡Decidiste su nombre y se lo has dicho a la gente! Y yo no tenía idea que había una niña ahí dentro, no puedo creer que me hagas esto… —Hannibal se frotó el puente de la nariz con los dedos, en 3 años Will nunca lo había visto tan furioso. Miró a Jack con algo parecido al odio por revelar semejante secreto a costa suya. — Que increíblemente grosero de tu parte William.

— ¡Es sólo un nombre Hannibal!

— ¡Es el nombre de nuestra hija! ¿Quién sabe si tendremos otra niña? Esperaba darle el nombre de mi hermana a mi primera hija, al parecer la memoria de mi hermana muerta no tiene valor alguno para ti. ¿Qué ridículo nombre has elegido? ¿Gladys? ¿Summer?

Will sintió su rostro enrojecer por la humillación. Hannibal estaba burlándose de sus orígenes humildes lanzándole nombres comunes entre la gente que se consideraba “basura blanca”, gente pobre en dinero y educación como la que habitaba los pequeños pueblos pobres donde Will había crecido. Viktor y Nicolae habían sido nombrados por Hannibal, eran sus primogénitos y Will no tenía problema alguno con permitirlo, muchos Omegas incluso asegurarían que sólo el Alfa tenía derecho a nombrar a sus crías. Will tenía un plan para su hija, justamente porque no sabía si tendrían una más.

— ¿Y bien? — El tono impaciente de su voz logro molestar aún más a Will. Se puso de pie y salió de la habitación como un torbellino luego de escupirle el nombre:

— ¡Abigail!

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—William, déjame pasar.

La voz de Hannibal detrás de la puerta sonaba lejana. Nicolae estaba en la cama de sus padres, profundamente dormido. Will no estaba ahí, estaba sumido en algún lugar de su mente, sentado en el bosque frente a Abigail Hobbs, o a la percepción que Will tenía de ella. Hermosa, delicada, joven e ingenua. Se había encerrado una media hora antes, y su imaginación lo había arrancado de la realidad, había visto a Abigail Hobbs a través de las chicas que su padre asesinó, ahora que el mismo tenía hijos entendía su miedo a perderla íntimamente.

Cuando Hannibal comenzó a golpear la puerta Abigail se convirtió en una sombra lejana. Se sentía culpable por su muerte, quizás de ser un Beta o un Alfa habría podido salvarla de su padre. Lo único que podía hacer era darle una nueva oportunidad. Nicolae empezó a llorar cuando su padre alzó la voz, el llanto lo obligó a ponerse de pie, abrir la puerta y luego ignorar a su esposo hasta que su hijo se hubo calmado.

—No te comportes como un niño, habla conmigo.

—No quiero hablar contigo.

— ¿Cómo es que me faltas al respeto y yo termino siendo el malo? —Gruño Hannibal, exasperado. — Tengo todo el derecho a darle el nombre a mis cachorros que considere más adecuado.

— Tienes razón, eres un Alfa, tú haces estos cachorros, los mantienes y tienes todo el derecho a nombrarlos. —Sus palabras eran sumisas, pero su tono delataba que él no.

—William, por favor. No es necesario que seas tan hostil. Si me hubieras dicho lo que querías lo hubiera permitido. Te he permitido todo en estos años.

—Creí que esa era tu obligación, ya que la mía es estar justo así—.Señalo su vientre hinchado y a su pequeño hijo recostado a su lado. Hannibal suspiró.

—No vas a trabajar para el F.B.I, William, es peligroso para ti y para Abigail.

— ¿Prefieres que Abbie conserve su nombre a que trabaje como consultor para Jack Crawford? ¿Tan débil crees que soy?

—Te he visto… Cuando Nicolae se lastimó fue como si tú mismo te hubieras roto el brazo. No hubo un momento de paz, sabías que se sentía asustado, adolorido, tenso. Pudiste calmarlo porque sabías que necesitaba cada segundo del día. Creí que era tu instinto paternal, uno muy desarrollado… pero ahora creo que es otra cosa.

— ¿Qué cosa?

—Leí tu Tesis sobre Hobbs.

—No me digas—. Will trató de no parecer interesado, paseando su mano por su vientre, justo donde sabía que su hija se movería segundos después. Hannibal era, como siempre, cuidadoso con los detalles.

—Eres capaz de ver dentro de esta gente, William, de entenderlos, de leer en la evidencia todo lo que son. Es un trabajo impresionante.

—Déjame ayudar, Hannibal…

—Quieres ayudar a Jack Crawford por la misma razón por la que quieres nombrar a nuestra hija Abigail. Sientes responsabilidad por la vida que perdió en manos de su padre, cuando tú podrías haberla salvado. Quieres ayudar a Jack porque te dijo que sin ti la gente morirá.

—Puedo ayudar, Hannibal, puedo detener al Destripador de Chesapeake, sólo necesito un par de minutos en la escena del crimen… eso es todo.

—Lo siento, Will, pero no voy a permitirlo. Eres mi Omega, cargas con el menor de mis cachorros, con nuestra propia Abigail. Puedes darle una segunda oportunidad, pero no vas a exponerla a la maldad de la que su homónima no pudo escapar. No quiero escuchar una palabra más al respecto y no te quiero cerca del F.B.I.

—El destripador es un hombre inteligente, educado, con entrenamiento médico, experiencia en cirugía y conocimiento anatómico. El tipo de hombre del que nadie sospecharía, se esconde a plena vista. Se burla del F.B.I, podría incluso trabajar para ellos. — Dijo Will mirando fijamente un punto lejos de todo en esa habitación. — Freddie Lounds le tomó una fotografía a su nuevo trabajo, a la jaula… Tú la has visto, Hannibal.

—Es un regalo, William, uno de los tantos que el destripador deja por ahí cuando aparece.

—Es una celebración, algo bueno le ha sucedido y lo está compartiendo con el mundo. Hay flores que crecieron dentro de ese cuerpo, vida que nace de un cadáver. Huevecillos que esperan el calor de su madre para surgir de ese hueco. Su víctima anterior era un mujer sosteniendo su propia espina como sostendrías a un recién nacido. Tiene hijos, o los tendrá pronto.

—Nosotros también—. Dijo estirando una de sus gruesas y masculinas manos hacia su esposo, posándolas sobre su vientre de manera protectora. — Quiero tú tableta y  tu celular. Te prohíbo que discutas nada sobre el caso con Beverly, no quiero que busques nada sobre el destripador en la Televisión o el Internet y por el amor de Dios no se te ocurra salir de casa si no es conmigo.

—Hannibal por favor, esto es ridículo.

—Tienes una mente hermosa William, nunca la vi tan claramente como en tu trabajo… o ahora mismo. Pero no estoy ciego, como todas las cosas hermosas es muy frágil. Hago esto por tu bien y por el de Abigail. No necesitas más presión sobre ti que la de llevar a término a nuestra hija, es tu única obligación. —Su voz era ahora mucho más amable, le acarició la mejilla y le beso cariñosamente la cabeza, lo hacía constantemente, marcándolo con su aroma y relajándolo contra su voluntad. —No quiero que te alimentes de la oscuridad de este mundo. Tengo que irme a trabajar, promete que estarás tranquilo.

—Lo prometo…

—Buen chico.

Hannibal sonrió satisfecho, Will cargo con Nicolae nuevamente y ambos bajaron las escaleras en silencio. Nicolae se unió a su hermano en el corral de la sala, cuando Hannibal se fue a trabajar  Will pensó en darse un baño antes de la hora de comer de los niños. Pero algo no estaba bien. El enorme libro de arreglos florales que había en la mesita cerca de la ventana estaba movido. Lo sabía porque todo en su hogar tenía un orden meticuloso.  El libro pesaba lo mismo que sus dos hijos pero se las arregló para levantarlo, aplastado en un sobre manila, encontró el expediente completo del Destripador de Chesapeake debajo.

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La Sra. Jones llamó 15 minutos después de que Hannibal se fuera, avisando avergonzada que su hijo estaba enfermo y pidiendo permiso para visitarle en el hospital. Will estaba tan agradecido por esta oportunidad de estudiar a solas que le dio 2 días más libres y envió flores al hospital. Will no solía cuidar de sus hijos él solo, pero era un Omega, y era perfectamente capaz de proveer para ellos sin ayuda. Un orgullo extraño nació en su pecho, pensando en que podría salvar al mundo y ser un buen padre, todo en un mismo día.

Las fotografías del F.B.I eran mucho mejores que las de Freddie Lounds. Will conocía bien a Jack, la negativa de su esposo no había servido para que desistiera, así como la negativa de Mathew no había podido evitar que Jack consultara a Will de vez en cuando para encontrar nuevas pistas. Pero Mathew era un Beta, y Hannibal era un Alfa. Las consecuencias de desobedecerlo eran mucho más severas, especialmente para Jack. Pero Will no podía pensarlo demasiado, si lo hacía se encontraba frustrado por su marca, como con el diario lo mejor que podía hacer era actuar a base de impulsos espontáneos. Lo que el expediente contenía eran copias, pero en general estaba muy completo.

Fotografías de las escenas del crimen y los cuerpos desmontados, reportes de la autopsia, análisis clínicos y toxicológicos, una lista detallada de todos los objetos y evidencia física tomada en la escena. Will se concentró en la Jaula mientras reflexionaba sobre cuál sería el mejor método para deshacerse de todo aquello antes de que su esposo siquiera supiera que estaba ahí. No tenía idea cuanto tiempo estuvo enfrascado en cada mórbido detalles de los crímenes del destripador los últimos años, pero se había perdido en un mundo dónde no era un Omega, sólo un investigador más.  Levantó la vista sólo cuando la voz de su hijo sonó en el silencio casi tétrico  de su hogar.

—Papi… Agua.

— ¿Cómo se dice, Nico?

—“Porbor”.

—Claro que sí, cariño—. Llenó la tacita de plástico de Nico con agua antes de volver a la sala. Pensó en deshacerse del expediente cuando miró la hora. Había pasado casi una hora leyendo. El triturador de papel estaba en la oficina, pero Hannibal la cerraba con llave cada día antes de irse.

—Ten cariño—. Nicolae tomó la tacita entre sus manitas y empezó a beber de la boquilla de la tapa, Will estaba preparado para que no ensuciara su bonita camisa y le pasó un trapito por el rostro cuando decidió que era suficiente.

—“Gacias”

—De nada, mi amor. Ah, ¿Qué es eso, Viktor?

— ¡Carro!

Si había una razón poderosa para no poder trabajar para la policía este era un ejemplo perfecto de ella. No tenía tiempo. Nico y Viktor demandaban toda su atención aún si se trataba de cosas como esa. Paso casi media hora revisando minuciosamente cada cosa que sus hijos encontraban en el corral y que le llevaban, de algunas sabían el nombre, de otras sólo una versión alterada del mismo. Will hacia lo posible por enseñarles palabras, y eran sólo dos. Pronto tendría un bebé recién nacido que dependería de él aún más que sus hermanos.

Cuando retomó su lectura eran las dos de la tarde. Sus hijos comidos, cambiados y habiéndose divertido estaban disfrutando su primera siesta oficial del día. Will los había acomodado en sus cunitas antes de susurrar desde el marco de la puerta:

—Papi se va a sentar a leer un ratito, sean buenos niños.

Había tomado una decisión. Entró al cuarto de pesca por un cuaderno de notas y mientras leía por segunda vez el informe plasmaba en él todas las ideas que surgían, todas las preguntas que el expediente no podía resolver, sólo el asesino. ¿Cómo elegía a sus víctimas? ¿Qué hacía con los órganos que extraía de ellos? ¿Eran simples trofeos? No. Había algo más.

Will  rápidamente amplió su perfil del destripador. Era un hombre educado en medicina y en muchas otras disciplinas, seguía sus crímenes con atención, le interesaba los que los medios dirían de él. Era culto, sus homicidios estaban teñidos de referencias a la historia del arte o de la música y llenos de simbolismos complejos. Tenía dinero, y mucho. Suficiente para moverse sin llamar la atención en los círculos artísticos de Baltimore, galerías, museos, la ópera, le gustaba la teatralidad y poseía elocuencia.

No llamaba la atención, nada en él indicaba a primera vista que fuera un monstruo, pero su presencia debía ser imponente y su apariencia atractiva, tal vez era extranjero o hijo de extranjeros. Pero eso a Will o a Jack no les servía de nada. Las víctimas no tenían relación alguna entre sí, diferentes géneros, orientaciones sexuales, raza. Trabajaban en diferentes áreas, no compraban en las mismas tiendas ni cenaban en los mismos restaurantes.  Algo le decía que no las elegía al azar, pero su criterio de selección era incomprensible.

Desde Hobbs, Will no había pasado tanto tiempo estudiando y tomando notas de un caso. No fue hasta que el llanto de sus hijos se abrió paso en el sopor de su mente que se dio cuenta del tiempo que había pasado. Casi 3 horas, Will sabía que lloraban esperando su merienda y se sintió culpable por hacerlos esperar. Al igual que el diario el expediente terminó bajo la tabla suelta mientras se olvidaba, o eso intentaba, de todo lo que contenía.

Hannibal regresó de trabajar pasadas las 5 de la tarde. Will estaba sentado en el suelo, junto a él sus hijos pasaban con violencia las hojas de un libro de animales, Will les decía los nombres del animal y ellos coreaban a gritos lo más parecido a lo que habían escuchado. Will les había enseñado algunos números y partes de su cuerpo con canciones, pero apenas podían seguirle el paso. Hannibal sonrió cuando dejó el maletín en la mesa del recibidor, disfrutando desde el marco de la puerta a los gemelitos regordetes que corrían emocionados hacia él.

—Ah— Exclamó fingiendo sorpresa— ¿Qué es esto? ¿Quiénes son estos niños tan grandes? No pueden ser mis niños.

Cargo con uno en cada brazo mientras Will se ponía de pie con ayuda del sillón.

— ¿Cómo te fue, Hannibal?

—Aburrido, los problemas de la gente son inmediatamente más vulgares cuando sabes que en casa hay mil cosas que preferirías hacer a escucharlos. Por desgracia amo mi trabajo.

—Y si quieres tener 6 hijos no vas a poder dejarlo pronto— Susurró Will como broma, Hannibal enarcó una ceja antes de sonreírle y recibir gustoso su beso de bienvenida.

— ¿Estás sólo? — Will le explicó la situación y Hannibal reaccionó de manera sorpresiva.

—Me parece que enviarle flores ha sido adecuado, William, yo mismo me encargaré de buscar algún especialista y ponerlo al tanto de su caso. Sin embargo no creo que debas estar sólo con los niños. —

—Hannibal, soy perfectamente capaz de cuidar a mis hijos…

—No pongo en duda tu capacidad como padre, pero con otro cachorro en camino no quiero que sientas ninguna tensión que pueda afectarla. No. Ahora mismo cancelaré mis citas y me aseguraré de quedarme contigo.

Will trató de no parecer muy sorprendido, si bien su ser vibraba ante la idea de que su Alfa estuviera a su lado todo el día cuidando a sus crías y cuidando de él, una parte se sentía frustrada al saber que con Hannibal en casa el Destripador estaría suelto y no analizado por Will Graham un día más.

— ¿William?

— Es maravilloso Hanni. —Concluyó finalmente, sonriéndole y tomándole de la mano, Hannibal lo acercó tanto como pudo, besándolo cariñosamente y arrancándole un ronroneo que  nació instintivo de lo más profundo de su pecho. Sintió a Hannibal olfateando cariñosamente la curvatura de su cuello y  se sonrojó cuando sus hijos volvieron al suelo y las manos de su esposo lo rodearon por la espalda, presionando una firme erección contra sus glúteos.

—Creo que alguien está feliz de verme… — Susurró Will, recargándose en el pecho ajeno y dejando que una de sus manos explorara tímidamente su erección.

—Hueles delicioso—. Murmuró Hannibal casi como un gruñido, nunca tendría suficiente del delicioso cóctel hormonal que su esposo emitía cuando estaba preñado. Era una receta tóxica y lo ponía a mil en segundos en una mezcla extraña de deseo y orgullo de saber que se había follado bien a su esposo hasta dejar ese cachorrito dentro, dónde pertenecía.

—Ah… Hannibal, espera, los niños.

—Ponlos a dormir la siesta… —Dijo este, paseando sus manos desde su cuello hasta sus muslos, separándolos suavemente para acariciar su trasero sobre la tela.

—No digas locuras…ahh Si los pongo a dormir ahora no van a dormir a su hora… ¡Hannibal!

—Demonios William, necesito metértela. —. Will sonrió mirando a su esposo de reojo, le gustaba provocar eso en él, esa falta de decoro y ese deseo casi vulgar que parecía tan antinatural en ese hombre bien vestido y educado.

—Tú querías 6 hijos, mi amor, va a ser difícil “metérmela” con tanto niño corriendo por ahí.

—Ya encontraré la manera…— Hannibal resopló contra su cuello y se separó finalmente de él. —Cuando sea su hora de dormir voy a darte hasta que llores, William. Iré a darme un baño antes de preparar la cena.

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Cenaron tranquilamente, Hannibal insistía en que los niños comieran siempre con ellos, y era especialmente estricto con sus modales en la mesa. Will podía casi oler el apetito sexual de su esposo, pero este sería incapaz de hacer algo más en la cena que poner su manos sobre su muslo, caliente y varonil, como indicándole que debía esperar.

Will sabía que algunos Omega se volvían especialmente salvajes y calientes con el embarazo, extremadamente calientes, casi imposibles de complacer. Estaba muy agradecido de no ser uno de ellos. Claro que cuando Hannibal explotaba sobre el esa tormenta de hormonas terminaba húmedo y suplicante en cosa de minutos. No podía concebir a Hannibal no siendo capaz de complacerlo.

Cuando la cena termino siguieron la estricta rutina de sus niños, dientes, baño y a la cama. A las 7 ambos estaban ya perdidamente dormidos en sus cunitas, arropados y sonrosados bajo las mantas. Will podía mirarlos dormir por siempre, tan tranquilos, tan parecidos a su padre en tantos pequeños detalles. Pero Hannibal no lo dejaría olvidar el pequeño detalle que una vez más se alzaba casi totalmente vertical en su elegante pantalón de vestir.

—Si vienes a la cama y aún estás vestido me temo que no respondo por mis actos—.Susurró con la voz teñida de deseo mientras salía de la habitación, Will lo siguió con la mirada, un poco confundido pero salió detrás de él unos segundos después.

Perdió la ropa en el camino y sintió su propio cuerpo hinchándose de la expectativa, soltó un jadeo ronco cuando abrió la puerta a su hermosa habitación y encontró a Hannibal, sentado en la orilla de la cama, desnudo y con las piernas ligeramente separadas, su miembro se alzaba rojizo y palpitante, como una amenaza. Con la cabeza le índico que se acercara y está vez Will no titubeo, lo quería, lo quería tanto. Duro, firme, una y otra vez dentro de él.

—De rodillas…

—Si, Hannibal…

Se sentó sobre las rodillas y en medio de sus piernas, disfrutando el delicioso aroma su Alfa, esa mezcla embriagadora que lo rodeaba y que compartía con Will y sus cachorros, una esencia de pertenencia total, tan fuerte que Will casi olvidaba quien era cuando inundaba sus sentidos. No tenía que preguntar para saber lo que quería. Abrió la boca obedientemente y Hannibal le sonrió, acercando su punzante erección y dejando que Will hiciera con ella su voluntad.

No era sólo esa lengua suave y caliente que recorría desde la punta del glande hasta la mata de vello en la base, era toda la vista lo que ponía a Hannibal a mil. Sus piernas torneadas y pálidas, sus mejillas sonrojadas, sus ojos entre abiertos de placer, su aliento cálido sobre la piel de sus testículos, provocándole un cosquilleo delicioso. Todo Will era hermoso y lo mejor de todo, era suyo. Sólo suyo. Mientras lo mamaba con devoción podía mirar la hermosa cicatriz de su cuello, la marca de pertenencia que brillaba como un recordatorio físico de su unión absoluta. Y si seguía bajando su lujuria se mezclaba con el orgullo de Alfa que la hermosa barriga de embarazo de Will le provocaba. El orgullo de saber que podía darle a su Omega lo que necesitaba, una polla dura siempre que la deseará, anudándose dentro de él hasta dejarlo en estado, hinchado y radiante, lleno de él y de un nuevo bebé, un legado, una pequeña y saludable heredera, una princesa para su papi. Sí, Hannibal no podía ser más feliz.

—Ven aquí, cariño.

Will se separó lentamente, un hilito de saliva se estiró desde sus labios hasta la punta del glande, brillante y húmedo, Hannibal dejó escapar un gruñido cargado de excitación. Aferro a Will por la cintura, llenándolo de besos desde el cuello y hasta los rosados pezones, sensibles por el embarazo, que gestaron una cadencia de gemidos casi desesperados. Sabiendo que estaría húmedo y listo, introdujo 2 y luego 3 dedos en su cavidad, rugosa y caliente. A pesar de sus suaves movimientos Will estaba cerca de perder la cordura, sí algo les gustaba de su estado era lo inevitablemente estrecho que se ponía, más y más cada mes. Con suavidad el menor pasos sus piernas temblorosas alrededor del cuerpo de su esposo, y con su ayuda se enterró hasta la base, dejando escapar un gemido seco que inmediatamente acalló con sus manos.

—Will, déjame oírte.

—Ha…Hannibal… Los niños…

—Vamos, sabes que no pueden oírte…— Remarcó la última palabra con un golpe preciso, golpeando dentro de él con firmeza y cada vez más rápido, disfrutando de lo cálido y húmedo de su interior. Aún si lo deseará Will no podía ocultar que el calor de su cuerpo chorreaba por sus muslos, provocando un húmedo golpeteo cada vez que Hannibal salía por completo y lo penetraba tan profundo como podía llegar. ¿Los niños podían oírles? ¡Claro que no! Había un baño y una habitación entre ellos, y el monitor de bebé sólo funcionaba en una dirección.

Mientras el calor de la habitación subía sus movimientos fueron cada vez más erráticos, apenas atinando a aferrase a los hombros del mayor, gimiendo suavemente entre besos, besos en su cuello, en su barbilla y una mordida para reafirmar la marca que finalmente le arrancó un grito de placer como los que Hannibal había estado esperando. Su pequeño Omega era tan necio a veces. Derrotado por las sensaciones finalmente gemía sin decoro, cabalgándolo tan salvajemente como su estado le permitía. Hannibal disfrutaba tanto de Will, de su rostro sonrojado y su piel perlada por el sudor que este se vino dos veces antes de que su Alfa soltará un gruñido gutural, recostando la cabeza en su pecho y llenándolo de semen caliente que le arrancó al Omega un último suspiro.

—¡Will…cielos! —El Omega sonrió, Hannibal sólo lo llamaba Will en contadas ocasiones, casi todas durante el sexo.

—Estoy muy decepcionado de ti, Hanni…

— ¿Discúlpame? —Expresó el mayor confundido y jadeante.

— Dijiste, y es lo cito: “Voy a darte hasta que llores, William”. No estoy llorando, Hannibal. ¿Será que ya no cumples tus promesas?

—Eres una amenaza…—Susurró divertido, tomándolo de los hombros y aprisionándolo debajo de él, separando sus muslos con las piernas sin dejar de sonreírle. — ¿Quieres que te haga llorar eh? Bien, pero te advierto que mañana no tengo que ir a trabajar…

Will recibió la amenaza con gusto, aunque algo en el fondo de su mente temía a humillarse llorando de placer.

Notas finales:

Hay mucho drama por venir, así que desenle a Will mucha suerte. voy a agregar un par de advertencias, así que ... prepárense


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